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El juego de los dados

en Intercambios

Estábamos ya a mediados del mes de Abril. En Sevilla empezaba a notarse el calorcito a mediodía, superando los treinta grados de temperatura en muchas ocasiones y teníamos todo el fin de semana por delante.

Mi mujer, Marta me comentó que había hablado con Lourdes, una amiga nuestra a la que hacía tiempo no veíamos y que vendría a almorzar con su marido José Carlos.

Lourdes y José Carlos son buenos amigos nuestros, hemos compartido muchos momentos juntos, buenos y no tan buenos. Ahora nos vemos menos porque el año pasado tuvieron un hijo y tienen poco tiempo libre, además José Carlos viaja por motivos de trabajo y casi nunca está en casa, así que los fines de semana aprovecha para estar con su hijo y su mujer.

Llegaron tarde, como siempre, pero bueno, ya estamos acostumbrados y no nos importa. El reencuentro fue fantástico, muy emotivo, nos dimos besos y abrazos y comenzamos a hablar todos a la vez. Era cerca de la una y ya teníamos preparado los aperitivos y el almuerzo. Subimos la comida a la azotea, hacia un sol impresionante, así que nos quedamos todos en mangas cortas.

Lourdes traía una falda corta, no mucho, por encima de las rodillas, con algo de vuelo, de color negro, muy bonita, y una camisa blanca bastante holgada que dejaba entrever cuando se inclinaba un bonito sujetador fucsia. Es una chica delgada, de pelo castaño oscuro, liso y largo. Tiene un culo impresionante y creo que después del embarazo parece que tiene el pecho algo mas grande, o esa fue mi impresión, aunque con las chichas nunca se sabe, pues los sujetadores hacen milagros. Llevaba puestas unas medias también de color negro y unos zapatos de tacón bajo.

José Carlos es también un chico delgado, ahora tiene el pelo largo, es de piel morena y ojos rasgados. Tiene unos abdominales increíbles, brazos con músculos muy bien definidos y muy buen cuerpo.

José Carlos y Marta siempre se han llevado muy bien, tienen caracteres parecidos, son sensibles, cariñosos y hay buen rollo entre ellos. Yo en cambio me parezco mas a Lourdes en el carácter, mas calculador, mas soso.

En la azotea estábamos muy bien, el calor empezó a ha hacerse notar y José Carlos se quitó la camiseta, dejando su torso desnudo.

Guau, dijo Marta.

  • Estas en forma chaval.

Él la miró y le dedicó una media sonrisa. Lourdes y yo nos miramos como diciendo “vaya par”.

Marta llevaba puesto un vestido precioso, ceñido al cuerpo y muy escotado. Mi mujer tiene unas tetas preciosas, grandes y muy bien puestas. Tiene unas curvas de infarto, está muy bien proporcionada, tiene el pelo rizado rubio. También tenía puestas unas medias, de color crema, y unos zapatos de tacón.

El calor hizo que bebiésemos bastante, la cerveza y el vino entraban muy bien, y en poco tiempo estábamos todos con el puntito adecuado para que la tarde fuese inolvidable.

Las chicas bajaron al baño, y nos quedamos José Carlos y yo solos arriba en la azotea. Sonaba la música, estábamos charlando y me di cuenta de que no podía de dejar de mirar sus impresionantes abdominales. No se lo que me ocurre últimamente pero se me ha despertado una vena homosexual en mí que ni yo mismo sabía que tenía.

Llegaron las chicas, y algo en ellas me llamó la atención. Antes de que pudiese decir nada dijo marta:

  • Nos hemos quitado las medias, estamos algo acaloradas.

Mi mujer no suele usar sujetador con ese vestido, la verdad es que no le hace falta, y me susurró al oído:

  • Yo me he quitado también las bragas.

La verdad, me sorprendió mucho, pero ella sabe que estos jueguecitos me encantan y sabía que eso haría que centrase toda mi atención en ella.

  • Oye!!, nada de secretos, dijo Lourdes.

No me faltó tiempo para decir que Marta no llevaba bragas, y la cara de José Carlos parecía un poema.

