miprimita.com

Mi Gran Jefe y Yo... 2da parte.

en Confesiones

Mi vuelo se retrasó y sentí mucha ansiedad... tengo que esperar mas de dos horas para abordar y me encuentro demasiado cansada. Me dirijo al mostrador y tras un corto diálogo con el encargado logro cambiar mi vuelo para mañana. No me presentaré a trabajar gracias a este retraso pero me deben días, así que no habrá ningún problema. Tomo mis pequeñas maletas y me encamino a la salida ignorando a los maleteros, cuando repentinamente veo a un hombre vestido tan elegante como siempre: traje negro, camisa color rosa pálido, corbata gris obscuro con detalles rosas, zapatos impecables, tu cabello ligeramente mas largo que la última vez que nos vimos... y debajo de todo esto, TÚ... con expresión cansada y en tu rostro un poco de barba crecida.

Tus ojos voltearon hacia donde yo estaba... me recorriste de pies a cabeza, mi cabello recogido en un elaborado moño, mi cara impecablemente maquillada, mis pies enfundados en mis zapatillas de cintillas en color café, mi falda larga abierta al frente hasta medio muslo del mismo tono que mi calzado, mi blusa color caramelo con botones abrochados hasta arriba (recuerdo la primera vez que nos vimos, cuando mi blusa perdió un botón). Podría jurar que estas recordando exactamente lo mismo que yo y en tus ojos puedo ver el asomo de una sonrisa, volteas hacia la mujer que te acompaña (y siento celos), le dices algo al oído, y tras esto ella se dirige hacia una puerta para abordar un vuelo... Solo hace 1 minuto que te vi y estoy completamente húmeda, tu recuerdo en mi es lo bastante profundo para causar sensaciones inimaginables en mi interior.

Me doy la vuelta para buscar un taxi que me llevara a algún hotel para pasar esta última noche, pero me das alcance, tomas con una mano mis maletas y con la otra mi cintura, me das vuelta y en medio de la enorme sala, delante de todos, plantas en mi boca un enorme beso como el que se sabe dueño y poseedor de algo... me robas el aliento y también la cordura.

Eduardo Torres, estas, est...as, y mi voz tembló junto con mis rodillas, tu sonrisa roba mi voluntad como aquella primera vez y todas aquellas veces que fui tuya - Hola Linda, no me dijiste que venías a verme - Mi garganta emitió un sonido ininteligible y solo pude pensar en las noches que hemos compartido. Solo que hacia mas de 6 meses que ya no trabajaba en el bufete y perdí tu pista. - En realidad no vengo a verte, vengo por cuestiones de mi trabajo y mi vuelo se retrasó, por lo que me quedo esta noche en la ciudad y mañana me regreso - te contesto con mas seguridad (demonios, no se porque siempre me pones tan nerviosa) - Y ¿donde piensas quedarte? puedo ofrecerte hospedaje en mi casa, y podemos tener una buena cena mientras nos ponemos al día - Y mientras, ya estamos encaminándonos al estacionamiento, tú delante de mi subiendo mis maletas al maletero de tu automóvil y yo consternada siguiéndote como hipnotizada.

Como en un sueño nos vamos con rumbo a tu casa, no se donde ni se como llegar, simplemente me entretengo en ver tu rostro mientras manejas y ordenas algo de cenar para nosotros, al poco tiempo entramos en un sendero solitario donde al fondo se ve un gran edificio, después de digitar una clave que abre un portón eléctrico, entramos por la rampa que conduce a un enorme estacionamiento, te estacionas cerca del elevador y en unos instantes ya estamos en tu penthouse.

Una alfombra de pared a pared, sillones de piel negros, un enorme ventanal que muestra las luces de la ciudad y al fondo se ve un pequeño bar iluminado donde las copas brillan incitando a beber de ellas.

Me ofreces un whiskey con hielo (sabes que así me gusta) y tomas el teléfono para pedirle al portero reciba tu pedido y tomamos asiento cerca de la ventana; solo unos minutos después llega la cena y te veo como organizas en solo instantes la mesa, velas, copas, platos y hasta unas rosas que subió tu empleado.

Platicamos a gusto alrededor de una hora, me levanto para asearme, ya estamos deseándonos demasiado, entro al baño seguida de ti, me empiezo a desnudar mientras terminas de llenar la tina, entramos los dos en ella y me abrazas como hace tantos meses no lo hacías. Delicadamente vas enjabonando mi espalda y besas mi cuello al mismo tiempo, tus manos recorren mi piel y aun se eriza a tu contacto, ya es mas de media noche y el agua se empieza a sentir fría, tomas mis manos y me levantas de la tina, me envuelves en una enorme toalla y tú solo te enrollas la pequeña en la cintura, dejándome ver parte del objeto de mi deseo, tu enorme pene que cada vez esta mas grande, rojizo y resplandeciente, casi no puedo aguantar mi deseo mientras me alzas en tus enormes brazos y me llevas a la cama.

