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Por favor señora. Capitulo 13

en Sexo con maduras

CAPÍTULO 13 “ACARÍCIAME”

“Acaríciame, tan suave como el aire amor, tan fuerte como el huracán que ciega mi mente.”

María Conchita Alonso.

 

Tras abrir la puerta del departamento; Miguel Ángel y Regina se fundieron en un apasionado abrazo, acompañado de intensos besos que parecían no tener principio ni fin, las manos del caballero recorrían desesperadamente el cuerpo de su compañera quien sólo podía ahogar gemidos ante la acalorada sensación que estaba experimentando.

El departamento de Génesis estaba amueblado, pero como estaba deshabitado la mayor parte del año todo lo que había en su interior estaba cubierto con gruesas sábanas blancas para protegerlo de las inclemencias del polvo. Era un espacio poco romántico, para nada alentador, pero los amantes no repararon en ello a la hora de ir prescindiendo de su vestimenta, dejando un largo camino de prendas desde la sala hasta la alcoba principal.

-Este lugar es deprimente. –dijo Regina mientras las manos de Miguel Ángel acariciaban su pechos por debajo del sostén.

-Es original, jamás lo he hecho en una casa del terror.

Regina soltó una carcajada.

-Es decir…mira este lugar, se supone que eres la reina del buen gusto y parece más la casa de Drácula.

Ella volvió a reír mientras se daba la vuelta para estar frente a él.

-No sé cómo haces para que me sienta así.

-¿Así como?

-Como si fuera otra persona.

-Yo quiero que siempre seas tú misma.

Regina bajó la vista sólo para recibir un cálido beso en la frente.

-Hay que acomodar este desastre…-le dijo.

-No, que todo fluya ¿Recuerdas? –respondió Miguel Ángel.

Ella decidió perder el miedo y dejarse llevar como la primera vez, Miguel Ángel estaba decidido a brindarle placer desmedido, así que no dejó ninguna porción de piel sin besar, envueltos en esas sábanas repletas de polvo perdieron la noción del tiempo entregándose una y mil veces, no lograban saciarse uno del otro, ni todas las horas, ni todas las noches serían suficientes para que llegara el hastío, era un sentimiento que se renovaba a cada instante.

Miguel Ángel se sorprendía con lo liberal que era Regina, una mujer de su edad podría resultar muy conservadora y poner pretextos a cualquier forma de comportamiento sexual, pero ella era muy abierta derribando cualquier tabú, cualquier limitante que le impidiera disfrutar plenamente de su sexualidad, tanto fue su asombro que temió no estar a la altura de las circunstancias.

-¿Te has cansado? –le preguntó Regina con el cabello enmarañado.

-Pfff…he perdido condición.

-Ni que decir de mí, no practico esto desde hace muchísimos años.

“¿Cómo podría perderse el mundo de algo así?” pensó Miguel Ángel.

-Me siento afortunado. –le dijo apartando los mechones rubios del rostro de Regina para acariciarla.

-¿Por qué?

-Habiendo tantos otros más dignos de estar contigo me has elegido a mí.

Ella desvió la mirada.

-No estoy segura de haberte elegido, las cosas se dieron, yo no pedí sentir esto pero…me encanta.

Miguel Ángel sonrió y se le fue encima llenándola de besos por todo el rostro, los labios y el pecho.

-Tú también podrías estar con otra persona, más joven, más bella…

-El destino quiso que estuviera contigo, no pienso contradecirlo…-le respondió para después atrapar los labios de Regina con un apasionado beso.

Ella no hizo más que rodear el cuello de Miguel con sus finos brazos mientras continuaban besándose más pausado pero sin perder la intensidad, una de las manos de él fue bajando hasta llegar a su intimidad y comenzó a masajearla despacio; Regina cerró los ojos y aparto sus labios de los de su amante para dejar escapar un suspiro, él continuó la faena con gran ahínco, sin llegar a ser brusco, sutilmente fue llevándola más y más al límite que no estaba lejos, el orgasmo se hizo inminente y la recompensa de su artífice fue un tierno beso que trataba de ahogar gemidos.