Terminamos de almorzar, charlando y riendo, recordando viejos tiempos y nos bajamos al salón, preparamos unos cubatas y José Carlos comentó:

  • Juan Carlos, tengo una sorpresa para ti

Del bolsillo interior de su chaqueta sacó un porro ya preparado. Hace tiempo que no fumo hierba, pero la verdad es que en ese momento me apetecía.

Entre la hierba y los cubatas estábamos empezando a pillar un pedo curioso. José Carlos y Lourdes, con eso de ser recientemente padres, no ha salido mucho últimamente, y el efecto del alcohol se les empezaba ya a notar.

Seguíamos charlando cuando de repente Lourdes dijo:

  • Sabéis? Yo tampoco llevo bragas.

Joder, ahora era yo el que se había quedado flipando. La tarde estaba empezando a calentarse, las dos chichas sin bragas, y José Carlos que continuaba sin camiseta.

  • ¿Por que no te quitas tu algo cariño? Dijo Marta. Al fin y al cabo nosotros tres ya os hemos quitado alguna prenda.

Yo, que para este tipo de situaciones soy bastante descarado, dije “de acuerdo” y ni corto ni perezoso me quité los zapatos. Me miraron los tres con cara de tontos, pensaban que les estaba tomando el pelo.

  • Los zapatos no cuentan dijo Lourdes. Eso, eso, los zapatos no cuentan, dijo también José Carlos.

Miré a Marta, y vi en su cara una sonrisa que fue lo que me dio pié, de repente, a bajarme los pantalones.

Yo tenía unos calzoncillos tipo boxer, ajustados, que dejaba apreciar que mi polla estaba empezando a hincharse por la excitación.

  • Bueno, ya estamos todos en igualdad de condiciones, dije mirándolos.

La verdad es que estábamos todos bastante cachondos, se apreciaba en nuestras caras que deseábamos continuar con el juego.

  • ¿Por qué no jugamos a los dados? Dijo Marta.

Entonces se levantó y fue a nuestro dormitorio, y volvió con un par de dados de esos que en cada una de las caras hay distintas partes del cuerpo y en el otro diversas acciones.

José Carlos los miró, se los pasó a Marta y ambos se miraron. Antes de que ninguno pudiese decir nada dije:

  • Bueno, el juego va así: Uno de vosotros elije a otra persona, y después lanza los dados y lo que salga pues eso.

  • Jajajajaja, todos empezamos a reír, la verdad es que el juego es bastante sencillo.

  • Empiezo yo, dijo Lourdes. Elijo a Marta.

Lanzó los dados y salió “besar” y “boca”.

Ohhhh, dije yo. Una de las cosas que encuentro mas eróticas es dos chicas besándose. Entonces Lourdes, se sentó junto a Marta y sin pensárselo mucho comenzó a besarla, suave, besos tiernos, en los labios. Marta se dejaba hacer, y Lourdes tras varios besos alrededor de los labios empezó a comerle la boca, uniendo su lengua con la de Marta, y esta empezó a responder también sacando su lengua y enredándola con la de Lourdes. Se estaban dando un morreo en toda regla y lo mejor es que daba la impresión de que a ambas les estaba gustando. Lourdes tomaba la iniciativa, agarrando a Marta por la nuca y acercándola a ella, con ganas, mordisqueando su labio inferior, y enseñándole la punta de la lengua y acercándola a la de Marta hasta que se unían las dos. Se mordisqueaban los labios, fundían sus lenguas la una contra la otra y se mordisqueaban la comisura de sus labios. José Carlos y yo nos estábamos poniendo como una moto con la escena. José Carlos se desabrochó los botones del pantalón, dejando entrever unos calzoncillos blancos, con un bulto considerable entre las piernas.

  • Ahora me toca a mi, dijo José Carlos. También elijo a Marta.

Joder, mi mujer estaba triunfando.

Lanzó los dados y salió “lamer” y “pecho”.

