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La apuesta perdida de Laura

en Hetero: General

Todo comenzó con un sencillo juego de cartas en el que el ganador podría elegir lo que quisiera. Estábamos sólos Laura y yo, era la mano decisiva y tras unos momentos de tensión saqué la última carta que me proclamaba campeón de la partida.

- Bueno cabrón... Tú dirás. - me dijo mientras me miraba con curiosidad y sin apartarme la mirada cogía el vasito cargado de tequila y se lo bebía de un trago.

- Dame un minuto que lo piense. - le dije manteniéndole la mirada. La apuesta la tenía pensada mucho antes de proponer la partida, consistía en una invitación a cenar, por parte del perdedor, y luego iríamos a tomar unas copas pero, con la particularidad de que iría vestida como yo eligiera. Lo tenía claro, una blusa de botones, sin sujetador y una minifalda. Sé que hasta ahí ella aceptaría a regañadientes pero aparte le exigía que llevara unas medias de rejilla hasta medio muslo y un tanga de hilo.

-¡Ni de coña!, pareceré una puta - me dijo con el ceño fruncido pero con poca convicción.-Una apuesta es una apuesta, además yo estaré toda la noche a tu lado - le dije intentando convencerla.

Con ese cuerpazo que tenía sólo de imaginarmela vestida de esa forma me ponía malo. Me parecía increíble el pivón que tenía como novia, tenía una carita muy morbosa, de haber chupado infinidad de pollas antes que la mía, con una mirada excitante y una boca de labios carnosos  y en cuyo interior se encontraba la guinda del pastel con una lengua juguetona adornada con un piercing diseñado para el vicio más absoluto. Tenía el pelo largo, siempre tintado de un rojo intenso y era de piel clara aunque con suma facilidad para ponerse morena con un par de veces que fuera a la playa. Su cuerpo por su parte era sencillamente perfecto, unas buenas tetas, operadas pero con espectaculares resultados, un vientre plano con otro pendiente en el ombligo y un culo prieto y respingón que había sido motivo de conversación con los amigos en innumerables ocasiones. Sus piernas estaban perfectamente torneadas fruto de trabajo duro en el gimnasio y una genética envidiable. Por último otro elemento que llamaba la atención era su brazo izquierdo, tatuado desde la muñeca hasta el hombro. Era ese punto macarra que destacaba con su cara de niña traviesa y que en su conjunto la confería como una diosa.

Resultó más sencillo convencerla de lo que pensaba, y creo que en el fondo a ella le excitaba siquiera plantearse salir así a la calle. Llegó el sábado y tras tenerme esperando mas de dos horas apareció ante mí para dejarme sin habla. Llevaba una blusa azúl marino y se había desabrochado varios botones dejando entrever un escote de infarto siendo bastante fácil intuir que no llevaba sostén, había escogido la minifalda mas corta que tenía y que con poco que se agachara difícilmente iba a poder cubrirle su espectacular culazo. Las medias de rejilla exigidas como requisito de la apuesta y los zapatos de tacón le daban un aire putesco que me provocó una erección instantánea.

-¿Que tal estoy? - me dijo con mirada pícara.-Estas preciosa, me has dejado sin palabras - le dije mientras me la imaginaba follándomela salvajemente.

Nada mas salir de casa en dirección al coche le subí un segundo la falda para comprobar si había cumplido con todo lo prometido. Ella en un acto reflejo se la bajó de inmediato pero tuve el tiempo suficiente para vislumbrar su impresionante culo y apenas un pedazo de hilo amarillo que se hundía entre los cachetes.

-¡No seas malo! -me dijo mientras me sonreía. Tenía que hacer verdaderos esfuerzos para disimular una erección que se mantenía desde el momento en que la ví vestida así.

Una vez llegamos al restaurante todas las miradas se centraron en ella, no había mucha gente todavía, tan sólo una pareja en una mesa y tres chicos en otra. Los chicos tendrían 19 o 20 años y no disimulaban nada, le hacían una radiografía completa a mi novia mientras se les oía murmurar entre ellos alguna cosa.

La cena transcurrió con buena comida y mejor vino. Nos habíamos tomado dos botellas de vino tinto y a mi novia ya se le notaba en el acento un estado de embriaguez más que evidente.

- Cariño voy al baño que me meo - me dijo en voz bajita.- Vale preciosa, aquí te espero - le dije mientras le daba un último sorbo a mi copa.Mientras mi novia se dirigía al baño pude apreciar como de nuevo era el blanco de todas las miradas y en especial de la mesa de los tres chavales que para ese momento ya llevaban una buena cantidad de alcohol en el cuerpo.

