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Por favor señora. Capitulo 8

en Sexo con maduras

CAPÍTULO 8 “Corazón señuelo”

“Este corazón aún tiene siglos de ti en la boca y dudas, si un anzuelo viene a debatir en labios lo que era cielo antes que tú”          Juan Quintero.

 

Regina Marroquín arribó al interior un restaurante comercial, obviamente acaparando todas las miradas a su paso, su vestido era sencillo pero sin perder la elegancia que tanto la caracterizaba, un sencillo Versace con mangas a ¾ color azul marino, entallado hasta la cintura y suelto llegándole debajo de las rodillas. El rubio cabello peinado hacia atrás recogido en una sencilla cola de caballo y el maquillaje más discreto del mundo, rematando con unos hermosos labios rojos.

Buscó a Miguel Ángel con la mirada, quien al verla se puso de pie para recibirla, una punzada de nerviosismo le recorrió la columna vertebral, quería parecer segura ante él ya que eso había decidido, pero jamás se había imaginado lo difícil que sería. Se acercó a él y lo saludó de beso, inhalando su aroma y alojándolo en lo más profundo de su mente y corazón.

-Te ves hermosa hoy. –le dijo él, visiblemente cautivado.

-Muchas, gracias. –Respondió con cierto aire de coquetería- ¿Llevas mucho esperando?

-Lo normal, eres de mis personas favoritas…

Regina arqueó una ceja, sonriendo levemente.

-Sí, es decir, eres puntual. Eso me encanta en una persona. –le dijo mientras le ayudaba a sentarse.

-Vaya, pues a mí tampoco me gusta que me hagan esperar. Hay que ser recíprocos.

“Regina daba, esperando recibir” pensó el caballero.

-Nos llevaremos muy bien, pierda cuidado. –respondió Miguel sonriendo condescendientemente.

La camarera se acercó para llevarles las cartas.

-Sinceramente me sorprendió el que usted quisiera venir aquí…

-¿Otra vez soy usted?

Él sonrió.

-Disculpa, es que es difícil no tratarte con el respeto que te mereces, Regina.

Ella cruzó las piernas y se inclinó levemente hacia él por sobre la mesa.

-A veces, lo más correcto es perder ese respeto…

Miguel Ángel se estremeció ¿Qué estaba pasando? De nuevo la Regina insinuante, seguramente sabría cómo manejar la situación, pero en sus adentros rogaba a Dios el que por favor estuviera malinterpretando las cosas y aquella señora no estuviera tratando de seducirlo. Ella notó su nerviosismo y recuperó la compostura.

-Contigo es imposible que eso suceda. –le respondió finalmente, con la vista puesta en el menú.

Regina lo observaba de reojo mientras hacía lo propio con la carta, sabía que lo había puesto en jaque y eso le divertía, estaba dispuesta a llegar a las últimas consecuencias, de eso no había ninguna duda.

-Descuida, yo se esperar. –contestó sin siquiera levantar la vista.

Él la miró perplejo, pero ella no pareció inmutarse. La camarera regresó a pedir la orden.

-Waffles a la mode y una malteada de chocolate, por favor. –pidió Regina, sonriéndole a la mesera.

Miguel Ángel no creía lo que oía, mucho menos lo que veía. La camarera se volvió para mirarlo y él no podía articular palabra.

-Tráigame lo mismo, por favor. –le pidió amablemente.

La empleada se fue, dejando un silencio un tanto incómodo entre aquella pareja.

-¿Has vuelto a romper la dieta? –soltó Miguel a modo de chascarrillo.

-No se puede vivir por siempre a dieta. –le dijo ella sonriendo.

-Me has sorprendido gratamente.

-¿Tanto? Sólo trato de evocar los días de mi juventud.

-¿Juventud? Yo aún te veo joven…

-Estas de broma jajaja

-No podría bromear con algo así, ante todo la seriedad. Eres una mujer joven, inteligente, bella; seguramente hay alguien que admira todo eso y tú aún no te has dado cuenta.

Ella lo miró como intentando comprender lo que acababa de decir.

-Si se está escondiendo más vale que aparezca…

-Lo esencial es invisible para los ojos, Regina.

