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Por fin nos decidimos II

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Por fin nos decidimos. II

Los cuatro habíamos disfrutado, viendo a nuestro lado, como nuestra pareja, follaba con el otro con lujuria y desenfreno. La excitación que nos embargó fue tan fuerte, que nuestros cuerpos, no tardaron mucho en volver a responder. Y esta vez, con muchas más ganas.

Todos queríamos continuar, deseábamos fervientemente, poner en práctica,  todo aquello que   Jorge e Isabel habían insinuado en su anuncio. Para ello, debíamos  ser más explícitos y contarnos sin reparos, nuestras apetencias sexuales más íntimas e inconfesables del momento. Yo, estaba dispuesto a hacerlo.

Seguíamos en la cama, Paloma e Isabel  estaban en medio, Jorge y yo ocupábamos los extremos, cada uno al lado de su mujer. Mientras hablábamos, no dejábamos de acariciar a nuestras respectivas parejas, aunque continuamente, cuatro manos se encontraban en el mismo lugar. Los  pechos de Isabel, acaparaban con más frecuencia mi deseo, me encantaba acariciarlos, chuparlos, lamer sus enormes pezones e introducírmelos en la boca con suavidad.

Paloma sin embargo, dedicaba al miembro de Jorge toda su atención, lo acariciaba lascivamente. Le encantan las pollas grandes, y la de Jorge, sin ser exagerada tenía unas buenas dimensiones. De vez en cuando acercaba sus labios para besarla y  pasar tímidamente la lengua por su capullo. Las manos de Jorge se encontraron bastantes veces  con las mías, cuando éste, excitado, las acercaba para acariciar el  coño de mi mujer.  

Isabel por su posición, no se perdía ningún detalle de lo que estaba ocurriendo, sus manos también estaban ocupadas, acariciando y a veces masturbando, la polla de su marido y la mía a la vez.

Era “casi” un todos contra todos, a Paloma y a mí, no nos hubiera importado que hubiese sido así, pero en esta su primera vez, no sabíamos cuáles serían sus límites, y hasta donde estarían dispuestos a llegar.

Isabel, mientras me masturbaba, observaba con lujuria como Paloma, disfrutaba de la polla de su marido.  Mi excitación por la visión de la escena que estábamos protagonizando, estaba tan al límite, que no pude evitar levantarme  para poner mi polla, a escasos centímetros de la cara de Isabel, con el deseo irresistible de que se la introdujera en su boca.

Miro a su marido por un instante, y éste  con una sonrisa le animó a hacerlo. Sin más, se acercó beso mi capullo y se la introdujo despacio en la boca. Comenzó lentamente una mamada, que me volvía loco de placer. Pasaba la lengua muy despacio alrededor de mi capullo, para seguir a lo largo de mi polla, para finalmente volver a introducírsela en la boca. Su  forma de hacerlo me dejaba al borde de correrme. Mi mujer excitada por la visión, seguía masturbando a Jorge sin quitar la vista de Isabel. Jorge, también estaba disfrutando viendo a su mujer, como chupaba otra polla que no era la suya.

De vez en cuando, Isabel, dejaba de chupar mi polla para besar apasionadamente a su marido, que la correspondía sin ningún reparo, a pesar de haber tenido mi polla en su boca.  Jorge le introducía su lengua, y ella la chupaba como si de una polla se tratara. Estuvo unos minutos alternando mi polla con los besos a su marido. Dicha acción me ponía fuera de mí.

Estuve disfrutando durante un buen rato de la deliciosa mamada que Isabel me estaba dando. La suavidad y delicadeza con la que envolvía mi polla con su lengua, después de besar a su marido, me generaba un placer y un morbo como nunca habría imaginado.  Sin duda, también ellos, disfrutaban plenamente con esta acción. El desenfreno sexual de  Isabel me sorprendió confirmándome lo equivocado que había estado al juzgarla.

Yo, estaba deseando desvelar mis apetencias sexuales, que no eran pocas por cierto. Así que fui el primero en empezar a exponerlas.

―Jorge, no sé cómo estarás tú, pero yo, estoy que no aguanto. Me encantaría que los dos a la vez folláramos con mi mujer, uno por la boca y otro por el coño. Y si Isabel quiere, también podemos follarla a ella. Ahora mismo, son dos, de mis… “mil” apetencias –añadí con sorna.

Me miraron sorprendidos por lo directo de mi proposición. Paloma  sonrió y guiñando un ojo, levanto el pulgar para que todos lo viéramos, y supieran cuanto le había gustado mi propuesta.

― ¡Me encanta tu proposición! –Dijo con énfasis Isabel-  pero no es justo que solo una lo pueda disfrutar. Propongo que nos lo hagáis a las dos a la vez, alternándonos. De esta forma podremos disfrutar los cuatro al mismo tiempo. Por cierto, también es una de mis apetencias.