Una vez entró mi novia al baño centré la atención en su conversación.

-Joder que buena que está la putilla - decía uno de ellos.-Tiene pinta de tener un culo impresionante para follarselo sin parar- decía otro.-Y la muy guarra va con las tetas casi al aire- decía el tercero mientras se reían.

Mi novia volvió del baño y se repitieron las miradas descaradas acompañadas de algún comentario obsceno por lo bajini.

-Tenía tantas ganas de hacer pipí que me he mojado un poco el tanga - me dijo mi novia en voz bajita para que nadie mas lo escuchara y con una sonrisa juguetona.-¿Y que has hecho? - le dije y justo en ese momento abrió su bolsito y ahí estaba su tanguita. De pensar que debajo de esa minúscula faldita no había nada de tela que cubriera su coñito me provocó una nueva erección imposible de disimular.

Le dije a mi novia que antes de irnos necesitaba ir al baño, mi intención era hacerme una buena paja que calmara un poco la excitación que tenía. Cuando me dirigí hacia el baño me fije en la mesa de los tres chavales e intuí que en mi ausencia algo podía pasar. Entré en el baño, deje la puerta casi cerrada, sin encender la luz y pude ver que desde esa posición tenía visión directa a la mesa donde estaba mi novia. Gracias a esta circunstancia tenía pensado hacerme una paja observando a mi preciosa novia sin que ella lo supiera pero justo cuando empecé a cascarmela observé petrificado que uno de los chavales se había acercado a donde estaba mi novia y le estaba diciendo algo. El chaval era el guaperas del grupo y era bastante atlético, mi novia se puso a hablar con él y al momento se puso a rebuscar algo del bolso. Podía ver cómo el chaval aprovechaba para clavar la mirada en los pechos de mi novia ya que estando él de pie y mi novia sentada a buen seguro tenía una visión perfecta de sus pechos y muy posiblemente de parte de sus pezones. Finalmente ella sacó del bolso lo que parecía un mechero y se lo cedió al chico el cual  encendió un cigarro y se lo devolvió.

Estaba muy cachondo pero después de haber escuchado lo que decían de mi novia no quería dejarla tanto rato sola así que interrumpí la paja y volví a la mesa.

-Ha venido un chico a pedirme fuego -dijo mi novia con una sonrisa pícara.-¿Te ha dicho algo?-le pregunté con curiosidad.-No, sólo quería encender un cigarro pero...cuando estaba buscando el mechero...creo que vió el tanga - me dijo con cierto tonillo de excitación.

Después de decirme eso mi polla estaba que reventaba de calentura y se me ocurrió hacer una cosa que en otro momento y sin alcohol de por medio no habría hecho...o quizás sí.

-Vamos a pedir un chupito más y nos vamos. - le dije con la idea de dejarla un pelín más ebria para que me resultara mas sencillo hacer lo que se me había ocurrido.

Tras el chupito nos levantamos de la mesa y observé que ya sólo quedaban los tres chavales y las demás mesas estaban vacías. Caminabamos hacia la entrada y sujetaba a mi novia, que ya apenas se tenía en pie y, justo cuando sobrepasamos la mesa de los chavales, agarré ligeramente una esquina de la minifalda de mi novia y la levanté con delicadeza para que ella, en su estado, no se diera ni cuenta, dejando a los ojos de los tres chavales el espectáculo de ver el brutal culazo de mi novia y, aún no conformandome con eso, le agarré uno de los cachetes del culo y abriéndoselo ligeramente pude mostrarles la evidencia de que no llevaba tanga. Los tres se quedaron estupefactos y sonreí al ofrecerles una imagen que, pensé yo, la recordarían toda la vida.

Nada mas salir volví a colocar la minifalda en su sitio y nos dirigimos a una discoteca que había muy cerca de allí. Esa situación me había puesto a mil.

La discoteca estaba llena hasta los topes pero la música era buena y nos quedamos. Tras estar un rato bailando, calentándonos y jugando con el piercing de su lengua la deje un minuto sola para ir a pillar un par de copas. La verdad es que dejarla sola con la que llevaba encima y vestida como iba era un peligro pero yo con la calentura que me había provocado ella y el alcohol no estaba para plantearme los peligros. 