-Antoine de Saint-Exupéry, Le Petite Prince. –respondió ella con un perfecto francés y un increíble brillo en los ojos.

-Así es, El Principito…

-Es mi libro favorito. Solía leerlo todo el tiempo y se lo leía a Sebastián cuando era pequeño…-los ojos de la dama evocaban un recuerdo tan lejano como hermoso.

-¿En serio? Mi mamá también me lo leía a mí, desde que estaba en el útero.

Regina sonrió con ternura.

-¿Te hizo reflexionar? –le preguntó entonces.

-Claro. –Respondió él- a causa de esa literatura no he dejado de pensar como niño.

-Siento que me volvió un poco más sensible, aunque con el paso de los años se va perdiendo esa sensibilidad.

-No nos podemos permitir dejar de sentir.

Regina lo miró fijamente.

-Tal vez podrías enseñarme a sentir…

Él la miró atónito.

-Nadie puede enseñarte a sentir, eso te concierne únicamente a ti. –respondió tratando de disimular su nerviosismo.

-Tienes razón…entonces si no puedes enseñarme podrías ayudarme, como esa noche en el parque.

-¿Ayudarte a comer chatarra? ¡Perfecto!

Ambos rieron.

-Te ayudaré en todo lo que pueda pierde cuidado.

Minutos después llegó lo que ordenaron y mientras cenaban, hablaban de muchas cosas, tratando de conocerse, de entenderse pero sobretodo de apreciar las cualidades de cada quien. Miguel Ángel era joven, no un adolescente pero tampoco llegaba a la mediana edad, estaba en el momento de su vida en la que cualquiera de sus decisiones sería pieza clave para su futuro.

-Miguel ¿Qué edad tienes?

-Seguramente muchos más que tú…

-En serio. –respondió Regina, riendo.

-30 exactamente… Seré grosero pero ¿Cuántos tienes?

Regina le dio muchas vueltas a la pregunta pero terminó aceptando.

-44 y medio…-soltó y se llevó la pajilla de la malteada a los labios.

-¡Nooo! Te ves mucho más joven que yo.

-Jajaja mentiroso…

-¡De verdad! Muchas de mi edad quisieran tener tu porte, tu belleza, pero sobre todo tu talento e inteligencia. Eres un ejemplo de vida.

-¿Por qué lo dices?

-Has sabido salir adelante después de una gran pérdida y antes de ese fatal suceso has hecho cosas grandes por tu familia y tu empresa. Eres admirable.

Regina había oído esas palabras millones de veces, pero ahora le sonaban diferentes, las tomaba en serio, las valoraba como nunca antes.

-Te agradezco tanto…

-No tienes nada que agradecer, sólo digo lo que veo  y lo que siento…

Ella pestañeó y antes de que pudiera decir algo, Miguel Ángel se le adelantó.

-La razón que me hizo citarte el día de hoy es la misma que ha dado vueltas en mi cabeza desde que te conocí.

Regina abrió los ojos sin poder ocultar su sorpresa.

-¿Cuál es esa razón? –le preguntó.

-De ti se lo evidente, lo poco que me has dicho, lo que se dice, pero… ¿Quién eres en realidad? Para ti ¿Quién es Regina Lizárraga? Me gustaría que contaras tu historia en “Amor A Mares”.

La sorpresa y la alegría invadieron los ojos de aquella mujer, porque aunque había dado miles de entrevistas a grades medios, revistas, en ningún lado había podido desahogarse ni sentirse en confianza. No se lo estaba pidiendo cualquier persona, sino alguien a quien consideraba un amigo y…probablemente algo más.

-¿Lo dices en serio? –le dijo ella sin poder ocultar una enorme sonrisa.

-Completamente.

-No sé qué decir…

-Podrías decir que sí. –Miguel sonreía.

-Jajaja osea sí pero…esto significa mucho para mí.

-¿En verdad? ¿Por qué? –ahora el sorprendido era él.

-Porque he seguido tu programa desde que empezaste, no me he perdido ni una sola de tus transmisiones, porque escucharte me ayudaba a olvidar lo malo que pasaba en mi vida, oír los testimonios de otras personas me resultaban inspiradores y que ahora tú, el protagonista me pidas que le cuente a la audiencia sobre mi vida, no sólo como la esposa, la madre y la empresaria sino como la persona, sino como individuo. Me siento halagada.

