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Sexo mundialista: Caromar pichada y enculada

en Sexo Anal

Sexo mundialista: Colombia  3 Grecia 0. Caromar pichada  y enculada.

caromar1985@hotmail.com

 Regresaba a mi  apartamento después de ver el partido con un Estaban,  estaba ebria y culeada, quería dormir un poco, bañarme, comer algo, quizás disfrutar de otras cervezas. 

 Flaquita, flaquita, sentí su voz,  se acercó, me saludo, me mimo, sus mimos me derretían, él lo sabía; sentí temor, mi cuerpo estaba aún inmerso en la lujaría vivida con Esteban, recordaba sus palabras, su piel, su erotismo, su perversión. Sentir  combinado con la ternura que Eduardo me estaba dando, y con un temor, que se diera cuenta que mi cuerpo venía de gozar.

 No era un temor de celos, a Eduardo le gustaba que le contara mis aventuras con otros hombres, pero hay días que las mujeres no queremos hablar, hay amantes que deseamos mantener en secreto, Esteban era uno de esos amantes,  amantes que nunca existieron.

 En el apartamento los besos continuaron, Eduardo empezó a olerme  y a pasar su lengua por mi cuello. Me quito la camiseta de la selección, siguió oliéndome, besándome, lamiéndome. Por qué me olía, imaginaba algo, sabía algo, intuía algo. Me olía con cariño, con ternura, con deseo, con pasión, gestos que me derretían, me calentaban nuevamente, me hacían vivir el temor de ser descubierta, de no poder mantener a mi amante en secreto.

 El semen de Estaban estaba seco en mi vientre, en mi pubis; su olor de macho aún estaba impregnado en mi piel. Mi corazón latía con fuerza, sabía que Eduardo se  estaba dando cuenta de lo que había pasado, no temía su reacción, mi secreto estaba siendo descubierto.

 Subió de nuevo con sus besos y me dijo en el oído:

“Por qué eres tan puta”,

“Por qué eres tan sacaleches”,

“Por qué te gusta tanto la verga”.

 Sus palabras me electrizaron de placer, mis sentidos respondieron en el acto.  Mi piel se erizo, se puso hipersensible a cualquier roce, mis pezones ya erectos se endurecieron más, pedían ser chupados, mis vagina era una rosa abierta, que daba vida a un manantial de jugos exquisitos, se contraía, y deseaba que fuera llenada de nuevo por un pene erecto, muy erecto.

 Se desnudó y termino de desnudarme mientras nos besábamos. Me abrazo, sentí  su glande en mi cuerpo, el roce me arrecho más. Me recostó en la cama; “toma esta verga”, sentí la embestida de su pene,  “cómetela por saca leches, por traga pollas”. Sus palabras me encendieron, le dije que me penetrara, recordé como le pedía a Estaban  que me ensartara,  me culiara y me enculara.

 Me penetró con fuerza, escuche su “uff”  mientras mi cuerpo se estremecía de placer, su exclamación me confirmo lo que sabía,  mi vagina estaba abierta, muy abierta y Eduardo se percató de eso una vez su pene fue alojado y devorado por mi vagina. Recordé los vergazos de Esteban, el orgasmo me llegó de improviso: mi piel se sensibilizo mucho más de lo que estaba, el roce de los vellos de Eduardo me trastornaban de lujuria, mis pezones parecían partirse en dos, mi vagina se inundaba,  el hormigueó de placer en cada en cada poro era irresistible, gemía, quería controlar los gemidos  no podía hacerlo, el placer que llegaba  me lo impedía.

 Eduardo  se pilló que me iba a correr, cambio el ritmo, me daba polla con fuerza, me murmuraba en el oído” córrete perra, córrete puta saca leches”. Simplemente me corrí.

 El orgasmo fue tan fuerte como el primero que logre con Esteban. Había llegado a su casa con el pretexto de ver el partido de la selección, eran  un poco más de las diez de la mañana, comenzamos a beber cerveza y a conversar, llegaron los besos y las caricias. Se lo mame en la cocina, sin preámbulos, le cogí la verga, le baje la ropa interior y me senté en una silla a chupársela. Su gran verga creció, pero no me lo comí, fuimos a la sala.

 En su mueble me dio dedo, me chupo las tetas,  me bajo, me enloqueció con su lengua. Los himnos del partido nos sacaron del placer, fuimos a su habitación y nos “concentramos” en el partido. Sus dedos jugaban con mi clítoris, mis manos con su verga, me clavo en cuatro con ella adentro vi el primer gol de Colombia. No me la saco, se entusiasmó y me empezó a clavar duro, muy duro, le pedía que me goleara, que rompería mi coño, Esteban obedecía, me tomaba del pelo y me hundía con fuerza. Me saco gemidos y placer, quede tendida a su lado, exhausta.