Verte desnudo me enerva, tu pecho tan enorme emite una fuerza hermosa, me dejas suavemente en la cama y comienzas a secarme con mucha ternura – mmm pequeña, cada día eres mas hermosa, estas justo donde siempre me ha gustado tenerte, en mi cama – y juguetonamente tomo tu pene entre mis manos, comienzo a jugar con el, me muevo en tu enorme cama y lo atrapo entre mis labios. Tus gemidos me indican que estoy haciendo un muy buen trabajo, mientras rodeo tu glande con mi lengua, mis manos se entretienen, una acariciando tus testículos y la otra acariciando tus nalgas, dejando ligeros arañazos mientras meto mas profundamente tu pene en mi boca; tu cadera se mueve, al principio suavemente, pero ahora eres violento, tanto que me provocas algunas arcadas, pero no importa, te deseo tanto que con tal de verte satisfecho puedo con esto y mas… estas haciéndome el amor en mi boca y me encanta ver como lo estas disfrutando, tanto que yo misma estoy en un orgasmo delicioso.

Se escucha tu voz ronca cuando me dices en un gran rugido – me voy pequeña, me voy en tu boca – y siento como descargas en mi garganta potentísimos chorros de tibio, agridulce y abundante semen.

Siento ahogarme – cof cof -  y tu risa ronca invade la habitación, y después tomas mi rostro con tus enormes manos para besar mis ojos, mis labios, mi cuello… Sigues con el mismo ímpetu de siempre, mantienes tu erección tan poderosa que me pregunto si eres humano. Ahora es mi turno y lo sé, me recuestas y comienzas a acariciar mi piel milímetro a milímetro. Yo me dejo consentir por ti, ya se que mi recompensa será una serie de orgasmos que me llevaran al cielo, como siempre.

Tu boca comienza a recorrer mi cuerpo, deteniéndose largamente en mis senos, a lo que les dedicas desde pequeñas lamidas hasta mordidas algo salvajes pero… tú sabes mis límites y sabes hasta donde llegar para llenarme de placer.

Dejas un momento de tocarme, el teléfono suena insistentemente, lo tomas y contestas con algo de languidez y mientras atiendes tus asuntos de oficina, chupo ruidosamente tus pezones, suspiras ampliamente mientras hablas y con voz molesta le dices al fastidioso intruso – por el momento no me interesa nada, estoy sumamente ocupado y el mundo no es mas importante que mi vida personal, habla ma…ñana (y mi boca succionando nuevamente tu pene hace que pierdas el hilo de tu conversación) maldita sea Jonathan, mañana hablamos – arrancas el teléfono de la pared mientras me alejas un instante para contener tu orgasmo  - aun no pequeña, esto lo vamos a hacer juntos – y me volteas en 4 para finalmente penetrarme, tan salvajemente que por un momento temo que estés enojado conmigo y de pronto lo comprendo, estas sumamente excitado –te desee tanto en el aeropuerto pequeña, tanto que temí que no fueras real – y sin salirte te acuestas poniéndome encima de ti, para ahora ser yo quien te cabalgue ahora, siento como tus manos golpean ligeramente mis nalgas, me arden un poco pero me encanta voltear y ver como mis nalgas tienen las marcas de tus manos, me pides que me recueste en tu pecho y tus enormes manos toman mis senos mientras ahora tu llevas el ritmo de nuestra danza erótica.

Siento que otra vez voy a tocar a las puertas del infierno, me estoy quemando de tanta pasión y noto que tu estas igual, te levantas de la cama, me tomas en brazos y así me penetras, mientras yo rodeo tu espalda con mis largas piernas, me estas enloqueciendo y lo siento llegar, escucho el sonido húmedo de tu entrar y salir, ya llega ahhhhhhhhhhhhhhhhhh llegamos al unísono, siento como mi útero recibe tu descarga seminal, siento tantas cosas, ¡pero sobre todo te siento a ti!

Pasan las horas y ya está amaneciendo, no sentí cuando te levantaste, pero espero encontrarte en la ducha, no estas y decido darme un rico baño y ordenar un poco la habitación, abro la puerta del mirador, aun huele a sexo el cuarto así que me pongo una camisa tuya (mi equipaje supongo sigue en tu auto) y salgo al aire libre…

Es un nuevo día y aun nos quedan unas horas.