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Tradición familiar

en Amor filial

Llevo casado con  Mary casi 20 años. No puedo quejarme, han sido los mejores 20 años de mi vida. Y no es para menos, mi mujer es la mejor en todos los aspectos, es increíble en la cama. Siempre supo sacarle provecho a ese culito respingon que aún sabe llevar. Cualquier cosa que quisiera o necesitara lo obtenía gracias a él.

Recuerdo la vez que me contó que convenció a su profesor de la universidad para que la aprobara en una materia. Le pidió una cita en su despacho de la facultad para tratar el tema. Hablaron de sus posibilidades de aprobarla. Ella le mencionó que estaba dispuesta a hacer lo que sea para lograrlo. En un descuido del profesor, ella hizo como si se le cayera el boli que llevaba en la mano. En lugar de recogerlo desde su silla, esta se puso de pie y se agachó a recogerlo muy lentamente, La pequeña falda que para la ocasión había llevado, mostró un culo impresionante, la silueta de sus nalgas, de curvas suaves pero imponentes, sin ningún tipo de imperfección en la piel estaban acompañadas de un coño de labios carnosos y completamente depilados . El profesor, según me cuenta ella, pudo notar un hilillo de humedad que salía de aquel chocho dispuesto a sacrificarse por su dueña. Aquella tarde follaron como unos posesos. Por supuesto Mary aprobó todos las materias que llevó con el profesor desde entonces.

Mis 2 hijas Clara y Nora de 18 y 20 años respectivamente, siempre fueron muy unidas, se contaban todo y hacían casi todo juntas. Nora la mayor era la más guapa de las dos, tenía la piel de porcelana, un pelo oscuro larguísimo ondulado y unos ojos marrones preciosos. Siempre estuve orgulloso de haberla hecho tan perfecta. Su cuerpo aunque nunca lo miré con deseo, puedo afirmar que invita inevitablemente al pecado. Su metro ochenta de estatura, sus piernas bien torneadas e interminables, sus culito firme y sus senos erguidos desafiaban a la gravedad.  Ella sabía que era guapa y y le sacaba partido a ello llevando ropa muy sexy. Un día no pudo ocultar su incomodidad cuando sin querer me quedé mirando al canalillo que mostraba por la mañana un día que estábamos sentados en la mesa, se había puesto una blusa lila y un sujetador del mismo color que estrujaba sus pechos juveniles, dejando en medio un precioso canalillo. Ella no dijo nada porque su cara lo decía todo. A partir de ese momento procuré no mirar mas las tetas de mi hija.  

Clara, la menor, tenía un tono de piel ligeramente más oscuro de Nora y llevaba el pelo a la altura de los hombros. Con un pelo castaño oscuro y una carita angelical traía locos a los tíos de la universidad. No acostumbraba ir muy escotada ya que sus pechos no era tan imponentes como el de Nora pero a cambio la naturaleza le había dotado de un par de buenas piernas. En verano era casi imposible para mi no sentirse orgullo de haber engendrado una chica con tan preciosas piernas, larguísimas, firmes y derechas. Eran unas piernas de revista.

Innumerables eran las veces que me quedé mirando la  belleza de sus piernas cuando en verano se tumbaba en el sofá con las piernas elevadas y la cabeza apoyada en el asiento mientras leía un libro, las movía de un lado a otro con un movimiento hipnótico. A veces llevaba unos pantalones tan cortos que dejaban al descubierto la totalidad de sus muslos que no mostraban ni una sola señal de celulitis.

Un día mi padre me llamó y pidió verme. Por fin hizo un hueco en su apretada agenda y me dijo que tenía que hablar conmigo de una cosa muy delicada. Mi padre había tenido suerte en los negocios, había acumulado una pequeña fortuna gracias al negocio de su padre y siempre me dijo que todo aquello sería finalmente mio si aceptaba mi destino. Yo nunca  entendí a lo que se refería, hasta esa tarde. Nos vimos y con una cara de decisión y seriedad me dijo

Hijo, si no me equivoco la semana que viene es tu 20 aniversario. Tienes 2 hijas mayores de edad y eres no eres un hombre especialmente religioso, por lo que ha llegado el momento de darte esto.

