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Educando a la malcriada de mi hermanastra 05

en Dominación

Os recomiendo comenzar a leer desde el primer capítulo, ya que todos los relatos de la serie son una gran historia durante el fin de semana con mi hermanastra.

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Dejé a Helena limpiándose en la ducha y me fui a mi habitación a vestirme. Estaba alucinado, se la acababa de meter a chavala más buena que conocía y estaba con ganas de más. Acababa de ser mi primera vez y la sensación era increíble, estaba con un subidón que me tenía la polla medio dura todo el rato, con ganas de repetir. Bajé a descansar un rato al sofá, estaba cansado, nunca pensé que vengarme de la niñata de Helena agotase tanto. A los pocos minutos apareció mi perrita con su bikini blanco que tanto me gustaba porque le hacía un culo increible y con el pelo aún mojado recogido en una coleta. Le hice un gesto para que se acercase y obedeció con la cabeza gacha.

- ¿A qué vienes esa carita niñata?

- Nada. - me contestó sin mirarme a los ojos.

- Te hice una pregunta, no me obligues a repetírtela mientras te doy unos azotes sobre mis rodillas. - le decía mientras me movía la cara para que me mirase.

- Me siento rara, avergonzada por lo que me hiciste.

- ¿Y qué hicimos? Quiero oírtelo decir. - la cara de Helena se ponía roja al escucharme.

- Follar.

- ¿No será porque te gustó lo que hicimos y no lo quieres reconocer?

- No. Me hiciste daño…

- Ya, ya, ya, pero bien que gemías y tu cara era de placer. - le interrumpí.

- No sé, no me podía controlar, pero no me gustaba. Por favor para ya, ya me has castigado suficiente y me has follado.

- Tranquila perrita, como te dije no voy a parar hasta que estés bien educada y aún te queda por aprender. - le dije despacio mientras me colocaba detrás de ella, lo que le provocó un escalofrío a Helena que le recorrió toda la espalda. - Y como te dije, los castigos dependerán de cómo te portes.

- Aprenderé lo prometo.

- Bueno ahora te voy a dejar que disfrutes de un rato de relax tomando el sol. - Helena me miró desconfiada como si esperase ahora una segunda parte que no le iba a gustar. - Pero antes te voy a explicar una nueva regla. ¿Te acuerdas de las anteriores?

- Si.

- Eso espero. A partir de ahora vas a tomar el sol haciendo topless. Ya no eres una niña para tener esas marcas del bikini estropeando la preciosa vista de tus tetas. - Helena al escuchar esto se echó las manos para intentar taparse las tetas con vergüenza.

- Vale, ya me da igual, que ya me las has visto. - me contestó relajándose.

- Te recuerdo que mis reglas las tendrás que cumplir siempre y el día que no lo hagas serás azotada. - esas palabras no le hicieron tanta gracia.

- Pero me verán los demás de casa, no le hará ni gracia a mi madre.

- Bueno, para que veas que soy bueno te dejaré a ti elegir si quieres hacer topless cuando no estemos solos, pero te voy a dar una semana para que desaparezca esa marca de tus tetas.

- ¿Una semana? Es poco tiempo si quiero hacerlo sin que me vean. Por favor dame más tiempo.

- No te voy a dar ni un día más. El sábado que viene me las enseñarás y si veo la más mínima marca del bikini, te castigaré tus tiernas tetas. - le dije mientras le pellizcaba el pezón a través del bikini.

- Ahhh, vale el sábado no tendré marcas.

- Muy bien, quítate el sujetador y ve un rato a la piscina.

Helena se quitó rápidamente la parte de arriba de su bikini blanco y salió hacia el jardín, para acostarse en una de las hamacas. Yo por mala suerte tenía trabajo que hacer, el cual tenía pensado obligar a mi perrita a que me lo hiciese, pero se me quitaron las ganas al recordar lo torpe que es con las matemáticas. Me marché a mi habitación desde donde podía ver a Helena tumbada tomando el sol. Viendo ese cuerpo tostándose al sol sin sujetador y con lo dura que tenía la polla, concentrarme para hacer los ejercicios fue casi un milagro.

