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Blood Brothers 4. Éxtasis.

en Amor filial

Eikki.

Me despertaron los rayos de sol que invadían mi habitación a través de las cortinas. Me sentía un tanto confundido. No tenía resaca, pues la noche anterior no había bebido tanto para ello, pero no tenía del todo claro lo que había pasado. Noté como un cuerpo se movía a mi lado. Bueno, parecía que tampoco había ido mal la cosa. Me incorporé y abrí los ojos, entonces todo volvió a desmoronarse. Entonces empecé a recordar lo ocurrido ayer. Aquel fatídico pero ansiado beso. Me volví a desplomar sobre la cama resoplando. Inkeri se despertó y se estiró a mi lado.

-      ¿Qué pasa? – preguntó todavía somnolienta.

-      Tú pasas – dije sin pensar.

-      ¿En serio? Creía que esto quedó zanjado ayer.

-      Ayer iba colocado, bastante sabía. – gruñí levantándome de la cama. – siento ser el único aquí que distingue entre lo que está bien y lo que está mal.

-      Así que para ti solo fue eso… - murmuró.

-      Sí, para mí solo fue eso, y no debería haber pasado.

-      Pero pasó. – contestó – solo fue un beso joder, no pasó nada más, tampoco fue nada de lo que arrepentirse, ambos lo queríamos.

-      Yo ya no, y ahora si no te importa vete a tu habitación. – dije intentando contener mi rabia. – será mejor para ambos

Me miró todavía sin entender lo ocurrido, no dijo nada y se fue sin más. Arreglé mi habitación y me senté en la terraza a fumar, de que me quise dar cuenta me había fumado la caja entera. No podía seguir así, cada vez lo tenía más claro pero más difuso a la vez. Esa maldita adicción por ella me estaba trayendo por el camino de la amargura. A partir de ese día las cosas debían de ser de otra manera.

[ tres meses más tarde ]

Todo iba viento en popa, cada vez me daba cuenta de lo mucho que había cambiado la cosa. Aunque para mi todo estaba siendo más fácil que para Inkeri, que por cierto también había mejorado sus notas hasta casi alcanzar matrículas, la ayudaba en lo que podía y teníamos bastante confianza. Aun así el tema del beso nunca volvió a salir.

En definitiva, empezaba a sentirme bastante orgulloso de ella, en apenas tres meses había remontado el desastre de curso que había llevado, y esa misma noche se graduaba en el instituto. Incluso mis padres al venir para verla se habían llevado una grata sorpresa. No sólo habían mejorado las notas, sino que su conducta había cambiado.

Mi padre y yo estábamos sentados en el sofá esperando a que terminara de arreglarse. Al rato salió, estaba deslumbrante, llevaba un vestido de seda negro, ceñido a la cintura y con algo de vuelo. Llevaba el pelo recogido hacia un lado y su característico mechón rojo suelto, firmemente peinado con gomina. Mi madre salió tras ella.

-      Bueno ¿Qué os parece? – preguntó con una amplia sonrisa.

-      ¿Quién eres tú…y qué has hecho con Inkeri? – dije burlón.

-      Creo que eso es lo que nos hemos preguntado todos  - dijo mi padre – es un gran cambio y para bien, estamos muy orgullosos pequeña.

El acto transcurrió con toda normalidad, entregaron los diplomas y las orlas, se hicieron fotos con los profesores y proyectaron algunas fotos que habían hecho durante el curso. Cuando terminó, todo el mundo se levantó para ir a felicitar a los recién graduados, sin embargo tras felicitar a Inkeri la perdí de vista. Mis padres se fueron y seguía sin verla, salí del auditorio y la busqué por los alrededores. De repente creí oir su voz, me escondí tras el seto, sabía que no estaba bien curiosear las conversaciones ajenas, pero me invadió una desagradable sensación cuando ví que la acompañaba un chaval de su edad.

-      Vamos nena, no nos va a ver nadie.

-      Juha, no, por favor, aquí no.

-      Estoy harto de tus gilipolleces, o me la chupas o te buscas a otro a quien calentarle la polla. – le gritó cogiéndola del brazo.

-      Juha, déjame en paz. – suplicó ella.

El chico haciendo caso omiso le pegó un guantazo y sin soltarla intentó desabrocharse la bragueta. No podía permitir eso. Salí de mi escondite.

-      Déjala en paz, gilipollas – dije interponiéndome entre los dos.

-      ¿Qué pasa zorrita, tiene que venir el soplapollas este a defenderte? – intentó intimidar. – vete a la mierda tío, esto no va contigo.