El caballero no tenía palabras para todo aquel despliegue de sinceridad.

-Regina…-le dijo mientras tomaba sus manos, de manera respetuosa- no tienes idea de lo mucho que me llenan tus palabras, he luchado mucho, me he dedicado bastante a Radio Efusiva, al programa, fue mi sueño desde que era un niño, poder escuchar a los demás, ser escuchado, ayudar a quien lo necesite y aunque me ha costado, al final del día palabras como las que me acabas de decir marcan una diferencia, me hacen sentir que todo por lo que he trabajado no ha sido en vano y bueno que no me equivoqué al decidir realizar este sueño. Halagado me siento yo de que una gran mujer como tú me conceda el honor de compartir el micrófono y platicarnos su historia. Estoy más que agradecido.

Las manos de Miguel Ángel eran tan cálidas, suaves, transmisoras de millones de sentimientos con tan sólo tocarlas levemente, Regina sentía seguridad total mientras era sostenida por aquel pilar que aquel caballero resultaba ser. No pudo evitar recordar su propia vida, cuando era más joven y llena de sueños, ilusiones, aspiraciones y sosteniéndole la mirada le dijo:

-Gracias a ti, por permitirme ser tu amiga.

Él no hizo más que sonreír y llevó una de las delicadas manos de Regina a sus labios, para cubrirla con un cálido beso. Ella sintió un placentero escalofríos que no pudo disimular, ya que la delataron sus mejillas coloreadas, bajó la vista y uno sus pies rozó levemente el tobillo de Miguel Ángel. Él dio un respingo.

-¡Disculpa! Creo que te he pateado…-le dijo soltando su mano casi de inmediato.

-No te preocupes…-dijo ella con resignación y vergüenza.

-Soy demasiado torpe, ya te irás acostumbrando. Discúlpame.

Ella sólo sonrió condescendiente, tratando de desviar la conversación hacia otro punto. La noche transcurrió de lo más normal hasta que nuevamente llegó el momento de irse. Miguel Ángel quiso acompañarla al estacionamiento, por la sencillez del restaurante no había valet parking ni nada por el estilo. Se detuvieron ante él auto de ella y le escuchó decir.

-Regina fue una noche maravillosa, de verdad muchas gracias por tu confianza y por esta oportunidad.

-No tienes nada que agradecer, soy un libro abierto para los amigos.

Miguel Ángel se inclinó para darle un beso en la mejilla y rompiendo todos los protocolos sociales se aventuró a darle un abrazo. El asombro la invadió y como mecanismo de defensa su cuerpo se tensó, pero al sentir esos fuertes brazos abrigarla de la forma más tierna sus glaciares se derritieron y un mar de sensaciones bellas la inundó. Ella acomodó la cabeza en el pecho de Miguel Ángel mientras con sus manos rodeaba su torso. Era un abrazo inocente, pero lleno de cariño, un contacto diferente que les brindaba esperanza, pero sobre todo paz.

-Te veré por la mañana. –le dijo él sin soltarla.

-¿Por la mañana? –preguntó Regina reincorporándose, pero sin abandonar sus brazos. Estaban tan cerca que sus labios podían tocarse de un momento a otro.

-Sí. ¿Irás al club, no?

-Ah…claro.

-Podríamos no sé, ¿entrenar?

-¡Desde luego! –respondió ella con una sonrisa.

Miguel Ángel la liberó del abrazo y le abrió la puerta del Mercedes, ella agradeció el gesto y subió al automóvil. Él se inclinó un poco para despedirse de beso.

-Que descanses, Regina. –le dijo al oído.

-También descansa. –le respondió con un susurro.

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El reloj despertador sonó igual que todas las mañanas, pero la cama estaba vacía. No había una Regina hundida entre las sábanas, ni siquiera rastro de que alguien hubiera dormido ahí. La dama en cuestión yacía frente al tocador, haciendo lo propio con su cabello que cuidaba con tanto esmero, sus ojos brillaban pero de una manera inusual, distinta.

