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Un acompañante inesperado

en Zoofilia

Volvíamos después de un día de compras.

Jose  al volante y yo sentada al lado, escuchando música y hablando. Todo normal hasta que de repente la cabeza de mi marido empieza a funcionar. Sí, me refiero al sexo, no sé si será una virtud o un defecto, pero siempre tiene sexo en la cabeza.

 Me pone su mano en mi pierna y empieza a subir y bajar, nos miramos y solo verle la cara ya sé que está pensando algo verde, y le digo:

                                        Que estas pensando!!!!!!!!!

Y comenzó a contarme la noche que estuvimos en el cine x. Cuando escuche eso me recorrió un escalofrío, por el cuerpo que acabo con unas cosquillas en mi coño. La verdad que fue una experiencia muy morbosa y recordarla lo era aun mas. A Jose ya le molestaba el pantalón y mis bragas empezaban a mojarse, mi coño estaba empapado, entre la conversación y los dedos de mi marido que recorrían mi pierna.

 Mi cabeza también se puso a funcionar, y mientras hablábamos, me venían imágenes de un video que vi en una página porno en internet, donde una mujer se metía la palanca del coche en el coño, y entre mi marido y yo misma me puse cachondisima. Entonces le dije a Jose que parase en algún sitio que le iba a enseñar lo caliente que estaba.

Se me hizo eterno  el buscar un sitio. Nos desviamos por una zona de pinos donde hay merenderos y los  domingos se llena de gente para pasar el día. Subimos más para estar seguros que no nos veía nadie, ya que existían algunas casas al principio del lugar y era de día.

Ya con el coche medio camuflado, le dije a Jose que se pusiera en la parte trasera. Se quito los pantalones y como si fuera un muelle salió disparada su polla, dando como pequeños impulsos de lo caliente que estaba.  Me encantaba la cara de asombro, mezclada con vicio que tenía sin saber lo que iba a hacer.

Yo coloque una pierna en cada asiento y empecé a calentarlo aun más. Baje las ventanillas por que la temperatura comenzaba a subir. Me quite el sujetador para quedarme solo con la camiseta y así se me marcaran los pezones, (sé que a mi marido le encanta). Me acerque hacia él para que me tocara las tetas, y mis pezones, los cuales los tenia durísimos de la excitación que tenia mientras le lamia su polla, la cual estaba llena de líquido pre seminal. Mientras  mi lengua  comenzaba a recorrer sus huevos, lamiéndolos y succionándolos,  mi coño se iba rozando con el freno de mano, poniéndome aun más si cabe a más de 100, y lo digo porque hasta yo me quede sorprendida cuando me deshice de mis pantalones y al quitarme las bragas nunca las había puesto tan mojadas como ese día. Mi coño estaba empapadisimo.

La palanca de las marchas quedaba justo debajo de mi coño. La  pajeaba como si de una polla se tratara y ahí, por la mirada que Jose me echo, ya sabía lo que iba hacer. Mis labios húmedos tocaron la palanca, y empecé a restregarme en aquella bola, la cual no tarde en lubricarla. Cada vez la bola se iba adentrando en mi coño produciéndome un placer enorme. Jose se meneaba la polla, mientras disfrutaba del espectáculo que le estaba ofreciendo. Cogió el móvil con la otra mano y comenzó hacer fotos y grabar como me clavaba la palanca de su coche.                                         Y así era, porque en ese momento  mi coño se había tragado toda la palanca. Comencé a subir y bajar……………………uffffffffffffffff, cuanto placer tenía en mi coño, me la sacaba y me la volvía a meter, me tocaba el clítoris aumentando el placer. No podía parar estaba poseída, gritaba de placer. Mire para el freno de mano y no me lo pensé, estaba a la altura ideal, no sabía que me gustaba más, si la palanca o el freno de mano, pero las dos entraban en mi coño, ofreciéndome un placer,  que estallo en mí, un orgasmo bestial.

 Caí rendida en el  asiento, con mi coño chorreando,  aun restregándome con mi mano. Jose me agarro mis tetas sobándomelas, diciéndome lo que había disfrutado viéndome. Me dice que gire mi cabeza y mire por la ventana. Menudo susto me lleve. Junto a un pino había un hombre con un perro, pero lo más fuerte  es que tenía su   polla en la mano y no paraba de tocársela, y se iba acercando a nosotros. Se coloco a tan solo una cuarta de mi ventana y seguía tocándose su polla que la tenia¨ morcillona¨ como yo digo cuando comienza a ponerse dura. Tenía 40 años, como luego nos dijo, y ni una pizca de vergüenza, al revés muy echado      ¨ pa lante¨ .

      Hola soy Leo, me habéis puesto muy cachondo. La verdad que mucho no he visto, pero el placer  salía por las ventanillas.

    Todo era muy raro. Jose seguía magreandome las tetas, manteniendo mis pezones duros y mi excitación. Mis dedos seguían jugando con el clítoris, tapado por mi pantalón cuando vi al hombre acercarse. Y este tal,…… Leo, se meneaba la polla en mi cara mientras hablaba. Jose subió mi camiseta dejando mis tetas a la vista. Para Leo fue la señal de que podía unirse sin problema, y no se lo pensó. Acerco su mano a la teta que Jose había dejado libre y al tocarla vi como su polla comenzaba a crecer a escasos centímetros de mi. El sentir como me magreaba la teta, hizo que mi coño volviera a despertar.

