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Educando a la malcriada de mi hermanastra 02

en Dominación

Os recomiendo comenzar a leer desde el primer capítulo, ya que todos los relatos de la serie son una gran historia durante el fin de semana con mi hermanastra.

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Me pasé casi toda la noche viendo las fotos que tenía en su móvil la guarrilla y en su ordenador, menuda calienta pollas estaba hecha. Un montón de selfies en bikini para lucir ese increible cuerpazo que tiene la niñata y otras muy acaramelada con sus amigas, que también son unas calientapollas de cuidado. Tenía que aprovechar el día para gozar de ese cuerpo, que mañana ya volvía Rebeca y aun me quedan muchas ideas para mi venganza.

Me fui para su cuarto y me encontré a Helena ya despierta con sus pijama corto, mirando en sus cajones. Como un resorte de alejo de mí al verme entrar en su habitación y una mezcla de vergüenza y rabia aparecieron en su cara.

- Buenos días guarrilla. - le dije mientras me acercaba a ella arrinconándola contra el espejo de su armario. - ¿Qué tal dormiste?

- ¿Qué quieres? - me contestó con rabia, sin mirarme a la cara.

- Menudos humos tenemos por la mañana, ¿qué pasa aun te duele el culo de ayer?

- Me hiciste daño ayer. - su rabia se abría paso para intentar no mostrar debilidad.

- Te lo mereciste por no saber obedecer a la primera niñata. - le dije mientras le agarraba su carita suave y morena. - Me apetece que me la chupes otra vez, ayer lo hiciste muy bien guarrilla.

- Ni de coña, pervertido. No te pienso volver a chupar nada y esto se termino. - Me gritó mientras me golpeaba la mano con la que le estaba acariciando la cara.

Parecía que durante la noche había recuperado toda su rabia y chulería, algo que tenía que cortar ahora mismo si quería tener a esta niñata chupandome la polla el resto del fin de semana. La agarré con fuerza del brazo y la lancé contra su cama. Me puse encima de ella para inmovilizarle los brazos y ponerla boca abajo, mientras intentaba escaparse. De un tirón le bajé el pantaloncito del pijama y las braguitas, para dejar su precioso culo al aire. Helena no dejaba de gritar y patalear imaginándose lo que le venía ahora. Aún tenía algunas marcas del castigo de la noche anterior, las tres tiras de los azotes con el cinturón aún se podían distinguir con claridad. Con sus dos brazos bien inmovilizados a su espalda empecé a azotarla con la mano, repartiendo el castigo entre sus dos redondeadas nalgas. Que sensación más placentera estaba siendo volver a azotar ese culito que me estaba provocando una erección brutal. Helena no dejaba de lloriquear y patalear intentando librarse del castigo, lo cual estaba haciendo que su cara de rabia empezase a volverse más sumisa.

Con el entusiasmo del momento se me paso llevar la cuenta de los azotes que le estaba dando, pero entre el enrojecimiento de su culo y el poco forcejeo que estaba ofreciendo Helena, decidí parar a ver si ya había desaparecido la rebeldía.

- ¿Ya has recordado lo que aprendiste ayer?

- Si, lo siento. - Me contestó entre sollozos. - No volveré a desobedecer, lo prometo.

- ¿Y que vás a hacer ahora, si no quieres que vaya a buscar el cinturón? - la palabra cinturón hizo que Helena diese un respingo.

- No, el cinto no. Te la chuparé. - dijo con voz muy baja, tapándose la cara contra las sábanas.

- No te oigo. ¿Qué es lo que quieres hacer? Quiero oírte bien.

- Quiero chupartela. - dijo toda avergonzada.

Solté los brazos de Helena y esta rápidamente se empezó a frotar su culo rojo, que le ardía de los fuertes azotes que le dí. Me senté en el puff y comencé a grabarla con el móvil.

- No me graves, por favor. - me suplicó tapándose por la vergüenza.

- Quítate el pijama, quiero ver ese precioso cuerpo que tienes.

- Otra vez desnuda no, te la chuparé pero no quiero estar desnuda. - decía Helena mientras se aferraba a su pijama.

- Si me sigues haciendo perder el tiempo me enfadaré y te obligaré a tragartelo. ¿Seguro que te gusto ayer?

- ¿Si me desnudo, no me lo tendré que tragar?