-      Va conmigo más de lo que crees – dije cogiéndole del cuello y poniéndolo contra la pared. – como te vea cerca de ella, me da igual que sean un metro, cien o doscientos vas a comerte tu propia polla.

Luchaba por librarse de mi férreo ataque, pero los dos centímetros que le faltaban para rozar el suelo en esa posición no le favorecían precisamente.

-      ¿Me has entendido? – pregunté furioso.

Al no obtener respuesta le propiné un buen golpe en el estómago.

-      Esto es por Inkeri, ¿Lo has entendido escoria? – grité.

-      S-si – gimió- por favor bájame.

Lo solté dejando que cayera al suelo.

-      ¿Estás bien Inkeri? – le pregunté abrazándola. – vámonos de aquí.

-      ¿Cómo me has encontrado?

-      Casualidad supongo, y menos mal – contesté encogiéndome de hombros.

-      No sabes lo mal que se te da mentir, no hacía falta que hicieras eso, se defenderme sola – dijo intentándose hacerse la dura – pero gracias Eikki.

Subimos al coche.

-      ¿Por qué has dejado que ese subnormal te trate así?

-      Supongo que no merezco nada mejor. No es el primero ni será el último.

-      Inkeri, no digas eso, te mereces a alguien que esté a tu altura, por lo pronto ese gilipollas no se va a acercar a ti, pero que el siguiente no sea nadie como él. Quiérete un poco, pequeña, que eres muy buena.

-      ¿Tú crees?

-      Claro, ya verás como pronto estás rodeada de tíos.

-      Por ahora no estoy muy interesada en ello, pero todo se verá.

-      Bueno, ¿a dónde quiere ir la señorita?

-      Hmm podríamos ir al Malone

-      Como quieras.

El Malone era un pequeño pub irlandés que además estaba casi al lado de nuestro barrio. Poco conocido pero encantador y con muy buen ambiente. Además nada más llegar pudimos ver que estaba a tope, aún así pasamos y empezamos a rondas de chupitos de whiskey. Cuando llevábamos tres todo se empezó a tomar un tanto difuso.

-      Joder Eikki, jaja. Yo pensaba que no bebías.

-      Pensabas mal hermanita. – me reí – soy humano, ¿recuerdas?

-      No digas tonterías tú no puedes ser de este mundo.

-      Tienes razón, quizá sea alienígena ¿plutoniano quizá?.

-      Eres demasiado guapo para ser alienígena.

-      Y tú demasiado guapa para ser la hermana de un alienígena.

-      Bueno, si es un alienígena muy guapo, quizá.

Bailamos un poco entre la multitud, bebimos un poco más y nos salimos fuera. Busqué en los bolsillos y saqué un porro.

-      ¿Has probado esto? – dije encendiéndolo – es White widow, una delicia.

-      Más de lo que debería. – respondió para mi asombro. – pero no creo que fumar ahora sea una buena idea.

-      Bueno, ya sabes lo que pasó aquella vez, quizá no…

Antes de que tuviera tiempo ni siquiera de terminar la frase, en un ramalazo de valentía, la besé pasándole el humo del porro. No se separó de mi, eso era buena señal.

-      no hace falta que me fume un porro para eso.

-      Eikki, dijiste que esto no se volvería a repetir, que estaba mal… - murmuró confundida cuando me separé de ella.

-      ¿Qué mas da lo que esté bien o mal? – dije sorprendiéndome a mi mismo, no podía aguantar más – lo que cuenta es lo que queramos.

Se mordió el labio sin dejar de mirarme, estaba completamente roja. Volví a besarla, atrayéndola suavemente hacia mi y bajando por su espalda con mi mano, hasta llegar a ese culito redondo y respingón que tan bien marcaba ese precioso vestido.

A pesar de verla totalmente entregada a mí la veía nerviosa, no dejaba de mirar a los lados.

-      Tranquila aquí nadie nos relacionará, déjate llevar pequeña.

Terminamos el porro, que no hizo mas que incrementar la temperatura, jugábamos a pasarnos el humo, a mirarnos, a rozarnos. Cualquier mínimo contacto era increíble.

Nos alejamos un poco de la zona, hasta un oscuro callejón cercano. La puse contra la pared y seguí besándola. Ella rodeaba mi cuello con sus brazos y entre beso y beso no podía dejar de mirarla. Deslicé una mano entre sus piernas y comencé a acariciarla a través de las braguitas y los panties. Noté como se aceleraba su respiración y me gemía dulcemente al oído igual que como se comenzaba a humedecer. Decidí dar otro paso y meter la mano por dentro de los mismos. Entonces me paró en seco.