No podían perder tiempo, querían seguir entregándose lo mejor de sí, el cabello de Regina caía sobre el rostro de Miguel, mientras la embestía con fuerza, ella no pudo reprimir más la respuesta de su cuerpo ante tal placer, sus gemidos alentaban a su amante a seguir brindándole satisfacción hasta casi perder la noción de la realidad, una tormenta de éxtasis los embriagó culminando en un nuevo orgasmo sin precedentes.

Regina se dejó caer sobre el pecho de Miguel Ángel, completamente exhausta, nunca había hecho el amor más de tres veces seguidas, sentía el cuerpo adolorido pero la sensación placentera aún no terminaba de desvanecerse, él solo se limitó a abrazarla, acariciando suavemente su tersa piel, besando sus labios en cada oportunidad.

-Está amaneciendo…-le susurró al oído.

-Y esta vez no hay que huir…-respondió ella, alzando la vista para encontrarse con sus ojos.

-No sé a dónde nos lleve esto, Regina, pero no voy a desaprovechar ni un solo instante contigo.

-Ni yo contigo…

Se dieron un prolongado beso y se acomodaron de tal manera que se quedaron dormidos al mismo instante en el que el sol iba entrando levemente por la ventana.

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-¿Sólo eso vas a decirme? –le preguntó Alina a su hermana, tratando de no caer en la histeria.

-¿Qué más quieres que te diga?

-Cosas claras, por ejemplo.

-Mira, todo estuvo demasiado raro pero al final creo que sólo fueron figuraciones mías.

-¿Crees que estén teniendo un romance?

-No lo sé, Ali, es muy pronto para saberlo. Pero de algo estoy segura, Miguel Ángel ocultaba algo, cuando nos vio en la entrada de su casa fue como si hubiera visto al mismísimo diablo.

Alina trataba de encontrar alguna otra explicación a lo sucedido, pero no conseguía convencerse ni un poco.

-Le he llamado todo el día de ayer y no responde.

-Mmmm…creo que podemos saber si están o no juntos.

-¿Cómo?

-Puedo intentar localizar a Regina.

-¿Tienes su número?

-Lo robé del móvil de Sebastián.

Alina sonrió levemente.

-Háblale, invéntale cualquier pretexto.

Patricia cogió su celular y marcó el número de su suegra y como lo temía, esta no respondió. Intentó varias veces con el mismo resultado.

-Están juntos. –dijo Alina tratando de contener las lágrimas.

-Cálmate, esto debe tener alguna explicación.

-No lo creo, es demasiada coincidencia, aquél día en que ella fue a buscarlo al restaurante desaparecieron, no es ninguna coincidencia lo que ocurre ahora.

-Alina, en caso de que estuvieran juntos…tú no puedes hacer nada.

-¡Lo sé! Lo sé y eso me está matando…

-Cálmate por favor. –suplicó Patricia abrazando a su hermana.

-¿No te das cuenta Patty? No puedo competir con esa mujer, ella lo tiene todo.

-Lo que más me molesta de ti es esa manera de subestimarte, esa mujer no es más que tú, ni mejor, ni peor, son distintas, como todas las personas.

-Si no es mejor que yo ¿Por qué él está con ella y no yo?

-Si quieres ganar la guerra tienes que dejar de lloriquear y auto compadecerte, ya basta de perder el tiempo.

-¿A qué te refieres?

-Reúne méritos para que él tenga que decidir entre las dos.

-Tú sabes que elegirá a…

-¡Basta Alina! Vas a pelear, pensando siempre en ganar, no quiero volver a oír que te denigras ante a Regina Marroquín…

Alina bajó la mirada y asintió.

-No bajes la vista jamás, siéntete segura en todo momento, va a suceder lo que tú quieras que suceda, tú tienes el control.

Su pequeña hermana volvió a asentir y la abrazó, era una promesa consigo misma, iba a luchar por el amor de su vida.

