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En el supermercado

en Voyerismo

El autobús se detuvo con un fuerte chirriar de frenos cansados, en parte normal, pues había recorrido cerca de 800 kilómetros en ese día, una vez detenido del todo abrió las puertas permitiendo que su carga descendiera de él.

Era una partida de cerca de 80 adolescentes que venían de pasar unos días en la montaña practicando diversos tipos de deportes de los llamado aventura, la masa de testosterona bajo del autocar entre voces y gritos, en parte nerviosos por ver de nuevo a sus padres, en parte cansados por los días intensos pasados.

Al fondo del aparcamiento, apoyado contra el coche, el padre de María esperaba ver a su hija entre la multitud de cabezas que se agolpaban delante del vehículo, el era un hombre que no le gustaban para nada las aglomeraciones, y menos de padres desesperados por ver a sus retoños.

Por fin la vio, y levantando la mano la movió hasta que obtuvo respuesta por parte de la chica, una vez hubo comprobado que se acercaba, golpeo ligeramente con el nudillo la ventanilla del reluciente Mercedes negro para llamar la atención de la mujer que centrada su atención en el móvil, descansaba en el interior.

Carlos, el padre de María, la observo acercarse, aun le parecía demasiado pequeña para ir sola por el mundo, pero hoy mismo cumplía dieciocho años, y debía reconocer que ya era toda una mujer, su delgada figura, obtenida gracias a las muchas horas que dedicaba a varios deportes, casi desaparecía debajo de la enorme mochila que llevaba a la espalda, esta misma tensaba la sudadera haciendo que sus enormes pechos, herencia de su madre, se marcaran perfectamente, ligeramente tapados por la larga cabellera rojiza de brillantes rizos que ocultaban en parte su figura.

Nada mas llegar, la chica, tiro la mochila al suelo y se lanzo a los brazos de su padre, que la cogió abrazándola contra su pecho al tiempo que le plantaba sendos besos en cada mejilla, cuando la dejo de nuevo en el suelo salió la madre estirando los brazos para reclamar su parte, María no dudo en fundirse en un cálido abrazo con su madre.

- uff... que ganas tenia de llegar – comento Maria una vez se hubo separado de su madre, pero sin soltarle la mano. - el viaje se me a echo eterno...joder. - proclamo al tiempo que se pasaba una mano por la frente.

- Bueno, ya estas aquí, eso es lo importante…- comento la madre al tiempo que le pasaba una mano por el brillante cabello – ahora nos contaras que es lo que has echo estos dias .

- Dale tiempo a que descanse, mujer… – respondió el padre al tiempo que cerraba el maletero donde había metido la pesada mochila. - ahora es hora de volver a casa y descansar.

- Si eso... sobre todo descansar – concluyo María deslizandose en el asiento de atrás del coche.

Los padres la imitaron y segundos después el lujoso mercedes enfilaba la carretera en dirección a la casa familiar.

- Papa, necesito que pares un momento en algún supermercado, tengo que comprar algunas cosas que me hacen falta – comento María

- que necesitas hija – pregunto la madre girando un poco la cabeza

- nada mama, cuatro cosas nada mas, para esta noche, - comento con una media sonrisa picara

- que ocurre esta noche – volvió a preguntar la madre poniendo la mejor cara de inocente que pudo

- vaaaa.. no te hagas la tonta que se que seguro me habréis echo alguna cosa para mi cumpleaños

- haaaa siiii... hoy es tu cumpleaños.. huyy hija perdona pero se nos había olvidado

- si claro... - respondió María con una carcajada

- bueno si quieres te dejamos un momento en el centro comercial mientras vamos a buscar a tu hermano al futbol, y luego te recogemos, te parece – comento el padre

- ufff... entrar así en el centro... es que voy echa una cerda mama, llevo tres días sin ducharme .. - comento al tiempo que se olía el sobaco

- bueno pues si quieres voy yo... como tu quieras, - comento la madre – solo dime que es lo que tienes que comprar

tras pensarlo unos segundos decidió que era mejor que fuera ella, entre otras cosas porque no quería decirle a la madre que una de las cosas que debía comprar eran preservativos, había estado todo el finde hablando con su novio, acordando que esa noche harían por primera vez el amor, y no es que le hicieran falta, porque ya hacia un tiempo que tomaba la pastilla, pero quería que fuera igual como hizo su madre según un día le conto, pero claro esta, para eso hacían falta condones y aunque no tenia muchos secretos con su madre este en concreto no le apetecía contárselo.

- bueno es igual mama, ya iré yo, dejarme en el centro y cuando volváis me dais un toque al móvil y quedamos, ok

- ok.. - respondió el padre con una sonrisa.

Minutos mas tarde el vehículo se detenía ante las puertas del supermercado existente en la explanada del centro comercial, por indicaciones de la chica, una vez parado le dio un beso a cada uno de sus padres y saltando del coche se perdió entre la marea de gente que entraba y salía del supermercado.

Juan miro el reloj, eran cerca de las siete de la tarde, llevaba desde las dos trabajando, y ya a esa hora tenia los pies reventados de tanto caminar por el inmenso centro, su trabajo era vigilar, pero apenas había movimiento, quitando algún que otro aviso de robo que casi siempre era descuido de las empleadas de las tiendas al quitar las alarmas, eso le motivaba un perenne aburrimiento que hacia que las horas pasaran mas lentas.

A esas horas su misión era vigilar la zona del supermercado, ya que era la hora que mas afluencia de gente había, aun así, la monotonía le había vuelto una persona gris, y casi siempre malhumorada, a sus cuarenta y nueve años no le quedaban muchas opciones de cambio, demasiado mayor, y eso redondeaba su estado.

