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Vengándome de Jennifer

en Dominación

Dicen que el último año de instituto es el más agobiante porque hay que estudiar mucho para la selectividad, pero para mí está siendo uno de los mejores años de mi vida, ya que por fin me estoy pudiendo vengar de Jennifer.

Jennifer aparte de ser mi compañera de clase es también mi vecina y nos conocemos desde hace un montón de años. Es una preciosidad morena con un cuerpecito pequeño, pero perfectamente esculpido y una carita de niña buena, que parece que nunca ha roto un plato. Sus enormes ojos verdes me tienen hipnotizado y sus carnosos labios me vuelven loco, pero sin duda la parte más sexy de su cuerpo es su redondito culo.

Aunque nos conozcamos desde hace muchos años, nuestra relación no es muy cercana, hasta que diría que un poco tensa, ya que su actitud de niña consentida y malcriada siempre me ha sacado de quicio. Además por casualidades de la vida, siempre hemos tenido números contiguos en clase y eso significaba que casi todos los trabajos por parejas me ha tocado sufrirlos con ella. Jennifer es hija única y siempre ha hecho lo que le ha dado la gana y más con los estudios, ya que sus padres nunca la castigaron por suspender y menos este año que andan más tiempo fuera de casa por trabajo, que vigilando a su hija.

Nada más empezar este curso nos mandaron el primer trabajo de física por parejas y como siempre yo iba con Jennifer. Como ya la conocía, le encargué la parte de los ejercicios y yo me encargaba de la teoría, que visto lo visto, seguro que la copiaría literalmente de alguna web. Quedamos en su casa al volver de mi entrenamiento y así se los corregía antes de entregarlos al día siguiente.

Al terminar el entrenamiento fui directamente a casa de Jennifer, para terminar rápido de corregir los ejercicios y poder irme a terminar mi parte del trabajo, que no me apetecía acostarme tarde. Timbré en el portalón del chale de Jennifer, pero nadie me contestaba y la puerta no se abría. Cansado de esperar la llamé por teléfono y empecé a escuchar la melodía de su móvil en la zona donde tienen la piscina.

- ¿Qué quieres?

- Qué va a ser, que me abras la puerta. – Aun no había entrado en su casa y ya me estaba sacando de quicio.

- Ok, voy.

A los pocos minutos apareció la malcriada de Jennifer en la puerta luciendo un pareo y una camiseta de tirantes, con la que se le notaban sus pequeños pezones. Sin duda estaba tomando el sol, como hace siempre que hace buen tiempo. Entramos en su casa y me indicó que me colocase en la mesa del salón, mientras ella iba a cambiarse y bajaba su portátil. Viendo la situación no me cabía ni la mínima duda de que se había pasado toda la tarde tomando el sol, sin hacer los ejercicios.

Jennifer bajó de su cuarto con un pantalón de pijama flojo rosa, pero que le marcaba perfectamente su redondito culo y una camiseta corta por encima del ombligo. Siempre le gustaba ir luciendo su plano abdomen, igual q su rico culo, con pantalones ajustados o leggins.

- ¿Hiciste los ejercicios? – le pregunté directamente.

- No pude, tenía cosas que hacer. – me contestó mientras se hacía una cola en el pelo.

- ¿Estás de broma? Yo también tengo cosas que hacer.

- Bueno los hacemos ahora. – me dijo mientras se ponía a mirar el facebook en el portátil.

- ¿Vas a empezar como siempre? – mi paciencia estaba llegando a su límite. – A no hacer nada.

- A mí me bajas ese tono, que no tengo porque aguantar que me hables así en mi casa. – me contesto muy chulita la malcriada. – No voy a desaprovechar un día de sol por hacer unos ejercicios que no cuentan casi nada para la nota.

- Ya y por tu culpa siempre nos ponen una mierda de nota. – la conversación estaba subiendo de tono. – Y algunos sí que tenemos que dar explicaciones por nuestras notas.

- ¿Pero quién te crees para hablarme así? – Jennifer se levantó de la mesa mientras me gritaba. – No tengo que darte ninguna explicación, imbécil.

- Tú no das explicaciones a nadie, eres una mal criada que hace lo que le da la gana.

Jennifer se acercó rápidamente y sin esperármelo me dio una bofetada en la mejilla. No fue una bofetada fuerte, pero hizo que mi paciencia y tranquilidad desapareciesen.