Cuando abrió la puerta de su cuarto se topó frente a frente con la pequeña Aurora, quien al verla abrió descomunalmente los ojos para después dirigir la mirada hacia el suelo, intimidada. Regina la observó con detenimiento, pero no escudriñándola, más bien compadeciéndola.

-Buenos días Aurora…

La chica dio un paso hacia atrás que más bien pareció un brinco.

-Buenos días señora.

-Hoy me adelanté, espero me disculpes el atrevimiento.

Aurora alzó la mirada incrédula sólo para encontrarse con una sonrisa por parte de Regina.

-Toma –le dijo entregándole un sobre amarillo.- para que te compres algo lindo.

La niña temerosa tomó el sobre y sin saber bien que decir dio un casi inaudible “gracias” a su patrona.

-No es nada, que tengas lindo día Aurora.

Y así sin más, Regina bajó al comedor dejando a aquella pobre chica completamente confundida.

En el comedor la esperaba Sebastián, como todas las mañanas.

-Buenos días corazón. –oyó decir a su madre.

-Buenos días, preciosa. –respondió Sebastián poniéndose de pie para abrazarla, al mismo tiempo que le ofrecía una rosa blanca.

Regina sucumbió ante el hermoso gesto de su retoño.

-Eres un amor Sebas…-le dijo abrazándolo cariñosamente.

-Y tú la mejor madre del mundo…

Después del abrazo ambos se sentaron a la mesa y Manuela procedió a servir el desayuno. Tenía mucho tiempo que madre e hijo no compartían ese momento del día, sin prisas, sin presiones, estaban tranquilamente pasando tiempo juntos. Desde que Regina había dejado de lado sus complejos y aceptado la relación sentimental de su hijo; las cosas habían cambiado entre los dos, ya no más discusiones ni distanciamiento.

-Y dime… ¿Ya le diste el anillo de compromiso a Patricia?

Sebastián la miró un poco sorprendido.

-No mamá…no he encontrado el momento apropiado.

-¿Qué? Dices que es la mujer de tu vida ¿Y no has encontrado el momento apropiado? Debes darte prisa…

-Mamá hay más tiempo que vida…

-Y por eso mismo, uno nunca sabe que pasará mañana. Debes comprometerte ya mismo con esa niña, será la más grande prueba de amor y fidelidad que puedas darle.

-¿Lo dices en serio?

-Por supuesto, yo siempre hablo en serio. Es más, te voy a ahorrar el trabajo de buscar el anillo perfecto.

Sebastián nuevamente la miró pero esta vez muy confundido.

-¿Cómo es eso?

Regina sacó una pequeña cajita aterciopelada de su bolso de mano y se la entregó a Sebastián.

-No puede ser…-dijo él.

-Por favor…

Sebastián abrió la cajita y pudo ver una hermosa sortija de oro blanco y pequeños baños de oro, en el centro un generoso diamante y diseños caprichosos surgían de él, rematando con pequeñas diamantes que brillaban con la luz. Los ojos del joven se llenaron de lágrimas.

-Es tu anillo…él que te dio papá.

-Así es y ahora tú vas a dárselo a Patricia…

-No…es un recuerdo muy especial e importante para ti, no puedo aceptarlo mamá.

-Mi vida, los recuerdos se atesoran en el alma y en el corazón, este anillo es el símbolo del amor eterno y verdadero, cómo el que vivimos tu padre y yo. Será un buen augurio para la nueva vida que iniciarás con Patricia, considéralo nuestro regalo de bodas, con nuestra bendición.

-Mamá yo…yo no tengo palabras, para agradecerte este gesto tan bello, le doy gracias a Dios por tenerte aquí conmigo y a mi papá que se nos está viendo desde algún lugar…-su voz se quebró inevitablemente.

Regina lo abrazó fuertemente y sus ojos dejaron escapar lágrimas de felicidad y de nostalgia.

-Tu padre estaría tan orgulloso de ti e inmensamente feliz de que vayas a empezar una etapa tan importante en tu vida…

Sebastián no hizo más que abrazarla.

-Gracias mamá…-le dijo en medio de lágrimas- y mi papá también estaría feliz de que tú encontraras a alguien especial con quien rehacer tu vida…

Regina se quedó pasmada.