- Juan me recibes... - crepito el pequeño auricular que llevaba introducido en la oreja

- si... dime

- hay un código rojo en la sección de perfumería... - resonó el pequeño auricular – mujer joven, pelirroja, lleva vestido negro corto.

- recibido… voy para allí a ver

- ok

Maldiciendo su suerte, el vigilante se encamino hacia el lugar que su compañero de control le había indicado, para esto, se dirigió dando un pequeño rodeo para así, de esta manera poder observar sin ser visto y comprobar si lo que su compañero había visto era cierto o simplemente una apreciación.

Poco a poco se fue acercando al pasillo indicado, subió tranquilamente por el contiguo al de perfumería y entre las estanterías busco la descripción que le había dado su compañero, no tardo mucho en localizarla, estaba mirando los cosmeticos prácticamente enfrente de el, aunque ella no le podía ver el si, perfectamente, así es que se detuvo a observar.

La chica estaba mirando los maquillajes, probando las muestras sobre el dorso de su mano, por fin eligió uno y se paso la mano por la mejilla al tiempo que se acercaba a un espejo que había colgado para este fin, al hacerlo se pego prácticamente a la estantería, lo que hizo que el vigilante estuviera a solo medio metro de ella.

A esa distancia, y oculto como estaba, pudo comprobar tranquilamente el cuerpo de la chica, observo sus senos bien marcados, grandes, quizá demasiados para su edad, no le echo mas de dieciocho, pensó para si, siguió contemplando, su mirada se deslizo por el vestido hasta el borde de este, donde asomaban unas piernas largas y bien torneadas, el culo ya se lo había visto antes y bordaba el conjunto, desde luego la chica estaba buena, mas que buena, muy buena.

Una media sonrisa lasciva apareció en su cara, desde luego, pensó, quien estuviera en la piel del novio de esta para poder disfrutar de tan rica carne, y como confirmando su pensamiento su mano apretó su polla al tiempo que se la recolocaba al sitio.

Y entonces ocurrió.

La cantidad de gente que atestaba el supermercado era impresionante, como se notaba que era principio de mes y la gente había cobrado, pensó María al tiempo que atravesaba las bandas anti robo que había en la entrada del súper.

Paseando entre los pasillos observaba la gente, había algo en esos sitios que siempre le había llamado la atención, el ver tanta gente, hombres, mujeres, niños, y cada uno como en su mundo, ellas comprando o vigilando que el niño de turno no se perdiera, mientras ellos por regla general, o atendiendo a las órdenes de sus mujeres o aprovechando el despiste de estas para poder observar a otras, ese detalle lo descubrió una tarde con unas amigas, en el que decidieron ser malas e ir probando a ver cuántos hombres sin importar la edad no les perdían ojo.

Desde entonces no podía evitar excitarse cada vez que entraba en un sitio así, y hoy no era diferente, siguió paseando hasta llegar a la zona donde se encontraban los zapatos, observo que casi al final del pasillo había un hombre apoyado en un carro con cara de aburrido mientras su mujer se probaba todo el catalogo de zapatos, a deducir por la cantidad de ellos que tenía alrededor.

María lo observo un segundo y decidió jugar un poco, lentamente se fue acercando hasta donde estaba el, disimulando mirando unos y otros pares, hasta que por fin cogió unos zapatos de plataforma y con ellos en la mano fue a sentarse justo enfrente de donde se encontraba el hombre.

Sin mirarlo para que no se cortara, subió la pierna colocando el tobillo derecho encima de la rodilla izquierda, en esa postura el vestido que llevaba se le subió casi hasta la ingle, y por la altura de la pierna sabia que el hombre podría ver sin mucho problema su pequeño tanga asomando entre sus muslos.

Apenas levanto un segundo los ojos para darse cuenta que el tipo no había perdido detalle del espectáculo que se le ofrecía a sus ojos.

Sin prisa se entretuvo en atarse el zapato dejando que la mirada del hombre se sumergiera en su interior, luego poniéndose de pie se acerco hasta el espejo que había en el suelo, este tenía la particularidad de al estar inclinado daba la perspectiva total de las piernas y según cómo te ponías de algo mas, comenzó a subir y bajar la pierna que no llevaba el zapato, al tiempo que se colocaba de manera que el espejo reflejara bien su cuerpo debajo del vestido, así estuvo un rato, moviéndose, mostrando su cuerpo al desconocido, hecho esto, fue a elegir otro y repitió la misma operación, solo que esta vez, dejo que el vestido se corriera lo suficiente como para que el viera perfectamente su tanga negro entre sus muslos separados ingenuamente.

Cuando comprobó que su juego había dado el efecto que buscaba, que no era otro que notar la excitación en el desconocido, se volvió a calzar sus zapatos abriendo las piernas para poder colocárselos mas fácilmente, como si de un último regalo se tratara, en esta postura su sexo se mostro perfectamente claro a los ojos del hombre, al terminar se marcho en busca de otra víctima, dejando que el tipo se regocijara con el movimiento de su culo al andar.

El sentir eso la volvía loca, la encantaba, la excitaba, el sentirse deseada hacia que su sangre corriera como un caballo desbocado por sus venas, y esa sensación la hacía sentir viva, tenía que reconocer que era una exhibicionista convencida.

relato escrito para un lector que me lo a pedido expresamente, no me interesa saber si esta bien o no escrito, si tiene o no faltas de ortografia o de acentuacion, escribo por placer no para pasar un examen, asi que por favor si comentais algo ahorraros el esfuerzo porque no lo tengo en cuenta, gracias.

PD: Como en otros hay una parte que es real y otra que es fantasia... cual sera???