- Si me haces una mamada mejor que la de anoche, me conformaré con correrme en tu cara.

Helena dudo unos segundo pero empezó a quitarse el pijama. Aun sigo sin creerme que tuviese a ese cuerpazo a mi merced y que fuese a disfrutarlo complaciendo mis fantasías. La guarrilla de arrodilló delante mía y empezó a bajarme el pantalón del pijama, mientras acariciaba mi endurecida polla. Empezó a pajearme la polla con movimientos suaves que era una delicia, pero yo lo que quería era disfrutar de su pequeña boquita, con que le empuje la cabeza contra mi polla para que empezase a chuparmela. Esta vez la guarrilla si que se lo estaba currando, que casi no tuve que empujarle la cabeza como la noche anterior. La mamada estaba siendo increible y de vez en cuando le obligaba a mirarme para que se le viese bien en el video, lo que me estaba poniendo brutisimo. Cuando estaba a punto de correrme me puse de pie, ya que quería un plano perfecto de mi guarrilla recibiendo mi corrida en toda la cara. Helena cerró los ojos y recibió todo su premio en la cara, ni una gota fuera. La escena era increíble, la guarrilla de rodillas desnuda a mis pies toda lefada.

- Pufff. Cada vez lo haces mejor guarrilla y la cámara te adora, luego te enseñaré el video.

- ¿Puedo lavarme? - me pregunto toda avergonzada intentando limpiarse con las manos.

- Si, date una ducha rápida que nos vamos a ir de compras.

- ¿De compras?¿A dónde?

- Luego te lo cuento niñata, ahora dúchate y ponte uno de tus vestido de tirantes de verano. - le decía mientras me dirigía a mi cuarto a cambiarme. - No tardes.

Cuando terminé de vestirme Helena ya estaba casi lista. Se había puesto un vestido de tirantes de estampados que le quedaba muy bien, aunque tengo que reconocer que con ese cuerpo que tiene cualquier vestido le queda muy bien.

- Voy a ser claro con que escucha bien, que no te lo voy a repetir. - Helena se giró para atenderme. - Lo que más ganas que tengo es quitarte la chulería y lo malcriada que eres a base de azotes. - la cara de la niñata volvió a mostrar temor por lo que podría seguir diciendo. - Pero si eres obediente me conformaré con disfrutar de tu cuerpo.

- ¿Que te la vuelva a chupar?

- Ese puede ser uno de los castigos, pero puede haber otros como meterte mano y creo que eso ayer te gusto mucho. - la cara de Helena se puso toda roja.

- ¡No me gusto!

- Pues bien que gemías y te corristes tanto que te fallaron las piernas. ¿Me vas a decir que no preferiste ese castigo a los azotes?

- No me gusta ninguno, pero si, lo prefiero antes que los azotes o chupártela. - Helena estaba tan avergonzada por lo que estaba diciendo que no sabía donde meterse.

- Me lo imaginaba guarrilla. Pues para librarte de los azotes tendrás que obedecerme y complacerme. - le dije mientras le agarraba la cara para que me mirase a los ojos. - Porque si no lo haces y me canso de ti, tus videos acabarán en internet.

- No por favor, dijiste que los borrarias. - me suplicó.

- Bueno, te iré diciendo las reglas que tendrás que cumplir si no quieres que te siga ardiendo el culo y lo que tendrás que ir haciendo para tenerme contento.

- Si obedeceré.

- Nos vamos a ir al centro comercial que tienes que comprar unas cuantas en Decathlon y luego al volver seguiremos con tu adiestramiento.

- ¿A Decathlon? ¿Qué voy a comprar? - Helena estaba sorprendida.

- Cuando estemos alli te lo diré. ¿Estás lista ya?

- Si, ¿pero me podrías devolver mi móvil?

- Toma, que ya vi todas las fotos. Como te gusta insinuarte en los selfies. - le dije mientras le devolvía el móvil. - ¿Pero créo que aún no estás lista para irnos?

- Si, la chaqueta la tengo en la silla del salón.

- No me refiero a eso. Te recuerdo que te dije que te pusieses un vestido de tirantes y no mencioné nada más. - Helena estaba totalmente descolocada, no se imaginaba de que le estaba hablando.

- Ya llevo un vestido de tirantes.