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Regina llegó a la pista de atletismo, puntual como todos los días, aunque Miguel Ángel le había dicho que la vería, sabía que él llegaba cuando ella se iba, por lo tanto no se preocupó mucho. Estaba haciendo los ejercicios de calentamiento cuando una voz detrás de ella la hizo sobresaltarse.

-Por más que luché contra las sábanas, perdí la batalla…

Regina se volvió y frente a ella vio a la razón de sus desvelos.

-Buenos días…-dijo tratando de no parecer nerviosa, bajando un poco sus lentes oscuros para poder observarlo mejor- no se preocupe, ha sido usted muy puntual.

-¿Otra vez soy un extraño?

-Lo siento…

Miguel Ángel se acercó a ella y le dio un beso que la hizo temblar. Ella bajó la vista, sonrojada.

-No cabe duda que no necesitas tanto para verte increíblemente bella…

-Adulador.

-En absoluto, de verdad te digo, hoy estás bellísima.

-Te lo agradezco pero eso no evitará que te haga pedazos en la pista…

Miguel Ángel se echó a reír.

-Acepto el reto. –respondió finalmente.

-Que gane el mejor…

Después de ponerse en posición, emprendieron la carrera. Miguel Ángel estaba en forma, poseía una fuerza y resistencia propia de un atleta casi profesional, pero todo eso era nada comparado con la ligereza y potente destreza de su contrincante, quien se movía velozmente como una delicada gacela tratando de esquivar a su depredador. Está de más decir que Regina fue la campeona indiscutible.

-Pfffff… -Miguel Ángel apenas podía respirar.

-Jajaja ¿Te has cansado?

-No...Para nada.

-Vamos, toma un poco. –le dijo ofreciéndole una botella de agua fría.

Él la recibió y se pegó a ella como si su vida dependiera de ello.

-Te dije que te vencería…

-Es que te he dejado ganar…

-¡Ah bueno! –la dama estalló en una carcajada.

-Ha sido sólo un golpe de suerte…

-¡Ahora resulta! –Regina no podía dejar de reír.

Miguel Ángel la miraba sorprendido y maravillado.

-Fuera de bromas, me has dejado impresionado. Eres una presumida.

Ella continuaba riendo, esta vez más bajo.

-¿Presumida yo? No, más bien te hablé sinceramente…-le dijo mientras se acercaba a él.

Cuando quedaron frente a frente, Miguel Ángel se dio cuenta de que no tenía escapatoria, la energía que aquella mujer emanaba era demasiado fuerte y casi imposible de ignorar. Ella quiso acercarse más pero él se llevó la boca de la botella a los labios, impidiendo cualquier tipo de contacto.

-Estoy súper deshidratado…-dijo con un suspiro.

-Es bueno perder de vez en cuando…-le respondió Regina sonriendo pícaramente, las evasivas de Miguel comenzaban a divertirla.

-Me debes la revancha…

-Cuando quieras y…como quieras.

Miguel Ángel tragó saliva.

-Encontraremos el momento exacto…

Regina se acercó nuevamente a él queriendo encontrar sus labios.

-Debo retirarme, pero…espero recibir noticias tuyas, muy pronto. –le dijo muy cerca del oído.

Miguel Ángel se estremeció.

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Regina llegó al set de fotografía donde sus colaboradores ya la esperaban para comenzar las primeras actividades para la nueva campaña. Muchos se sorprendieron al verla llegar con un look bastante relajado, poco maquillaje, cola de caballo, pantalón beige de gabardina y una delicada blusa manga larga transparente en color verde agua.

Llego muy animada, saludando a todos los empleados, algo que no era común en ella, revisando minuciosamente todos los detalles, que todo estuviera tal y como debería. Finalmente llegó a donde se había instalado el montaje y encontró a Fernanda Castillo retocándose el maquillaje, ésta al verla, se levantó de la silla y la recibió con un cálido abrazo.

-¡Reggie!

-¡Fernanda, querida! No sabes las ganas que tenía de verte…estás divina.

-¿Divina yo? ¿No te has visto? Eres una reina…

-Para nada, la reina eres tú. Dime ¿Cómo va todo? ¿Te están tratando bien?