       Oye si os apetece, mi casa queda al principio, y podemos estar más cómodos.

Y así fue. En media hora me encontraba en un salón de pie, siendo magreada por Jose y Leo. Mientras me quitaban la ropa muy despacio se recreaban tocándome mis hermosas tetas, no sin dejar escapar mi culo y mi coño, el cual volvía a estar empapado y bien lubricado, como pudieron comprobar metiéndome los dedos. Mi cuerpo se retorcía de placer y yo me agarraba a sus pollas, sintiendo como se endurecían. Senté a Leo  y comencé a lamerle los huevos hasta llegar a la punta de su polla y engullirla entera. Estaba llena de lujuria y entre la palanca del coche y tener dos pollas para mí,  me hacía sentirme muy puta, aunque más tarde me sentí aun mas puta.

Jose me follaba por detrás mientras chupaba la polla de Leo. Mis tetas se movían con cada embestida me  propinaba mi marido, movimiento que aprovechaba Leo para tocármelas, diciendo:

            ¡Que tetas tienes! ufffffff, que cachondo me pones.

Me incorpore para que pudiera tocarlas mejor y le metí su polla entre las tetas, para meneársela.

       Joderrrrrrr!!!!!!!! Aahhhhhhhhh!!!!!!!!!!!

Me levante,  cogí  su polla, la puse en la entrada de mi coño y comencé a tragarme ese mástil que estaba al rojo vivo. El seguía tocándome las tetas y Jose al lado dándome su polla para chupársela. Me tocaba disfrutar.

 Me senté, abrí mis piernas y mi coño pidiendo que me follaran. Leo se agacho y me propino una comida en el coño que casi me corro. Mientras me comía el coño pude ver que el perro de Leo estaba tumbado en el salón viendo toda la escena. El muy cabrón tenia la polla fuera como si estuviera disfrutando del espectáculo, o más aun, como si entendiera que estábamos follando. Se lo dije a los chicos y los dos lo miraron riéndose, pero a Leo además de reírse le cambio la cara, y una vez mas no se corto:

           Es Rufo. No os podéis imaginar lo que esconde en esa piel, ¡menudo pollón tiene! 

Me miro y me dijo:

¿Quieres disfrutar? , Ahora vas a sentir placer como nunca lo has sentido.

¡Rufo! ven aquí.

Y así fue. Rufo se acerco a su dueño, y  lo acaricio. Pude ver cómo le tocaba la polla a la vez que lo acariciaba. Estaba flipando, no entendía nada, y por la cara de mi marido,  estaba igual que yo. De repente, Rufo  se acerca a mi coño y me dio un lengüetazo en el coño, seguido de otro, y otro, dándome un placer que todavía hoy no se definir. Leo se hacía cargo del perro y yo me agarraba a Jose, ya que me retorcía de placer. Era como si lo tuviera adiestrado para tal fin. Rufo paraba de lamerme el coño y Leo me frotaba mi coño para relajarlo y dejarlo abierto para recibir el primer lengüetazo directo a mi clítoris, de ay tanto placer.

Mi marido viendo como estaba disfrutando se aparto y cogió el móvil para inmortalizar y poder verlo yo después. Todo era pura lujuria, solo pensaba :  ¡Que puta me siento!, pero no quería que acabara tanto placer.

Leo me dijo que me diera la vuelta, dejando mi culo en pompa. Note como si me echaran una manta por encima de lo suave que era, y cuando quise mirar atrás, sentí como mi coño se llenaba, y a mi marido decir:

   Joderrrrr,¡ que pedazo de polla tiene!

Y qué manera de follar tenia. Me metía la polla a una velocidad bestial, provocándome unos gritos tremendamente placenteros. Escuchaba a Jose, preguntar  si me gustaba,  diciéndome que me estaba llenando el coño de leche y lo gorda que la tenia ya que cada vez que me sacaba la polla del coño, para lamerlo, Jose veía como caía un  chorro de semen y como le goteaba la polla a Rufo.

Gustarme!!!!!!, ese perro me arranco tres orgasmos. No podía más, me di la vuelta, sentándome en el suelo. Mi coño no paraba de chorrear semen que me había introducido esa polla que por fin pude ver. Era grande, gorda y al final tenía como unos huevos, todo de color carne, y la punta era muy fina de la cual no paraban de salir gotas de semen.

Jose y Leo se acercaron cada uno a cada lado y comenzaron a pajearse, derramando  el placer que guardaban sus pollas, sobre mis tetas llenándomelas enteras, quedando empapada por fuera y por dentro.

Pasada esta lujuria, José nos sirvió un refresco y estuvimos hablando de lo sucedido. Nos conto que estaba casado. Eran muy liberales, y en el sexo les gustaba todo. También nos hablo de cómo Rufo se inicio en el sexo, viéndolos una vez follar a ellos, y diciéndonos, que mi coño era el segundo que había probado. Insistió en  esperar a su mujer para conocernos, pero lo dejamos para otro dia.