El móvil de mi perrita no paraba de sonar, supongo que estaba contándoles por whatsapp a sus amigas porque no salió ayer de fiesta. Al cabo de un rato me llegó un whatsapp a mi móvil y que sorpresa me lleve al ver que era de mi perrita: “Hoy puedo salir. Es l cumple d Marta”. Leyendo este mensaje me fijé que la niñata había aprendido quién manda y era una buena situación para disfrutar otra vez de su cuerpo, pero esta vez fallándomela bien. Le conteste: “Pídemelo como debes perrita”. Me coloqué en la ventana para ver la reacción de Helena al leer el mensaje, de tal modo que ella no me pudiese ver.

Helena se levantó de la tumbona, como si no se hubiese creído lo que estaba leyendo. Miraba para mi ventana y volvía a mirar el móvil, esperando que el mensaje cambiase. Empezó a dar vueltas alrededor de su toalla, se paró a tomar aire y arrancó decidida hacia el interior de la casa. Rápidamente me coloqué en mi silla de escritorio de espaldas a la puerta, para hacer como si estuviese trabajando. A los pocos segundos apareció la niñata por mi puerta.

- Podría ir a la… - le hice un gesto de que esperase mientras seguía disimulando.

La hice esperar un poco, mientras veía como se desesperaba reflejada en el espejo que tenía en mi habitación.

- Bueno, ¿qué querías decirme? - le pregunté mientras me giraba hacia ella.

- ¿Puedo ir al cumpleaños de Marta?

- Te recuerdo que estás castigada por tu madre.

- Pero por favor, es el cumpleaños de mi mejor amiga, no puedo faltar. Por favor. - me empezó a suplicar

- ¿Y yo qué gano?

- ¿Qué quieres? - me pregunto Helena poniendo cara de conocer la respuesta.

- En esta vida quiero muchas cosas perrita. Pero la cuestión es, ¿tú qué me ofreces para que te deje ir a la fiesta?

- Ya sé lo que quieres pero olvídate. Eso no va a volver a pasar. - me contestó muy tajante.

- Me hace gracia cuando lo dices así. Ya no eres una niña, dilo por su nombre - le contesté riéndome.

- Quieres volver a follarme y eso no quiero. No me gustó.

- Bueno si estás tan decidida que no quieres nada de placer, podría pedirte volver a hacer algunas de las cosas que no te dieron placer hoy. - los ojos de Helena se abrieron como platos.

- ¿Azotarme? - me pregunto casi tartamudeando.

- Si. Yo creo que la experiencia de la fusta te vino muy bien y repetirla sería bueno para tu educación. - el cuerpo de mi perrita se tensó solo con decir la palabra fusta y como acto reflejo se llevó las manos a su culo, donde aún se podía apreciar los azotes de esta mañana.

- No, olvídalo, ya estoy harta de esta situación y que te aproveches de mi. - me gritó con rabia saliendo por la puerta.

- También puedes marcharte sin mi permiso y ver cuando estés con tus amigos las caras que ponen, cuando vean tus nuevos videos. - Helena se quedó congelada al oír mis palabras.

- No te atreverías.

- Sólo tengo que usar el whatsapp desde el ordenador con tu número, que pasa que ya no recuerdas que me diste anoche el teléfono. - el pánico recorrió el cuerpo de Helena y comenzó a lloriquear.

- ¡Es mentira!

- Compruébalo, sal por esa puerta y les mandaré tu último vídeo para que vean lo bien que la chupas. - Mientras le decía esto, busqué el video que le grabé esta mañana mientras me la chupaba y lo puse a pantalla completa en mi ordenador.

- Te la chuparé y me lo tragaré, pero follar otra vez no, por favor. - me suplicaba mientras se acercaba a mí.

- Vamos a tu habitación. - le dije mientras le indicaba que empezase a caminar.

