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¿Cuando comenzó todo esto? Sinceramente no lo se, solo recuerdo vagamente el inicio de mi tormento con una inocente conversación en el bar. Había dejado a mi hijo pequeño en la guardería y como todos los días me dirigí a tomarme un café antes de ir a trabajar.

Esa era mi rutina hasta ese fatídico día, en el que oí por primera vez aquella voz. Y digo voz porque pese que la persona que me hablaba estaba delante de mi , no podría describirla, ya que es algo que tengo vetado.

Lo que no tengo vetado es describirme a mi, y lo debo hacer con todo lujo de detalles, así que me llamo Ángeles y tengo 32 años. Tengo un bonito trasero, según palabras literales de mi marido. En cuanto a medidas, alcanzo los 1,68 con 61 Kg de peso, con una 95 de pecho, y 65de cintura. Pelo castaño y ojos marrones, aunque luzco una melena rubia, cosa que creo que me sienta mejor.

En cuanto a vestuario no soy ninguna exhibicionista, suelo ser muy discreta, y es cierto que no puedo esconder ciertas cosas, pero no voy dado pie a que se descubran fácilmente.

Aquel día en concreto una falda larga y una camisa sobre una camiseta que no permitía que se transparentara la ropa interior, la cual era cómoda y nada sensual.

Volviendo a aquella mañana, andaba sentada en una mesa con mi café con leche y una botellita de agua, cuando El se sentó sin mas ante mi, iba a replicarle pero mientras miraba sus ojos comenzó a hablar.

- Hola preciosa, te llevo observando un tiempo, y ha llegado el momento de conocernos mejor, se que quieres hablar, y te extraña que no puedas hacerlo, bueno, no te asustes, ya te dejare hablar, pero en un sitio publico como este, lo mejor es que escuches.

Pánico. Ese era mi estado, no podía ni hablar ni moverme, solo mirar a sus ojos y escuchar sus palabras, mientras sentía como invadía algo mas profundo.

- A partir de ahora harás sin rechistar todo lo que yo te diga, y para que veas que no puedes oponerte a mis deseos, vas a echar sal a tu taza y lo beberás como si nada.

Y lo hice, mis manos cogieron el salero y rociaron generosamente el café, y sin mas comencé a beber sorbos con toda naturalidad, mostrando en mi cara el desagradable sabor que invadía mi boca.

Estaba en sus manos.

- bien, ya vas siendo consciente de que no tienes escapatoria, así que ahora asiente o niega con la cabeza, ¿Vives por aquí cerca, no?

Asentí sin poder evitarlo

- Te dirigías al trabajo, ¿No?

Afirmación.

- ¿ hay alguien en casa?

Una negación

- Bueno, pues ahora te dirigirás hacia allí, yo te seguiré

Me levante lentamente sin ningún tipo de protesta, mi cuerpo seguía con naturalidad las ordenes de aquel extraño, mientras mi conciencia se retorcía intentando resistir sin ningún éxito a aquel extraño.

Durante el corto paseo, no se dirigió a mi, y con toda naturalidad fue acompañándome hasta que traspaso el umbral de mi hogar.

- bueno, a partir de ahora ya puedes hablar para contestar a lo que te pregunte, pero, quiero que hables muy suave, me has entendido

- si – dije casi susurrando

Allí en la entrada me hizo un interrogatorio sobre vida y costumbres que no dude en contestar, con pelos y señales, trabajo, familia, costumbres, vida sexual, todo fue blanco de sus preguntas, y nada se quedo sin aclarar.

- bien, ahora vamos a tu cuarto

mis piernas flaquearon, pero no dudaron en dirigirse hacia mi dormitorio, sabiendo que, aquello que me rondaba en mi cabeza, se iba a producir, estaba a su merced, y lo que tanto temía no tardaría en producirse.

- quitate toda la ropa y a la cama

ni que decir tiene que mi cuerpo no tardo en perder todos sus secretos frente a sus ojos, y yo no tarde en visualizar el suyo de la misma forma y pegado al mio, y su mano no tardo en tomar posesión de mi desnudez.

- bien, ahora voy a poner mi mano en tu sexo y vas a restregarte como si no tuvieras mas destino que correrte con mis dedos. Dime, ¿te gusta?

- No, no me gusta, déjeme por favor, no quiero – pude decir, hasta que un sonido de su boca sugiriéndome silencio me hizo volver a callar, mientras mi cuerpo ya se enzarzaba en una pelea desigual con sus dedos, mi clítoris se rozaba con total rudeza contra ellos, provocándome una extraña mezcla de dolor y placer..

- Así me gusta, que empieces a jadear, sabiendo que te llega ese inevitable orgasmo que te va a dejar el coño jugoso y receptivo. Se bien que te da asco la situación, pero no puedes hacer nada.

