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Barro: Historia de un verano (II)

en Voyerismo

Consecuencias.

Pasaron tres días desde aquel episodio. El hecho de ser espectador de lujo de la desnudez de aquella chica me trastocó mis planes, pero llegué a una conclusión, no era mi culpa. No era mi culpa. No la había pedido que se desnudase. Ella lo hizo a voluntad propia sabiendo que estaba allí. No la dije nada y ni me acerque. Es más, aprovecha la oportunidad adecuada para abandonar el lugar (¡Mi lugar!) minimizando la incómoda situación.

Con una determinación impropia de mi puse rumbo al claro. No había razón para no volver. ¿Qué sería lo peor que pasase? ¿Volver a ver a una chica desnuda?

Tras aparcar mi bici me situé en el mismo lugar exacto en el que fui testigo de aquel espectáculo, porque eso no tenía otro nombre. Me acomodé no sin antes comprobar si ella estaba allí. Por un momento sentí un extraño alivio hasta que oí su voz:

-¿Ya quieres volver a verme desnuda?- preguntó de forma irónica- ¿O te irás corriendo a la mínima para que no vea lo empalmado que estás?

Sus preguntas me destrozaron. Se percató de mi erección y de que no la quitaba el ojo de encima. Su forma tan directa de ser sumada a ese semblante serio me imponía respeto, pero debía actuar con determinación.

-No quise incomodarte- respondí tratando de igualar su tono de voz- ¿Qué esperas que me pase si te quitas la ropa delante mía?

Su expresión se relajó, supongo que comprendió que mis palabras eran sinceras. Clavó su mirada en mí al ritmo que se fue descalzando. Ese movimiento me resultaba conocido, así fue como empezó todo y no sabía si ahora que habíamos cruzado unas palabras como debería reaccionar. Me mantuve firme en mi postura mirando al frente tratando de demostrar que su desnudez en mí no trascendía.

Dicho y hecho. Con una repetición exacta la hallé en la misma posición que despertó en mí tres días antes. Su cuerpo desnudo volvía a yacer sobre el barro y cada vez más pensamientos sexuales se apoderaban de mi mente.

-Acércate- me dijo en tu tono rozando lo imperativo.

-Aquí estoy bien- respondí

-No, de verdad, acércate y hablemos- reiteró esta vez de forma más relajada.

Sin entender nada decidí hacer eso, nada. No me moví simplemente me dedique a mirarla fijamente a los ojos. Se levantó. Se aproximó a mí.

-Me llamo Let, de Leticia- dijo mientras se sentaba a mi lado con todo su cuerpo embadurnado- Lo que estás viendo es mi forma de ser, mi yo libre. No te conozco ni me hace falta, pero esto es una costumbre que me gusta realizar, me libera y te quería agradecer

-¿Agradecer?- Respondí con incredulidad

-Que me respetes- dijo con sinceridad- Viste la situación y no hiciste nada, me sentí cómoda, me sentí aceptada; el hecho de que vengas a este sitio a estar así me transmite buenas vibraciones. Disculpa si he sido brusca, no pretendía- su tono volvió a ser el serio tan característico. A decir verdad me tranquilizó que volviese a ser seria.

-¿Por qué el barro?- pregunté al tiempo que notaba como se iba secando en su piel.

-Me gusta su textura al contacto con mi piel y supongo que tendrá cualidades beneficiosas.

Asentí sin saber muy bien porque. Se hizo el silencio. Las sensaciones y pensamientos sexuales volvían a mi mente, tras ver como poco a poco ese barro seco se iba desprendiendo, dando lugar a una erección que no me di cuenta en disimular.

-¿Por qué te esfuerzas en no mirarme? Es obvio que te gusta mi cuerpo- preguntaba mientras clavaba en mi abultada entrepierna –Es mi elección estar así, relájate. Tus miradas no me incomodan. Para mi la desnudez trasciende mas allá de lo sexual. Se reduce a un estado natural del cuerpo. Deberías probarlo…

Solté una carcajada.

Hasta aqui mi segundo capitulo en el que espero que hayan disfrutado y van conectando con los personajes. No olviden dejar sus impresiones.