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Tres vergas para una despechada

en Hetero: General

Tres vergas para una despachada

Caromar1985@hotmail.com

chupa perra quiero mi leche en tu boca, vamos ternera mamona chupa, mama perra, que mames perra callejera, mamona de alcantarilla”. Quede sorprendida, no esperaba este tratamiento, pero me gustó, mame la verga de Rodolfo con fuerza…. Me sentí degrada, era el segundo hombre que me culeaba en el día y me estaba tratando como una ramera, pero su vocabulario me calentaba,  y alejaba mi despecho, mi tristeza, la tristeza que estaba sintiendo por un hombre que me había despreciado.  Todo  comenzó en la mañana de ese  martes: me levante temprano, me arregle, me puse una minifalda  muy ceñida, una blusa pequeña, decidí no usar sostenes, escogí  unos cacheteros nuevos. Quería estar lista para mi amante. Un hombre de 35 años que había conocido en un vuelo Bogotá-Cali. Los martes era el único día en que podíamos vernos, estaba deseosa de verlo, besarlo y coger como Dios manda.

Antes de ir a la U, revise el mail, quería leer sus mensajes eróticos y las cosas que ese día quería hacerme. Abrí y oh sorpresa, el mensaje era lacónico: “no puede verte más, adiós, a partir de hoy no vuelvo a revisar esta dirección de correo electrónico,  he destruido la sim del teléfono celular. Amo a mi familia y no puedo seguir algún día me entenderás”. Víctor

Quede fría, sentí deseos de llorar, una extraña sensación invadía mi cuerpo; sentía frustración, un vacío enorme. Timbro mi celu,  era una compañera que me llevaba a la U, estaba abajo esperando, Salí del apartamento y  pronto estaba en la universidad en clase de 7 de la mañana, una clase en la que recordé cada experiencia con él, pero también en la que decidí parar y no darle importancia. Total era un amante más, un buen amante y un excelente compañero, pero era una aventura donde no había amor; entonces por qué sentía la sensación de angustia, tristeza, soledad y abandono que estaba sintiendo; por qué me sentía con rabia por el desprecio y por un mail en el que cortaba de tajo una aventura? Estaba confundida y empezaba un duelo que no sabía cuánto iba a durar.

Salí de clase  y caminaba taciturna por la universidad, no sabía para donde ir,  la tristeza me embargaba, pero la voz de Javier me regresó un poco a la realidad: “Caro, Caro”, gire la cabeza  y allí estaba él, un  administrador, que me tiraba los perros; “hola, para dónde vas”, para donde tu quieras le respondí. Fue una respuesta automática, no meditada.

Javier estaba bueno, lindos, grande, apetecible,  pero había algo que me impedía aceptar sus propuestas, ese día mi respuesta salió con espontaneidad, su propuesta fue rápida, “vamos a mi casa, está sola, te invito a desayunar”. 20 minutos después entraba al apartamento de su familia en el barrio el Ingenio.

Se acerco me beso, fue un beso frío, en sus inicios parecía el beso de una ramera con su cliente. Recordé los besos de Víctor, todas las beses que me besó un día martes, sentí un escalofrío en mi cuerpo, Javier lo percibió, intensifico su beso, respondí y el frio inicial, dio paso a un ósculo tibio, erótico y después ardiente, erótico, lujurioso en las que las lenguas jugaron. Me empecé a calentar, sentí la húmeda en mis tangas, sentí que la verga de mi amante crecía. Sentí ternura y calentura con sus abrazos, y se lengua en mis orejas y en mi cuello, se me escapó un oh cuando sus manos rodearon  mis glúteos y los apretó con la fuerza de un hombre arrecho que quiere se macho alfa pero sin ejercer violencia, solo recorrer, sentir lo que minutos después se iba a comer. Sus manos regresaron a mis tetas, me quito la blusita y se perdió entre mis pequeñas téticas, sentí sus labios en ellas, su lengua, su saliva, los besos tiernos y las chupadas fuertes. 

