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Posando para una web 6

en Gays

                Tenía a mi amigo tumbado en mi cama totalmente desnudo, con la polla como el cerrojo de un penal pegada a su estómago, llenándole el vello de su barriga de precum, con las piernas abiertas levantadas y el culo ofrecido, presto a recibir mi hombría y yo, a borde de un ataque, dispuesto a follármelo, a que notara su culo lleno de carne por primera vez .

                Así las cosas, puse las piernas de mi amigo Santi  sobre mis hombros e intentando controlar mis nervios me dispuse a desvirgar su rico culito rodeado de vellos oscuros que tanto me ponía últimamente, sin llegar a entender muy bien cómo.

                Puse bastante lubricante en su ojete, metí primero un dedo en el culo de Santi, quien apretó el  esfínter a su alrededor y dio un suspiro a la vez que hacía una mueca de incomodidad.  Fui moviendo el dedo poco a poco hasta que noté que el dedo entraba y salía con facilidad.  Metí otro dedo con cuidado y Santi este vez dio un pequeño grito y volvió a apretar el culo en torno a mis dedos.

                A estas alturas, y mientras le trabajaba el culo, mi pollón estaba ya dándome golpes en el ombligo de la excitación que tenía; a Santi por su parte, se le había bajado algo la erección a causa de la impresión que le había causado sentir mis dedos en el culo, pero seguía resoplando y mordiéndose el labio de abajo conforme notaba su interior profanado.

                De buenas a primeras, y sin avisar, saqué mis dedos de golpe, puse mi capullo a las puertas del ojo del culo de Santi y cuando noté la punta de mi polla bien situada empujé un poco con mi cadera y mi cipote empezó a adentrarse en el cuerpo de mi amigo. El glande entró de golpe: Santi abrió los ojos como platos y lanzó un aullido acompañado de una mueca de dolor.  Yo sentía el ojete estrangularme la polla pero notaba además el calor y la suavidad de los interiores del virginal culo de mi querido amigo, que dentro de muy poco iba a dejar de serlo.

                Como pude me incliné hacia él y  le di un beso en la boca; jugueteamos con nuestras lenguas y luego le lamí las lágrimas que caían por sus mejillas, causadas al parecer por mi intrusión en su cuerpo.

-          ¡Hostia, Juanma!  Me has jodido, pero bien.  ¡Qué daño, tío!

-          Lo siento, Santi.  Tendré cuidado, no te preocupes, No te arepientas ahora, por favor. Seré cuidadoso.

-          Venga, va.  Hemos llegado demasiado lejos como para parar ahora.  Además, te deseo con toda mi alma y quiero que me folles, pero tengo el culo demasiado estrecho para tu pollón.  Ve despacio y tira.

                Obedecí  inmediatamente, empujé un poquito más y un nuevo trozo de mi miembro desapareció bajo los cojones de Santi, quien ya se había relajado lo suficiente como para que ello no le supusiera más malestar.  Yo por mi parte lo flipaba. Disfrutaba enormemente de una sensación desconocida, la suavidad del roce de mi rabo con las paredes del culo de Santi, esa sensación tan placentera que no se puede comparar a lo que sientes cuando te follas un coño, y que  cualquiera que le haya dado por el culo a un tío no olvida jamás.

                Poco a poco fui empujando mi cimbel dentro de los intestinos de Santi hasta que los pelos de mi pubis se enredaron con los de su culo; la cara de Santi era un poema, se quejaba, bufaba, se mordía el labio de abajo, ponía las manos entre mi vientre  y sus posaderas para intentar hacer tope y controlar la penetración de algún modo   sin que le desgarrara su entrada trasera.

-          Buaaah, tío! Me siento lleno.  Me has hecho el culo trizas, lo siento super distendido y lleno de polla. ¡Aaaagghhh! Decía Santi mientras llevaba su mano a su trasero y se tocaba su distendido esfínter y mi tronco encajado en su carne.

-          Venga, chaval, prepárate.  Tranquilo, mi niño. Relájate y déjame que te folle.  Estoy loco por sentir tu cuerpo con el mío.

                Yo estaba como en una nube; empecé a hablarle a Santi en tono cariñoso como si fuera mi novio.  Sentía que debía hacerlo ya que mi polla estaba explorando por vez primera una parte de su cuerpo que nunca nadie había tocado; mi amigo heterosexual, guapo y ligón estaba bajo mi cuerpo con su culo taladrado por mi verga, que se endurecía por momentos y era tal el cúmulo de sensaciones que experimentaba en ese momento que no entiendo cómo mi cabeza pudo aguantar sin estallar.

                Como muchas veces el deseo y nuestra parte animal puede con la racional, dejé pasar todas esas sensaciones contradictorias y me dispuse a iniciar el coito; fui sacando mi pene con cuidado hasta casi tenerlo fuera por completo para volver a metérselo a Santi de nuevo, despacito, despacito, como la canción de Luis Fonsi, hasta notar mi capullo golpeando en una parte de muy dentro del cuerpo de mi colega, una y otra vez, una y otra vez.  Conforme notaba que el culo de Santi se abría, yo iba aumentando el ritmo, animado y calentado primero por los gemidos de dolor de Santi,  a quien la profanación de su culazo no le estaba resultando de primeras tan placentera como a mí el hecho de hacérsela.