-      Por favor, no puedo más, vamos a casa. – dijo entre gemidos.

-      Vamos a jugar un poco mas… - jadeé en su oído sin soltarla.

-      No, Eikki, vámonos – alcanzó a contestar.

-      Está bien.

Paramos y fuimos al apartamento, sin dejar de jugar, besándonos, abrazándonos y provocandonos. Llegamos y nuestra ropa empezó a caer al suelo casi al momento de entrar. Entre besos y caricias llegamos a mi habitación. Inkeri me tumbó encima de la cama y se subió encima de mi, siguió besándome mientras me despojaba de la americana y desabrochaba uno a uno los botones de mi camisa y poco a poco iba bajando por mi cuello, hasta llegar a debajo de mi ombligo. Entonces la paré.

- Inkeri, ¿Lo has hecho antes? - pregunté mirándole a los ojos.

Ella negó con gesto tímido. Entonces mi comportamiento se moderó. Me senté a su lado, mirandole fijamente.

- Inkeri, esto no es ninguna tonteria, va a ser tu primera vez, y no se si debe ser conmigo.

- Eikki, quiero que asi sea, eres mi hermano, lo se, pero te quiero, como mucho más que eso.

Eso me quito las pocas dudas que le quedaban. Le di otro beso y la tumbé debajo de mi. Me quité la camisa ya desabrochada y segui besandola. Busque la cremallera del vestido y la despojé de el. Tenia un cuerpo precioso, blanco níveo y con unas curvitas muy peligrosas.

Intentó quitarme las pantalones pero la pare.

- Dejame a mi - le susurre al oido dulcemente - ya tendrás tiempo de hacer mas cosas.

Desabroche el sujetador liberando esos preciosos pechos con los que habia soñado mas de una noche. Comence a lamer y mordisquearle un pezon mientras mi mano jugaba estirando y apretando el otro. Cada vez gemía mas fuerte. Deje de prestarle atención a sus pechos para bajar formando una escalera de besos hasta el borde de sus braguitas las cuales baje encantado para sumirme en el mas ardiente de los infiernos.

Su sexo estaba completamente depilado, se veia pequeñito a causa de que yo fuera el primero ahí, pero sus pequeños labios vaginales dejaban ver su clitoris, duro como un botoncito que llamaba a ser estimulado, lo acaricie con el pulgar mientras lamia la aun apretada entrada a su vagina. Si ya estaba excitado de por sí, sus continuos gemidos y jadeos consiguieron que la erección que había conseguido empezara a dolerme.

Probé a meterle un dedo, pero apenas lo conseguí de lo estrecha que estaba.

Solo lo había hecho una vez con una chica virgen, y no lo había pasado precisamente bien, ni ella ni yo. Tenía dieciseis años y cero experiencia.

Por eso quería ir con cuidado, para que no recordara esta vez como un desestre.

Paré, me incorporé a su altura y continué besándola mientras la masturbaba.

- ¿Por qué no lo… ya sabes...lo hacemos? - preguntó algo alarmada.

- Quiero hacerlo bien, quiero dilatarte un poquito antes de ir al tema - dije besándole el cuello.

Se abandonó a mis caricias. Me impresionaba el grado de sumisión que estaba teniendo. Aunque sabía lo que sentía por mí, no tenía del todo claro que fuera a ceder sin duda alguna. Pero parecía totalmente segura de lo que hacía, pese a los efectos del alcohol.

Poco a poco, su coñito fue cediendo, y conseguí meterle un dedo. Así que había llegado un momento.

- Bueno pequeña, ahora te toca a tí. - dije separándome levemente de ella.

Me miró mordiéndose el labio. Desabrochó la hebilla de mi cinturón y mis pantalones, le ayudé a quitármelos mientras la besaba. Su mirada se fue derecha a mis boxers, donde ya nada podía hacerse para disimular mi erección.

- Jo-der - susurró. - eso... ¿es por mí?

- Sí - dije divertido. - y no es la primera vez. Desde que viniste a vivir conmigo me llevas de cabeza.

Me miró algo insegura. Vaya...le habían entrado las dudas. O quizá…

No volví a tener tiempo de pensarlo. De una me bajó parte de los calzoncillos, liberando mi polla y metiéndosela en la boca.

- Inkeri...no hace falta...ah - gemí.

Joder, no se si era la primera vez que lo hacía, pero esa boquita era puro pecado, a la par que me hacía una mamada me masturbaba y jugaba con su lengua.