A José Carlos le brillaban los ojos, no se podía creer que pudiese disfrutar de las tetas de mi mujer. Que suerte tienes, dijo Lourdes, vas a poder disfrutar de esas impresionantes tetas.

  • ¿Tendrás que quitarte el vestido no cariño? Dije yo para que se fuese preparando.

  • No hace falta, dijo ella

Marta se levantó y se abrió el escote, dejando al aire sus magníficos pechos. Sus pezones ya estaban erectos de la excitación. José Carlos la agarró suavemente del brazo y la invitó a sentarse junto a él. Enseguida se acercó a sus pechos, acarició primero con sus manos los pezones y luego se los metió en la boca, primero uno y luego el otro. Mientras lamía uno con la otra mano masajeaba el otro y así una y otra vez. José Carlos mordisqueaba sus rosados pezones y ella empezaba a soltar pequeños gemidos de placer.

Yo, mientras José Carlos disfrutaba con las tetas de mi mujer, miré a Lourdes, que después de los besos con Marta y viendo como su marido ahora le comía las tetas, se estaba poniendo cada vez mas caliente.

  • ¿Te gusta la escena? Dije yo.

  • Estoy cachonda como una perra, me contestó.

Tenía a Lourdes en frente. De repente me acordé que no llevaba bragas, dejé un momento de mirar a José Carlos y Marta y se me fueron los ojos a las piernas de Lourdes. Ella, que se dio cuenta de que centraba mi atención, abrió sus piernas, dejando a la vista su sexo. Tenía el coño depilado, como a mi me gusta. Lourdes subió levemente sus piernas, apoyándolas en el sofá y abriéndolas, dejando su coño aun mas a la vista. Lentamente bajó su mano hacia su sexo, y lo abrió, enseñándome su vulva, que estaba brillante por la humedad.

Mientras Lourdes se masturbaba con movimientos circulares sobre su clítoris, yo me bajé los calzoncillos y dejé al aire mi polla.

  • Joder dijo Lourdes. Vaya pollón que tienes Juan Carlos.

Marta, que tenía los ojos cerrados y estaba disfrutando de los lametazos de José Carlos en sus pezones erectos, abrió los ojos al escuchar la expresión de Lourdes y sonrió.

  • ¿A quien le toca ahora? Dije yo.

Marta, seguía con la excitación después de que José Carlos le comiese las tetas, se le veía en la cara que estaba caliente al máximo y deseaba continuar, no tardó en responder.

  • Me gustaría tirar yo los dados, cariño.

Le pasé los dados y pregunté.

  • ¿A quien eliges?

Ella, que estaba muy excitada, respondió:

  • A ti amor mío.

Se había puesto caliente con José Carlos y se le veía en la cara que deseaba que la penetrasen. Tiró los dados y salió “tocar” y “espalda”. La verdad, con la excitación que teníamos todos creo que ninguno de nosotros deseaba que hubiese salido una jugada tan light.

Marta se acercó a mi, se puso detrás, y se abrió el vestido dejando sus tetas de nuevo al aire. Comenzó a rozar mi espalda con sus pezones, erectos aun después de los lametazos que le había dado José Carlos.

Yo cerré los ojos, estaba en la gloria, sentía los pezones duros en mi espalda, a la vez que la suave caricia de su pelo. Además, Marta me besaba el cuello y el oído. Me susurraba al oído diciéndome lo caliente que estaba y lo mucho que deseaba que la follase. Mi polla estaba totalmente empalmada, la tenía tan dura que me incluso me dolía.

Tenía a José Carlos a mi derecha, se había bajado los calzoncillos y se estaba tocando la polla. Estaba empalmado y la tenía mojada por su propio líquido. La polla de José Carlos era un poco mas pequeña que la mía, y algo mas fina, pero también estaba depilado y eso me ponía aun mas cachondo, estaba deseando comérmela, aunque nadie lo notase. Se la tocaba lentamente, con una mano, arriba y abajo y de vez en cuando soltaba unos espasmos de placer y se echaba totalmente hacia atrás, dejando su verga aun mas a la vista de todos, totalmente erecta y húmeda Lourdes estaba a mi izquierda, se había quitado la camisa y el sostén y se había quedado solo con la falda. Estaba con las piernas en alto apoyadas en el sofá dejando su sexo totalmente al descubierto. Se abría su coñito mostrándolo en todo su esplendor a la vez que se masajeaba en círculos su clítoris. La escena era tan excitante que casi estuve a punto de correrme, y decidí cerrar los ojos, para centrarme en los besos y caricias que me estaba dando Marta, alternando su masaje en mi espada con sus manos y sus pechos, que de vez en cuando apretaba con fuerza sobre mi espalda mientras me susurraba al oído