- Y por lo que puedo ver también ropa interior y yo no dije nada de que te la pusieras. - la niñata se quedó alucinada sin poder creérselo.

- ¿Quieres que vaya sin ropa interior? ¿Estas de broma, con este vestido tan corto?

- Quítatela o nos quedamos y me paso todo el día azotandote. - le dije mientras le daba un tirón del pelo.

- Vale, vale, me la quito.

Helena empezó a quitarse las bragas y el sujetador toda avergonzada y las dejo sobre la cama. Nos marchamos a por el autobús para ir al centro comercial y a Helena se le veía muy incómoda, preocupara porque no se le pudiese subir la falda del vestido. En el autobús no sabía cómo sentarse, se pasó todo el trayecto acomodándose la falda y mirándome con cara de rabia, lo que hacía que me entrase la risa. Cuando llegamos a Decathlon la cara de rabia de Helena pasó a intriga, ya que no se imaginaba lo que le podía obligar a comprar.

- Al final de este pasillo. - le señale entrando en el pasillo de deportes de equitación.

- ¿Aquí? - la pijita estaba alucinada, ya que no se podía imaginar que sería.

- Si, a tu derecha. Quiero que elijas uno.

- ¡Una fusta! - Helena estaba flipando. - ¿Quieres que elija una? ¿Para qué?

- Tu que crees, para castigarte cuando desobedezcas.

- Pero… - las palabras no le salían de la boca de lo alucinada que estaba.

- Eliges una o elijo yo esta. - le dije mientras le señalaba una muy larga que era una vara que tenía una cuerda trenzada en la punta.

- Esa no, eso parece un látigo. - me suplicó mientras se ponía a elegir entre las fustas. - Esta.

- ¿Que pone en la etiqueta?

- Fusta para equitación junior.

- Acaso eres una niña. Elige una acorde a tu cuerpo de mujer. - le dije señalando la sección contigua donde había fustas más grandes.

- ¡Que vergüenza! ¿Está bien esta? - me preguntó enseñándome una fusta que cumplía muy bien mis expectativas.

- Así me gusta mi gatita, buena elección. Ahora ve a pagar que tenemos que hacer más recados.

- ¿Yo? Que vergüenza comprando esto. Seguro que van a pensar mal de mi. - me dijo toda sonrojada.

- Y seguro que acertarían guarrilla. ¿Quieres comprar algo más para disimular?

- Si por favor, lo que sea.

- Bien. Quiero que te compres unos leggins claritos, que te vayan tan apretados que se te marque la rajita. Pruebatelos y yo decidiré si te hace falta una talla menos.

Helena no sabía donde meterse de la vergüenza y recordando lo que le pasaría si no obedecía empezó a caminar hacía la sección donde estaban los leggins. Cogió un par de tallas pequeñas y se metió en el probador. Por suerte a esas horas casi no había nadie por el Decathlon, con que decidí que iba a humillar un poco a mi perrita dentro del probador, eso seguro que le hacía pasar mucha vergüenza, con el miedo de que alguien la escuchara. Abrió un poco la puerta y me dijo en voz muy baja que ya se los había probado. Sin dar tiempo a reaccionar a Helena entré en el probador y cerré la puerta. Helena estaba con el vestido subido y con la cara roja de vergüenza.

- Quítate el vestido que quiero ver bien como te quedan esos leggins. - le dije mientras me sentaba en el banco del probador.

- Así puedes verme, se me marca todo de lo apretados que los llevo.

- Si crees que no te voy a poner sobre mis rodillas para darte unos azotes dentro de este probador estás muy confundida, niñata. - le dije mientras la agarraba del brazo.

- Vale me lo quitaré.

La niñata se quitó el vestido, quedando solo con aquellos leggins verde clarito que le marcaban perfectamente su tierno coñito. Estaba muy buena, pero lo que más me ponía era su cara de avergonzada y sumisa, con qué saqué el móvil y empecé a hacerle algunas fotos. Sin poder resistir la tentación empecé a acariciar con coñito con los dedos sobre esos leggins tan apretados, lo que hizo dar un respingo a Helena.

- No por favor, aquí no. - me suplicó agarrandome la mano.

- ¿Por qué? Si ya sabes que te va a gustar.

- Nos pueden oír, estamos en una tienda. - me dijo mientras empecé a soplar suave sobre sus pezones, lo que hizo que se le pusiesen muy duros.

