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Lo Reconozco: No sé follarme a mi novia

en Grandes Relatos

 

Lo Reconozco: No sé follarme a mi novia 

- Joder ¿Otra vez?

Acababa de correrme. Y de nuevo lo he hecho demasiado pronto, es algo que ya es una triste costumbre. Esta vez incluso fue antes que otras ocasiones, pues ni siquiera he llegado a penetrar del todo a María. Y allí estoy, encima de ella, con la respiración agitada por mi reciente orgasmo e intentando no mirarla a la cara debido a la vergüenza que sentía. Pero no puedo evitarlo. Llevamos cerca de un año saliendo y jamás he conseguido tener una relación sexual de más de dos minutos con ella. Al menos si hablamos del coito, pues lógicamente en el arte del sexo oral era bastante mejor.

- Quita ya de encima… Esto ya es la leche tío. No hay manera de echar un puto polvo contigo. Y encima la tienes pequeña, ya estoy harta.

Yo no digo nada. Me limito a quitarme de encima de ella y a tumbarme a su lado mientras miro al techo. Últimamente este tipo de comentarios esta aumentado. Y no puedo culparla. María cuando tenemos sexo siempre se pone más autoritaria, llevando más las riendas que yo. Ese carácter que le sale es completamente opuesto a su estado normal, pues es una chica encantadora por lo general, de las típicas personas que jamás dirían algo hiriente. Por ello quizás le cuesta más aun controlar la mala leche que le deja aquella insatisfacción sexual. Muchos meses ha aguantado tragándose aquellas cosas en ese momento de frustración.

Como he dicho no puedo culparla de nada. Tiene razón en ambas cosas, no es normal ser incapaz de aguantar en la cama más de lo que dura una puta canción pop. Y mi polla es ciertamente pequeña, de apenas unos diez centímetros, y encima delgada. Soy plenamente consciente de ello. Como también lo soy de lo que sucederá a continuación, pues ya he experimentado varias escenas similares. Solo tienen que pasar unos segundos. Y allí estaba, girándose hacia mí, con la mirada angustiada.

- Lo siento… Perdóname Luis, no quería decir eso, en serio.

 - Perdóname tú a mí. Si es que tienes razón, soy una mierda en esto, no puedo controlarme.

- No… Joder, no eres ninguna mierda. Disfruto mucho contigo cuando me lo comes… Es solo que…

- Que necesitas que echemos un polvo normal. Lo sé.

Y después de esas palabras el silencio. Ninguno parecemos saber que decir ¿Qué se dice en estos casos? Nada. María es la primera chica de la que me he enamorado realmente. La primera a la que le he dicho que la quiero. Y creo que ella siente lo mismo por mí. Cada vez que la veo no puedo dejar de pensar en la suerte que tengo. Es una mujer espectacular. De tez morena, metro sesenta, pelo azabache y ojos marrones. Su figura es rotunda sin llegar a estar pasada de peso, de hecho su vientre es prácticamente plano. Lo más impresionante son sin duda sus pechos. Una talla ciento veinte, siendo perfectamente redondos y con la turgencia que solo una chica de veinte años puede tener. Espectaculares vaya, allá donde va causan furor sobre la mayoría de los hombres y entre bastantes mujeres. Su culo no se queda atrás precisamente, pese a que es menos llamativo que sus tetas, el trasero de María también provoca descarados giros de cabeza para apreciarlo en su totalidad. Un bombón en definitiva, con una cara de niña buena que le da un morbo considerable. Yo por otra parte soy tirando a poca cosa… Ni feo ni guapo, normalillo. Algo más alto que ella, pero con un cuerpo bastante escuálido y sin ninguna cualidad llamativa más allá de mis ojos verdes. Físicamente no estamos al mismo nivel, es obvio nada más vernos, pero por cosas de la vida nuestras personalidades encajan a la perfección, y lo que me falta de físico lo suplo con mi encanto, algo que María considera más atractivo que cualquier montón de músculos.

 Pero hay que cosas que ni la química más poderosa puede suplir. Y más cuando nos referimos al sexo. A nuestra edad, veintidós años, nadie va a quedarse con un tío que es incapaz de complacer los más mínimos requisitos amatorios… Esa es una idea que no puedo quitarme de la cabeza, por lo evidente que era. Y pronto voy a descubrir que no erraba en absoluto.

