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Mi primera vez

en Confesiones

Eran cerca de las 6 de la tarde, ya estábamos muy cansados del viaje que duro unas 8 horas y la mayoría se había retirado a dormir; pero JuanC había llegado un día antes a la cabaña para organizar nuestra llegada grupal, éramos 19 compañeros en total y JuanC amablemente nos ofreció pasar unos días en el rancho de su propiedad, que dicho sea de paso es un terreno enorme. No sé dormir temprano, por lo que nos quedamos platicando, poco a poco nos quedamos solos en la salita cuando se le ocurrió invitarme al establo y mostrarme una yegua que acaba de parir y su hermoso potrillo.

 

Pasamos un rato agradable y me preguntó si yo alguna vez había montado a caballo, entre risas le dije que jamás había estado tan cerca de ellos y que esos animalitos me ponían nerviosa. Entonces JuanC me llevo ante un ejemplar maduro de nombre Media Noche, un caballo hermoso, negro y tan inteligente que prácticamente se montaba solo.

 

Me dejo acariciarlo mientras él ensillaba al caballo y después lo sacó del potrero, invitándome a subir en el.

JuanC es un hombre que mide 1.95 y pesa como 100 kilos, yo mido 1.64 y aunque no soy precisamente delgada, elevó mis 67 kilos para dejarme instalada sobre el lomo del animal y subiéndose él detrás de mí, con lo que me sentí protegida por él y muy a gusto de estar ahí.

 

Entre risas y nervios, le dije que solo lo dejara trotar levemente y después regresáramos al potrero para ir a dormir.

Así iniciamos un paseo por la propiedad y cada minuto me sentía mas cómoda sobre el animalito, sintiendo con más fuerzas la presencia de JuanC a mis espaldas.

 

La Noche ya había caído y se podía ver la luna casi llena iluminando perfectamente el camino por el que andábamos; al verme tan contenta intencionalmente JuanC aumento la velocidad del corcel y nos alejamos mas y mas de la cabaña principal.

Ya había pasado mas de una hora de paseo y mis piernas ya estaban realmente adoloridas, nunca había montado y obviamente mi cuerpo lo empezaba a resentir, le comente a JuanC y el dijo que podíamos descansar un rato mientras platicábamos en el bosquecito que colindaba con el rancho, así que bajamos del caballo y caminamos por espacio de 5 minutos aproximadamente, alejándonos del lindero de la propiedad.

 

Llegamos a la orilla de un riachuelo y JuanC ató a Media Noche en las ramas de un arbusto, para dejarlo beber y comer un poco de pasto y nos pusimos a juntar leña para que JuanC pudiera encender una fogata, cuando ya por fin nos sentamos ante el fuego, JuanC notó que el caballo estaba muy nervioso y por eso decidió que nos acercáramos para checar que le estaba pasando, justo en el momento que JuanC se acercaba, pude ver una víbora mordiendo el tobillo de Media Noche, a lo que este, asustado emprendió galope arrancando sus amarras del arbusto y propinándole un golpe a JuanC que lo mando sobre una pila de maderas mojadas, dejándolo inconsciente por unos instantes.

 

Yo me asuste mucho, no conocía el lugar, el caballo se fue y además había una víbora en el camino, así que empecé a llorar descontroladamente.

 

JuanC recuperó el conocimiento y con un hilillo de sangre en la frente se acerco a mí, que ya rayaba en la histeria y me abrazó fuertemente en sus enormes brazos. Cuando sentí que estaba bien, comencé a besarle la frente y la cara, como agradecimiento a Dios y a la vida de ver que mi amigo estaba bien.

 

JuanC me miró de una manera muy extraña, pero pronto desvió su mirada hacia el fuego y me dijo que era mejor sentarnos un rato, ya que estaba mojado por haber caído en los maderos húmedos y además estaba un poco mareado.

Sacó su teléfono del bolsillo del pantalón, para hablar al rancho y pedir que fueran por nosotros, pero el celular estaba roto debido a la caída, así que no nos quedo mas remedio que esperar que se le pasara el mareo y poder regresar a la cabaña.