  • Te deseo, quiero tu polla, quiero que me folles, estoy cachonda y soy tu puta.

  • Me toca, dije para intentar suavizar el momento.

Necesitaba parar o la escena terminaría pronto para mi. Cogí los dado, y antes de tirar dije: Elijo a José Carlos.

Todos se quedaron bastantes sorprendidos, el que más José Carlos, que paró en seco de masajearse la polla. También Lourdes dejó de hacer circulitos sobre su clítoris, y un silencio se hizo en el salón.

Tiré los dados y......”comer” “sexo”.

A José Carlos se le pusieron los ojos como platos, sin embargo a las chicas se les veía una sonrisa en la cara, dejando insinuar que les gustaba la situación.

  • Cierra los ojos y relájate, dije.

Le pedí que se sentase en el sofá grande, y a las chichas que se pusiesen cada una a cada lado de él. Lo noté nervioso y pensé que tenerlas cerca lo relajaría. Me puse de rodillas delante de él y le cogí la verga con la mano. La tenía dura, y caliente. Le pedí a las chicas que lo acariciaran para que se sintiese cómodo, y así lo hicieron. Marta le comenzó a acariciar el pecho, subiendo y bajando por su torso desnudo, y Lourdes le estaba dando besos en el cuello. Vi que cerraba los ojos y empezaba a relajarse y entonces me incliné y le lamí la punta. Lo oí gemir y entonces me lo metí todo en la boca, ummm, que rico. Empecé a mamar a la vez que le hacía una paja. Le cogí los testículos y se los masajeaba a la vez que se la chupaba. Alcé la vista para ver que hacían Marta y Lourdes. Marta seguía acariciando el tórax de José Carlos a la vez que miraba la mamada que le estaba dando a mi amigo. Nos cruzamos las miradas y observé su cara de placer, se mordía los labios y sacaba su lengua, dando a entender que estaba deseosa de comerse una polla y le gustaría estar en mi lugar en ese momento. Lourdes, en cambio, seguía besando el cuello de su marido, mordiéndole la oreja, a la vez que se tocaba el coño, con mucha mas fuerza que antes, la excitación estaba llegando a un punto extremo.

De repente José Carlos grito: me coroooo y noté la polla aún mas dura si cabe y que se inundaba mi boca de su leche caliente. Yo chupaba con mas fuerza aun, intentando succionar toda su leche, dejando sus huevos vacíos y acumulando todo ese fluido dentro de mi boca. Cuando se relajó yo me incorporé. Aun tenía la leche dentro de mi boca, la abrí para que las chicas pudieran observar la corrida y como jugaba con mi lengua moviendo el liquido de un sitio a otro de la boca. Pasados unos segundos me la trague del tirón.

José Carlos se había quedado relajado en el sofá, y las chicas a su lado centraban su atencion en mí, aun no podían creer lo que habían presenciado. Yo, que estaba súper excitado, me acerqué a Marta y le dije:

  • Está rica cariño, algún día deberías de probar, y le dí un beso en la boca, pasandole los últimos restos de semen que aun quedaban en la comisura de mis labios.

Después me acerqué a Lourdes y le dije:

  • Tu marido se ha portado como un campeón, demasiado tiempo ha aguantado.

Ella, con una mano en su coño y otra el uno de sus pechos dijo:

  • Si, se ha portado, pero yo necesito follar, estoy tan cachonda que la pipa del coño la tengo ardiendo, mira..... pero eso ya es otra historia.