Me cargó y me sentó sobre el  mesón de la cocina, sus labios succionaba mis tetas, las chupaba, con delicadeza y con chupones mas fuertes, los primeros eran deliciosos,  suaves corrientazos de placer recorrían mi cuerpo; los segundos, eran intempestivos, generaban oleadas de placer que me hacían gemir, abajo mi chocha hervíar. Mis jugos fluían y la preparaban  para la entrada de una verga muy erecta.

Javier bajo un poco más,  me quito los cacheteros, abrió mis piernas y su lengua jugo con mi clítoris, cerré los ojos, me agarre de algo y disfrute del pacer que invadía mi ser. Su lengua bajo a mis jugos, los lamio, con delicadeza; sabía que sentía el olor de mi sexo, y que disfrutaba de esa mezcla de fluidos y orín que enloquece a los hombre. Con sus dedos abrió mis labios vaginales y su lengua recorrió mis pliegues.  Respiraba entre cortado, gemía, simplemente disfrutaba. Él seguía con su tarea, no se extralimitaba, lo hacia con suavidad, me ponía a punto para la siguiente fase. Cuando dictaminó que estaba lista, me miro y bajo su pantalón,  la vi encarcelada en su boxer, sus jugos lo habían humedecido. Sabía que venía la penetración, de verdad me hubiera gustado una mamada de concha más fuerte, más dinámica, más de todo, pero ni modos, a un no sabía ni siquiera por qué había aceptado comerme este tipo.

Bajo su bóxer, la pude ver, era una polla mediana, bien hecha, no era cabezona, ni muy gruesa, ni larga, era mediana tirando a grande. Vi su mano pajeandola para ponerla mas dura, le echo saliva, se acerco. “Oye ponte un preservativo”, Javier sonrió, lo saco del bolsillo de su camisa, lo calzó en su verga, volvió a pajearla; se veía dura, apetitosa.

Le abrí las piernas y le mostré mi concha húmeda, con los dedos abrí los pliegues de mi vagina, se acerco, sentí el contacto de su glande, sentí su recorrido y esa especial sensación de una polla que te abre el chocho y te llega al fondo de tu ser. Mientras disfrutaba de la primera arremetida de este nuevo chimbo para mi colección tome aire y respire muy suave, agudice mis sentidos para regocijarme al máximo; pero la imagen de Víctor y su gran pene llego a mi mente, recordé nuestra primera culeada en una mesa y la forma salvaje como me penetró escupió mi cara, me dijo perra y me hizo delirar de placer. Javier me tomo de las rodilla, su verga salió  casi en la totalidad para reiniciar de nuevo el camino hacia mi cueva de placer, estaba en silencio, de nuevo la imagen de Víctor estaba en cuatro y  me daba por el culo, si fue en un hotel de Medellín, esa noche bailamos, y me dio por detrás por primera vez, fue un polvo sublime.

A la tercera o cuarta bombeada Javier empezó a moverse, su verga había hecho su trocha en mi coño, decidí concentrarme y hacerlo gozar pero no pude, cambie su rostro, pene y cuerpo por el de Víctor, por el del amante que me dejaba y que me hacia sufrir, el amante que me llevó a dárselo a este cabrón que tenía que matar mi pena de amor. Cerré los ojos y me quede quieta, disfrutaba los movimientos de Javier, mi mente viajo, pensé que era Víctor que me daba la polla que tanto deseaba, pensé que me decía putita linda, perra, sucia que me era capaz de comerme todas las vergas del mundo; traga leche, sentía sus escupitazos en la cara, sus manos fuertes apretándome, su enorme verga abriéndome. Los recuerdos me hicieron gemir, Javier creyó que estos gemidos eran por su capacidad como amante, mentiras eran por mis recuerdos, por la ansiedad de tener lo que ya no iba a tener más. Javier intensifico el ritmo, le dije así, así, así, sentía que era una farsa, quería que acabar, quería acabar, quería a Víctor, le pedí que me diera su leche, Javier acelero más, le dije cabrón tu leche, aceleró y se corrió.