- - - -

Han pasado unas semanas desde esa escena tan patética. María y yo no hemos vuelto a hablar del asunto, pero mi cabeza no deja de darle vueltas, estoy obsesionado con ello. Ella no es mi primera novia, ni siquiera es la primera con la que he tenido sexo, pero si es la primera con la que tengo este problema. No es que con las otras fuera el hombre que más duraba del mundo, pero desde luego si era capaz de contenerme bastante más tiempo, teniendo relaciones que yo al menos consideraba satisfactorias. Pero con ella es diferente, todo su cuerpo me incita, cada uno de sus movimientos son tremendamente eróticos… Solo con su visión desnuda ya me entran ganas de correrme realmente. Es tremendamente frustrante no poder encontrar ninguna solución a algo que puede destrozarte tanto la vida. Y es que no quiero perder a María por nada del mundo, pero poco a poco veo cómo se va alejando de mí. Son los pequeños detalles los que marcan una relación y estos cada vez son más agoreros. Aquellos besos apasionados que nos dábamos antes son más escasos que nunca, siendo sustituidos por picos cortos y fríos. Y si antes intentábamos tener relaciones varias veces a la semana, en estos últimos días prácticamente ni me ha dejado tocarla. Pero, como ya he dicho, no puedo culparla.

De entre todas las cosas que me tienen completamente acojonado la más destacable es Carla. Carla es una amiga de María, la cual va a nuestra misma universidad. Estas últimas semanas, en las que hemos estado distanciados, Carla se ha pegado a mi novia como una lapa. Pese a las reticencias de María ha conseguido sacarla de fiesta varias veces, prácticamente secuestrándola de nuestra rutina habitual consistente en quedarnos en mi piso de estudiantes a ver películas. Desde que nos conocimos Carla siempre ha querido hacer eso, sacar más a mi novia a la noche universitaria, pero María pocas veces le ha hecho caso, entre otras cosas por la insistencia de Carla en que si salían tenían que ser ellas solas, sin mí. A mi esa obsesión por excluirme no me gusta, como es lógico, pero la falta de interés por parte de María a las ideas de Carla ha provocado que nunca me haya tenido que enfrentar a ella. Total, para dos o tres veces que se iban solas de fiesta no iba a poner pegar.

Eso me ha venido bien, pues Carla es… Imponente, por así decirlo. Si mi novia es autoritaria en la cama, Carla siempre quiere mandar. Y, a ese carácter tosco y agresivo, se le suma un físico portentoso. Un par de palmos más alta que yo, superando el metro ochenta holgadamente, y con un cuerpo algo musculoso para ser una mujer, pero aun así tremendamente femenino e insinuante. Su pecho es más pequeño que el de María, aunque sigue siendo muy llamativo. Lo complementa un trasero formidable, tanto que directamente parece esculpido en mármol. Tiene una larga melena negra como la de mi novia pero, al contrario que la de ella que es totalmente lisa, la suya es ondulada y con una apariencia salvaje, pese a estar siempre perfectamente peinada. Su piel es algo pálida, haciendo que en su cara destaquen unos ojos azules preciosos. Lo cierto es que toda esta descripción se puede resumir en un personaje: La puñetera Wonder Woman en carne y hueso. En serio, jamás he visto a ninguna otra mujer que se parezca tanto a esa heroína de comic. Es clavada, hasta tiene ese aire de fiera guerrera amazona.

Por algún motivo Carla siempre ha tenido un comportamiento desagradable conmigo, mirándome como por encima del hombro. Y no me refiero solo a lo de querer excluirme de sus salidas con María, sino en general. Me daba la impresión de que me considera poca cosa para su amiga del alma. Y es que esas dos son casi como hermanas. Pero nunca me ha molestado demasiado, siempre he visto que María sabía mantenernos a los dos contentos y sutilmente separados. Suelen quedar en la universidad para comer o para ir a la biblioteca, y a veces salían a merendar. Esos ratos a mí antes hasta me gustaban, pues me agrada tener momentos de ocio lejos de la pareja, conservar el espacio vital por así decirlo. Pero ese equilibrio que mantenía María se ha roto estas semanas. Si antes casi siempre rechazaba la idea de salir por la noche con Carla, ahora era ella la que la llamaba para quedar, sabiendo perfectamente que a mí no me gustaba nada la idea de que se fuera sola tantas veces. No es que sea especialmente controlador, por lo general me importa bastante poco que ella salga sola cuando quiera, incluso que vaya a bailar a discotecas sin mí dado que las odio. Confío plenamente en ella, en quien no confío en absoluto es en Carla… ¿Y a alguien le puede extrañar después de lo que he dicho de ella? Creo que no.