Mi cuerpo comenzaba a llegar a ese punto sin retorno, donde el placer elimina todo atisbo de raciocinio, y así me encontré gimiendo de placer ante aquel desconocido, que me vejaba en mi propia cama. Y ante mi propia vergüenza me corrí en sus manos, lo cual hizo que dos de sus dedos se introdujeran en mi sexo, y comenzaran a moverse dentro de mi con gran rapidez. Aquello termino de derrumbarme haciendo que encadenara dos orgasmos mas, siendo el segundo tan brutal que sentí como si cuerpo explotara, notando una terrible humedad entre mis piernas.

- pero que guarrilla eres, te has corrido como una perra en celo, estarás deseando que te folle, ¿verdad?

- no, por favor, no me hagas nada – las palabras no hicieron ningún efecto, y aquel hombre se situó entre mis piernas y note como se encajaba en la entrada de mi sexo – no, no, no – pude emitir esas negativas mientras sentía como un hierro candente se introducía lentamente en mi interior, abriéndome sin remedio a su perdición. No paro hasta ensartarme por completo, notando como había profanado hasta lo mas profundo de mi ser.

 

- que gusto, que coño mas caliente tienes, y te la he clavado hasta el fondo, ¿la notas? ¿tu marido te la mete tan adentro?

- no, el no la tiene tan grande

y entonces sentí como se deslizaba dentro de mi, dándome un placer indescriptible y cuando creía que se salia, de un golpe me la volvió a incrustar, arrancándome un grito entre placer y sorpresa que me dejo casi sin respiración.

- te voy a follar como nadie te ha follado – dijo mientras me clavaba salvajemente – y te voy a dejar muy adentro toda mi leche, te voy a preñar, y no voy a dejar de rellenarte hasta que lo consiga.

No podía ser verdad, aquel hombre no solo me violaba, sino que quería preñarme, y sus embestidas solo hacían que acercar el momento, ese en el que su simiente la inundaría, y no habría vuelta atrás, aunque siempre podría evitar que aquello no se materializara.

- y sabes lo mejor, que no podrás evitarlo, porque vas a tener a mi hijo, y el cornudo de tu marido lo mantendrá por mi.

Como si lo tuviera todo preparado se salio de mi, poniéndome boca abajo, poniéndome el almohaalmohadón bajo el vientre, haciendo que mi culo quedara ligeramente levantado. Temí que practicara conmigo el sexo anal, pero no tardo en ensartarme esta vez suavemente, disfrutando de cada envestida, y haciendo que mi cuerpo terminara por explotar en un orgasmo continuo.

Aquello fue degradante, yo gimiendo de placer, sabiendo que aquel hombre me estaba forzando. Y mas aun cuando aceleró sus embestidas y con claros signos de placer se vació en mi interior.

- joder que corrida, llevaba una semana sin vaciarme y ya me dolían las pelotas. Ahora te quedas ahí quietecita que no salga nada, mientras voy a ducharme.

Ahora entendía la postura, así su semen se retenía en mi interior, y lo peor es que no podía moverme, mientras lo oía cantar bajo el chorro de la ducha.

Cuando salio y se vistió, se sentó a mi lado.

- Ahora seguirás con tu vida normal, esta noche volveré para seguir con tu inseminación, ¿alguna pregunta?

- ¿esta noche? Mi marido estará, no por favor, ¿porque a mi?

- tranquila, tu marido no recordara nada, y tu, bueno, tu eres una mujer preciosa, y seras una preciosa madre de mi hijo, y tranquila, que te voy a follar bien follada. Ah, esta noche quiero que me recibas con un picardías, y ropa interior sexy, seguro que tienes algo por ahí, y depílate ese coño, que se te ve muy feo.

En cuanto oí la puerta cerrarse mi cuerpo pareció liberarse, incorporándome como pude de la cama, y notando entonces que realmente me había llenado, ya que mi entrepierna comenzó a mojarse con gran cantidad de semen que emanaba de mi interior.

Me arrastre a la ducha y me limpie, aunque sabia que había depositado en lo mas profundo de mi su semilla y eso no podría limpiarlo. Así que decidí depilar mi sexo, lo recortaba y arreglaba pero en contadas ocasiones lo había dejado sin pelo. Y en 20 minutos lo tenia listo. El resto del día paso rápido, incluso parecía que nada hubiera pasado. La rutina hizo que casi olvidara lo sucedido, pasado a parecer un mal sueño, pero pasadas las 10 cuando acababa de poner la cena en la mesa , sonó el timbre.

- a ver quien es ahora – dijo mi marido levantándose

- dejalo, no abras – dije rápidamente

- mujer, que igual es algo importante – y se dirigió a la entrada y abrió la puerta

espere oír como mi marido gritaba, como evitaba que aquel monstruo volviera a transgredir la tranquilidad de mi hogar, pero solo oí frases que no llegaba a entender, y no tarde en ver como mi marido entraba en el salón con expresión ausente seguido por El.