Quedamos en silencio, él estaba extenuado, yo quería huir y sonó su celular, su hermano le avisaba que iría a casa a almorzar, fue mi tabla de escape, fui al baño, me asee un poco, me vestí y salí de ese apartamento, cinco minutos después estaba en un centro comercial al sur de Cali. Vi algunas vitrinas, compre un par de cosas, me sentí caliente,  Javier había pagados los platos rotos pero yo no le había respondido, sentí que era un buen amante y me sentí en deuda con él. Alguien acerco, era Rodolfo un ingeniero, lo había conocido por el novio de una hermana, “hola Caro como estas”, no alcance a responder y me lanzó el primer piropo, “preciosa y buena como siempre”; me sorprendió,  “hola” respondí nerviosa, él lo percibió y su siguiente frase fue más directa, “por ti dejaría mi trabajo y me perdería entre tus brazos la tarde entera”, seguía atortolada, “siempre te tuve ganas y ahora los dos solitos aquí y tu sin pararme bolas”. “vamos a almorzar”, dije que si,  todavía no podía manejar la situación.

Rodolfo no paro de insinuarse en el almuerzo,  su actitud me molestaba pero los recuerdos de Víctor, la ira que sentía por su desprecio, la calentura dejada por Javier me hizo preguntarme, y por qué no, total, qué perdía, olvidaba un amor, y mataba el deseo de sexo. Seguí su juego,  sonrisas, coquetería y pronto sus manos acariciaban fugazmente mis piernas, mis hombros, mis brazos. Pago la cuenta y  me dijo dónde vas, te puedo llevar al cielo, caminamos hacia su auto, me cogió del talle, me deje llevar, su mano bajo un poco hacia mis glúteos, me molesto, me solté, seguimos caminando, hasta llegar a su auto.

Una vez instalados, Rodolfo busco mis labios, respondí su beso, nuestras lengua fueron succionadas, nuestros labios recorridos, y nuestra temperatura aumento. Sentí como mi sexo seguía encharcándose y mi cuerpo demandaba una buena polla para calmar los deseos inmensos que sentía de ser  culeada. La imagen de Víctor regreso a mi mente. Una en especial, en Bogotá en los miradores de la Calera,  besándome en su auto y después sacando su pene e invitándome a mamar, fue la primera salida en la capital del país. La mano de Rodolfo me sacó de mis pensamientos, tomo mi mano y la llevo a su paquete, me molesto pero lo acaricie y por primera vez sentí que ese hombre tenía un poderosa polla, lo toque, la sentí dura, gruesa,  y el deseo de mamarlo me invadió, era mi venganza al desprecio de Víctor.

Salimos del centro comercial, nuestro destino un motel en el sur de Cali,  conversamos de cosas vanas pero mi mano no dejaba de tocar la verga de Rodolfo, el manejaba y me calentaba con sus palabras, “te gusto, la sientes grandes y dura”,  “la quieres chupar perra”, “quieres sentarte en ella”, “sabía que eras un putita come pollas”, etc. No me tocaba, solo conducía y hablaba. Entramos al motel, nos asignaron la habitación, descendimos del carro, entramos, todo cambió, me sentí transportada.