Entramos en su habitación y podía notar lo tensa que estaba Helena, algo que me ponía mucho, pero esta vez quería que ella también disfrutase, para darle un buen aliciente para que fuese más sumisa y complaciente. Recordé como la calentaron mis besos por el cuello en el probador y colocándome detrás de ella empecé a dárselo suavemente. Hizo algún gesto de desaprobación pero rápidamente empezó a relajarse más, con cada caricia que le daba por sus pechos desnudos. Tenía los pezones muy duros y sensibles, el mínimo roce de mis dedos, tenían un efecto de placer en la expresión de Helena. La giré y empecé a besarla en la boca, lo que ella acompañó con caricias por dentro de mi camiseta. La Helena ardiente y cachonda estaba empezando a aparecer, lo que a mí me aceleró el calentón mucho más. Me quitó la camiseta que tenía puesta y continuó besándome cada vez más apasionadamente. La volví a girar para frotarle bien mi polla erecta en su cupito redondo, a la vez que le volvía a mordisquear el cuello.

 - Joder, eres un cabrón, sabes... que eso me vuelve… vuelve loca. - la respiración se le estaba acelerando.

- Créeme esto no va a ser lo único que te vuelva loca. - metí mis dedos por dentro del bañador y empecé a acariciar su clítoris, que estaba mucho más mojado que otras veces.

- Dios que vergüenza… no me puedo controlar.

Le baje la braguita del bañador para poder meter bien mis dedos en su rajita, lo que hizo que Helena no pudiese contener un gemido. Mi perrita se quito la braguita ya que le estaba molestando a la altura de las rodillas para poder abrir bien sus piernas y facilitarme que estuviese jugando con su coño. La empujé sobre su cama y me coloqué sobre ella inmovilizándole las manos por encima de su cabeza. La cara de Helena era puro placer, los meros soplidos suaves que le hacía en los pezones hacían que se revolviese de placer. Como me estaba encantado lamer esas tetas, que eran tan suaves que me daba ganas de darles un mordico.

- ¿Qué sigues diciendo que no te gusta este castigo? – le pregunté mientras mis dedos volvían a bajar a su clítoris.

- No me… ahhhhh… joder… ahhh. – empecé a masturbarla muy rápido en su húmedo clítoris para no dejarla que terminase la frase.

- Si quieres termino…

Sorprendiéndome Helena se me tiró encima y me empezó a besar totalmente fuera de sí. Metió su mano dentro de mi bañador y empezó a acariciar mi polla.

- ¡La quiero! – me dijo mientras se mordía el labio y miraba mi erecta polla.

- Guarrilla aun no te la has ganado.

Me sonrió y comenzó a darme besos por el pecho. La volví a girar y me puse sobre ella, recorriendo desde el cuello hasta su entrepierna con mi lengua. El contacto de mi lengua con su clítoris hizo que Helena arquease la espalda entre gemidos y gritos de placer. Estaba muy mojada y con cada pase de mi lengua perdía más el control, necesitando taparse la boca para no chillar de placer. Se retorcía de placer y cuando introduje un par de dedos en su coño, hizo llegar a mi perrita al límite. Estaba teniendo un orgasmo más fuerte que las anteriores veces y aun tapándose la boca con la almohada pude oír sus gemidos al correrse. Casi sin tiempo para recuperar el aire que le faltaba, Helena se me volvió a tirar encima y me quitó el bañador. Estaba fuera de sí, sin que le tuviese que decir nada empezó a chuparme la polla. Esta vez sí que lo estaba haciendo con ganas, tragándose toda la polla que podía en cada metida, lo que me estaba dando el mayor de los placeres. La agarré de la coleta para que me mirase.

- ¿Dónde pusiste los condones?

- Los… escondí – me contesto un poco atragantada por la saliva de chupármela como un loca.

- Te dije que siempre los tuvieses a mano. ¡Búscalos, rápido! – le ordene tirándole del pelo para que se alejase de mi polla, la que parecía que no quería soltar. – Voy a contar el tiempo que tardas en traerme uno.

- si ya lo traigo.

Empecé a contar en alto mientras Helena rebuscaba en el fondo de uno de sus armarios. La escena era una pasada, mi perrita a cuatro patas revolviendo en el armario, enseñándome todo su tierno y mojado coño. Hera como si tuviese un cartel luminoso que pusiese: “métemela”. Cuando llegué a la cuenta de catorce Helena se giró para darme un condón.

- Aquí tienes. – como poseída empezó a besarme.

- ¿Qué te dije que te pasaría si no tenías condones cuando quisiese metértela? – le pregunté tirándole del pelo para que me mirase a la cara.