- Buenas noches preciosa, quitate la bata que quiero verte bien

como una autómata me desprendí de la prenda dejando a la vista un picardías rojo que dejaba poco a la imaginación

- Menuda yegua tienes en casa, lastima que a partir de ahora vaya a montarla yo, pero no te preocupes, que te la voy a dejar bien servida.

El se puso detrás de mi , y mientras una de sus manos sobaba mis tetas la otra se introducía en el escueto tanga acariciando mi sexo.

- que guapa te has puesto para mi, pero tu marido tiene que recibir lo suyo, así que en cuando se desnude vas a comerle la polla, arrodillada como una buena puta. Y a partir de ahora lo harás cada vez que te lo pida, y te lo va a pedir cada vez que tenga ganas de sexo.

Si creía que aquello no podía empeorar, me equivocaba. Mi marido se desnudaba ante mi y no tardo en lucir una incipiente erección, y yo no tarde en arrodillarme ante el y comérsela con deseo. Pero no iba a ser tan normal, ya que fue mi marido el que me agarro el pelo y comenzó a follarme la boca con fuerza.

- así, muy bien, no tardara mucho en vaciarse en tu boca, pero esta prohibido escupir, tragaras todo lo que tu esposo te de.

Allí estaba, con la polla de mi esposo en la boca, oyendo como gemía, y sin poder apartarme comenzó a eyacular. Hasta tres espesos chorros de leche tuve que tragar aguantando el asco que me daba aquella situación, ya que nunca había ingerido semen.

- bien, ahora quitate el tanga y siéntate en el sofá que tu marido te va a comer el coño

No tarde en sentir la boca de mi marido deleitándose sobre mi sexo y a El a mi lado, sobándome las tetas y recreándose con la situación.

- ¿te gusta como te lo come?

- si, mucho – le conteste jadeando

- ya veo que te has depilado el coñito, así me gusta, a partir de hoy lo mantendrás siempre así

si la situación ya era surrealista, se torno todavía mas cuando se desnudo, y sentándose a mi lado le pidió a mi marido le mamara la polla, cosa que hizo sin inmutarse. Y allí estaba yo, gimiendo de placer con los dedos de El metidos en mi coño mientras mi marido se la ponía dura a conciencia.

- joder como la chupa tu marido, seguro que sera un buen mamporrero

en aquel momento aquello no tenia sentido para mi pero, nada lo tenia, y mas, cuando un orgasmo me invadía sin remedio, pringando los dedos que me martirizaban.

Ni que decir tiene que aquello no acabó ahí, si no en mi cama de matrimonio, hasta cuatro veces eyaculo en mi interior con tremendas folladas que me dejaron dolorida y devastada, y todo eso con mi marido a nuestro lado pajeándose sin parar. Sobre las tres de la mañana me dejo comiendo la pringosa polla de mi marido, mientras el se duchaba y desaparecía, y ni que decir tiene que mi marido se esforzó hasta la extenuación hasta correrse de nuevo en mi boca.

Lo extraño de todo es que al día siguiente todo volvió a la normalidad, bueno, salvo que mi marido requirió una nueva mamada en la ducha antes de irse que atendí con devoción y asco. Pero no podía decir que no.

durante toda la semana se repitió el ritual con salvajes sesiones de sexo que terminaban bien entrada la madrugada y con gran cantidad de leche en mi interior, cosa que ademas, cada día combinaba con pruebas de test de embarazo. Y el viernes noche, ante mi horror, dio positivo.

- ya sabia yo que eras una buena yegua, y no tardarías en quedarte preñada – me dijo mientras botaba sobre su polla en el sillón, después de la prueba.

Aquella noche no me dejo descansar, y con su estilo salvaje me dedico una nueva ración de sexo demoledor.

Ya han pasado dos años desde aquel extraño encuentro en el bar, y mientras escribo estas lineas, mi marido juega con el hijo de El en el salón, ajeno a mi calvario, y feliz con sus mamadas, porque mi cuerpo le sigue perteneciendo, lo sigue usando cuando le apetece, y cuando no, manda a personas que lo usan, pagándome un dinero que luego le entrego sin dudar.

En su ultima visita me dijo que dejara de tomar las pastillas para prevenir el embarazo, y también me dijo que a partir de ese día iba a recibir a hombres por la noche, que me follarían sin descanso hasta que me dejasen preñada, así nunca sabría quien es el padre.

- No te preocupes – me dijo sonriendo – aunque el bebe te salga negro, no lo sabrás.

Aquello me intrigo, pero el primer día, supe de que me estaba hablando, la primera noche, al abrir la puerta, cuatro negros esperaban ansiosos a que una blanca con un picardías semitransparente les atendiera. Y sus temibles pollas me rellenaron de tal forma, que a día de hoy creo que ese mismo día se sello mi destino. Pero aun no lo se, la prueba solo me la El la próxima vez que venga, y a día de hoy han sido negros, moros, abuelos y adolescentes los que han mancillado mi cuerpo y mi cama.

Pero mi tormento es solo para mi, y lo plasmo en estas lineas, el resto solo le pertenece a EL.

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