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Una tormenta de besos hizo que Regina se despertara.

-Buenos días princesa…

-Buenos días. –respondió ella abrazándolo.

-Te ves particularmente hermosa esta mañana.

-¿Bromeas? Tengo un desastre el cabello.

-Se te mira perfecto, me gustas más al natural y la verdad es que me había perdido la increíble sensación de despertar contigo.

Regina se ruborizó.

-Todo esto ha sido muy bello, no tengo palabras.

-Aquí las palabras sobran, si no te has dado cuenta. –respondió él, besando su mano.

-Con la casa de Drácula fue más que suficiente ¿No? –le dijo Regina sonriendo.

-Este lugar está de miedo, tienes que arreglarlo a como de lugar.

-¡Vamos! Tampoco está en el abandono.

-Pues no, pero se ve muy deprimente.

-Lo arreglaría si fuese mío…

Miguel Ángel la miró fijamente.

-¿A dónde me trajiste Regina Lizárraga?

Ella sonrió pícaramente.

-Al departamento de soltero de Drácula…

Miguel Ángel soltó una carcajada.

-¿Dónde estamos?

-Es propiedad de una sobrina, ella vive en Mérida y viene aquí cada muerte de un judío.

-¿Ella sabe que estamos aquí?

Regina se quedó callada.

-¿Lo sabe?

-¿Eso te molestaría?

-Pues…no, si es alguien de tu entera confianza.

-Lo es, en realidad es quien me ayudó el día del incidente en tu casa.

-Vaya… por cierto aún no me has explicado eso. Casi muero de un infarto ese día.

-Bueno, utilicé tu teléfono para llamarle a mi sobrina, que era la única que sabía dónde estaba, no pudo irme a buscar hasta tu casa, obviamente, así que tuve que caminar hasta Superama.

-¿Qué? Regina eso está lejísimos.

-No tuve de otra, era eso o que mi hijo me encontrara en esas condiciones.

-No me lo habría perdonado jamás.

-Ni yo, pero comprendí que no puedo dejar de ser yo misma, de vivir lo que yo quiero por temor a lo que otros digan de mí, amo a mi hijo pero no puedo contarle todo lo que hago.

-Entonces crees que debemos mantener esto en secreto…

Regina lo miró angustiada.

-Tranquila, te entiendo, yo tampoco quiero lastimar a nadie, menos a ti. Eres una gran mujer y me siento afortunado que me compartas todo esto.

-Yo también me siento afortunada y feliz, aunque no dejo de sentir culpa por tener que escondernos como si fuéramos delincuentes.

-Pues, una aventura, es más bonita…si no miramos el tiempo en el reloj, una aventura es más bonita cuando escapamos solos tú y yo….

Regina comenzó a reír.

-Reventamos, estamos que reventamos, cada vez que de frente nos miramos…-le dijo Miguel Ángel cantándole al oído.

-Te desee desde la primera vez que te vi.

-¿Cuándo fue eso?

-En la pista de atletismo.

Miguel Ángel bajó la vista.

-¿Estás ruborizado?

-Jajaja…

-¡Por Dios! Eres un hombre maravilloso, te han de decir lo mismo a cada rato.

-Para nada, por eso aprecio mucho tus sentimientos.

-Yo también aprecio los tuyos, para mí son únicos.

Miguel Ángel volvió a besarla, rodeándola entre sus brazos como si se tratara de lo más preciado de su vida.

-Que así sea entonces, escaparnos juntos…creo que puedo vivir con eso. –le dijo finalmente.

Regina sonrió débilmente.

-Por ahora tenemos que volver a la realidad, no quiero levantar sospechas.

-Tienes toda la razón, pero tienes que prometerme que pase lo que pase jamás te cohibirás. –respondió Miguel Ángel.

-Está bien, sabré hacerle frente a la situación.

-No sólo tú, yo también. Estaré contigo en todo momento, esto es de dos.

Ella volvió a abrazarlo fuertemente, él le respondió besando su frente.

-Vamos hermosa, te ayudaré a vestirte.                         