- Que me castigarías. – me dijo intentando volver a besarme.

- ¿Y ahora te mereces un castigo?

- Si, te desobedecí pero no lo volveré a hacer. – me dijo con cara picara mientras agarraba mi polla.

La agarré y la puse contra el espejo de su habitación.

- Apoya las manos y separa las piernas. ¿Hasta qué numero conté?

- Catorce creo.

- Pues esos son los azotes que te daré, ¿de acuerdo?

Me contestó asintiendo con la cabeza mientras se colocaba para recibir los azotes. Estaba totalmente sumisa la niñata, seguro que no quería hacerme perder el tiempo y así volver rápidamente a donde lo dejamos. Decidí premiarla por este comportamiento y empecé a masturbarla, lo que hacía que le fallasen las piernas.

- Quiero que los cuentes y digas: “gracias, me lo merezco por mal criada”.

- Si… lo haré. – me contestó con la respiración acelerada por mis caricias.

Le di el primer azote suave, lo que se reflejo con una cara de placer por parte de mi perrita. Me miró con unos ojos que reflejaba que el placer estaba dominado su cuerpo y dijo su frase correctamente. Sin dejarla de masturbar en ningún momento le di otro azote suave como el primero, lo que hizo dar un gemido a Helena antes de decir su frase. Con el tercer y cuarto azote, el placer estaba haciendo que le fallasen las piernas a Helena con cada azote estaba cada vez más cerca de alcanzar otra vez su límite. Aceleré mis dedos que jugueteaban con su entre pierna y le deje caer el quinto azote.

- Ahhh… Cinco… Gracias. – se giró para mirarme. – Me lo… merezco… merezco… más fuerte… por favor. – me dijo entre gemidos.

No me podía creer lo que acababa de escuchar. Aceleré más mis caricias en su clítoris y le di un azote bien fuerte, que arrancó un grito de placer a mi perrita. Helena estaba fuera de control, se abalanzó sobre mí para besarme y con una mano empezó a masturbarme. La lleve hasta la cama y la tumbé boca arriba. Ya no aguantaba más, me puse el condón y acerqué la punta de mi polla a su coñito. Empecé a empujar para entrar por esa estrecha rajita.

- Despacio… por favor – le escuche entre los gemidos que estaba dando.

Despacio pero sin parar le metí toda mi polla, lo que no me costó mucho de lo lubricada que estaba.

- Dios… vas a hacer… que… que me corra otra… vez.

Empecé a bombear mi polla cada vez con más ritmo y Helena me agarraba de la cintura como si quisiese que le llegase hasta el fondo con cada envestida. Ya no entendía nada de lo que me decía mi perrita entre gemidos, que cada vez eran más acelerados. Cada envestida hacía que Helena arquease la espalda y me besase con locura. La giré y dejé que se colocase encima de mí, lo que hizo que Helena perdiese el poco control que le quedaba. Mientras ella cabalgaba sobre mi polla, empecé a jugar con su clítoris.

- No voy… a aguantar… si… si haces eso… - me dijo con lo poco de aguante que le queda para no correrse.

Yo también estaba llegando a mi límite, pero aun me quedaba una postura que quería disfrutar. Agarré a mi perrita y la puse a cuatro patas al borde de la cama, enfrente del espejo, así podría ver bien su cara. De una envestida le metí toda mi polla lo que le hizo dar un grito de placer a la niñata y gracias al espero pude ver que también una sonrisa de placer. La agarré por la cadera y empecé a follarla con intensidad. Helena se arqueó un poco para que me quedase a una altura perfecta, se notaba que la niñata quería que le diese bien. Casi como un acto involuntario la di un azote en su culo, lo que Helena respondió con un chillido de placer y me miró sonriendo a través el espejo.

- Otro… por favor. – le entendí entre gemidos.

