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Del quinto al sexto

en Poesía Erótica

A sus labios alcanzaba el agua

que no corría más que de su cuerpo

salado el sudor que ella tornaba

dulce en el calor de su afecto.

Y escupía al viento las palabras

tales que sonaban a blasfemias

siseos apagados con sus besos,

temblores propiciados por caricias,

gemidos atrapados en su cuello.

Al lienzo mojado de mi lecho

pintaban un dibujo de placeres

teniendo en manos sólo su deseo

daban cuenta de belleza, ira y sexo.

Duelen mis ojos al verlo

escriben “envidia” en mi pupila

y a cruz de plata acuden,

al sonido del tálamo maltrecho,

pensamientos que no son ni palabras

que cubren mis ideas en bermejo.

Abarca mi boca en crudo fuego

cantando promesas de pecado

lo que haría con mis puños luego

si no atisbo de su piel el marco.

Cambia el motivo de mi rubor

y ahoga de mis furias el incendio

late mi corazón no de dolor,

lo hace por nuevamente por deseo.

Ni puedo evitar mi abalanzo

ni esquivo la carne ajena.

Cuatro manos para su cuerpo

dos miembros para sus cuevas.

Y ahora dos amantes tiene ella.

Siendo yo siempre el de menos

pues mejor que reinar en infierno

es seguir sirviendo en el cielo.