- Pues tápate la boca y no te pongas a gemir como una loca.

La coloqué mirando al espejo, ya que no me quería perder su carita de placer mientras metía mis dedos dentro de los leggins para jugar con su clítoris. Helena lo estaba disfrutando como una loca, moviendo su cadera al ritmo de mis caricias, lo que estaba haciendo que su culito se frotase con mi polla. Empecé con la otra mano a acariciar sus pechos y con mucha suavidad comencé a besarle el cuello, lo que hizo que perdiese el control y se estremeciera de placer. Sin dudarlo el cuello era uno de sus puntos más fáciles para que se excitase con rapidez. Sin esperarmelo se giró y empezó a besarme sin ningún control, lo que aproveché para meterle los dedos de su coño. Helena estaba descontrolada, el placer había tomado control de su cuerpo y su respiración empezaba a acelerarse. Yo tenía la polla tan dura que parecía que me iba a reventar dentro de los pantalones. Un tremendo espasmo recorrió el cuerpo de mi perrita y rápidamente se puso las manos en la boca, para ahogar sus gemidos de placer. Se había corrido, tenía toda la entrepierna mojada y una cara de placer que intentaba ocultarme mientras me seguía besando.

- Ahora te toca agradecérmelo. - le susurre al oído.

Aún la lujuria tenía el control de su cuerpo y sin tener que forzarla se arrodilló para bajarme los pantalones. Esta vez tenía una actitud juguetona y empezó a darme lametones en la polla como si fuese un helado. Sin duda la mejor mamada, pero aun le seguía costando tragarse mi polla con que le ayude empujándole un poco la cabeza. De lo excitado que estaba no le costó mucho hacerme llegar al límite y agarrándole del pelo hice que me mirase.

- Quiero que te lo tragues todo, ¿no querrás salir de este probador con toda la cara con mi corrida?

Helena me miró con cara de rabia y aumentó el ritmo de su mamada lo que hizo que me corriese brutalmente. La guarrilla no dejó que cayera ni una gota fuera de su boquita, lo que le produjo un par de arcadas.

- Muy bien, ves como cuando quieres no tengo que azotarte.

- Perdí el control, yo no soy así. - me dijo toda avergonzada.

- Eso ya lo iremos descubriendo con tu adiestramiento. Ponte el vestido y ve a pagar.

- Que vergüenza, he mojado los leggins. No puedo llevar esto a que me lo cobren. - me dijo mientras me enseñaba una mancha en la entrepierna de los leggins.

- Deja esos en alguna esquina y coge otros de iguales. También quiero que compres esto. - le di un rollo de cuerda roja de 10 metros de escalada.

- Una cuerda, ¿para qué? - me preguntó toda sorprendida mientras se ponía su vestido.

- Por si te portas mal y es necesario atarte. - le conteste con una sonrisa mientras salía del probador.

Helena se dirigió al mostrador para pagar con bastante vergüenza y más cuando se dió cuenta que iría sola, ya que yo me fuí hacia la puerta desde donde podía verla.

- Que vergüenza he pasado, la chica se me quedó mirando cuando vio lo que que quería pagar. - me dijo toda ruborizada mientras salíamos de la tienda.

- Será por la cara de viciosa que tienes. - le dije riendome.

- ¿Nos vamos a casa ya, por favor? No me gusta caminar con este vestido y sin ropa interior.

- Hablando de ropa interior, vas a ir a hacer un último recado.

- ¿Cual? - me preguntó con cara desconfiada.

- Quiero que te vayas a comprar un conjunto de lencería que sea muy sexy. Que solo con verte con el puesto se me ponga muy dura. - le susurré al oído, lo que hizo dar un respingo a Helena. - Te dejaré ir sola, pero me mandarás una foto de los modelitos que te pruebes y yo decidiré.

- ¿Compro eso y nos iremos para casa?

- Si y date prisa, no querrás encontrarte con alguien conocido y que note que vas sin ropa interior.

La cara de Helena volvió a ponerse roja y sin quejarse se dirigió hacia una de las tiendas de lencería del centro comercial. Yo me fuí a dar una vuelta por el centro comercial a ver si veía algo interesante para mis próximos castigos para la pijita de Helena.

 

CONTINUARÁ...