En fin, en resumen, este es el escenario actualmente: Estoy angustiado porque creo que estoy perdiendo a María, no sé qué hacer para solucionar mi problema de eyaculación precoz y para rematarlo tengo a una guerrera amazona como rival por su afecto ¿Genial, no? Ahora mismo no puedo dejar de pensar en toda esta mierda mientras estamos en la habitación de mi piso de estudiantes, tumbados en mi cama viendo una serie tonta en el portátil. Suena el teléfono de María, un mensaje de WhatsApp para ser más exactos. Sé quién es antes de ver su nombre en la pantalla. Allí está, la maldita Carla. Mi novia se pone a escribir durante unos minutos, cogiendo el aparato e incorporándose para alejarlo de mi ángulo de visión. No puedo evitar sentir un deje de celos cuando hace eso. Aunque al menos sí puedo ver es su rostro. Y en él se van dibujando diferentes expresiones, desde una especie de molestia inicial, hasta la vergüenza y una cierta… ¿Resignación? Cuando termina lo deja en el colchón y me habla.

- Es Carla, me dice que quiere salir esta noche. Es en una hora, así que me tendría que ir preparando ya.

- Ah, vale…

- ¿Te molesta o qué?

- No, claro que no… Es solo que últimamente salís mucho. Es decir, casi pasas más tiempo con ella que conmigo.

- Venga, no exageres. Te diría que te vinieses, pero no te gusta ir a la disco a bailar.

- Y a Carla tampoco le haría mucha gracia que fuera ¿No?

María me mira con cierto enfado en su rostro. Eso es algo atípico en ella, otro detalle más para sumarlo a la larga lista. No es que nunca se enfade claro, pero es una persona bastante tranquila, con una gran paciencia, lo cual provoca que tenga poca tendencia a mirarme de esa manera.  

- Mira, si te molesta dímelo y punto, pero dilo claramente, no sueltes pullitas tontas de Carla.

¿Y ahora que respondo? Claro que me molesta. Me molesta que se vaya con alguien al que claramente no le caigo bien. Me molesta que últimamente parezca rehuir quedarse a dormir conmigo, prefiriendo siempre salir por ahí con la giganta. El problema es que todo esto empezó por lo que empezó, así que si comienzo a discutir sobre ello habrá que hablar sobre mi problema. Y solo de pensarlo me parece humillante. Así que nada, tengo que tragar. Tengo que tragar porque no quiero perderla, y la verdad es que creo que estamos a una bronca gorda de romper.

- Lo siento, no quería que sonara así. Haz lo que quieras María, en serio.

Ella no parece muy conforme con mi respuesta, como si le molestase mi pasividad, mi falta de valor para encarar directamente esta situación. Pero se muerde la lengua y se levanta de la cama.

- Vale. Pues voy a ducharme y me voy.

Dicho esto sale por la puerta en dirección al baño. Y allí me quedo yo, tocado, buscando de nuevo alguna solución que pueda sacarnos de esta situación de mierda. Pero no encuentro nada, y encima mi atención se desvía. María se ha dejado el teléfono en la cama. Sé que está mal, pero no puedo evitarlo. La curiosidad y la preocupación por nuestra relación se mezclan, potenciado además por mi desconfianza sobre Carla. Tengo que saber de qué hablan esas dos, a donde van a ir, que van a hacer… Tengo que saber porque María últimamente quiere salir tanto con ella. Me imagino que la respuesta simple a eso es que está cansada de nuestros ridículos intentos para echar un polvo, pero puede haber algo más. Y ese algo más se mete en mi cabeza y  provoca que mi mano se mueva sola. Agarro el aparato y lo acerco a mi cara. Sé cuál es el patrón de desbloqueo, es difícil no saberlo con la cantidad de veces que María lo ha realizado delante de mí. Mientras me dirijo al WhatsApp no puedo evitar sentirme como una mierda por invadir su intimidad… Pero, como ya he dicho, no puedo evitarlo. Veo sus conversaciones, la mayoría son de gente de la universidad, con grupos para trabajos y demás. Y de las conversaciones privadas solo tres han tenido actividad en las últimas semanas. Una es conmigo, otra con su madre y, por último, la que busco.

