miprimita.com

Lolita

en Dominación

Normal y sencillo, para Lolita esas dos palabras describen muy bien su modo de vida. Desde que llegó al país, su mundo gira en torno a su pequeño hijo Andrés y el deseo de darle una vida mejor. Trabaja desde bien temprano limpiando oficinas en un conjunto empresarial y el resto de su tiempo lo dedica a su hogar.

 

A sus 36 años sigue siendo una mujer hermosa, pequeña, de figura menuda, pechos y nalgas firmes, bien torneados, piel muy blanca, ojos verdes y cabello rojo. No le han faltado pretendientes, pero ella dejó de creer hace mucho en el príncipe azul y prefiere seguir su vida sin intensidades ni preocupaciones extra.

 

Esa tarde luego de culminar la jornada se dispuso a arreglarse para ir a casa, entonces se dio cuenta de que había perdido algo especial, un pequeño broche para el cabello de cristal azul que le había regalado su hijo el día de la madre. Lo buscó por todo el casillero sin encontrarlo, hasta que recordó que se le había caído accidentalmente mientras limpiaba en la oficina del Sr. Lara; lo había colocado sobre una mesa tras el escritorio y al salir lo dejó olvidado.

 

Consultó su reloj y vió que eran más de las 6, a esa hora el Sr. Lara ya se había ido, por lo que podía entrar rápidamente y recoger el broche; no quería esperar hasta el día siguiente y correr el riesgo de que ya no estuviese ahí. Subió hasta el octavo piso y en efecto el área estaba desierta, abrió la oficina con las llaves de conserjería y se dispuso a entrar, fue directamente hasta el baño y encendió la luz, a esa hora los vigilantes comenzaban a recorrer los pasillos y la presencia de una aseadora que no está limpiando podía ser vista con sospecha, y mucho más tomando en cuenta el pésimo carácter del Sr. Lara, quien no dudaría en despedirla si una queja de este tipo llegaba a sus oídos; así que la luz del baño era más que suficiente iluminación para buscar sin ser detectada.

 

De pronto observó una sombra deteniéndose frente a la puerta, era nada menos que Lara. Enseguida se escurrió debajo del gran escritorio de roble y se pegó a una esquina abrazando sus piernas, le parecía una estupidez, debió haberse quedado de pie y decir la verdad, pero el miedo no la había dejado pensar con claridad; quizás solo había olvidado algo y se iría sin notarla, pero no fue tan sencillo.

 

El hombre se había sentado frente a su escritorio, pudo escuchar el sonido del ordenador al encenderse, entendiendo que si tenía algo de suerte y no era descubierta tendría que pasar ahí mucho rato. Afortunadamente, el escritorio era bastante grande, por lo que estaba a una distancia suficiente como para que no la tropezaran notando así su presencia, más que nunca agradeció su metro y  medio de estatura. Desde donde estaba podía mirar el pantalón azul de corte fino y los zapatos de cuero negro.

 

Sintió el sonido de las teclas sin poder creer lo que escucharía poco después, gemidos, besos, el golpeteo rítmico de unas caderas contra otras, era obvio que se estaba proyectando una escena de sexo. El distinguido y estricto Sr. Lara estaba viendo una candente escena sexual por internet.

 

Entre el miedo y la incredulidad Lolita seguía agazapada sin moverse, viendo como poco a poco los pantalones de aquel señor se iban abultando cada vez más. Cuando la tensión de la tela estaba al máximo pudo observar cómo se ponía de pie, sintiendo enseguida el sonido de la cremallera, si había tenido alguna esperanza de salir ilesa ahora era casi imposible, no podía más que rezar en silencio, esperando que la calentura del jefe le nublara los sentidos de forma tal que pudiera mantenerse oculta.

 

Tuvo que contener un grito cuando el hombre volvió a sentarse, esta vez con los pantalones por las rodillas y una erección tremenda, el sonido de las escenas continuaba, ahora junto con la excitación de su espectador.