Esa petición de mi perrita me puso a mil y comencé a follarla más fuerte y a darle algunos azotes. Helena estaba a punto de correrse y yo ya no podía aguantar más. Helena mordió la almohada para ahogar los gemidos que le estaban provocando el orgasmo, lo cual hizo que apretase el coño. Ese apretón en mi polla hizo que me corriese con el mayor de los placeres, cayéndome sobre Helena que estaba extasiada sobre la cama. Ninguno de los dos podía decir algo ya que nos faltaba el aire y estábamos sin fuerzas. Las sabanas estaban totalmente mojadas al igual que nuestros cuerpos del sudor. Helena se abrazó a mí con una cara de placer que no podía ocultar.

- Seguro que ahora dirás toda avergonzada que no te gusto el castigo. – Helena intento tapar su cara con las sabanas para no revelar lo excitada que estaba. – Bueno para terminar perrita, sácame el condón y límpiame la polla.

Helena me puso cara de pena para que no le obligase a hacerlo, pero obedientemente se acercó a mi polla. Con un poco de asco me saco el condón y lo tiro al suelo. Viendo todo el semen que quedaba por mi polla agarro la sabana.

- No perrita, con la boca. No estropees ahora lo bien que te has portado en este castigo.

Con cara de pocas ganas, Helena se metió mi polla medio dura en la boca y empezó a chuparla. Tengo que reconocer que esta niñata tiene un don para chuparme la polla, no sé si será por lo pequeña que tiene la boca o por los movimientos con la lengua que hace, pero estaba haciendo que se me pusiese otra vez dura. Helena se dio cuenta como estaba creciendo dentro de su boca y me miró sorprendida.

- Ni se te ocurra parar perrita, que lo estás haciendo muy bien. Tienes una boca de escándalo.

Helena se resignó y empezó a chupármela. Estaba a cuatro patas dejándome una vista perfecta de su coñito que lo tenía un poco enrojecido y como si me atrajese, se lo acaricié con los dedos. Helena dio un respingo y se giró.

- No por favor, necesito descansar, que ahora mismo me está ardiendo un poco. – me suplicó.

- Pues tendrás que compensarme que me apetece jugar con el otra vez.

Sin decir nada más volvió a chuparme la polla, pero esta vez tragándosela entera cada vez que se la metía en la boca. Le estaba costando, ya que le daba arcadas, pero a mí me estaba excitando una burrada e iba a conseguir que me corriese enseguida.

- Venga más rápido perrita, que esta vez… te estás superando. – me costaba hablar que estaba llegando a mi límite.

Helena empezó a acelerar su mamada y con la mano empezó a pajearme la base de mi polla, un truco nuevo que me estaba gustando. Me corrí con ganas dentro de la boca de mi perrita y esta no dejó caer ni una gota. Después de tragarse el premio que le había dado, lamió un par de veces mi polla para dejarla impoluta, gesto que me gustó mucho.

- ¿Te gustó? – me preguntó ansiosa por recibir mi aprobación.

- Lo has hecho muy bien perrita y te has ganado ir al cumple de tu amiga.

- Gracias. – me dijo toda aliviada.

- ¿A qué hora has quedado? – le pregunte mientras me levantaba de la cama.

- A las diez en la casa de Marta y así ceno algo con ella.

- Bien, yo también he quedado sobre la misma hora. ¿Ya has pensado que te vas a poner?

- Pues no mucho. –me contestó como insinuando que había estado muy ocupada como para pensarlo.

- Bien, pues quiero que te pongas tu lencería nueva con un vestido.

- ¿Las medías y todo? – me preguntó mirando al conjunto nuevo que tenía sobre la mesa.

- Si, y quiero que cuando te vea bajar por las escaleras se me vuelva a poner dura, con que elige un vestido corto que te quede bien sexy.

- ¿Corto? Se me verán las medias y son poco discretas.

- Niñata no estropees una buena tarde con tus tonterías ahora, obedece o a parte de salir con el vestido corto, saldrás con el culo rojo como un tomate.

- Si, si me pondré un vestido corto, perdón – me contesto rápidamente muy sumisa la niñata.

- Bueno ve a arreglarte. A las nueve y media te quiero lista en el salón para pedir un taxi y recoge esta habitación que parece una cuadra.

Me fui para mi cuarto a darme una ducha que estaba todo sudado y a ver si me relajaba un poco que aun tenía el corazón a mil latidos.

CONTINUARÁ…

 Gracias a todos por los comentarios y los mensajes XD