-Mejor que bien, todos han sido un verdadero amor conmigo, no tengo como agradecerle, como agradecerte.

-Cariño, la que tiene que agradecer soy yo, todo el equipo porque hayas aceptado trabajar con nosotros, sin ti todo esto no sería posible…

-¡Regina eres un cielo!

Ambas mujeres se abrazaron.

-Pero miren quien está aquí…la Diosa, La Faraona, La Inigualable…Doña Regina Marroquín. –dijo una voz masculina levemente afeminada.

Regina se volvió y pudo ver que se trataba de su gran amigo Ricardo Santamaría, brillante y afamado fotógrafo.

-Eres un lambiscón de primera…-le dijo mientras lo abrazaba.

-No sabes el gusto que me da verte, mi Diosa…

-Te extrañé tanto… ¿Qué tal Venecia?

-Romántica, Mágica, Encantadora…como tú.

Regina volvió a abrazarlo.

-Gracias por estar aquí…

-No podía faltar...-respondió Ricardo dándole un beso en la frente, Regina sonrió.

-¿Ya conociste a Fernanda?

-Regina, quiero decirte que esta hermosa mujer es mi nueva musa…-le respondió mientras tomaba la mano de Fernanda, delicadamente.

La hermosa actriz no hizo más que sonreír, totalmente halagada.

-Será una campaña por demás exitosa.

-Dios te escuche, Ricky…-dijo Regina.

-Así ha de ser, tenemos a la mejor mente creativa: tú. Al mejor equipo, la mejor producción y sobre todo a la mejor imagen, digna representante…la hermosa Fernanda Castillo.

Todo el equipo aplaudió al unísono y se dio el banderazo de inicio a las actividades. Ahí se encontraba Regina, tan apasionada, tan exigente dando lo mejor de sí para el desarrollo de esa campaña, que sería la más importante, algo completamente nuevo, que rompería todas las reglas y en cierta forma rendiría un homenaje a la memoria de su difunto esposo. Era un compromiso con él, con la empresa y sobre todo con el consumidor.

La semana estuvo llena de trabajo, una rueda de prensa para anunciar la participación de Fernanda Castillo, entrevistas para tal o cual periódico, revista, programa de televisión, publicidad de la buena. Regina inmersa en sus diseños, en su mundo, en todo aquello que la hacía sentir viva y útil, pero sin dejar de dedicar ni un solo segundo a Miguel Ángel, quien se hacía presente en sus pensamientos, en sus tardes, cuando su hermosa voz llenaba toda la estancia cuando sintonizaba “Amor A Mares”.

Intercambiando mensajes, haciéndose más cercanos, Regina no podía esperar al día siguiente para poder volver a verlo, recorrer juntos la pista de atletismo, tan cerca y tan lejos…tan cerca y tan lejos de realizar sus deseos. Miguel Ángel se resistía, pero dejaba entre ver que la dama no le era del todo indiferente, sólo era cuestión de tiempo para que el cayera rendido, ella estaba dispuesta a esperar, pues la recompensa sería satisfactoria.

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Regina llegó a las instalaciones de Radio Efusiva, era viernes por la tarde, una tarde fresca que invitaba a la relajación, la radiodifusora era de arquitectura minimalista, con mucha clase y el diseño de interiores de un exquisito y maravilloso gusto. Los empleados la reconocieron al verla llegar, pero se mostraron aún más sorprendidos al ver a quien la acompañaba.

-Regina ¿Estás segura que no le molestará mi presencia a tu amigo? –le preguntó Fernanda, tímidamente.

-Cariño por supuesto que no, será una sorpresa para él. Además es un amor, cuando lo conozcas sabrás de que hablo.

-Espero no ser inoportuna…-respondió Fernanda con un suspiro.

Llegaron a la cabina de control, donde una empleada ya la esperaba, Regina saludó amistosamente a todos y presentó a su acompañante. Miguel Ángel la saludó a través del vidrio que separaba la cabina de control de donde él transmitía el programa, la empleada abrió la puerta indicándoles a ambas damas que podían pasar.