 

- Ohhhh que ricooooooo, así mami, asiiiii.

 

Poco a poco aquella verga iba tomando más grosor, marcando cada una de las venas, exponiendo una cabeza dura que apuntaba hacia arriba como una flecha. Lolita recordó la última vez que tuvo sexo hace tres años, desde entonces no había visto un pene y mucho menos expuesto ante ella por tanto tiempo haciendo que empapara sus bragas de forma tan abundante, sentía como el sudor iba impregnando su piel y la excitación se iba apoderando de su cuerpo, imponiéndose al miedo.

 

- Ahhhh te quiero reventar ese culo mamasita, oh que ricoooo.

 

El Sr. Lara no había tocado su pene, sin embargo largos hilos de flujo brillante comenzaban a bajar de espacio goteando la alfombra, haciendo que a Lolita se le desbocara el pulso deseosa de abrir los botones de su bata de trabajo y dejar aquel hilo brillante y espeso de aquella verga erecta bañara sus senos.

 

De pronto el sonido del computador se detuvo y se vio frente a frente con el Sr. Lara que se había agachado bajo el escritorio para verla. No supo que la delató, estaba totalmente excitada ¿El sonido de su respiración? ¿Se había movido sin querer?

 

- ¿Qué haces aquí?

 

Su tono de voz era frío, incluso malicioso, podía sentir cómo la miraba de arriba abajo, estaba sudando y sus pezones tan duros se marcaban claramente bajo la ropa, además se sentía empapada, era como si la estuviese viendo desnuda.

 

Se puso de pie trastabillando cuando él se lo pidió con la cara roja de vergüenza, no le había dado mucho espacio para salir de donde estaba así que quedó de pie entre las piernas de aquel hombre que seguía con su erección expuesta, quería decir algo, cualquier cosa pero estaba muda del miedo y la excitación.

 

- Viniste a mirar?

 

Él había posado sus manos detrás de sus rodillas y las iba subiendo lentamente por los muslos, haciendo que sintiera descargas eléctricas que le erizaban la piel y la estremecían bajo el vientre.

 

- Yo...yo vine por el broche Sr. No quería.

 

- Broche? qué broche? Este?

 

Puso su dedo sobre la base de su cuello y lo bajó lentamente por el escote hasta señalar el primer botón de su bata y desabrocharlo luego junto a tres botones más dejando sus pechos al aire.

 

- Sr. por favor, le suplico, no quería.

 

- Shhhhhhhhh calladita, calladita.

 

Comenzó a besarla bajo la oreja, un beso intenso que se fue abriendo paso hasta la garganta mientras la tomaba con fuerza de las nalgas.

 

- Ahhhhhhhhh.

 

- Tu me confundes... me dices que no, pero gimes de placer, no querías pero estás empapada. Date la vuelta.

 

- No Sr. por favor, déjeme ir se lo ruego.

 

- ¿Quieres que avise que te encontré en mi oficina husmeando sin mi autorización? Mañana mismo vas quedar en la calle, si me da la gana te llevo así como estás bien excitada delante de la vigilancia para que vean que estabas masturbándote en mi oficina y te echamos como una puta....

 

Lolita sentía las lágrimas correr por sus mejillas, estaba atrapada en una situación terrible y además tan excitada que no podía disimularlo. Cerró los ojos y se dio vuelta, apoyando las manos en el escritorio, mientras escuchaba el largo suspiro de satisfacción de su jefe.

 

- Mmmmmmmm así me gusta más.

 

Siguió explorando sus muslos con las manos hasta llegar al borde de su ropa interior, la fue bajando por las caderas hasta las rodillas tocándola con la yema de sus dedos, haciendo que cada poro de su cuerpo se tensara de deseo, luego levantó por completo su falda y puso el pulgar justo en la entrada de su vagina, haciéndolo girar lentamente, provocándole otro gemido largo.

 

- Ahora te voy a dar lo que viniste a buscar puta.