Había cola para rato pero estaba sediento y necesitaba un trago. Mientras esperaba mi turno iba girándome viendo a mi novia con dificultad entre la multitud y, en un momento, me dió un vuelco al corazón al ver a los tres chavales del restaurante bailando alrededor de mi novia.

No se porque lo hice pero en ese momento me olvidé de la copa y busqué una posición mejor para poder observarlos. Por un lado quería comprobar hasta donde estaban dispuestos a llegar y tenía curiosidad por ver como mi novia los mandaba a la mierda.

El chico al que en el restaurante le pidió fuego a mi novia se acercó a ella, le dió dos besos y le presentó a los otros dos chicos. Luego los tres la rodearon y se pusieron a bailar con ella. Congelado por la excitación pude ver como el guaperas agarraba a mi novia por la cintura mientras otro les hacía una foto. Tras ese acercamiento el chico le realizó una caricia en su brazo tatuado y se pusieron a bailar más cerca de lo necesario. Mi novia lejos de apartarse bailaba con ellos y por momentos me parecía intuír que les arrimaba el culo buscando el máximo contacto posible.

A pesar de la calentura que la escena me provocaba decidí acudir de nuevo al rescate de mi novia. No es que pareciera que lo necesitara pero me daba miedo que acabarán envalentonándose algo más. Cogí un par de vasos abandonados a medias sobre la barra del bar y cuando me aproximé uno de ellos se percato y aviso sutilmente a los otros dos para que disimularan.

- Me he cruzado otra vez con los chicos del restaurante. - me dijo con mirada lasciva mientras le pegaba un buen trago a la copa a medias que le había traído.- ¿Sí?¿Han intentado ligar contigo? - le dije con curiosidad pues estaba intrigado por lo que habían hablado.

- Bueno yo creo que lo que querían era follarme. - me dijo con sonrisa traviesa y visiblemente perjudicada por el alcohol.

-¿A sí?¿Y porqué piensas eso? - le dije haciéndome el tonto.

- Bueno pues aparte de por sus miradas efervescentes, porque ha habido un momento que me he hecho una foto con uno de ellos y me ha metido una sobada de culo impresionante.

- ¿Y te ha gustado que te sobara el culo putita? - le dije mientras sentía como mi polla se ponía dura por la conversación.

- Ha llegado a rozarme el ano con un dedito - me dijo con tono fogoso.

- ¿Y ha conseguido que tu coñito se moje? - le dije mientras Laura acercaba sus labios a mi oreja y me decía:- Vamos al baño y lo compruebas.

Dicho y hecho la cogí de la mano y nos adentramos en la marabunta de gente intentando hacernos paso entre la multitud. De vez en cuando me giraba para ver a Laura y veía como manos furtivas la manoseaban sin cesar. En ese momento sabía que eso, lejos de molestarla, la estaría encendiendo por dentro.

Llegamos a los baños y el de mujeres tenía una cola kilométrica así que opté sin razonar por el de hombres. En la puerta había un responsable de seguridad al que, sin mediar palabra le dí 50 euros. El entendió perfectamente cual era nuestra intención y desalojó el baño de hombres. 

Nada más entrar en los baños Laura se abalanzó sobre mi, besándome con una pasión y lujuria que pocas veces le había sentido. La tenía en brazos agarrándola de su prieto culo y ella me abrazaba fuertemente para no caerse. La apoyé sobre el lavabo y le desabotoné los botones de la blusa dejando al aire sus preciosas tetas segundos antes de lanzarme sobre ellas para lamerlas y magrearlas poniendo especial énfasis en sus pezones rosados que estaban erectos como dos pequeñas y duras pollitas. Seguí bajando lentamente con mi lengua por su vientre plano y el piercing de su ombliguito hasta que llegué a su coñito.

- ¿Así de cachonda te ha dejado el chaval que te ha magreado el culo? - le dije mientras me dedicaba con mi lengua y mi nariz a jugar con su coñito que chorreaba flujo en abundancia.

- Ahh ufff síí - decía entre jadeos Laura segundos antes de retorcerse en un intenso orgasmo.

La deje unos instantes recuperarse sobre el lavabo mientras yo me iba quitando los pantalones y los calzoncillos y dejaba mi dura polla al aire. Apenas terminé de desvestirme y Laura ya estaba arrodillada frente a mi para chuparmela como sólo ella sabía hacerlo. Su habilidad con la lengua y la carita de puta que ponía era algo increíble.

