miprimita.com

Dormido.

en Hetero: General

No querías despertarme aunque te entraron unas ganas locas de follárme. Te gusta verme dormir. 

 

Dormía tan plácidamente. Me besaste en los labios despacito y recordaste las habilidades de “las mujeres pantera”. Devolvi el beso "dormido". Pasaste tu lengua muy levemente por mis labios y solte un gemido blando, como deshecho…No hay nada tan dulce como esos jadeos profundos desde lo más hondo de mi boca. Algo se removió dentro de ti, propagándose, expandiéndose en tu coño como si algo soplara dentro de él. Eso que no sabes bien si nace de la lujuria o de esa curiosidad morbosa que todos tenemos para observar el placer ajeno… Pasaste tus pechos por mi cara, por probar… volvi a gemir, luego metiste tus pezones en mi boca y mame como un corderito… una punzada de placer te ha recorrido entera. No has querido despertarme. Te preguntabas si podría follar dormido, si podrías hacerme cosas sin que me enterara, solo por observar mis reacciones dormido. Esa curiosidad te ha puesto cachonda como una perra, pero has decidido aguantarte…querías usarme…investigarme, rebuscar en mi cuerpo…

 

Mi piel se abría ante tus ojos como si atravesara un túnel con una antorcha. Me has acariciado con las manos, con la punta de los dedos, con tu lengua, con tus pechos, te has frotado contra mi, con tu espalda, con tu culo, con tu coño mojado…me has arañado un poco, has dejado gotear tu saliva sobre mis labios, sobre mi pecho, has pellizcado smiss pezones con tus labios, me has lamido el vientre, has empapado mis huevos, has lamido mi culo…me oías gemir con tus maniobras, has observado como mi polla engordaba lentamente, te hacías la dormida o seguías según mis reacciones, mi polla subía o bajaba según lo que le hicieras o no. Sentías que estabas siendo escabrosa, impúdica, viciosa…joder eso te ha puesto tan cachonda que te revolvías junto a mi moviendo tus caderas y pajeándote pero a mi lado, sin despertarme… Metíste mi polla en tu boca gozándome a tu antojo, parabas de vez en cuando porque temías que así dormido me correría antes de lo que tu querías. Apenas me movía, crees que lo hacía en mis sueños, pero mis huevos se elevaban y mi polla era rotundamente tuya… gotitas preseminales te humedecieron los labios, observaste mi glande inflamado, su olor inundándote la cara, ese olor fuerte e inconfundible a macho…mi verga totalmente llena, vertical…

 

 

Nunca te había parecido tan magnífico, tan inmenso, tan yo…lleno de vida y de luz… estabas fuera de tí, pero querías retener aquel momento en tu cabeza, en tu cuerpo, en tu sexo. Me quedaste mirándolo como algo tuyo, jadeando con mi polla dentro de tu boca, quieta, detenida… Me observaste agazapada entre mis piernas, como una intrusa, una ladrona, una pervertida… Me miraste como si fueras una Diosa y yo un sacrílego que estuviera corrompiendo su pureza… ¿Nunca os habéis sentido crepitar ante la contemplación de la belleza? ¿Nunca habéis mirado algo con la sensación de que vuestros ojos infectaban el objeto de vuestro deseo? ¿Que lo ensuciaban? ¿Que lo envilecían?

 

Te pusiste tan zorra que no pudiste evitar subirte sobre mi, necesitabas polla en tu coño, así que te colocaste en cuclillas cruzando los dedos para que no me despertara. Escurríste mi polla lentamente en tu agujero, y la sentías aún más gorda dentro de tu coño…pero te dieron unas ganas enormes de cabalgarme como loca así que te contuviste, y te volvíste a pajear… te quedaste un momento así, quieta, sin hacer nada, recostada junto a mi, sintiendo mi cuerpo caliente junto a tí, respirando fuerte, sujetando tu puterío…no, no querías despertarme…

 

Cuando fuiste a agarrarme por la polla una vez más sentíste mi mano apresando tu cabeza…

- Mmmmm me parece a mí que eres una guarrilla...¿Se puede saber qué haces? - Te clave la boca contra mi polla, suavemente, firmemente, eso terminó de emputecerte… Te comiste la polla como nunca, en chupadas profundas y prolongadas, acariciando tu lengua con mi polla, sintiéndola en el cielo de tu boca, inflamándote con mi sangre, llenándote el coño de una cachondez hiriente, extrema. Pero en seguida te subó hacia mi, susurrándote: - Me encantas preciosa ¿es que no ibas a despertarme…? Me pones loco, guarra, que eres una guarra.