Rodolfo me cargó y me descargo en una mesa, abrió mis piernas, me quito los cacheteros empapados, saco su verga, pude verla por fin: grande, gruesa, larga, era una pollón, rica de mamar, más rica por los jugos, pero no me dio ese gusto, me la enterró, me la metió sin consideración. Sentí un torpedo de carne, macizo, erecto abriendo mis entrañas, taladrando mi sexo, abriéndolo, acabándolo de abrir, llenándome de placer. Cerré los ojos ante la arremetida, sentí que salía, me prepare para el siguiente  envión, este vino acompañado de una frase que me calentó más aún, “cométela puta, trágate mi verga sin chistar”; seguía con los ojos cerrados sintiendo como ese tolete entraba hasta la empuñadura, vamos dame verga, méteme esa pollota, mis palabras lo encendieron más y de nuevo sentí su carga de verga y sus palabras, “cógela perra, siéntela, grita puta, eso es lo que quiere gritar por mi verga”; si papi dame verga, dale a esta perra en celo; mis palabras lo encendieron más y de nuevo sentía el mete y saca y el ruido de mis jugos y de su verga. Mi orgasmo llegó, grite, lo abrace. Él sabedor de su triunfo, me la sacaba y me la metía mientras me corría, el placer aumentaba y con el mis gritos de hembra satisfecha.

Me cargo de nuevo, me abrace a su cuello, se recostó a una de las paredes y pude cabalgarlo así, estaba más tranquila, y más dispuesta a sentir esa verga en mi ser. Él también se tranquilizó, ahora manejaría mis tiempos, emepce a subir y a bajar en esa polla, a manejar la contracción de mi vagina, a ordeñarlo. Apretaba para dificultar su entrada, abría y cerraba mientras subía y bajaba en el. De nuevo sus palabras, “que perrita eres”, “como ordeñas mi polla”, “a todos los que te culean les haces esto”, con la última frase de nuevo la imagen de Víctor,  en un motel, sentada en su verga, subiendo y bajando, con la minifalda puesta, como ahora estaba, y él encendiéndome con sus palabras. Yo preguntándole si su esposa lo montaba así, indagando por cuál de las dos culeaba más rico, cuál se mojaba más, cuál tenia la chocha más rica, él jugando con las respuesta mientras su daga me hacia gozar.

Rodolfo me depósito en la cama y me volteo, quede de lado sintiendo su verga en su interminable entrar y salir. Me cogía en silencio, con menos intensidad, per su aparato segui enorme y tieso. Medio vuelta, quede de espalda, se apoyo en su brazos  y me la despacho hasta el fondo. Sentí su respiración cerca de mi nuca, sus jadeos de macho, sus palabras obscenas y su rica polla abriéndome y abriéndome, haciéndome gozar: “ya te habías comido una así”  “eres una perra muy caliente, estabas inundada cuando te quite los cucos, quería comerme, qué creías putita que nunca te iba a dar verga, mira como gozas, abierta por mi polla, cuando te comas a tu novio vas a compararlo con mi verga”, no respondía  gozaba y gozaba. Llego mi siguiente orgasmo, de nuevo los gritos, las descargas eléctricas y la sorpresa.

En medio de mi corrida, Rodolfo me la saca espero que la hunda de nuevo, pero no entra, intento reaccionar en medio del placer y siento que se incorpora me mueve de nuevo y su cabezota está en mi labios, “chupa puta, chúpate mi verga, sácame la leche malparida perra,  traga vergas chupa una nueva polla, la mas grande que te has comido, chupa perra quiero mi leche en tu boca, vamos ternera mamona chupa, mama perra, que mames perra callejera, mamona de alcantarilla”. Quede sorprendida, no esperaba este tratamiento, pero me gustó, mame su verga con fuerza, no quería técnica, solo quería devolverle el favor que mi hizo dándome duro, se la chupe duro, fuerte y recibí mi recompensa, leche, mucha leche. Quedamos en silencio, nos bañamos y salimos del motel, me quede cerca a la casa y después en un taxi llegue al apartamento.

Me duche, me recosté, eran casi las seis de la tarde. Me sentía extraña, sentí complejo de culpa,  me sentí satisfecha, sentí rabia, de nuevo la imagen de Víctor, me dormí un poco.  A eso de las siete y media desperté, me sentí triste, inquieta, me vestí, deje la minifalda, ahora un vestido, salí, no tenía rumbo fijo, un vecino me preguntó a donde iba, Chipichape le dije, este es otro centro comercial de la ciudad. Quería un hamburguesa, quizás ir al cine, no se mi vecino me dejo en ese sitio, y pronto recorrí sus pasillo. Mire las carteleras, nada para ver, fui hacia el Corral, estaba en la fila para pedir mi hamburguesa cuando emergió  Diego, un ex novio, terminamos por celoso y posesivo, venía solo, me invito a una cerveza y después comeríamos. Acepte, no tenía nada que hacer y mucho menos que perder.

