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Primera vez con mi amiga Lourdes

en Lésbicos

 

Soy Marta, la mujer de Juan Carlos. La semana pasada tuve una de las experiencias mas excitantes de mi vida con el “Juego de los dados”(Ver primer relato). Aun sigo pensando como pudimos llegar mi marido y yo a ese extremo de excitación. Somos un matrimonio conservador en nuestros gustos, nunca habíamos hecho hasta entonces en el sexo nada que se saliese de lo normal, y lo que sucedió con mi amiga Lourdes y su marido Jose Carlos aun no se me va de la cabeza.

Esta semana he dormido fatal. Al acostarme me venían a la mente una y otra vez recuerdos de lo sucedido esa tarde y me ha sido bastante difícil conciliar el sueño...el morreo que me dio Lourdes....la forma de comerme los pechos de Jose Carlos....como mi marido le comió la polla a su amigo...ufff.

Ya era Viernes por la tarde, Juan Carlos dormía la siesta y yo, que había terminado de recoger la mesa después de almorzar, estaba cambiando de canal de televisión cada dos por tres porque no había nada en la tele que me mantuviese entretenida. No había hablado con Lourdes en toda la semana, y se me ocurrió llamarla.

- Hola.

- Hola, que pasa Marta?

- Pues nada, aquí tirada en el sofá, ¿Y tu? ¿Que haces?

- Igual que tú, descansando en el sofá, sola en casa, Jose Carlos está trabajando y llegará sobre las 8, y mi madre se ha llevado al pequeño.

- Lourdes, ¿sabes que no duermo bien después de lo que pasó el fin de semana pasado?. No me lo puedo quitar de la cabeza.

- No te preocupes tonta, nos lo pasamos bien y ya está, no le des mas vueltas a la cabeza.

- Tía, no se como te lo puedes tomar tan bien, yo no paro de darle vueltas, no se ni como pudimos hacer esas cosas.

- ¿Pero por qué te preocupas tanto? Lo pasamos bien y ya está, no hay nada de malo en ello. Tu quieres a tu marido, y yo al mío, ambas parejas lo tenemos claro, es un juego y ya está. Oye, ¿por qué no te vienes a casa un rato y me haces compañía? A lo mejor así te relajas un rato y tranquilizas.

La casa de Lourdes y Jose Carlos está a 10 minutos de la nuestra. Le contesto afirmativamente y me despido de ella.

Al llegar a su casa, toco el timbre y espero unos segundos. Lourdes abre la puerta y me recibe con una sonrisa cómplice y me da un beso en los labios. Era habitual que me diese un beso en los labios cuando nos veíamos. Normalmente desde que comenzó nuestra amistad solíamos saludarnos así, pero debido lo sucedido la semana pasada su beso hizo que me recorriese un escalofrío por todo mi cuerpo.

Lourdes llevaba puesta una camiseta de Jose Carlos, que le quedaba bastante grande, sin nada debajo. Pude notar su pecho contra el mío sin mas obstáculos que las camisetas que llevábamos ambas, ya que yo tampoco llevaba sujetador. Y en la parte de abajo solo las bragas, blancas sin ningún tipo de adorno, de esas cómodas, de andar por casa, algo normal teniendo en cuenta el calor que estaba haciendo ese mes de Abril en Sevilla.

¿Quieres un refresco? Dijo Lourdes.

Mejor una cervecita si tienes, respondió Marta.

Una vez acomodadas ambas en el sofá vuelvo a comentar con Lourdes lo avergonzada que me siento por lo que pasó y el trabajo que me cuesta conciliar el sueño. Lourdes intenta tranquilizarme, cambian de conversación para intentar que se me pase el agobio y quita importancia a lo sucedido. Hablamos y hablamos, durante mas de una hora, de todo un poco. En un momento de la charla, cuando Lourdes ve que me siento mas relajada, se acerca a mí y me da un abrazo. Yo, que me encuentro muy a gusto con ella después de todo los nervios de la semana le correspondo, rodeándola con mis brazos y apretándome fuerte contra ella. A pesar de lo distinto de nuestros caracteres sabe escuchar y como calmarme los nervios. Su abrazo hace que me estremezca, un escalofrió me recorre de nuevo el cuerpo como cuando me besó al llegar a su casa. Pasamos un rato abrazadas, y caí en la cuenta de que estaba mojada. Dios mío, me estaba excitando sintiendo el abrazo de mi amiga, a mí que jamás he sentido nada por una mujer. No podía ser lesbiana, porque yo estaba enamorada de mi marido, y me encantaba follar con él, pero la evidencia de mi chocho húmedo me hizo dudar de que tuviese mi sexualidad tan definida como siempre he creído.