Era inevitable que a Regina se le iluminara la mirada al estar cerca de aquel hombre, eran inexplicables las sensaciones que surgían dentro de ella al ver a Miguel Ángel. Él como siempre la recibió caballerosamente.

-Regina, gracias por estar aquí. –le dijo al mismo tiempo que la abrazaba.

-Gracias a ti por invitarme…espero que no te moleste pero, me tomé la libertad de invitar a mi amiga Fernanda Castillo. Me imagino que la conoces…

-¡Oh, pero por supuesto! Mónica Robles…es un honor para mí, conocerla…

Fernanda soltó una risita tímida, al mismo tiempo que saludaba de mano y beso al caballero.

-Fernanda Castillo, alias “Mónica Robles”, es un placer conocerlo Sr. Aranda…

-El placer todo mío Señorita Castillo, un verdadero honor tenerla aquí, al igual que a mi querida Regina. Pero por favor tomen asiento, en un momento comenzaremos…

Las damas tomaron asiento y recibieron instrucciones de cómo utilizar el micrófono y todo el procedimiento para su participación. Regina estaba emocionada, no creía que estaba ahí, en la cabina de audio de su programa favorito, junto al dueño de la voz que la tenía enajenada, pero sobre todo, no podía creer que iba a dar su testimonio a miles de personas que seguramente sintonizarían el programa.

El personal de control dio la orden y el letrero luminoso se encendió: AL AIRE.

“Amor a mares” de Luis Miguel se hacía presente, de nueva cuenta, dándole la bienvenida al auditorio, siento interrumpida por la hermosa voz de Miguel Ángel que decía:

“Buenas tardes queridos radioescuchas, su anfitrión Miguel Ángel Aranda les da una calurosa bienvenida a una nueva emisión de Amor a Mares, un programa dedicado al amor, al romanticismo y por supuesto a la música que evoca los recuerdos más hermosos de nuestras vidas. Sean ustedes bienvenidos…”

La voz de Luis Miguel retornó para deleitar a los presentes y a los radioescuchas que en ese momento estaban prestando todos sus sentidos a la emisión. Regina cerró los ojos levemente, siguiendo la canción, letra a letra, verso a verso.

Quiero estrenar contigo besos que guardo

Al rojo vivo

Besos de media noche

Besos del alba

Muertos de frío

Y por fin habitarte con luz de luna sobre la arena

Mientras que el oleaje tu cuerpo inunda sin darte cuenta

 

Te voy a dar sin tregua amor del bueno

Amor a mares…

-Muchas gracias, queridos radioescuchas por acompañarnos una vez más en este su programa “Amor A Mares” y bueno, lo prometido es deuda. Hoy les daremos la sorpresa de la que hemos venido hablando a lo largo de la semana, una invitada especial que nos viene a platicar un poco sobre su vida, sus pasiones, sus alegrías y tristezas…recibamos cariñosamente a la Señora Regina Marroquín. Regina es un verdadero honor, un gusto, un placer tenerte en este programa, bienvenida.

-Miguel Ángel primero que nada, muchas gracias por la invitación, es un gesto muy bonito de tu parte el considerarme para participar en un programa que es maravilloso y aprovecho también para enviar un gran saludo al auditorio, besos y abrazos afectuosos a todas las bellas personas que nos escuchan, que escuchan diariamente tu programa y bueno, muy agradecida de estar aquí con ustedes.

-Gracias a ti, Regina, por aceptar la invitación y acompañarnos, pero también por traernos a nuestra otra invitada, querido público ni se imaginan a quien tengo al lado, a nada más y nada menos que la bella Fernanda Castillo, protagonista de la exitosa serie “El señor de los Cielos”. Fernanda, te agradezco nos acompañes esta tarde, un verdadero placer y honor tenerte aquí.

-Muchas Gracias Miguel Ángel, un saludo para todo su público, estoy muy contenta de estar con todos ustedes. Besos a todos…

Y así sin más comenzó la entrevista, centrada principalmente en la vida y obra de Regina Marroquín, quien pasó a ser Regina Iturriaga Navarro, una hermosa mujer nacida en la perla tapatía, de familia acomodada y a quien le habían inculcado una educación conservadora y hasta cierto punto mojigata, pero de todas sus hermanas ella siempre fue la más rebelde, llevando la contraria a sus padres casi siempre, ganándose el desconocimiento de ellos, quienes la despreciaron y desheredaron al enterarse de que se había comprometido con un extranjero de origen español y gitano.