 

 

 

Es cierto. Eres una guarra. Eres un animal. Una masa viscosa de concupiscencia y agua. Una zorra. Una mujer hipnotizada por las irradiaciones del sexo. Por su búsqueda. Por su hallazgo.

 

Te subi hasta mi. Te bese profundo, te lami la boca, te comí la lengua. Te agarre por las caderas y te di la vuelta. Me incorpore un poco quedándome sentado, apoyando la espalda contra el cabezal, te di la vuelta y te sente sobre mi. Notas mi polla durísima contra tus nalgas, apoyada en la raja de tu culo, mis manos te abrazaron la cintura fuerte, tan fuerte que te pareció que mis dedos se hundían dentro de tu carne, sentíste mis dientes clavándose en tu cuello y un calor enorme esparciéndose por toda tu piel. Te sentías mareada, pero profundamente consciente, envuelta en un halo de realidad, de carne, de sensaciones, de olores y sonidos, como si tus sentidos se hubieran amplificado…

 

- Mmmmmm así que no pensabas despertarme eh? Levanta un poco el culo que te lo voy a follar ¿quieres? ¿Quieres que te folle tu culito?

 

Intentabas decirme que sí. Que te morías de ganas porque te follara el culo, el coño y tu puta alma. Que te clavara contra la cama o contra la pared o contra lo que me viniera en gana. Que te follara sin tregua hasta encontrarme con ese algo tuyo que parece no tener nunca fin y que exhala desde lo más hondo de tu garganta con cada caricia, con cada arremetida, con cada orgasmo… Libere una de mis manos y la alargue hasta el cajón de la mesilla, saque el lubricante y bañe tu culo con él. El frío del lubricante te hizo estremecer.

 

Apoye mi polla en tu entrada y tu culo la engulló entera prodigiosamente. Al principio me movía despacito, muy lento, haciéndote sentir mi polla rozándote. Es una sensación extraña ¿no? No te dolía pero es algo incómodo en ese primer momento ¿no? Luego tu cuerpo empezó a responder a esa dinámica hundiéndose en ella, sintiendo oleadas diáfanas de placer con cada una de mis embestida. Cada vez que empujaba dentro de tí algo sumamente gustoso se contraía en tu interior. Y querías más. Más contracciones, más gusto, más de mi, más polla, más líquido, más pulsaciones, - Más, corazón...

 

- Dame más, más, dame tu leche, así, mmmm, más, dámelo todo cabronazo -.

 

Mis manazas parecían moldearte como si fueras plastilina, se cerraban contra tu cintura haciéndote subir y bajar por mi polla en un espléndido tiovivo. Tus tetas brincaban con mi impulso, tus piernas temblaban y tus brazos y tuss manos se abrazaban a las mias. Un calor enorme te poseyó en ese momento. Ambos recogidos en un abrazo, ensartados por el deseo. No puedes decir si te corriste en un orgasmo prolongado o en varios seguidos, si fue descomunal o un placer difuminado, no lo sabes. Estabas hundida en ese placer. Absorbida por ese calor y el contacto de mi polla. Estabas suspendida en algo indefinible, inabarcable, inenarrable. Calor. Solo eso y todo eso.

 

A veces me pregunto que es lo que hace que el placer del sexo realmente lo sea. Si es algo que nos dan o que nos damos. No lo sé. Es una incógnita. Es misterioso, profundo, mágico. Quizá por eso "recuerdo" o me gustaria "recordar" esto ahora, mientras amanece, otro día, otra posibilidad, y las nubes son taladradas por la luz. Y la luz vence a la oscuridad y yo le doy vueltas a mi taza de leche fría…y caliente.