Me entregó una especie de documento firmado por mi abuelo. Indicaba una serie de condiciones que había dejado a modo de testamento sobre todo lo necesario para poder heredar el negocio familiar. Mi padre me miraba atentamente en busca de la expresión de pánico y terror que mi cara dibujó a continuación.

En dicho documento,  mi abuelo, un viejo depravado y mezquino, había dejado como condición irrenunciable a los herederos de su pequeña riqueza el tener que tener relaciones  sexuales con todos los miembros mayores de 18 de la familia el día que se celebrará el 20 aniversario de bodas con la primera mujer con la que se casaran.

Miré a mi padre con una cara de confusión y entonces até cabos. Mis dos hermanas habían sido poseídas por mi padre.

Hijo, tu abuelo dejó muy claras estas condiciones, pero son de libre elección, si no quieres ser una persona adinerada entonces no tienes porque hacer nada de lo que este documento dice

Te has tirado a mis dos hermanas? Pregunté furioso

Sí, ellas nunca se quejaron, entendieron perfectamente me dijo.

Mi madre lo supo? Pregunté casi sin querer conocer la respuesta.

Tú madre pidió estar presente todas las veces que lo hicimos, no quería estar al margen y miró atentamente como le metía mi polla caliente a sus hijas en su propia cara, creo que en el fondo le gustaban aquellos encuentros

Cállate, eres un enfermo... me averguenzo de ser tu hijo!!! repliqué con amargura e inmediatamente me aleje de ese lugar.

Y es que la verdad, después de aquel amargo momento, caminé hacia casa por un buen rato. Medité todo lo que implicaba aquel trato enfermizo, recordé las deudas que me agobiaban y la belleza de mis dos hijas. Por un momento me imaginé haciendo el amor con las dos en la cama de mi mujer, dándoles toda mi potencia, penetrando todos sus agujeros, oyendo sus incesantes gemidos mezclados con sus peticiones para que no parara, sintiendo sus piernas entrelazadas a mi alrededor impidiendo que escapara ni un centímetro de mi polla de sus entrañas.

Por la noche, en nuestra habitación, me dispuse a contárselo todo a Mary. Ella notó mi cambio de humor y se lo conté todo. No dijo nada esa noche. Al día siguiente abordé el tema por la mañana, pero seguía sin querer tratar el tema. en la víspera de nuestro aniversario, me dijo que debíamos hacerlo ya que necesitábamos el dinero y que no pensaba renunciar a las comodidades que le esperaban.

Hablamos un par de veces más y cada vez veía más claramente que debía agachar la cabeza y obedecer las órdenes que desde el infierno dictaba mi abuelo. Pregunté a mi padre más detalles del trato, me dijo que él tendría que estar presente para poder dar fe del hecho y que tenía que ser el mismo día del aniversario.

El día de nuestro aniversario, nos juntamos en el salón Mary, yo, mi padre y mis 2 hijas. Mary empezó diciendo que tenía algo muy importante que contar. Dijo que la familia corría un grave peligro y que mis dos niñas debían obedecer sin rechistar todo lo que dijera esa noche. Mis hijas confusas no atinaban a decir nada.

Eres virgen? dijo Mary dirigiéndose a Nora con un gesto sumamente serio

Que? A qué viene esa pregunta? Nora respondió confusa aquella pregunta aparentemente fuera de contexto.

Responde!!! grito mi mujer con un aire solemne.

Si, lo soy!

Y tú, Clara?

Yo también, mamá dijo tímidamente

Pude ver que una lágrima caía de los ojos de mi mujer. Haciendo una mueca de disimulo, se dirigió a nora

Nora, quiero que desvistas a tu padre

Pero qué clase de juego es este?! están enfermos?

No hay tiempo para explicaciones, haz lo que te digo!