Lo que acababa de proponer Isabel, era sexualmente de infarto, demostraba que su calentura, estaba al máximo nivel. Otra vez, volvió a sorprenderme y excitarme.

―Cariño, por mi parte no tengo absolutamente ningún reparo en hacerlo como tú propones –contesto Jorge- es más, me has puesto a tope con lo que has dicho, no te imaginaba tan… lanzada –añadió.

―Yo estoy totalmente de acuerdo con Isabel –respondió Paloma- así que, ¿a qué esperamos?

Colocamos a nuestras mujeres a cuatro “patas”, una al lado de la otra, mientras uno de nosotros, se colocaba delante de ellas, exponiendo su polla a la altura de sus bocas; en este caso fui yo el afortunado. El otro, Jorge, se colocaba por detrás con su polla dispuesta para penetrar los dos coños que se le ofrecían.

Yo tenía a mi disposición dos bocas para mi polla, y Jorge tenía dos coños para la suya. La escena nos había puesto a cien. Decidimos que follaríamos los dos a la vez con una, y seguidamente con la otra, de esta forma las dos prácticamente al mismo tiempo, sentirían las dos pollas casi seguido. Y nosotros, podríamos “morir” de gusto.

Comenzó Jorge a penetrar a Paloma, mientras ésta, a su vez chupaba mi polla, cada cuatro o cinco embestidas cambiábamos, y ahora, era Isabel quien recibía las embestidas de su marido, mientras a la vez, también chupaba mi polla. Nuestra lujuria no tenía límite, dos bocas  y dos coños “viciosos”  competían para darnos el máximo placer posible. Nos intercambiamos las posiciones, ahora era yo, el que las penetraba, y Jorge el que recibía sus mamadas. Durante unos minutos estuvimos intercambiándonos y gozando de esta manera. Éramos conscientes que si seguíamos así, los hombres no tardaríamos mucho en corrernos, y queríamos que esta situación durase lo más posible.

Paramos un momento, necesitábamos coger aliento e intentar bajar la calentura. Tanto Paloma como Isabel tenían totalmente empapados sus coños, y nuestras pollas estaban a punto de estallar. Yo, necesitaba serenarme, para evitar correrme antes de lo deseado.

Mientras descansábamos, Jorge, excitado y sin pudor, propuso a mi mujer penetrarla por el culo,  a lo que Paloma, en el estado de lujuria que estaba, (todos lo estábamos) acepto sin reparo. Ésta no sería su primera vez, ya lo había probado y disfrutado antes. Le levanto las piernas para apoyarlas en sus hombros, y en esa posición, comenzó a  masajear e introducir sus dedos en el agujero que estaba a punto de recibir su polla. A la vez, ensalivaba y recogía los  jugos de su coño para con ellos lubricar su entrada y facilitar su penetración. Poco a poco, vimos cómo este, empezó a dilatarse. Ya entraban perfectamente tres dedos en él.  Estaba respondiendo con gratitud,  la delicadeza y suavidad con la que Jorge lo acariciaba y masajeaba.

Su mujer y yo observábamos, embelesados y extraordinariamente excitados, la escena que estábamos presenciando, era de locura.

Isabel se acariciaba el coño suavemente, mientras miraba con lascivia, como su marido,  preparaba el culo  a mi  mujer para follarlo. Yo, como ella, también hacia lo mismo con mi polla. Ambos estábamos en el mismo estado.

Cuando Jorge tuvo lubricado y dilatado el culo de mi mujer, coloco su capullo en la entrada y lentamente y muy despacio comenzó a penetrarla, Paloma ya había sido penetrada por el culo en varias ocasiones, pero ahora, la dimensión de la polla que lo estaba haciendo era un poco mayor. Pero a pesar de todo, muy lentamente y entre gemidos, la polla de Jorge desapareció entera en él.  Su pubis choco contra sus cachetes, y Paloma lanzo un gemido de placer. Se quedó un instante parado, con su polla totalmente enterrada en el culo de Paloma, para a continuación sacarla muy despacio y volverla a meter, mi mujer comenzó a masturbarse, mientras, Jorge seguía con un ritmo extraordinariamente lento, que hizo que Paloma tuviera varias “corriditas” como a ella le gusta denominar, el ser multiorgasmica.  Jorge, seguía aguantando sin correrse. Lo que a mí me parecía increíble.