- ¡Lárgate de mi casa! – me chilló mientras me señalaba la puerta. – A mi no me da lecciones ningún perdedor como tú.

Me estaba hirviendo la sangre y mi enfado iba en aumento con cada palabra que salía de la boca de Jennifer. Como si mi cuerpo escapase de mi control, agarre a la niñata de Jennifer del brazo y la tiré sobre mis rodillas.

- ¿Qué haces? ¡Suéltame! – me gritaba mientras me miraba con la cara sorprendida por lo que estaba haciendo.

- ¡Pues darte una lección! – toda la ira que había acumulado durante años aguantando las tonterías de Jennifer había tomado el control de la situación.

Sin ningún aviso dejé caer el primer azote sobre el culo de Jennifer. El golpe hizo enmudecer a mi vecina, que no se podía creer lo que estaba sucediendo. Continué azotándola mientras ella se quejaba y se revolvía para intentar soltarse.

- ¡Para, me haces daño! – chillaba la niñata mientras le seguían cayendo azotes. – ¡Se lo diré a mi padre!

- ¿Y qué le vas a decir? ¿Qué te estoy dando la lección que te tenía que haber dado tu padre hace muchos años?

- ¡Suéltame, imbécil! – Jennifer me miraba con los ojos llenos de odio. - ¡Haré que te arrepientas cabrón!

- No estás en posición de amenazar niñata. – agarré la goma de su pantalón y de un tirón le bajé el pantalón y las bragas, dejando su culito totalmente indefenso. – No voy a parar hasta que aprendas a respetarme.

Los azotes volvieron a caer sobre el desnudo culito de Jennifer, mientras ella se revolvía sobre mis rodillas. Era una gozada azotar aquel culito, una sensación que me estaba poniendo cada vez más caliente.

Las quejas de Jennifer empezaron a disminuir, pero aun seguía moviéndose como una anguila sobre mis piernas, pero de una manera extraña. Al principio Jennifer forcejeaba y se movía a compas de mis azotes, intentando girar el cuerpo para que no pudiese acertar en su desnudo culo, pero ahora era distinto. No podía creer lo que acababa de descubrir, en uno de sus forcejeos, la rajita de Jennifer se colocó sobre mi rodilla y ahora sus movimientos no eran para evitar los azotes sino que se estaba frotando su clítoris.

- ¿Estás aprendiendo la lección? – Jennifer no me contestaba y tampoco me miraba a la cara - ¡Contesta niñata! – le propiné tres azotes muy seguidos en su enrojecido culo.

- ¡Siiiii! – más que un si parecía que había sido un gemido.

- Mira la guarrilla si está disfrutando con el castigo. – le dije burlonamente.

- No… no es cierto. – me contestó Jennifer con la respiración acelerada y la cara toda roja.

- No te creo niñata.

Sin darle tiempo a reaccionar metí mis dedos entre sus piernas hasta acariciar su húmeda rajita. Lo tenía totalmente depilado y su coño era cerradito, una delicia para mis dedos que se iban introduciendo un poquito más con cada caricia. Un escalofrió recorrió el cuerpo de Jennifer y cerró las piernas intentando impedir que siguiese jugando.

- No… no por favor. – me suplico mi vecinita que se estaba batiendo entre el placer y la vergüenza.

- ¡Sepáralas! – le ordené mientras le soltaba el brazo que le estaba sujetando a la espalda, ya que no veía resistencia como antes. - ¿Quieres que siga con los azotes? Pero esta vez no voy a dejar que disfrute tu coñito.

Jennifer me miraba con sus enormes ojos verdes buscando algo de piedad por mi parte, pero se dio cuenta que no la encontraría y lentamente empezó a separar las piernas. Volví a introducir mis dedos hasta su empapada rajita y empecé a acariciarla otra vez. Con la primera pasada de mis dedos la respiración de Jennifer se volvió a acelerar y de su cuerpo empezó a desaparecer la tensión que tenía. La niñata lo estaba disfrutando en grande y eso se reflejaba en su cara, en la que ya no se veía odio como al principio del castigo, sino lujuria. No me podía creer lo que estaba pasando, era como una de mis fantasías cuando me hacía una paja, la chica más buena de mi clase, medio desnuda sobre mis piernas, gimiendo por la masturbación que le estaba haciendo. Esto me estaba gustando demasiado y no quería perder mi oportunidad de disfrutar de ese cuerpo todo lo que me apeteciese. Jennifer estaba muy ocupada entre gemidos como para darse cuenta que saqué mi móvil y lo coloqué a un lado del sofá, para grabarla.