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-Esto es rarísimo. –dijo Sebastián.

-¿Qué cosa, cielo? –le respondió Patricia.

-Mi madre no responde mis llamados.

-Mmm ¿Sabes dónde está?

-Según que con Génesis pero, ni idea…

-¿Génesis? ¿Quién es ella?

-Ah, es una prima, no la conoces aún.

-Mmm ¿Tienes una foto?

-Desde luego…-respondió Sebastián y acto seguido buscó una fotografía donde aparecía junto a Génesis y otro hombre.

-Wow…-Patricia de inmediato reconoció a aquella mujer, era con quien su amigo Claudio se había ido al terminar el show del viernes.

-¿Pasa algo?

-Mmm no exactamente, sólo que me parece que la he visto antes.

-Pues, debe ser, es una mujer muy famosa.

-¿Así? ¿Pues a que se dedica?

-Es publicista, ha crecido como la espuma, representa a muchísimas marcas de México y del extranjero. Una diosa del branding.

-Mmm ya veo, el éxito corre por la sangre Marroquín…

Sebastian sonrió.

-Génesis no es una Marroquín.

-Oh…entonces ¿Lizárraga?

-Tampoco, es mi prima política.

-¿Mmm?

-Es esposa de mi primo Emilio. –le dijo señalando al hombre de la fotografía.

-¿Del arquitecto?

-Del mismo…

Patricia no pudo evitar recordar lo que vio aquella noche, las risas y coqueteos de Claudio Montaño y esa mujer de melena negra ondulada, los había visto salir juntos y decidió seguirlos, lo que vio la dejó helada, su amigo, siendo un hombre casado estaba besando y toqueteando a otra mujer…era demasiado para su conciencia.

-¿Amor?

-¿Sí?

-Te noto rara… ¿Hay algo que deba saber?

Patricia lo miró unos instantes…

-No cariño, todo está en orden. –le respondió ella mientras daba un sorbo a su cerveza.

-No suenas convencida.

-Jaja, no es eso amor, es sólo que bueno…toda tu familia es tan influyente, tan exitosa, me siento un poco intimidada.

-Hermosa no tienes porqué, eres una mujer increíble, con muchas virtudes, eres una promesa del mundo musical y yo te voy a apoyar en todo siempre. Además mi familia es muy buena, te van a amar.

Patricia sonrió para tranquilizar a su novio, pero por dentro crecía una duda que habría de resolver…

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Regina y Miguel Ángel estacionaron su vehículos en la entrada de la casa de él, quien bajó del suyo para dirigirse al de Regina, ella al verlo bajó la ventanilla.

-Se me hará eterno el tiempo hasta que pueda volver a verte…-le dijo, clavando sus bellos ojos azules en él.

-A mí también, pero el reencuentro será algo maravilloso…ese será mi único consuelo. –le respondió Miguel mientras acariciaba su rostro.

-¿Vas a pensar en mí?

-En todo momento, jamás lo dudes.

-Yo también pensaré en ti…

Y acto seguido la besó…no le importó estar en plena calle, que cualquiera pudiera verlos, que quien fuera pudiera llegar, en ese momento sólo existían ellos dos y ese hermoso contacto de sus labios, acariciándose, nutriéndose uno del otro para hacer de la espera algo soportable.

-Te veo luego…-le dijo Regina tratando de recuperar el aliento.

-Te esperaré…

Miguel Ángel se apartó de la ventana del carro de la dama y ella subió el cristal, haciendo un ademán de despedida, arrancó el motor y emprendió la marcha, la miró alejarse con ciertos temores aflorando dentro de él, se la estaba jugando, se estaba arriesgando a niveles insospechados, pero valía la pena…Regina lo valía.

Cuando ella se hubo ido, Miguel caminó hasta su camioneta cuando notó la presencia que lo dejó completamente helado, inerte.

-Vaya…yo sabía que entre ustedes había algo pero jamás me imaginé de que tamaño…

Miguel Ángel sintió que iba a desmayarse.