 

Yo seguía llorando un poco, debido al susto, además temía que la víbora regresara y nos picara así que le dije a JuanC que intentáramos caminar. Él me dijo que no había problema con la víbora, que no era venenosa pero que los caballos les temen de forma natural pero que Media Noche estaría bien; él intentó ponerse de pie, solo que el mareo persistía y perdió el balance cayendo sobre mi en mi intento de abrazarlo, por fortuna caímos en blandito y nos empezamos a reír. Pero él tenía una mirada muy profunda. Me dio un suave beso en la frente y me dijo que lo perdonara, pero que no podía dejar pasar la oportunidad. Entonces me beso. Fue un ligero roce al principio, mas en mi interior comencé a sentir un calorcito que para mi era nuevo. Busque su boca con mis labios entre abiertos y el beso ahora fue mas profundo. Suavemente comenzó a acariciar mi cabello y sus manos comenzaron a buscar mi cuerpo, yo lo deje hacerlo porque en ese momento supe que quería que JuanC me hiciera mujer. Si, era mi primera vez y solo tenía 17 años.

 

Lentamente comenzó a desabrocharme la chamarra para quitármela y sus manos encontraron el camino al interior de mi blusa, dejando en mis senos la sensación de quemarse ante su contacto. Su boca comenzó a recorrer mi cara, besando lentamente cada milímetro de mi piel, busco con sus dientes los lóbulos de mis orejas y les propino pequeños mordiscos que fueron calentando dentro de mí una nueva ansiedad, que se acrecentaba al sentir su tibio aliento acariciando mi cuello. Sus manos no se mantenían quietas, lentamente habían bajado hacía mi vientre y ahora sus dedos comenzaban a acariciar por debajo del borde de mi pantalón, acercándose a mi abultado monte de Venus. Sus dedos diestros desabrocharon cada botón del jean dejando a la vista mi breve bikini. Mientras mis manos ya conocían la anatomía de su espalda, dejando breves huellas de mis uñas en él y mi boca comenzaba a explorar su pecho, descubriendo sus hermosos pezones, a los cuales les propiné unos atrevidos besos, JuanC al sentir esa caricia, bajó su boca, trazando un camino con la lengua, directo al nacimiento de mis senos. Hábilmente me desabrochó el brassiere y con sus labios comenzó a rozar mis pezones, que para ese momento se encontraban totalmente erectos, obscurecidos de placer y deseosos de sentir todas las caricias que su boca prometía.

 

Se levantó de mi, se quitó la enorme chamarra forrada por dentro en algo así como piel de borrego o alguna lana similar, la tendió junto a la hoguera, muy cerca pero sin promover algún peligro y me tendió sobre ella, entonces se arrodilló y lentamente me despojó de mi pantalón, dejándome con mi blusa abierta que mostraba parte de mi anatomía y parte de mi ropa interior. Se arrodillo frente a mi y me dijo –No tienes idea de cuanto tiempo he esperado este momento, gracias hermosa- y se inclinó para besar mi vientre primero y después mi zona mas privada, me llevó al cielo con tan solo sentir su boca acercándose a mi vulva y sentí mi primer orgasmo, el primero real que nada se comparaba con lo que sentía en mis exploraciones previas. mis gemidos comenzaron a escucharse y eso me excito aun mas.

 

Sus dientes mordieron mi prenda inferior y la bajaron un poco para exhibir por primera vez a otros ojos que no fueran los míos mi ahora ya muy inflamada vulva, que ahora por primera vez mostraba sus labios eróticos inflamados y deseosos, como pidiendo que se les brindara atención, beso mi vientre y se levantó para recorrer mi cuerpo con sus ojos, que ahora mostraban esa mirada profunda que antes había visto en él y lentamente me termino de desnudar, quedando yo mas que dispuesta a recibirlo, esperando ansiosa que me poseyera. Sus manos recorrieron nuevamente mi cintura y su boca bajo a la mía, donde me penetró con la lengua, dándome sensaciones que jamás había imaginado.