- ¿Te merecías lo azotes? – la agarré de la coleta para que levantase la cabeza.

- Siiii

- Pero creo que esto no te lo merece. – introduje uno de mis dedos en su cerrado coñito, que hizo que le viniese un subidón de placer a Jennifer. – Mejor voy a parar.

- No… no por… por favor. – comenzó a suplicar cuando empecé a sacar mi dedo de su coñito. – Haré lo que quieras… pero no… no pares.

- ¡Ponte de pie!

Saqué mis dedos empapados de la entrepierna de la niñata y esta intentó ponerse rápidamente de pie, pero las piernas le fallaban un poco. Jennifer estaba tan cachonda que obedecía inmediatamente para no perder ni un segundo. Le ordené que se quitase la ropa y que apoyase el culo en la mesa del salón. La imagen era increíble, Jennifer con una cara que no podía ocultar lo cachonda que estaba y aquellas increíbles tetas. Tenía unas tetas pequeñas pero muy redonditas, que ocupaban perfectamente la palma de mi mano. No me pude resistir y empecé acariciarlas. Eran suaves pero firmes, con unos pezoncitos pequeños que cada vez que los acariciaba Jennifer se estremecía.

- ¿Estas cachonda? – la niñata me contesto moviendo la cabeza con una sonrisa de pura lujuria. - ¿Qué vas a hacer para disculparte por la bofetada que me diste?

- ¿Qué… qué quieres? – me preguntó mientras empezaba a jugar con mis dedos en la entrada de su rajita.

- ¡Me vas a chupar la polla!

Introduje dos de mis dedos en su coño y empecé a masturbarla más rápido que antes. Sus pezones me estaban hipnotizando y no me pude resistir a chuparlos, lo que hizo que mi vecinita se pusiese muchísimo más cachonda. Jennifer estaba a punto de llegar a su límite, lo que hizo que me empezase a besar y suplicarme que no parase, a lo que le respondí acelerando más mis dedos.

Jennifer arqueó la espalda y pude notar como el orgasmo recorría todo su cuerpo hasta llegar a sus piernas, que le fallaron como si fuesen de papel. No era capaz de hablar con la respiración tan acelerada y el corazón parecía que le estaba latiendo a mil por hora.

- Te has corrido bien guarrilla. – le dije mientras me limpiaba los dedos. - Ahora te toca disculparte.

- Necesito… necesito descansar. – contestó mientras intentaba recuperar el aliento.

- No te he preguntado. – le contesté mientras le agarraba por la coleta para obligarla a ponerse de rodillas.

- Esperar por favor…

- ¡No voy a esperar a nada! ¿Quieres que vuelva a azotarte?

- No.

Jennifer empezó a desabrocharme el pantalón muy despacio, se notaba que la idea de chuparme la polla no le gustaba nada, pero menos aun que le volviese a azotar. Me bajó los pantalones y me empezó a acariciar la polla dentro de mis calzoncillos. Tenía la polla como una piedra desde que empecé a jugar con los pezones de Jennifer y esta lentitud de la niñata me estaba matando. Me quité los pantalones y el calzoncillo y Jennifer se quedó mirando mi polla como hipnotizada. La agarré por la coleta y le empuje la cabeza contra mi polla. La niñata se resistió un poco pero terminó abriendo la boca, lo que aproveché para metérsela sin ninguna piedad. Menuda gozada de sensación, muchísimo mejor que una paja y la perspectiva que tenía de la niñata de rodillas con la boca llena era increíble. Jennifer agarro mi polla y empezó a chupármela bien, jugando con su lengua por todo el tronco.

- ¡Quita la mano! Te dije que me la chupes no que me hagas una paja.

La niñata obedeció y soltó mi polla. La mamada era una pasada pero me estaba decepcionado un poco, ya que Jennifer no se la estaba tragando toda, por lo que decidí ayudarla. La agarré otra vez por la coleta y le empecé a empujar la cabeza para que tragase más. Ahora sí que me estaba gustando la mamada, pero a la niñata no mucho, ya que le estaban dando arcadas cada vez que tocaba con la punta su campanilla. De pronto Jennifer uso sus manos para sacarse mi polla de la boca.

- No… no por favor. – me suplicó entre arcadas. – No… puedo.