                Santi, como os digo, resoplaba, gemía, gritaba  e incluso llegó a derramar algunas lágrimas cuando se supo follado, cuando mi rabo fue abriéndose paso por sus entrañas, hasta que en un momento dado, cuando golpeé con mi capullo una parte firme y blanda de su interior abrió mucho los ojos, abrió la boca y su polla, que hasta ese momento se había quedado reducida al tamaño de un cacahuete, se hinchó de golpe y empezó a derramar líquido preseminal sobre su vientre mientras él gemía de placer.

-          ¡Aaaahhh, Juanma! ¡Qué gusto me estás dando en el culo, colega! ¿Dónde me has dado que me estás matando de placer? Sigue, por lo que más quieras.

-          Tus deseos son órdenes, mi niño.  Me encanta follarte, me gusta mucho petarte el ojete y me estás poniendo a tope.

                Entre las palabras de Santi y lo bien que me lo estaba pasando destrozándole el ojete a mi amigo de toda la vida, tenía la polla superdura, la notaba gorda, gorda, y tan dura que ya casi me dolía de la excitación.

                Ver la cara de Santi reflejando el placer que sentía mientras le daba por el culo me hacía empujar cada vez más fuerte, pero controlando la intensidad de mi follada para no correrme, pues quería alargar tanto como pudiera ese acto sexual a que nos había llevado la dichosa ocurrencia de ponernos a menearnos la polla para que nos grabaran. Mientras seguía follándome a uno de los tíos más guapos que conozco los pensamientos no dejaban de pasar por mi cabeza, pero al final primaba siempre el placer que ambos estábamos sintiendo; como pude me  bajé las piernas de Santi de los hombros, las dejé a mis costados y me eché sobre él para comerle la boca; mi lengua empezó a recorrer sus labios carnosos hasta que los abrió y me dejó entrar en su boca.  De esta forma, mi lengua empezó a jugar con sus dientes, con su lengua, mi saliva empezó a fundirse con la suya y mi lengua exploraba su boca mientras mi polla exploraba su culo entrando y saliendo de él con la cadencia precisa para convertir la follada en algo tremendamente placentero para Santi y para mí, y que nuestro estreno en el sexo homosexual se nos quedara grabado a ambos.

                Nuestros cuerpos estaban cubiertos de sudor, yo acariciaba las tetillas de mi amigo, bajaba con mi lengua de su boca a sus pezones, acariciaba su pecho, su cara , miraba fijamente a sus ojos a la vez que mi polla entraba y salía de su cuerpo…

                En un momento, cambiamos de posición, Saqué mi rabo duro como una estaca del culo de Santi y le permití que se pusiera a cuatro patas sobre mi cama.  En ese momento pude observar el culete de mi amigo totalmente abierto a causa de la follada; no pude evitarlo y me puse detrás de él para pasar mi lengua por ese agujero recientemente mancillado, le pasé mi lengua e inmediatamente noté su piel erizarse y le oí gemir de gusto.

                Después de un momento de probar el sabor del culo que se me ofrecía, volví al ataque con mi pollón, que seguía en pie de guerra, y de nuevo arremetí contra el peludo culo de mi amante enterrándole otra vez  mi cimbel en su agujero.

                Esta vez debido a la postura del perrito ambos estábamos más libres y mientras le daba caña por detrás podía acariciarle la espalda, toquetearle la polla, que se mantenía muy dura, y acariciarle los cojones llenos de vello negro y suave que le colgaban entre sus muslos torneados y bien musculados.

                Conforme le iba meneando la polla a Santi y escuchaba sus gemidos in crescendo, yo iba derecho a un orgasmo sin parangón en mi carrera sexual y en cuanto éste empezó a decirme que le faltaba poco para correrse, aceleré el ritmo de mi enculada mientras aumentaba el ritmo de la paja que le estaba haciendo hasta que noté  que su polla se ponía enormemente dura, mis dedos  se mojaron con la leche de mi amigo y su culo empezó a apretarme la polla de una forma que jamás hubiera creído que fuera posible.  En ese momento me dejé ir y solté varios chorros de leche dentro del condón mientras di un par de fuertes golpes de riñones para intentar preñar el interior de mi amigo Santi

                Cuando nos hubimos corrido los dos, me dejé caer sobre su espalda, él se derrumbó sobre la cama y mientras descansábamos y nuestras respiraciones volvían a su ritmo normal, fui retirando mi miembro aún duro de su interior y me quité el condón, que contenía una cantidad bastante importante de mi semilla.

                Nos tumbamos el uno junto al otro y Santi se movió poniendo su cabeza en mi costado a la altura de mi tetilla derecha; moví mi brazo y le acaricié la barriga, jugando con el pelo de su bajo vientre y de su pubis, húmedo por el sudor y por la leche derramada gracias a mi paja:

-          Me duele el culo-me dijo-Me has destrozado el ojete, creo que no me voy a poder sentar en varios días, pero estoy feliz. Creo que siempre he estado enamorado de ti, y aunque nunca me habría atrevido a intentar nada contigo  si no hubiera pasado esto de la web, estoy contento de que todo esto haya pasado.  Solo espero que esto no cambie nada entre nosotros y que tú lo hayas disfrutado tanto como yo.

-          No te preocupes, pequeño.  Yo también lo he disfrutado, y nunca, por nada del mundo permitiría que esto nos separara.  Vamos a disfrutar el uno del otro el tiempo que el destino nos depare y en cuanto quieras estoy dispuesto a dejarme follar, viendo lo bien que lo has pasado tú.  Quiero ser tuyo.