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Viaje a la sumisión (7)

en Gays

No podía ni imaginar que mi vida hubiese cambiado tanto en apenas dos semanas y ni de lejos sospechaba lo que me esperaba en un futuro no muy lejano.

Después de un día de un día de curro, aquella noche dormí como hacía tiempo, con un sueño pesado, sin sueños, que consiguieron que me levantara bastante descansado.

Acudí al gimnasio, con la sensación que hacía una eternidad que no me acercaba por allí y que los avances que había conseguido con mi cuerpo en aquellos meses estaban empezando a desaparecer. No podía ocultar el nerviosismo que me devoraba por dentro mientras atravesaba la entrada. Ansiaba con todas mis ganas verle allí, reunir el valor necesario para acercarme y decirle que por él estaría dispuesto a todo, mientras me dejara estar a su lado. Pero una vez más la frustración me pudo. Ni rastro de él ni de sus "amigos". Parecía que hacía una eternidad que no le veía. Mientras me duchaba cerré con fuerza los ojos y me centré en su recuerdo. Me pajeé rápida y furiosamente recordando las facciones de su rostro, su cuerpo duro y sudoroso, su aroma… hasta correrme con fuerza en tres trallazos. Por el momento era lo más cerca que podía estar de él.

El día en curro pasó tranquilo hasta que a media tarde llegó un sms. "Pasa a recogerme cuando salgas del curro. Trae el collar. Azad". A saber que se le estaría pasando por la cabeza al turco.

Un parada rápida en casa para ducharme y recoger el collar y un caso para él y poco antes de las ocho de la tarde estaba llamando a su telefonillo. Apareció con una sonrisa que no presagiaba nada bueno. -¿Llevas el collar?- Como respuesta bajé el cuello del plumas dejándolo visible. –Muy bien perrito. Vamos a salir de la ciudad. Ves por la A2. Te aviso cuando quiera que te desvíes.

Atravesamos la ciudad rápidamente, y en seguida estábamos disfrutando de poder correr por la autopista. Hacía tanto que no salía de la ciudad con la moto que no recordaba lo que me gustaba esa sensación. Llevábamos poco más de 14 kilómetros cuando me golpeó en el hombro. Casi había olvidado que lo llevaba pegado a mi espalda. Tras cruzar un río había una salida. Reduje la velocidad. El carril nos obligaba a cruzar la autopista, haciendo un cambio de sentido. Azad me indico que continuara a la derecha. Reduje aun más la velocidad. Estábamos en un pequeño cruce. A la derecha estaba la entrada a una superficie comercial y recto seguía un camino que parecía bordearlo. Me indico que avanzar por el camino, y casi cuando llegábamos al final, donde giraba a la derecha bordeando el hipermercado, me indico que me detuviera. Todo el camino desde el cruce con el hipermercado estaba lleno de coches aparcados en el lateral, formando una larga fila.

Tras asegurar los cascos a la moto, Azad me indico que le siguiera. Saltó el quitamiedos, descendiendo por el terraplén y avanzó por la vegetación, cada vez más espesa en dirección a la ribera del río. Me sorprendió ver tantos tíos por aquella zona. Claramente era un sitio de cruising. –Vale zorrita. Deja que vea tu collar- Lo dejé a la vista y con un rápido movimiento sacó de su bolsillo la cadena y la enganchó a mi collar. –Vamos. Quiero que todos vean lo cerdo que eres capaz de ser. Excítame. Déjame ver como otros tíos disfrutan de ti-.

Tirando de mi cadena nos internamos en el pequeño bosque de ribera. Por suerte la luna llena iluminaba bastante bien la noche ya que era difícil caminar mientras tiraba de mí. Llegamos a un pequeño claro donde un tío se pajeaba lentamente. Debía rondar los 22 años. Era un tío realmente morboso, con el pantalón deportivo por los tobillos y una cara de hijo de puta que no podía con él. Azad me llevó hasta su lado.

-¿Qué te parece mi perro?- Pregunto Azad

-No está nada mal-. Dijo el chaval sonriendo.

-Es tuyo durante 20 minutos. Haz con él lo que te salga de la polla. La única condición es que me dejes mirar... perro, afuera pantalones-