 

El pene duro y grueso que había estado mirando ahora la estaba abriendo por dentro, entraba con fuerza, se movía un poco, salía con suavidad y volvía a arremeterla sin piedad. Luego se quedó dentro de ella sin moverse mientras seguía desabrochando con lentitud el resto de su bata, podía sentir aquella pieza de carne endurecida latiendo dentro de ella, minando sus fuerzas, dejando que la invadiera el deseo de que volviera a moverse, cuando tomó sus senos con ambas manos y comenzó a acariciarlos no pudo aguantar más la punzada de la excitación y empezó mover sus caderas, haciendo que él retomara sus embestidas esta vez a un ritmo constante y delicioso.

 

- Ey, no subas tanto la voz, quieres que se enteren todos de lo que haces con tu jefe?

 

Pero la excitación seguía subiendo, cebándose bajo su vientre como una ola que sube hasta lo alto buscando el momento de estallar. Miró hacia todas partes buscando algo con que ayudarse, las piernas le flaqueaban y sabía que en cualquier momento no aguantaría más. Se llevó la mano a la boca y comenzó a morderse a sí misma, sólo así pudo contener los gritos cuando aquel orgasmo intenso la lanzó por el aire dejándola sin aliento. El salió de entre sus piernas con brusquedad y le ordenó con su habitual frialdad que se vistiera.

 

- Todavía no me has dicho a qué viniste Lolita....

 

- Solo quería encontrar mi broche.

 

No podía mirarlo a los ojos, las lágrimas volvían correr por sus mejillas llenas de vergüenza, se había comportado como una verdadera puta con su jefe.

 

- Ah sí, el broche. Este miércoles Lolita te quiero aquí a la misma hora buscando el broche, y ni se te ocurra dejar de venir, estás muy rica y pretendo gozar mucho más contigo ¿Está claro?

 

- Sr. yo no hice nada malo, por favor.

 

- ¿ESTÁ CLARO?

 

- Si Sr. el miércoles.

 

- Ahora lárgate de aquí antes de que me arrepienta, vamos LARGO.

 

Salió corriendo y se desplomó en el baño llorando desconsoladamente, era un llanto catártico pero no lograba calmar su rabia, su miedo, la humillación. Se sentía abusada y a la vez culpable, ella misma lo había incitado a continuar cuando estuvo dentro de ella, no hizo nada para oponerse, y ahora estaba metida en esta situación; si pudiera evitarlo no regresaría nunca más, pero no tenía la posibilidad de darse ese lujo y quedarse sin dinero. Miró el reloj y se dió cuenta de que ya era muy tarde, buscó su celular y tenía 3 llamadas perdidas de su amiga Inés quien cuidaba a Andrés por las tardes. Se vistió a toda prisa y salió a la calle.

- Inés, se me hizo tarde, voy en camino.

 

- ¿Dónde estabas Loly? Me tenías preocupada, te llamé y no respondias.

 

- Se presentó algo en el trabajo y tuve que quedarme, no escuché el teléfono.

 

- ¿Te sientes bien? Te escucho rara.

 

- Si, si, es que estoy cansada, voy en camino.

 

En cuanto colgó las lágrimas regresaron de nuevo, se subió al autobús que a esa hora estaba mucho más solo y trató de calmarse, no quería que al llegar a casa se supiera que había estado llorando. Trató de concentrarse en otras cosas, Andrés, las tareas de la escuela, en lo que iba a decirle a Inés, pero era casi imposible pensar en otra cosa.

 

Llegó con prisa a casa de Inés, tratando de evitar así sus preguntas, ante la insistencia de su amiga tuvo que inventarle que había tenido una discusión con una de sus compañeras, con eso se calmaría por un rato, llegó a su casa y acostó a su bebé. Luego se dió una larga ducha, tratando de calmarse y pensar en algo. Jamás fue una mujer liberal y mucho menos capaz de hacer algo como lo que acababa de hacer y ahora su jefe pretendía tomarla de nuevo en un par de días, no podía creer lo que estaba pasando.

 

Continuará.....