 Las brumas del placer no me dejaban reaccionar, Eduardo me abrazo, me consistió, me beso, me mimo.  Fui regresando al mundo de a poquitos, él volvió a besar mi cuerpo, a olerlo, a lamerlo, no decía nada, gozaba  y me hacía gozar.  

 Las caricias de Eduardo no lograban sacarme de las brumas del placer,  volvía a la normalidad pero no totalmente. Me abrazo, sus dedos jugaron con mi vagina, seguía encharcada, mojada, lista para ser penetrada de nuevo. Deslizo sus falanges hasta me ano, lo acarició, gemí, recordé la polla de Estaban rompiéndome el culo, regreso con sus dedos a mi vagina, el recuerdo se diluyo, jugo con mis labios y mis jugos, regreso al ano, deslizo sus dedos, me penetro con ellos, “también te dieron por el culo”. No respondí,  los recuerdos regresaron a mi mente.

 Esteban me dejo exhausta,    quede Boca abajo,   sentí sueño,  el narrador del partido termino de arrullarme, me dormí.  Desperté por los lengüetazos que le daban a mi culo, me lo chupaban, me lo empezaron a dilatar con los dedos. El aceite Johnson termino de lubricarme,  sus falanges en mi culo y en mi vagina me llevaron al orgasmo,  le pedí que me diera por el culo.

 Me puso de lado, sobo la cabeza de su pene en  mis labios vaginales, en mi ano. Busco clavarme el orto,  no pudo, su verga se resbaló y se fue por delante. Me bombeo, la saco, lo volvió intentar,  se  resbaló nuevamente. Lo intento varias veces y siempre terminaba dándome por la panocha. Era un juego delicioso, sentía su glande presionando mi culo, llegaba el placer y después disfrutaba la penetración vaginal.

  Me acomode mejor, me abrí un poco, la cabeza de su verga entro, en tronco entro, sentí sus huevas en mi piel. Fue delicioso y un poco doloroso, goce  con la abierta de mi culo y los gemidos de esteban.

Me fue volteando, quede boca abajo, él sobre mi espalda, la verga perforando mi ano, yo enloqueciéndome con cada puntazo. Él en silencio, gimiendo, resoplando. Sentía sus caderas chocar con las mías, el roce de las huevas las quería adentro, bien adentro.

 Me fui poniendo en cuatro, Esteban me tomo por las caderas, y me la hundía con más fuerza. Sentía mi culo abierto, muy abierto, deseoso de recibir otras embestidas de verga pura.

 Esteban pasó a hacerme la fileteadora, me daba por el culo, me la clavaba dos o tres veces y después por la chocha, dos o tres veces, o una vez arriba y otra abajo.

 Estaba exhausta, arrecha, ganosa. Mucho más cuando se bajó de la cama y me puso en el borde y siguió dándome por arriba y por abajo, cuando se iba a venir,  me puso en pollo asado  y me la clavo por el culo. Me dolido  un poco, pero goce y disfrute con otro orgasmo cunado se corrió en mis intestinos.

 Por perra, por siete leches también quiero tu culo. Las palabras de Eduardo me helaron, sentía algo de dolor por la culeada de Esteban y ahora mi amante quería encularme de nuevo

 Eduardo deslizaba suave y seguro sus dedos en mi culo, me dolía un poquito, pero lo disfrutaba. Me besaba, bajo, me mordió las nalgas,  me lamio las piernas y la espalda.  Mordió de nuevo mis glúteos, me los abrió, me escupió el culo, una vez, dos veces, tres veces. Pareciera no tener prisa. 

 M e pregunto cómo me habían enculado. No respondí, insistió, sentí su verga erecta. Mi silencio lo arrechaba.

 Me la hundió en la panocha,  me giro y quede encima de él. Cabalgue, solo me dijo enculate tu mismo.  La tenia dura, muy dura, la puse en mi ano y baje. Dolor, sentí dolor, sentí placer. No aguante y me deje caer en ella.  La punzada fue deliciosa, sentía mi culo tallado, abierto, mis terminaciones nerviosas me daban doble sensación de goce doloroso.

 Cabalga puta, cabalga traga leche, cabalga perra. Las obscenidades llegaron, Eduardo era un cumulo de palabrotas mientras subía y bajaba en su polla, en su ariete bien erecto.

 Solo podía decirle que me diera verga, dame verga cabrón de mierda, dame verga hijue puta. Dame verga cornudo, dame por donde me dieron hace un ratico, dame polla malparido. Se silenció, gimió, se le puso más dura, la leche venia en camino. Se la pedi y me lleno el orto de leche.

 Caí exhausta, cuando desperté ya no estaba, se había ido, solo dejo una nota: flaquita me gustas.  La leí, sonreí y seguí durmiendo. Mi mundial había comenzado con éxito.