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Sobre los comentarios

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Sobre los comentarios

(Reflexión acerca de los comentarios de relatos que se publican en la web)

A todos los escritores les gusta recibir comentarios. Son mensajes de tú a tú. Más que las impersonales e inexplicables valoraciones, un comentario proporciona la necesidad que los escritores tienen de obtener reconocimiento.

Yo divido a los escritores de esta web en varios grupos:

—Aquellos que escriben para dar rienda suelta a un impulso sexual frustrado o latente. Se les distingue enseguida por su gusto por los “Ahhhh”, “Síííí” y “Mássssss”. Ignoran por completo normas ortográficas o gramaticales, sólo quieren dar salida a ese orgasmo onomatopéyico. Van a lo que van, sin nudos argumentales, sin personajes bien delineados. Coños, pollas y todo lo demás es pura diversión y desenfreno.

—Los que escriben sin reglas. Sus relatos están bien estructurados, poseen originalidad y una buena trama. Sin embargo, parecen haber escrito según el dictado de un ente invisible que les susurrase las palabras, se limitan a transcribir, sin detenerse a pensar en el resultado. Sus diálogos están embutidos en los párrafos o, simplemente, señalados con una tabulación, una tipografía en negrita. A veces llegan al punto de, como en una obra de teatro, indicar con el nombre del personaje quién dice qué frase (algunos, pensando en el sufrido lector, usan abreviaturas o iniciales para explicar quién habla).

—Los que escriben esforzándose. Y ese esfuerzo lo concentran en atenerse a las reglas de escritura de un buen relato. Su esfuerzo rara vez resulta palpable pero, sin embargo, ha habido mucho tiempo invertido en la creación del relato. Lo peor de todo es que, concentrados en dejar “perfecto” el relato, crean un caos arrítmico y desestructurado. Se hace farragoso sumergirse en su relato, es como bucear en barro: doloroso y ciertamente aburrido.

Yo, personalmente, me incluyo en los tres grupos. Es más, creo que todos los escritores, en mayor o menor medida, tienen un poco de cada uno. Lo importante son las proporciones que los distinguen.

Soy como el primer escritor, porque escribir me sirve como terapia. Doy rienda suelta a todo lo que se me pasa por la cabeza. También tengo algo del segundo, en el sentido de que es mi imaginación la que me dicta casi todas mis historias. Y, para terminar, también tengo algo del tercero: a veces soy un maniático perfeccionista.

«¿Y para qué coño habla éste sobre escritores si esto trata sobre los comentarios de los relatos?», pensaréis.

Porque los comentarios son el premio que reciben todos los escritores. Hayan cometido la mayor atrocidad humana al dejar por escrito su zurullo mental o habiendo parido un ingenioso y elaborado relato. Todos, por el mero hecho de dar sin recibir nada (que aquí no pagan, oiga), merecen un «Gracias».

A todos nos gustan las adulaciones, las palmaditas en la espalda, los abrazos y las felicitaciones.

Está muy bien comentar un relato. Es un regalo que le haces de tú a tú al escritor. «El aburrimiento es la suprema expresión de la indiferencia», dijo René Trossero. Durante algún tiempo terminaba mis relatos con esta cita. Quería dar a entender que, si no comentabas, era porque el relato te había resultado soporífero.

Pues dilo en ese caso, ¡coño!, pero no calles.

Hay algunos comentaristas que, por miedo a levantar debates o rencillas, omiten sus comentarios críticos. Piensan que resultarán ofensivos. Descubres un fallo en el argumento, una falta de ortografía, un lapso en el ritmo de lectura… cualquier error. Pero callan.

¿Y por qué? ¿No somos todos mayorcitos/as? ¿Desde cuándo una buena crítica muerde?

Desconozco a cualquier escritor/escritora que no desee mejorar. Y, para avanzar, uno debe caerse. O que le indiquen que se ha caído, que se ha equivocado. Si no, su andar será tumultuoso, errático, ciego. Sus relatos continuarán siendo mediocres y sus lecturas, tediosas (y su autocomplacencia aumentando y cubriéndose de lo que cree es genialidad).

Reivindico la necesidad de ser más críticos, más polémicos, más cabronazos, si queréis llamarlo así. No es cuestión de criticar por criticar, de faltar al respeto, ni mucho menos. Es cuestión de señalar faltas y errores, de corregir, de opinar.

A todos nos duelen las críticas, pero las necesitamos. El «No me gustó» o «Menuda pendejada» no son de recibo para nadie. Ni sirven para nada ni demuestran gran cordura mental por parte de los comentaristas. Polemizar, explayaros, dejar fluir todos vuestros sentimientos. No se trata tanto de cantidad como de calidad. Un apunte rápido sobre ese personaje plano y frío, incapaz de despertar cualquier sentimiento en el relato, una opinión sobre la desestructuración de la familia en el ámbito moderno, cualquier cosa que os inquiete tras la lectura. Los buenos relatos son aquellos que te hacen pasar un buen rato, olvidarte que estás leyendo y luego darte en qué pensar. Deja tus impresiones, deja tu huella, demuestra tu personalidad.

«Yo es que no sé escribir, no sé si mi opinión servirá para algo», rebatiréis algunos. Pero, ¿acaso eso ha sido eso obstáculo para que nuestra querida cadena de televisión española Telecinco haya basado gran parte de su programación en charlas inútiles y descacharrantes? Ellos lo han conseguido.

Y creo que eso es todo. Yo, desde ahora, me comprometo a que, en cada opinión vertida mía en forma de comentario, contenga un pedazo de mi personalidad, de mi forma de ver el relato leído. Diré qué me ha gustado y qué no. Qué me ha suscitado emociones, qué me ha aburrido. Los fallos que he encontrado, los aciertos cojonudos.

Y, ¿por qué no?, también para tocar un poco los huevos.

«Pues yo creo que un “Gracias” y una valoración “Excelente” bastan», seguiréis diciendo la mayoría. Pues vale, pues perfecto. Esta es mi opinión, mi reflexión (como apuntaba al inicio). Si alguna vez escribís un relato, aparte de regodearos en los “Ha estado muy bien” o “Me ha gustado” recibidos o martirizaos preguntándoos a qué se refería ése con el “Qué pinche huevada” o el “No me ha gustado”, imaginar porqué son tan escuetos los comentarios. ¿Acaso tú no lo has sido también en los tuyos?

 

—Ginés Linares—

Visita mi blog:  http://gineslinares.blogspot.com/

 

 

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