- S-si sigues así me voy a correr - jadeé. - p-para.

- ¿Lo he hecho bien?

- Demasiado bien...buff ¿Es la primera vez que lo haces?

- La mamada sí, pero una vez un tío me pidió que le hiciera una paja.

- Nadie lo diría. En fin, ha llegado el momento.

 

Inkeri

 

Me tumbó y buscó un condón en la mesita. Me sentía una espectadora de mi propia vida, la excitación me nublaba la mente. Lo queria dentro de mí ya.

- No te pongas condón - gemí ansiosa. - ven, follame.

- Inkeri, no es muy buena i…

- Hazlo - grité suplicante.

No dijo ni una palabra. Se colocó entre mis piernas y acariciándome el clítoris con el pulgar, acercó su pene a mi vagina. Empezó a entrarme miedo, dioses, era tan grande que dudé mucho si me cabría.

- ¿Estás segura? -Dijo leyéndome el pensamiento.

- ¿Crees que si no lo estuviera estaría aquí? - reí nerviosa.

Me contestó con una dulce sonrisa.

- Supongo que es lo que se suele decir.

Noté la cabeza haciendo presión en mi entrada, me separó los labios con los dedos y fue entrando poco a poco. Dolía, y era normal, nunca había metido nada ahí dentro y menos de ese tamaño. Estaba tan poseida por la excitación que subiendo con fuerza la cadera, me ensarté en él. Dejé escapar un pequeño grito.

- Ya está - dije con una gran sonrisa en la cara.

- Desde luego solo sabes hacer las cosas a tu manera - rió.

Esperó un poco a que mi cuerpo lo aceptara, y comenzó a entrar y salir, acelerando poco a poco. Joder, era maravilloso. Ya no dolía, solo sentía placer, alivio, liberación. Mi excitación aumentaba por momentos, estaba ahi, debajo de él, cubierta de sudor y me estaba follando, tenía a ese puto dios griego encima de mi. Comencé a gemir...y entonces llegó, la merecida recompensa, el dulce orgasmo. Grité como nunca había gritado, cuando me masturbaba estaban bien, pero este era mucho más intenso. Me dejé caer sobre la cama. Eikki se tumbó a mi lado sin dejar de acariciarme el coño.

- ¿El primero? - me susurró al oido.

- Sí - jadeé por el cansancio. - ¿tú te has corrido?

- No...pero voy a hacerlo

Me cogió del brazo y me colocó a cuatro patas a los pies de la cama, podía ver como se colocaba detrás de mi a través del gran espejo que había enfrende de su cama. Y me penetraba fuertemente desde detrás.

Grité por la sorpresa y empezó a bombearme fuertemente. Así era mucho más intenso, sentía mucho más, notaba como me reventaba.

- ¿Te gusta que tu hermano te folle así? - me gritaba.

- Sí me encanta que mi hermano me reviente el coño.

- Vaya, eres una guarra eh...te gusta que te den duro… me lo voy a pasar muy bien contigo.

- Quiero que me des mas duro, joder.

- Mmm…¿mas duro?.

- Te voy a dar duro todos los días, cuando llegues a casa todos los días lo primero que vas a hacer va a ser comerme la polla, y despues te voy a follar hasta que me de la gana - gritó cogiéndome del pelo.

- Soy tu puta. - gemí.

- Voy a correrme - anunció entre jadeos.

- Sal por favor.

- No, me voy a correr aqui, para que tengas un recuerdo de la primera vez.

- No, Eikki, por fav...aahh..

Rocé el orgasmo al mismo tiempo que él, noté como se corría en mi interior, sujetándome fuertemente las carreras y clavándome la polla hasta las entrañas, para que no pudiera salirse.

- Ya nos preocuparemos más tarde de eso, ahora ven aqui. - dijo tumbándose y tumbándome sobre él.

Me dió un beso en la frente, este no parecía el Eikki de hace segundos.

- ¿Te ha gustado? - me preguntó apartándome un mechon del pelo de la humedecida cara.

- Mucho, ¿Y a tí?

- Mucho también. Me alegro Inkeri.

Entre besos y abrazos nos quedamos durmiendo. Lo último que noté fue como su aliento chocaba en mi cuello, y como casi dormido me decía que nunca me fuera.

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Aquí está el momento que todos deseábamos. Espero que os guste, y que no me haya quedado corto, porque ni lo he calculado, ha salido como ha salido.

Muchísimas gracias a todos por animarme, muchas gracias por vuestro consejos y por vuestro apoyo :) sois como se dice en mi tierra 'majos del tó'.

Un besito con mucho amor!