- ¿Qué te dije de las manos? – le preguntaba mientras cogía el pantalón rosa de Jennifer y le agarraba las muñecas.

- ¿Qué haces? No… No. – me decía mientras le ataba las muñecas a la espalda con su pantalón.

- Lo hago para que veas que soy bueno, porque si vuelves a usar tus manos mientras me la chupas, te tendré que volver a azotar.

Sin más explicación volví a agarrar a Jennifer por la coleta para que siguiese chupándome la polla. La niñata ya no ponía tanta resistencia pero de vez en cuando le daba alguna arcada. Jennifer empezó a mover la lengua dentro de su boca, lo que hizo me pusiese brutísimo y me costase concentrarme para no correrme enseguida. La guarrilla tenía muy buenas habilidades, que si perfeccionaba un poco podría ser una chupa pollas increíble y me iba a encargar de que las perfeccionase. Sin duda iba intentar disfrutar de esto todos los días, ya que me estaba encantando.

Ya no podía aguantar más, estaba a punto de correrme. Empecé a empujar más rápido a Jennifer para que acelerase su mamada, lo que parecía que no le gustaba nada. Cuando noté que me iba a venir, le saqué la polla de la boca y me corrí en su cara. Jennifer cerró los ojos imaginándose lo que le venía encima. La imagen era increíble, toda mí corrida sobre la carita angelical de la niñata, mientras ella ponía cara de asco. La corrida había sido espectacular, ya que llevaba un tiempo sin hacerme pajas y le manche toda la cara. Jennifer estaba agotada y en lo único que pensaba era en quitarse mi corrida de sus labios.

- Pufff… Solo puedo… decir que… increíble. – le dije mientras me dejaba caer en el sofá para descansar. – Qué bien la chupas.

- Eres un… un cabrón. – me gritó mientras tosía. – Te has corrido en mi cara.

- ¿Y qué? ¿Preferías que me hubiese corrido en tu boca?

- ¿Qué? – Se quedo sorprendida con lo que le dije.

- Bueno la próxima vez me correré en tu boquita de niña pija.

- Estás loco si crees que te la voy a chupar otra vez. Desátame por favor. – me dijo mientras notaba que su rebeldía volvía a aflorar. – Me quiero limpiar.

- Primero una foto. – le dije mientras me acercaba a por el móvil.

- ¿Una foto? – la cara de Jennifer era de no poder creerse lo que había escuchado. – Ni de coña.

- Niñata si lo que temes es que la suba a internet, tranquila. – le decía burlonamente mientras le enseñaba mi móvil. – Para eso tengo este video.

Le puse el video que gravé sin que se diese cuenta mientras la masturbaba en mis rodillas. Por suerte para mí, en el video no se me ve la cara, pero a Jennifer se le veía perfectamente gozando como una perra.

- ¿Qué vas a hacer con el video? – la chulería había vuelto a desaparecer dejando paso a una carita asustada.

- Dependerá de ti niñata y de lo obediente que seas. Mientras esté contento con tu comportamiento no tendré que subirlo a internet.

- Haré lo que quieras, pero por favor borra ese video. – me suplicó Jennifer.

- Lo primero mira para aquí y sonríe.

Le saque una foto que me encantaría ampliar y ponerla de poster en mi habitación. Como me ponía verla desnuda de rodillas en el suelo, con las manos atadas y la cara llena de mi semen, sin duda una escena que quería que se repitiese más veces.

- Me voy a ir a mi casa y después de cenar voy a volver a corregir los ejercicios. – le decía mientras la desataba. – Si no quieres que te vuelva a castigar haz bien los ejercicios.

- Otra vez no, por favor. – me suplico la niñata, mientras se limpiaba la cara con su pantalón.

- Si los haces bien te daré un premio de los que te gustan guarrilla, pero si los haces mal, te daré cinco azotes con el cinturón por cada ejercicio mal. – le contaba mientras me ponía los pantalones.

- ¿Con el cinturón? – se quedo alucinada Jennifer al escuchar que la castigaría con el cinto.

- Exacto, es tu segunda oportunidad para hacerlos, conque el castigo tiene que ser peor que la primera vez.

Deje a Jennifer aun desnuda en su salón cuando me marche para mi casa. Las ganas que tenía de volver a dentro para seguir jugando con mi nuevo juguete eran tremendas, pero me tenía que mantener firme, sino iba a perder todo el control sobre ella.

CONTINUARÁ…