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Glory Hold,mi novia se pone las botas con el negro

en Hetero: Infidelidad

Era una tarde gris. Caminaba junto a ella por las húmedas aceras de la ciudad. Ella es hermosa. Su cabello, azabache, largo, suave y perfumado, caía como una cascada por su espalda. Sus ojos negros, profundos, me miraban a la vez que su sonrisa iluminaba su cara en un destello angelical.

Se detuvo ante una puerta de un local. Allí se exhibían carteles que mostraban ofertas de todo tipo de productos a los cuales en un principio no preste atención. Hasta que leí el rotulo del lugar. Se trataba de una especie de Sex-shop.

-Me gustaría entrar. Nunca vi ninguno por dentro. Si quieres claro.-sus palabras me parecieron más un pequeño desafío a una simple petición. Ella quería entrar y no veía problema para no hacerlo.

-De acuerdo. Entremos.

Le agarre de la mano y nos internamos en el lugar. La estancia era grande, poblada de varias estanterías con diverso material en venta. No había mucha gente. Estuvimos un buen rato mirando los artículos, bromeando con el tamaño de algunos consoladores y el titulo de algunas películas que allí se vendían. Luego llegamos a la zona de las cabinas. Pequeñas habitaciones donde una televisión era la única compañía de aquellos que buscaban el placer en solitario. Mi mirada se quedo clavada en una cabina, más grande que las demás, que se encontraba al fondo del lugar. Un pequeño sofá sustituía la silla de las otras cabinas. Entre para verla más de cerca. Parecía estar enclavada entre dos cabinas más estrechas.

-¿Te gustaría que viéramos alguna película hay dentro? -Su petición me sorprendió. No sabía que le atrajera este tipo de lugares. Aun así, asentí con la cabeza. Me parecía un lugar perfecto para poder saborear un rato de placer con ella.

Entramos y cerramos la cabina. Introduje la moneda en la ranura de la televisión y enseguida una película se proyecto en su pantalla. Me volví en su dirección y sus labios se pegaron a los míos. Unos labios carnosos, dulces, que se manejaban a la perfección sobre los míos. Nuestras lenguas, salieron a escena. Jugaban entre ellas, enlazándose, acariciándose. Mis manos se posaron en sus glúteos. Ella me abrazaba, me acariciaba la nuca a la vez que me apretaba contra ella. Luego se separo y comenzó a desnudarse. Se despojo del abrigo y de su camisa. Un sujetador de color blanco sujetaba con dificultad dos preciosos pechos de gran volumen, que quedaron libres con un suave movimiento de expansión. Me encantaban sus pechos. Yo comencé con la misma tarea y en un momento ya estaba desnudo, con mi miembro erecto y dispuesto para la acción. Ella se quito el tanguita dejando ver su sexo, depilado, solo con una pequeña hilera vertical de vello que parecía señalar la fuente de placer.

Se arrodilló ante mí, y con un suave movimiento su mano se posó en mi miembro erecto. Lo dirigió hacia su boca y su lengua comenzó un baile sobre mi glande. Poco a poco se iba internando más y más en el interior de su boca. Notaba sus labios sobre mi tallo, los cuales habían iniciado un pequeño movimiento por mi miembro, la humedad de su lengua, el calor de su aliento.

Me separé de ella y la tumbé sobre el pequeño sofá. Mi boca se volvió a cerrar sobre la suya. El beso se hizo cada vez más fuerte. Mis dedos comenzaron un lento y sensual viaje por sus senos. Los acariciaba con suavidad, tratando de tallar mi excitación en ellos. Luego se deslizaron por su abdomen hasta llegar a sus muslos. Al final, su sexo fue víctima de mis juegos. Con leves y frágiles roces en su hermosa cavidad, pronto note su cuerpo ardiente, apoderado de dulce movimiento del placer que llenaba su interior. Ella apretaba sus labios en mi boca, abarcando el mayor terreno posible. Pose mi glande en la entrada de su sexo y con delicadeza y lentamente, fue abriéndose paso hasta el interior de su cavidad, carnosa, húmeda, caliente.

Empecé con suaves movimientos que se aceleraban en pequeñas embestidas. Mis manos se posaron sobre sus pechos, capturando el movimiento de estos.

De repente, el sonido como el descorrer de un cerrojo nos sobresaltó. En el lado izquierdo de la cabina, una pequeña compuerta se abrió, mostrando inmediatamente un enorme miembro, de color azabache, con un glande de color rosado, que se erguía firme a escasos centímetros de nuestras cabezas.

Al principio nos quedamos asombrados, pero pronto continúe con mis movimientos haciéndola regresar al mundo del placer. Pero ello no quitaba ojo del enorme aparato. La mire a los ojos y pronto ella me devolvió la mirada. Yo asentí, sabía lo que ella quería.

Ella alargo una mano y agarro con delicadeza el brutal miembro. Comenzó con un suave movimiento de arriba abajo, y finalizo con su lengua sobre su glande. Note como la otra persona se contraía detrás de la pared. Poco a poco fue introduciendo en su boca parte de aquel descomunal aparato. Podía diferenciar la parte del miembro seca y la parte húmeda con cada subida y bajada de sus labios por él. Me sentía cada vez más excitado y quería más. Invite a nuestro misterioso invitado a entrar con nosotros. Cuando entro pudimos observar a un hombre de raza negra. Los músculos de su pecho y brazos eran enormes. Ella comenzó otra vez a succionar aquel miembro mientras él acariciaba con suavidad su cabello. Su lengua recorrió sus depilados testículos, y luego trazo la longitud de aquel tallo con su boca. Me coloque detrás de ella y volví a penetrarla por detrás. Me deleitaba con las vistas de sus glúteos carnosos pero firmes. Mis manos se posaban sobre sus caderas, su cuerpo se amoldaba a mis movimientos. Notaba mi miembro entrar y salir de su sexo. Ella aceleraba su masaje bucal sobre el aparato de él. Mis músculos trabajaban incesantes en cada embestida. El disfrutaba con cada succión que recibía.

Con un leve gesto de mi cabeza le indique que cambiáramos de posición. Quería que ella sintiera dentro todo ese enorme trozo de carne en su interior. Introduje mi miembro en su boca. Notaba como su lengua y sus labias me apretaban y acariciaban con gran efusión. Eche la cabeza hacia atrás y me deje llevar por ella. El comenzó a introducir su descomunal rabo dentro de ella. Tenso sus músculos y comenzó con grandes embestidas que robaron de la boca de ella leves grititos mezclados de dolor y placer. Podía escuchar como en la correspondía con graves jadeos. En poco tiempo ella estaba cerca del abismo del orgasmo. Los tres teníamos el cuerpo convulsionando de placer. Yo ahogaba sus jadeos, ocupando su boca, ofreciéndola un delicioso manjar.

De repente él se levanto, acerco su aparto a la cara de ella y descargo como un torrente su simiente sobre su cara. Varias sacudidas vaciaron sus testículos llenos, sobre ella. Yo la tumbe boca arriba, volví a penetrarla y comencé mis movimientos finales. En un instante derrame mi fuente en sus cavidades, llenándola de mí, vaciándome en ella. Ella nos correspondió con el juego de su lengua, limpiando nuestros miembros de todo resto de simiente, agradeciendo el trato dado y deseoso de repetirlo alguna otra vez.

Nos vestimos, ella se despidió del con un profundo beso. Se anotaron los teléfonos y luego salimos del lugar, exhaustos, sudorosos. Nos esperaba una cálida ducha en nuestra confortable casa, seguros de que otras experiencias nos llegarían en el futuro.