Nos separamos lentamente y nos quedamos cara a cara, muy cerca la una de la otra. Lourdes tiene una boca grande, con unos labios no muy gruesos que en ese momento me parecieron increíblemente sensuales. Noté como se me endurecían los pezones, y como el calor de mi entrepierna subía por todo mi cuerpo y hacía que se me enrojeciesen las mejillas. Lourdes, que se dio cuenta rápidamente de mi calentón, no lo dudo y me beso en el cuello, se me escapó un gemido y entonces Lourdes se fue echando sobre mí. Nos quedamos tumbadas en el sofá, ella encima mía. Comenzó a besarme con suavidad, lentamente, y a acariciarme los pechos, haciendo círculos alrededor de mis pezones, que se notaban duros debajo de mi camiseta. Me quitó la camiseta y se quitó la suya, y se acercó para rozar sus pezones con los míos. Yo deslicé mis manos por su espalda hasta llegar a su culo, redondo y duro, sentía como mi coño se humedecía cada vez mas. Le agarré bien el culo y la traje hasta mí, hasta que sus pechos quedaron a la altura de mi boca, le lamí primero uno y luego el otro, impregnándolos de saliva. Se los chupaba con fuerza y a continuación se los lamía con dulzura, notando como se endurecían. Lourdes se levantó del sofá y dijo:

- Vamos a la cama, estaremos mas cómodas.

Se levantó y sin decir nada mas se dirigió a su dormitorio. Antes de que desapareciese por el pasillo que daba al dormitorio, se giró, me guiñó un ojo, y dejó caer suavemente sus braguitas hasta sus tobillos. Yo estaba superexcitada, me incorporé, me quité los vaqueros, quedando solo con las tangas, y sin pensarlo seguí sus pasos.

Lourdes me esperaba en la cama, con las piernas abiertas, mostrando su coño bien abierto. Se estaba tocando el clítoris, que estaba hinchado por la calentura. Ya en la puerta del dormitorio, me bajé lentamente el tanga, dejando al descubierto mi sexo, observé como Lourdes aumentó el ritmo de sus tocamientos, dejando escapar pequeños gemidos, a la vez que con la otra mano se pellizcaba su pezón izquierdo. Me acerqué, subí a la cama poniéndome de rodillas ante ella y llevé mi mano a mi coño, que ya estaba húmedo de la excitación. Comencé a masturbarme, llevando la humedad a todas las partes de mi rajita, a la vez que manoseaba mis senos. Estábamos la una delante de la otra, marturbandonos, y poniéndonos ambas cada vez mas calientes. Entonces Lourdes se incorporó un poco, me cogió la mano que tenía en mi coño y la acercó al suyo, a la vez que dejó de masturbarse para empezar a masturbarme a mí. Mi amiga consiguió que llegase al orgasmo en pocos segundos, me puse a gemir como una guarra y entonces llegó su orgasmo, su chocho se puso mucho más húmedo aun y arqueó la espalda a la vez que soltó un grito de placer.

Ambas quedamos fundidas en un tierno abrazo, nos besábamos cariñosamente y acariciábamos suavemente la espalda y los senos. Nos tumbamos en la cama, calmadas después del éxtasis de nuestros orgasmos. Nunca había provocado un orgasmo a otra mujer, me sentía extraña, no era como cuando terminaba de hacer el amor con mi marido, la sensación era distinta, pero con Lourdes había resultado todo muy natural. Nos quedamos entonces abrazadas en la cama, tranquilas, con los ojos cerrados,...tan relajadas que nos estábamos empezando a quedar dormidas.

De repente se abrió la puerta de casa....(continuará)