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Ella sabe lo que necesita un hombre: una mamada.

en Sexo Oral

Ella es guapa, muy guapa, en serio. O al menos a mí me lo parece observando mis gustos sobre las mujeres. Padece el Síndrome de Rokitansky, es decir, agenesia vaginal inhabilitante, sin canal vaginal, por lo que sus órganos sexuales no se han desarrollado, carece de vagina y de clítoris.

Es muy poco frecuente que esto le suceda a una chica, menos de una por cada 10.000 mujeres. Pero sucede. Y también tienen derecho a disfrutar del sexo a su manera.

 

Cada mediodía llego cansado a casa. Trabajo de 7:00 a 14:30, aunque vivo enfrente de las oficinas por lo que a las 14:35 abro la puerta y ella me recibe con un gran beso y me dice que ya está la comida servida.

Cuelgo la chaqueta y avanzo hacia la cocina, siempre huele delicioso.

Mientras comemos y disfruto de esa riquísima cocina que ella sabe preparar, suele robarme algún beso incluso con comida en la boca, y nos besamos tan rico…

Ella me mira con ojos de pasión, de amor, como yo la miro a ella. Continuamente me dice que está muy enamorada. Y seguimos comiendo. Al terminar voy al sofá para tomar un café y fumar un cigarrito mientras ella termina de recoger. Después voy al cuarto de baño y no me demoro mucho porque sé lo que me espera…

Al salir del servicio me dirijo a nuestra habitación, ella ha terminado y me ayuda a desvestirme para dormir una siesta más cómodo.

Cuando estoy desnudo me meto en la cama mientras ella la rodea dando pasitos rápidos, se desnuda y se mete por su lado de la cama. Cada uno tiene su lado de la cama.

Y nos encontramos acostados de lado, frente a frente, y nos besamos. Nos besamos mucho, con pasión, metiéndonos la lengua con desenfreno. Ensalibándonos las bocas sin reparo.

Ella no comienza a tocarme hasta que no siente mi mano sobre uno de sus pechos, ya que la máxima sensibilidad que le aporta su propio cuerpo está en sus pezones, los cuales rozo con mis dedos, los acaricio, se los chupo con fuerza, los atenazo con la punta de mis dedos, enroscando y apretándoselos hasta que se excita sobremanera y consigue la sensación más similar a un microrgasmo que puede tener.

Mientras nos besamos y le amaso sus tetas a mi gusto, ella no para de masturbarme al ritmo que sabe que más me gusta. Me conoce bien y sabe cómo me da más placer, cómo agarrar mi polla por el tronco, no muy arriba porque sino no se mueve la piel lo suficiente, ni muy abajo en donde me molestaría la tensión al tirar desde la base de mi polla. Ha aprendido a mancillarme la polla con maestría.

Cuando ya comienzan a deslizarse nuestras salibas por la cara hacia la almohada subo mi mano de sus tetas y le acaricio la cara con descaro. Ella sabe que esa es la contraseña para decirle sin palabras que me apetece meterle mi polla en la boca.

Así que sonríe y baja dándome besitos por el torso hasta mi pene duro, hinchado y cargadito. Su templo de adoración. Y aunque no es lo más satisfactorio del mundo, comienza a darle besitos todo alrededor y como sé que le gusta y le excita, le dejo que se recrée.

Pasados esos segundos previos, se mete mi polla en la boca y comienza a mamar.

Tiene una forma de mamar tan dulce que parece una ternerita acostada mamando de las ubres de su mamá. Pero en vez de las ubres de una vaca, es mi polla.

Y mientras tiene la mitad dentro de su boca y la chupa con verdadero amor, con la mano libre me masturba la mitad que sobresale al ritmo de su mamada. Es decir, pone la mano sobre mi polla y chupa mientras todo su cuerpo se balancea continuamente de adelante hacia atrás, como una niña en una cuna.

Sólo alcanzo a decirle:

- ¡Qué bien me lo haces, cariño!  

A lo que ella sólo responde con gemiditos, hummmm...

A veces la detengo y le digo que suba para seguir besándola un poco más. Me gusta paladear el sabor de mi polla en su boca y retrasar más el momento de correrme. Me gusta disfrutar de cada mamada sin prisas.

Y entonces es cuando le digo:

  • ¡Ahora, mi vida!

  • ¡Baja y hazme una buena mamada!

  • ¡Sácame todo el yogurt!

  • ¡Sécame hasta el tuétano!

  • ¡Tengo los güevos cargaditos de leche para ti!

  • Papi le va a dar a su nena mucha lechita calentita para dormir…

Y es ahí cuando se escurre silenciosa por las sábanas, se coloca comodamente, y se mete mi polla en la boca mamando más fuerte y esperando que le llene los carrillos de leche densa y templadita.

Ella sabe que no la voy a avisar. Yo estoy concentrado en el placer que me está dando en cada mamada, sin hacer nada más que disfrutar relajado mientras ella se afana en mamar con fruición, y cuando siento que es la mamada más rica, la succión más intensa, cuando ya no aguanto más, o sencillamente cuando me apetece, pongo mis manos sobre su cabeza me vacío a gusto y le lleno la boca de leche. Ella no deja de gemir en cada descarga de leche que me saca mamando, a veces 4, a veces 7, sencillamente gime al sentir cómo ha conseguido darme placer de forma tan romántica y pletórica.

Y justo ahí, cuando me vengo con esa contundencia, suelto un alarido de placer porque ella sabe mamar de forma espectacular mientras me estoy corriendo, sin estridencias, sin prisas, pajeándome suave pero mamando más suave todavía. Sin provocarme más gritos aunque sean de placer, porque con el primero la vecina de arriba ya sabe cada vez que me corro. Demasiada intensidad. Demasiado placer.

Ella sigue mamando despacito, intentando prolongar al máximo mi orgasmo. Se toma la guasca sin sacarse mi polla de la boca y continúa mamando con amor ya de forma débil y hasta que mi polla recupera su tamaño normal.

En esos momentos las endorfinas de mi cuerpo entran en relajación absoluta y me quedo dormido. Casi siempre con mi polla todavía en su boca. Y la siesta es para mí uno de los mejores momentos del día.

A veces se repite la misma situación por la noche. Antes de dormir. Si no me escuece la polla, me gusta correrme dos veces al día. Pero al cabo de 2 ó 3 días corriéndome un par de veces diarias, tengo que dejar pasar un día de reposo. El pene es un músculo que no suele reponerse tan fácilmente como nos gustaría. Por eso es mejor disfrutar sólo de una mamada diaria. Sin tanto vicio.

 

 

A veces tengo que viajar un par de días fuera, y cuando vengo, traigo tantas ganas de sus mamadas, tanta leche acumulada en los güevos, que puedo disfrutar de 3 mamadas el día que regreso. Claro que no es lo mismo follar (que ya ni me acuerdo mucho de cómo era), porque el pene sufre mucho más con la erección continua del folleteo y con el acidez vaginal que con las mamadas. Pero aún así, el ser humano no ha sido provisto de un pene que pueda tener sexo tantas veces como quisiéramos.

De todas formas, qué mas da. Lo importante es lo mucho que disfruto con cada mamada.

Y eso nadie me lo puede quitar. Salud.