Regina narró su historia, algo escueta pero con detalles esenciales, lo cual hizo que Miguel Ángel se interesara aún más en ella, contó cómo nació el concepto de Joyerías Marroquín, dándole el crédito mayormente a su marido, pero recalcando que siempre trabajaron juntos haciendo una mancuerna extraordinaria. Ella no lo sabía, pero sus palabras y la historia que contaba había logrado tocar los corazones de quienes la escuchaban y la radiodifusora comenzó a recibir llamadas y mensajes de gente solidarizándose e identificándose con Regina.

Finalmente la pregunta obligada:

-¿Cómo has logrado sobrellevar la ausencia de tu esposo?

-La muerte de mi esposo ha sido el más duro golpe que he tenido en la vida, la experiencia más difícil que he podido vivir. Debo aclarar que todo cambió de un momento a otro, que me hallé confundida y triste por mucho tiempo, a pesar de que todos esos sentimientos eran normales, llegué a darme cuenta que no estaba sola, que tenía a mi hijo, a mis amigos, a las personas que me han apoyado en la empresa quienes han sido para mí una gran familia.

Miguel Ángel la miraba absorto, atento, perdido en su mirada. Regina, después de una pequeña pausa continuó:

-Dejé que mis emociones fluyeran, acepté lo que me estaba pasando, lloré lo que debía, acepté ayuda profesional por mucho tiempo, aunque el dolor persistía puse demasiado de mi parte para lograr sopesarlo, no descuidé mis actividades laborales, recreativas, el ejercicio me sirvió bastante, para reflexionar, para fortalecerme pero sobre todo lo más importante, apoyarme en mi hijo Sebastián, comprender que no solamente yo estaba pasando por ese mal momento, no sólo había perdido a mi esposo, mi hijo había perdido a su padre, él también estaba sufriendo, me di cuenta de eso y lo apoyé, juntos salimos adelante, con esfuerzo, con paciencia, con amor y sobre todo con mucha fe en Dios .

Las lágrimas comenzaban a rodar por las mejillas de aquella hermosa mujer, Miguel Ángel tomó su mano, delicadamente, cariñosamente…

-Han pasado cinco años desde que mi esposo no está con nosotros, pero Dios y mi familia me han ayudado a encontrar la paz, a aprender a vivir con esta ausencia y a dejarlo ir para que pueda descansar. He comprendido que las personas amadas mueren sólo si se les olvida e Ignacio Marroquín es alguien imposible de olvidar, vivimos juntos 22 hermosos años, tuvimos un hijo maravilloso y construimos un patrimonio, pero sobre todo un hogar donde siempre reinó el amor y la armonía, por todo ello yo recibo su memoria con los brazos abiertos, siempre trayendo a mi mente los momentos felices que pasamos juntos, como pareja, como familia; siempre vivirá una parte de él en mí y nuestra conexión jamás morirá, porque…el verdadero amor nunca muere.

Regina soltó un suspiro y alzó la mirada, completamente inundada, sus ojos azules se toparon con el miel de los ojos de Miguel Ángel, quien derramaba una lágrima pura. Él apretó la mano de ella, sus ojos la miraban con admiración, con ternura…pero Regina lo interpretó como algo diferente.

Regina pudo ver el amor, reflejado en esos bellos ojos color miel.

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Les pido una disculpa a todos por esta gran ausencia, pero mi trabajo y mis actividades diarias me han impedido actualizar, pero ahora espero poder retomar y seguir contandoles esta historia que es una de mis más grandes pasiones. Agradezco a los lectores que me han enviado correos y han dejado sus comentarios aquí, gracias totales, sus palabras me incitan a seguir escribiendo. Este capítulo va dedicado a todos ustedes, sobre todo a Sirenita, quien me dedicó unas palabras muy bonitas a través de un email. Les deseo que este nuevo año esté lleno de muchas bendiciones, éxito, salud, dinero, amor y unión familiar. Nos estaremos leyendo. Un abrazo afectuoso a todos.