Tomamos una cerveza, otra, tres, conversamos de cosas triviales, de nuestras vidas, del futuro, de los sueños, de las frustraciones.  La cerveza hizo su efecto, y la charla toco nuestra relación, las causas de la separación y nuestra sexualidad. Nuestra primera vez en casa de sus padres, la primera ida al motel, la primera mamada, la primera enculada, el cine, las piscina, el campo, la vacaciones. Nos besamos tiernamente, vamos a comer algo, pago, fuimos a las hamburguesas, las caricias siguieron, fueron muy tiernas, eso me tranquilizaba,  y elevaba mi auto estima. Me invito a su apartaestudio, acepte, en el auto los mimos fueron por doquier.

Todos los besos eran tiernos,  se notaba el cariño entre los dos.  Igual sucedió en el ascensor, aunque note la  semi erección de Diego, note mi vagina humedecida y mis pezones despertando. Entramos, una habitación, una pequeña sala comedor cocina, un baño y una mirada vista preciosa hacia el cerro de las Tres Cruces. Los besos continuaron, sus manos se deslizaron a mis pechos, los acaricio con una deliciosa ternura, los besos subieron de tono, mi mano acaricio su tolete, estaba duro. Recordé una experiencia parecida con Victor: ese día fuimos a cenar, estábamos en Medellín, regresamos al hotel y los besos en el ascensor fueron tenues, llenos de amor,  sigue roñen el mismo tono en la habitación del hotel,  se sentó en el sofá, se saco su pantalón, recuerdo su verga parada, dura y como me sente en ella con el vestido puesto y mi tanga de la época. Me cogió suave, me dijo que me amaba, que me quería. Sus dedos penetraron mi ano y minutos después me daba por el culocon suavidad. Ese dia me lleno de saliva y después me clavo muy lento, una vez entro me la bombeaba con tranquilidad y me decía que me amaba, mientra me llenaba de polla el orto y después de leche caliente.

Sentí sus labios en mis tetas, mientras recordaba, quito mi vestido, me deje llevar y beso mi pechos, sentí placer, sentí una húmeda creciente y deseo de una nueva verga, otra verga grande como la que mi ex tenia. No quería mamar, tenías ganas de ser penetrada,  quería que Diego me diera polla, mucha polla. Si Víctor se negaba, que otros me culearan, que me picharan hasta el cansancio. Siguió con sus besos,  mis tetas respondían, me erotizaban, mis deseos se incrementaban, me sentía mojada. La imagen de Victor chupándome la cucha en el baño de un motel me hizo estremecer. Diego asocio mi sentir con sus caricias y se lanzo hacia mi sexo, me quito la ropa interior y empezó a chupar, perdió la tranquilidad y el sosiego, mamaba con fuerza, mi culo recibiolos primeros lengüetazos y mi vagina lubrico al máximo. De nuevo la imagen de Víctor en es emotel, ahora estaba de espaldas contra la pared y el bajaba abría mis nalgas y me chupaba el culo y la vagina, después sus dedos entraban y salían en mis orificios. El olor a mi coño me saco de mis pensamientos, Diego había subido y me besaba de nuevo en los labios, ya estaba semidesnudo, vi de nuevo su verga, hacia por los menos dos años que no la observaba, parada, gruesa, larga, cabezona, me dio vuelta, quede recostada en la ventana, predispuse mi cuerpo, apoya las manos en el marco, mire hacia el Cerro de las Tres Cruces, sentí a mi macho detrás, abrí las pierna y me empine un poco, sabía que veía mi concha mojada, su pene hurgo entre mis labios y empezó a abrirse camino, ente sin dificultad, Rodolfo me había dejado super abierta y además estaba muy mojada. Cerre los ojos y disfrute, pensé en Victor, si una vez en un motel, en el garaje, en la misma posición pero apoyada en el carro, en su carro mientras me cogía por el culo y me contaba que en la mañana también había enculado a su esposa, esas cosas me enardecían de placer.