Mientras Laura me hacía una comida de polla memorable me fijé en que había, semiescondido, un chaval en un extremo con una mano en la polla cascándosela y con la otra mano grabando con el móvil toda la escena. Él me miró durante un instante pero el alcohol y la calentura que tenía me impidieron decirle nada, cosa que él entendió como que podía seguir a lo suyo.

Mi preciosa novia interrumpió la mamada me miró a los ojos y me dijo: - Follame ya cabrón.

La ayudé a levantarse y con un rápido movimiento la deje apoyada sobre el lavabo de espaldas a mí. La visión que se presentaba ante mí era poco menos que un sueño para el chaval que nos estaba observando. Levanté la corta faldita de Laura hasta dejarsela como si fuera un cinturón y empecé a follarmela con cierta brusquedad. En cada embestida la veía a través del sucio espejo del lavabo, su dulce carita con los ojos cerrados, mordiendose el labio inferior y soltando gemiditos y el bamboleo de sus espectaculares tetas que chocaban entre ellas con cada sacudida me ponían a mil. 

- ¿Te gustaría que estuviera follandote el chaval que te ha sobado el culo antes? - le dije mientras le agarraba de su rojiza coleta y seguía metiendo y sacando mi polla de su coñito mojado.

- Ahh mmmm sí ufff me encantaría, ufff estaba buenísimo. - decía entre jadeos y sollozos.

- Mmmm perra,¿y te gustaría chuparle la polla mientras yo te estoy follando? - le dije mientras de una manera completamente improvisada miraba al mirón y le daba mi aprobamiento.

- Uhmmm uffff clarooo Mmmm. - gemía Laura mientras, sin sacarle la polla de su rico coñito, la coloqué sobre el sucio y mojado suelo del baño a cuatro patas.

- ¡Chupa polla guarra! - le grité al tiempo que el chaval guardaba el móvil y se acercaba con la polla tiesa mientras yo comenzaba de nuevo a castigarle el coño con mis embestidas.

Laura no lo dudó ni un instante y cuando tuvo la polla lo suficientemente cerca de su boca la engulló como si le fuera la vida en ello. La situación me encendió, ver a mi novia tragándose la polla de un completo desconocido era lo mas excitante que había vivido nunca.

- ¡Dile lo puta y lo guarra que es! - le decía al chaval completamente absorto en el placer que estaba recibiendo.

- ¡Joder que puta eres y que buena estás perra! - se envalentonó a decir el chaval al tiempo que le agarraba con ambas manos de su pelirroja cabeza y empezaba a follarle la boca.

- Mmmm srlppp glupp....uhmm - era todo el sonido que era capaz de emitir Laura con la garganta obstruída por aquella polla de considerable tamaño.

Tras varios minutos de castigo placentero a mi novia, el chavál hizo gestos de que la corrida era inminente. Saqué mi polla del calor del coñito de Laura y me puse a cascarmela al lado del afortunado chaval. Laura cambió la postura y se quedó de rodillas mirándome mientras lamía esa polla desconocida que unos instantes después le llenó la boca de abundante y espesa leche.

- ¡Toma leche putaaaa! - voceraba el chaval extasiado casi con seguridad por la mejor corrida que habría tenido en su vida.

Yo en ese momento estallé tensando todo mi cuerpo y dedicándole los chorros de caliente semén a sus preciosas y voluminosas tetas. Nos quedamos los tres unos segundos quietos y callados, asimilando lo que acabábamos de hacer. Luego Laura se incorporó y sin mediar palabra le propinó un beso de tornillo al desconocido que devolvió el beso al tiempo que le plantaba la mano en su culazo. Laura le dijo algo al oído que no pude llegar a escuchar y se apartó de su lado para empezar a arreglarse la maltrecha blusa y colocarse de nuevo la corta faldita que a duras penas tapaba nada.

El chaval se subió la cremallera de sus vaqueros y salió de los baños haciéndo un leve gesto de despedida con la mano antes de salir.

Mi novia estaba agotada y con cierto tono ebrio me propuso que volviéramos a casa. A los pocos minutos de ir circulando camino a casa Laura ya se había quedado completamente dormida y pensé si, debido a lo mucho que bebió, recordaría algo de lo sucedido al día siguiente. Al llegar a casa la observé detenidamente durante unos minutos, sin despertarla. Estaba preciosa con esa carita de niña buena y la blusa, llena de lamparones, apenas tenía ya un par de botones que a duras penas le cubría nada. 

Sonreí al pensar que jamás hubiera imaginado que una simple apuesta de un juego de cartas iba a desembocar en lo que sucedió aquella noche.