Nora se acercó a mí, me miró con una mirada de confusión y tristeza y empezó a desabotonarme la camisa. Lo hacía muy lento, como esperando una contraorden que nunca llegó. Me despojó de mi camisa y se quedó mirando un momento mi dorso desnudo, No tenía una figura atlética, sin embargo debo decir que me conservo bien a mis 40 años. A continuación se puso de rodillas y empezó a quitarme el cinturón. Extrañamente para mi en mi pantalón asomaba una naciente erección que no logré comprender. no deseaba nada de eso, pero mi cuerpo había tomado el control de la situación.

Ya desabrochado el cinturón, Nora dejó caer el pantalón hasta el suelo y lo aparté con los pies. Ella no podía dejar de mirar el bulto que formaba mi polla completamente erecta por debajo de los calzoncillos, vi como la expresión de su cara cambió a la de deseo y curiosidad.

Lentamente bajo mis calzoncillos y los dejó caer en el suelo. Yo completamente desnudo me quedé inmóvil. Mi hija se volteo hacia Mary a la espera de nuevas órdenes.

Chupala! le dijo mi mujer con sonrisa tímida en el rostro.

Ella que ya estaba en posición empezó a acercar su boquita de caramelo a mi polla que para ese momento estaba tremendamente hinchada y caliente. Ella sacó la punta de la lengua y probó el sabor del pene de su padre por primera vez. Saboreó un poco aquel primer bocado y enseguida empezó a lamer mi glande. Los movimientos lentos pero firmes de su lengua hacían que deseara que no parase de hacerlo. Mi piel se puso como el  de las gallinas, mis piernas me temblaban, los movimientos circulares de su lengua recorriendo cada rincón de mi pene hacían que este se hinchara más y se calentara más Levante la mano para empujar su cabeza hacía mi y que todo mi pene entrara en la boca de mi hija mayor, pero ella apartó mis manos y mirándome fijamente me dijo:

Déjame hacerlo sola, no te arrepentiras..

Seguido, de un solo bocado se metió mi polla en la boca hasta el fondo. no pensé que mi hija virgen tuviera la garganta profunda. Empezó a meter y sacar mi polla de su boquita con movimientos cada vez más rápidos. La succiones de sus labios cada vez era más  fuertes. Sus labios carnosos apretaban mi glande fuertemente en cada chupada haciéndome ver las estrellas. Empezó un ritmo frenético y pensé que me correría en la boca de mi hija, que al parecer había empezado a tocarse con una mano en sus partes.

Aquella mamada monumental terminó cuando Mary dió un palma en el aire .

Ahora te toca a ti me ordenó

Enseguida supe a lo que se refería, levante a mi hija de su posición y la puse de pie. le desabotoné la blusa rosada que llevaba. Se la quite y pude admirar la fina cintura de mi hija. Su vientre plano y sus caderas monumentales. A pesar de ser una chica delgada, sus pechos eran grandes en comparación con los de su madre o su hermana. Inmediatamente después desabroché su sujetador dejando al descubierto unos pechos preciosos y  un pezón rosado pequeño. Empecé a tocarlos lentamente. su pezones se despertaron y sus senos se pusieron duros. Era evidente que le gustaba el cariño que recibía.

Agarré con firmeza sus pechos y pude sentir que eran muy suaves, la piel que los cubrían era como el terciopelo, mi masajes fueron cada vez más rítmicos hasta el punto que llegué a estrujarlos con fuerza de modo que Nora emitió un grito agudo. Me acerqué a su oreja y le dije

No pienso dejar de hacerlo, hoy yo seré tu primer hombre le dije morbosamente lleno de deseo y lujuria.

Si papi, hazme tu mujer me dijo mi hija, completamente excitada y jadeante.

Abandone sus pechos y baje a la cintura, como ella había hecho antes conmigo. Le quite la falda que llevaba y pude ver que mi Nora llevaba un tanga muy pequeño que dejaba ver un poco de su coñito virgen. sin más demora quite el tanga y me quedé contemplando el coño de mi hija. Era carnosito como el de su madre y llevaba sin depilar unos días. Ese coño adornaba a dos buenas caderas que terminaban en un par de preciosas piernas carnosas.