Yo totalmente excitado, me acerque a Isabel que seguía masturbándose, y por primera vez acerque mis labios para besarla en la boca, sin saber, cómo sería su reacción. Hasta ahora los besos solo se los había dado con su marido. Entreabrió sus labios y nos fundimos en un apasionado y lujurioso beso, nuestras lenguas se encontraban una y otra vez con desenfreno, así estuvimos durante un buen rato, mientras, no dejábamos de acariciarnos mutuamente. Baje hasta su coño, que estaba inundado, y comencé a lamerlo y chuparlo, mi lengua penetraba con vicio en su abertura, recorriendo todos sus rincones y  recogiendo con ansia el dulce néctar que Isabel me regalaba, entre suspiros contracciones y jadeos. Mi estado era de una voluptuosidad absoluta.

Le pedí que se corriera, necesitaba sentir como su corrida inundaba mi boca, degustarla, beberla, tragarla, estaba totalmente fuera de mí.

―Me voy a correr –respondió Isabel- enajenada con la escena de su marido y las lamidas que mi boca le proporcionaban. Sentía como, con cada  contracción, sus jugos inundaban su coño, mientras mi lengua, bañada en ellos, intentaba recoger con fruición hasta la última gota.

El intercambio se había producido, casi sin darnos cuenta, y los cuatro estábamos disfrutando con la pareja del otro, sin complejos ni tabúes. Habíamos llegado incluso más lejos, de lo que en un principio creímos que pudiéramos llegar.

Isabel, después de la corrida se la veía un poco más relajada, intente no agobiarla y la deje que estuviera tranquila y que la naturaleza, en su momento, obrara por sí misma. Mi estado sin embargo seguía en su máxima excitación.

Me acerque a mi mujer, que seguía disfrutando con Jorge, y aprovechando lo que estaban protagonizando propuse una doble penetración.

―Cariño, ¡me encantaría! –Respondió Paloma- con lujuria y fuera de sí.

Jorge  nos miró con cara de asombro, y con cierta expresión de incredulidad. No obstante se le notaba que la proposición le había excitado.

―Por mí encantado –contesto Jorge- también es otro de los deseos de Isabel y mío. Así que, ya os podéis imaginar, como me pone lo que propones.

Isabel nos escuchaba con asombro, y  se le notaba cierto brillo en los ojos después de oír mi propuesta.

Nos preparamos para follar a mi mujer con una doble penetración. Jorge,  otra vez, prefirió follar el culo de Paloma, que ya mostraba suficiente dilatación,  por la follada que Jorge le había dado, hacia tan solo un instante.

Me tumbe en la cama, mientras mi mujer sentada encima de mí, se fue introduciendo mi polla en el coño, hasta que estuvo totalmente metida. Se inclinó sobre mí,  para dejar espacio suficiente, y  que Jorge, pudiera acceder mejor al orificio de su trasero. No sin alguna dificultad, este logro colocar su polla en la entrada del mismo, y como la vez anterior comenzó a penetrarlo muy lentamente. Según Jorge la iba penetrando, los gemidos y jadeos de placer de mi mujer aumentaban. Oírla proferirlos, generaban en mí una extrema excitación y lujuria irrefrenable.

Isabel nos observaba incrédula, y otra vez excitada.

Jorge comenzó a moverse, mientras yo, totalmente quieto, notaba sus suaves embestidas acompañadas con un ligero sube y baja del coño de mi mujer en mi polla. Paloma se movía arriba y abajo con suavidad, para mantener las dos pollas en su interior. Estaba disfrutando como loca, así me lo dijo. Jorge se la metía hasta el fondo y cuando lo hacía, su coño latía con fuerza y aprisionando mi polla soltaba sus jugos. Sus “corriditas” fueron continuas. Mi  sensación sublime.

Dije que iba a correrme no podía aguantar más.

―Córrete cariño, quiero sentir tu leche –contesto mi mujer- yo también me voy a correr contigo –añadió.  

Los tres empezamos a acompasar nuestros movimientos, Paloma, esta vez se movía frenéticamente, tanto, que de vez en cuando, la polla de Jorge se le salía, pero  de nuevo la volvía a meter. Por fin, mi mujer, estallo en un Orgasmo descomunal, y los tres empezamos acorrernos casi a la vez. Jorge fue el último en terminar, y cuando saco su polla del culo, totalmente dilatado de mi  mujer, su semen se escapaba del agujero sin parar. Se había corrido como un burro.

Isabel seguía observándonos, y solo a acertó a decir.

―Como me habéis puesto, ha sido bestial –dijo- yo también quiero –añadió.

Ya no teníamos barreras, o por lo menos eso parecía. Los hombres, no obstante, teníamos que reponernos, para poder seguir lo que apuntaba ser una noche larga, de sexo y desenfreno. Que es lo que exactamente fue.

Unomas

PD: Muchas gracias a: Granaino9999; Ibero54; hombre FX, por vuestros comentarios siempre son un incentivo.