El mete y saca de Diego era suave, me estaba demostrando su cariño. Realmente lo disfrutaba, sentía las molestias de las dos vergas anteriores, sobre todo la de Rodolfo, pro podía disfrutar de esta. Sus palabras también eran suaves, el tradicional, te gusta, después el perrita, el putita, todos los diminutivos que usaba cuando cogíamos. Con el muévete zorrita entendí sus deseos, se quedo quieto, eche mi cuerpo hacia adelante, sentí como su verga salía de mi sexo, y lo moví hacia atrás para sentir como entraba,  me moví en redondo y repetí el ciclo. Sentí sus manos en mis caderas y un incrementó en el ritmo de penetración, me la metió duro, “estas muy abierta”, sentí un corrientazo de placer y recordé las dos vergas anteriores, sentí que mi vagina lubricaba, él también lo percibió y continuo con sus palabras, “como que te están comiendo una vergota”, si le dije, una grande, mas grande que la tuya, su arremetida fue brutal, esas palabras lo encendían, “te comio esta mañana que te dejo así”, quizás esta tarde, fue mi respuesta y el bombeo de Diego era fuerte y continuo,  “te da por el culo”, si me da por el culo, sus dedos bajaron a mi ano y empezó a tocarlo, se echo saliva y me penetro con la falange.

“Siempre te da por el culo”. La pregunta de Diego no era gratuita, sabia para donde iba, era un juego de nuestra época de novios; no sabía que responder, me excitaba decirle que sí, pero esa respuesta traería otras preguntas y otra propuesta, no sabia, él insistió después de bombearme su verga con fuerza, “te da por el culo seguido”, si cada que pichamos me la mete por el ano. Le respondí sin pensarlo, estaba arrecha,  me gustaba lo que me hacia contra esa ventana, recordaba a VICTOR, su polla, sus caricias, sus palabras, sus comparaciones con la esposa, sentía tristeza, dolor, recordé el pollón de Rodolfo estaba confundida. “quién más te da por el culo”, los que me lo piden le respondí.

Diego me penetro con el segundo dedo, y mientras seguía en la tarea de darme verga , no pregunta nada más,  estábamos en silencio, me penetraba con fuerza y yo le respondía. Paso algo de tiempo, saco se pene y lo enfilo hacia mi ano, “también quiero darte por el culo”, no respondí, tome aire, sabía lo que venía, no estaba bien lubricada, pero no quería pedir  nada, recordé a Víctor: es edia nos encontramos fugazmente, la conversación por el celu había sido llena de morbo, entramos al motel, nos fuimos a bañar y simplemente me recostó a la pared y me dio por el culo, me clavo lento, con pausa, quería disminuir el dolor, pero era placentero sentir que te desgarraban y gozabas.

Sentí su glande en mi ano, buscaba entrar, estaba semi dilatado, Diego lo hacía con calma, presionó un poco más, sentí dolor, la cabeza de su verga empezó a acomodarse, me moví un poco, venía la siguiente embestida, lo hizo con calma, entonces sucedió lo inesperado, la presión sobre mi ano, estimulo su eyaculación, sentí los chorros de semen caliente  chocar contra mi culo,. “perdona” fueron sus palabras,  tranquilo le respondí, me gire, lo bese, vamos a la ducha. El baño fue delicioso, lleno de erotismo. “quédate hasta mañana”, no puedo, debo estudiar, llama un taxi, media hora después estaba en mi apartamento, dormí,  no fui a la U el día miércoles.

Caro