El tío asintió y tomo la cadena de la mano de Azad. Presionó mi cabeza obligándome a arrodillarme. Me acerco su polla a la cara. Un rabo no muy grande, pero muy oscuro. Apestaba a sudor. Abrí la boca y el tío me la metió, lentamente. Centímetro a centímetro. Dejando que la saboreara, disfrutándola. Una vez que el vello púbico rozó mi nariz se detuvo. Presionando con sus manos, amoldando mi garganta a aquel rabo. Lentamente fue retirándola y repitió el proceso, todo muy despacio. De golpe y sin previo aviso empezó una follada salvaje a mi garganta, que me provocó más de una arcada. -cómeme el ojal- Me dijo el chaval dándose la vuelta y separando sus nalgas con las dos manos. No pude resistirme y me tiré de cabeza. Una oleada a sudor invadió mi nariz, pero no me importó. Mi lengua empezó a lamer aquel culo, tratando de dilatarlo. Los gemidos que llegaban del tío me indicaron que no iba por mal camino. Presioné ligeramente con uno de mis dedos. El tío se aparto como un resorte y me pegó una patada que me dejó sin respiración –No soy bujarra- Me espetó para acto seguido ponerme en cuatro. Me escupió un par de veces en el culo y me la clavó hasta el fondo. Me hizo la hostia de daño. –¿Es esto es lo que te gusta verdad maricón?- Me gritó al oído mientras me follaba de manera salvaje. Levanté la vista y pude ver como Azad sonreía mientras se acariciaba la polla por encima del pantalón. Un poco más atrás había un viejo disfrutando del espectáculo. El tío me follaba con violencia, tirando de la cadena, con unas envestidas furiosas, hasta que de pronto se corrió con un alarido. –Esto es lo que necesitaba el bujarra, que lo preñara un tío de verdad- Dijo mientras me ensartaba su polla en la boca para que se la limpiara, cosa que hice gustoso.

-¿Quieres follartelo? Oí que decia Azad.

-¿De verdad?

-Tienes diez minutos para partirle el culo.

Giré la cabeza y vi como el viejo de antes se colocaba a mi espalda. Una polla bastante más gorda que la anterior aunque no tan larga tomó el relevo. El viejo me estuvo follando a un ritmo pausado, despacio, cuando de repente se retiró y se largó.

-Quédate ahí en cuatro y ni una palabra. Me advirtió Azad.

Mirando un poco más allá se distinguían sombras a nuestro alrededor. Una de ellas se aproximó con algo de recelo, mirando a Azad. –Estáis de suerte. Esta puta está a vuestra disposición. Simplemente usadla- Dijo Azad levantando el tono de voz para que todos pudieran oirle. La sombra se materializó; era un treintañero con una buena barriga. Se puso a mi espalda y me ensartó. Una polla se puso en mi campo de visión y la atrapé con una mano y empecé a pajearla mientras otro rabo se metía en mi boca. Apestaba a meados, pero verme allí reducido y utilizado y sobre todo, viendo la cara de satisfacción de Azad, me hacía volverme más perra. El tío que bombeaba mi culo se corrió en apenas unos minutos con unos fuertes jadeos. Notaba como la leche iba llenando mi culo y empezaba a deslizarse por mi pierna cuando una nueva polla tomó el relevo. La polla de mi boca me taladraba la garganta y no paró hasta que una corrida dulzona inundo mi boca. Antes de que alguien le sustituyera el tío al que pajeaba se acercó y se corrió en mi cara, dejándome completamente pringado.

Las pollas se sucedian. Mi culo estaba repleto de lefa y mi cara chorreando leche. En un momento que tuve el rostro libre miré a mi señor. Estaba ocupado follándose a un chavalín que apenas tendría 20 años.

Cuando creí que había acabado mis servicios me percaté que había un tío muy atractivo junto a mi. Pelo muy corto y barba de varios días, y un cuerpo que se intuía fuerte. Me cogió la cara acercándola a la suya y sacando la lengua empezó a recorrerme el rostro, limpiando los restos de lefa. Cuando acabó nos fundimos en un profundo beso, intercambiando leche de machos desconocidos. –Quiero que me folles; pero antes déjame comerte el culo-. Me dijo en tío mientras se tumbaba boca arriba en el suelo. Me puse en cuchillas sobre su cara y dado lo dilatado que estaba después de tantas pollas un mar leche se deslizó hacia su boca. El tío gemía de placer mientras lamía con deleite mi culo, disfrutando del sabor de todos los tíos que habían pasado por mi culo.

Me arrodillé y levantándole las piernas se la clavé de golpe. El tío gritó pero no me pidió que parara, es más sus gemidos denotaban disfrute. Lo follé salvaje y duro, intentando desquitarme de todos los tíos que habían abusado de mi aquella noche. Justo antes de correrme, saqué el rabo y descargué unos buenos lechazos en la cara del pibe, que no tardó en recogerlos todos y relamerse mientras se corría de auténtico placer.

Miré a mi alrededor. Azad había desaparecido. Me vestí rápidamente y me dirigí de nuevo al camino. Allí estaba él. Fumando junto a la moto y hablando animadamente con el tío que se acababa de follar.

-Perro te has portado de puta madre.

-Gracias señor.

-Ahora dame el collar. Puedes irte. Yo me marcho con esta puta.

Se lo entregué y vi como se alejaban y montaban en el coche del chico, desapareciendo poco después. Me sentía desnudo sin el collar. Cada vez estaba más claro que mi destino incluía un collar, que indicara que era propiedad de alguien... ¿Pero de quién?

CONTINUARA...