Empecé a lamer su vello púbico de arriba a abajo mientras mis dedos exploraban sus entrañas con firmeza. Note la estrechez de su himen y metiendo solo un dedo ella gimió de dolor. Sin reparar en más detalle agregué un segundo dedo a aquel coño virgen y mi hija gritó un poco más fuerte. Ella cogió mi mano y la introdujo más profundamente.

Mis dos dedos empezaron a penetrarla rápidamente de arriba a abajo, mojandose con sus jugos vaginales. Ella empezó a retorcerse de placer y a gemir escandalosamente. Su madre y hermana miraban atentamente y no perdían detalle. Mi padre ya solo esperaba el final de todo al otro lado del salón.

Mi mano estaba completamente mojada por las implacables penetraciones, en el salón solo se escuchaban los gemidos de Nora. Mi otra mano se posicionó en su culo y empecé a masajear sus nalgas. Eran firmes y suaves, eran una delicia. Mis manos se movían locamente buscando cada rincón del coño de Nora y a la vez buscando el ojete de ella para seguir hurgando en sus entrañas. Metí otros 2 dedos en el ojete de mi hija y esta gritó fuertemente. Ignorando la presencia de nuestros familiares decidí llevarla al dormitorio para consumar.

La cogí de la mano y la lleve a mi cama, los demás nos siguieron, se sentaron y se acomodaron como pudieron, afortunadamente el dormitorio principal de la casa era suficientemente espacioso. La tumbé boca arriba y la besé en la boca con pasión. Ella respondió a mis  caricias metiendome la lengua y jugando con la mía.

Mis manos tocaban sus muslos firmes, sus piernas eran maravillosas. Mi pene rozaba constantemente los labios vaginales de mi hija. A continuación le susurre al oído si estaba lista pero no respondió. Entonces supe que no hacía falta que dijese nada. Cogi mi pene en dirección a su coño y lentamente fui metiendolo en ese agujero estrecho y virgen. Ella comenzó a coger las sábanas con la mano con firmeza mientras mostraba una mueca de dolor intenso.

Mi penetración recien habia comenzado y ella sufría el dolor del desvirgado. Metí mi polla hasta la mitad y ella emitió un grito desgarrador. Me cogió del cuello y megritó

Metemela ya!!

Obedecí sin chistar. De un solo empujón, aunque con algo de esfuerzo, penetre a mi hija completamente, sentí como su coño ahorcaba mi polla literalmente.

Empecé a sacar mi pene y vi algo de sangre en él, pero no me importó, ya que la volví a meter rápidamente. Mi Nora emitió un grito ahogado y soltó las sabanas. Mis acometidas fueron acelerándose. Ella gradualmente cambió los gritos por gemidos y empezó a acompañar mis penetraciones con un movimiento de caderas hacia  adelante y hacia atrás. En un solo ritmo, padre e hija empezamos a copular frenéticamente. Lleve sus piernas a mis hombros y me tumbé sobre ella. Mi pene penetró unos centímetros más y ella gimió fuertemente.

Papi no pares, damelo todo, soy tu puta, hazme tuya !

Si mi niña, sientes mi polla? sientes mi dureza y mi potencia

Si papi, no dejes nada fuera, clavame con tu estaca caliente

Ahora soy tu hombre, nunca lo olvides, aunque te acuestes con 100 hombres, siempre serás mi mujer, has entendido?

Solo tú serás mi hombre, quiero que te corras, preñame como cuando me engendraste, quiero sentir tu néctar caliente en mis entrañas

Acabado esta frase solté toda la leche que llevaba contenida Nos quedamos tumbados en la cama y mire a mi mujer. Ella no podía ocultar su enorme excitación. Clara por su parte estaba extasiada y ansiosa de que llegara su turno.

Volveré en 2 horas, recuperate para Clara dijo mi padre y se marchó fuera.

Me quedé tumbado en la cama un momento, mi pene comenzó su encogimiento y mis mujeres habían ido a otra habitación a saber a qué.

Me había tirado a mi hija y había sido genial, sentir que llenaba con mi leche a un fruto de mi ser me puso cachondo y no podía esperar a que pasaran esas 2 horas para desvirgar a mi otra hija, Clara.