 

Entonces inició un recorrido con sus besos, por todo mi vientre hasta llegar a mi excitadísima vulva, donde por primera vez depositó su boca en mi clítoris, ¡Juro que jamás había imaginado lo delicioso que es sentir ese contacto en una zona tan privada! Succionó mi clítoris con una maestría que me hizo sentir el segundo orgasmo, mientras con una mano acariciaba mis senos y con la otra comenzaba a recorrer la entrada de mi vagina, introduciendo la punta de su dedo para sentir mi humedad y con voz ronca exclamo en un pequeño grito -¡Eres virgen!- yo me asuste, creyendo que eso lo alejaría y él nuevamente se arrodillo ante mi, con una mirada totalmente asombrada me dijo –Es el regalo mas hermoso que puedo recibir, pero solo lo haré si tu estás dispuesta ¿Quieres que sea yo quien te haga mujer?-

 

Ignoro si fue la excitación del momento, el susto previo o simplemente un deseo reprimido, pero por respuesta le tomé la mano y la puse en mi cintura, el se inclinó y me dio un beso tan seductor que en ese instante sentí la llegada de un nuevo orgasmo y pude sentir con toda intensidad la tremenda erección que seguramente escondía bajo su pantalón. Mis manos temblaban cuando le comencé a desabrochar torpemente el cinturón y su camisa ya se deslizaba de sus brazos para caer a un lado del fuego, quemándose un poco de una manga, pero no era nada comparado con la forma en la que ya me encontraba ardiendo, a la espera de ser penetrada por el que sería mi primer amante. JuanC terminó con lo que yo había empezado y quedó desnudo frente a mí, mostrándome por primera vez lo que es un hombre excitado. Imagino que debido a su enorme altura sus proporciones le correspondían, no se cuanto medía su pene, pero era gigantesco, grueso, palpitante y rojizo. Sentí miedo de ser lastimada por él, pero creo que adivinó mis temores y me prometió que tendría mucha delicadeza al penetrarme, murmuró: -No te voy a mentir hermosa, te dolerá debido a que eres virgen y es normal, ¿aun quieres ser mía?- yo me escuche una voz ronca que jamás me había oído y le respondí –Te deseo JuanC- entonces se inclinó hacia mi sexo y lo comenzó a recorrer con su lengua, humedeciendo aun más mi vagina, inició una lenta penetración con ella, dilatando mis paredes inocentes para comenzar a darle lugar a su enorme instrumento y cuando sintió que era el momento su boca inició el camino de regreso a la mía, dándome a probar por primera vez el agridulce sabor de mis orgasmos.

 

Entonces lentamente inició la penetración dentro de mi ya muy mojado canal virginal, con una paciencia y maestría llegó al tope de mi aun intacto himen y con un fuerte movimiento rompió la barrera que aun me mantenía inocente, sentí un fuerte dolor y mis ojos se rasaron de lágrimas, las cuales el besó y con una voz extremadamente sensual me dijo –¡Eres mía!-

Lo que aun quedaba de su pene se fue deslizando dentro de mi, muy despacio, para darme tiempo a acostumbrarme a el, y poco a poco comenzó a entrar y salir, yo perdí la cuenta de mis orgasmos cuando sus movimientos adquirieron velocidad, mientras besaba mi cuello, penetraba mi boca con su lengua y succionaba mis senos para regresar a mi cara y llenarla de besos, reiniciado con su invasión a mi boca y posteriormente regresaba a mis senos.

No se cuanto tiempo pasó, pero finalmente lo sentí ponerse aun mas grande dentro de mi, me dijo –Ya no puedo controlarme, me voy a ir- intentó salirse, mas mis largas piernas lo rodearon, evitando que saliera de mi vagina. Sentí como su semen golpeaba la profundidad de mi cuerpo y ambos dimos un grito de placer que en la quietud de la noche debió escucharse muy lejos. Alcanzamos juntos el clímax y la paz se situó en ese bosquecito. Dormitamos hasta que salió el sol, el fuego prácticamente se había apagado y el frío se dejaba sentir. Con una ternura infinita me limpió los restos de semen y sangre que caían de mi vagina, tiernamente me vistió, se puso su ropa quemada y nos levantamos para iniciar el regreso al rancho. A medio camino encontramos algunos trabajadores que venían a buscarnos, debido a que encontraron a Media Noche vagando por la propiedad. Regresamos después a la ciudad y seguimos amándonos en nuestra vida cotidiana hasta que el destino nos separo.

Todo esto pasó en lo que solo era un paseo de fin de cursos.