Lo primero en lo que me fijo al entrar es que María borra el historial. Es evidente, en este hilo solo hay unos dos días de conversación. Y solo con ello ya me preocupo más ¿Por qué lo ha borrado? Miro nuestro chat y allí está todo. Y cuando digo todo es todo, no ha borrado absolutamente nada, podría pasarme bastante rato subiendo para arriba que no se acabaría. Pero en la de Carla solo están esos dos días… ¿Por qué? ¿De qué hablarían? No puedo saberlo. Así que me limito a leer lo que sí está.

___________

20 de Marzo

Carla

- Ey perraaaaa ¿K tal?

- ¿K? ¿Aun andas cabreada por lo de ayer?

- Venga responde

- Mariiiiiiiiaaaaaaaa eoooooooooo

- Responde putón que veo las rayitas azules

María

- Joder, que pesada eres tia.

- Que estoy en clase, no puedo hablar.

- Tú también tendrías que estar aquí por cierto, que después me toca dejarte los apuntes.

Carla

- Muje, pa esto te tengo a ti

- ¿D k me sirve tener a la empollona como amiga si tengo que ir a clase?

María

- Vete a la mierda.

Carla

- jajajajajaa ;)

- Ya se a enfadao

- No te cabreees putilla mia

- ¿Y pork no puedes hablar ein?

- K pasa… ¿K no quieres ponerte berraca en mitad de clase e?

María

- Joder, que bruta eres tia.

- Déjame, ya hablamos luego.

Carla

-Vengaaaa vaaaaaale

-Te dejo en paz

- Pero llamame cuando salgas ¿E?

María

- Que si, cansina.

Carla

- Una cosa mas…

María

- ¿Queeeee?

Carla

- ¿te mando otras fotitos más¿

- Asi las ves en clase

- Y te haces un dedo

- Alli en medio

- Mirando también las otras

- ;) ;) ;)

María

-….

- ¡Vete a tomar por culo!

Carla

- Jajajaajajajajaajajaajajaj

- Ya se a enfadao otra ve

- Venga, ya de dejo

- Pero llama

María

- Que siiiiii, puta coñazo de mierda

___________

¿Fotos? ¿Qué fotos? No tengo ni idea de qué demonios habla la cabrona de Carla. Aquella conversación me parecía completamente absurda y tremendamente sospechosa. Salgo del WhatsApp y me dirijo hacia la galería de imágenes. Pero allí no hay nada, solo fotos de ella, de nosotros, de la universidad, de la ciudad… Pero ninguna foto extraña o recibida en la última semana. Supongo que también ha borrado aquello… ¿Qué demonios está pasando entre esas dos? No voy a descubrirlo mirando esa carpeta, así que vuelvo de nuevo hacia la conversación con Carla. Se ve que la llamo, porque el siguiente mensaje ya es de hoy.

___________

Hoy

Carla

- Perraaaaaaaa

-¿K tal?

- ¿Ya as pensado lo que hablamos el otro dia?

María

- Estoy con Luis, ahora no puedo hablar.

Carla

- ¿Y eso pork?

- Si Luis es justamente el problema…

María

-Tia, no voy a hablar de esto con él al lado ¿Vale?

Carla

- Mira, deja de hacer el gilipollas

- Yo no soy Luis, yo no me voy a quedar calladita a esperar a que te decidas

- Asik aclárate de una puta vez

- Yo se que te gusto lo del otro dia

- tu sabes que te gusto

- El único que no sabe una mierda es ese pichacorta

- Asik decídete

- No voy a andar esperando a que te de la gana llamarme o a que te de la gana responder

- ¿Vale?

María

- No hace falta que te pongas asi…

Carla

- Me pongo como me sale del coño

- Joder que ya me tienes hasta las narices

- Mira llevamos semanas con esta tontería

- Hoy sales conmigo y tomas una decisión

- Y punto

María

- No sé…

Carla

- Si lo sabes

- Hoy sales, sola, sin el pichacorta

- A las 11 en el Circulo

- Viene Miguel

- ¿okey?

María

- Vale

Carla

- Eso era lo que quería oir

- Nos vemos

- Ponte guapa, putilla

___________

Madre mía… ¿Qué demonios significa todo esto? No entiendo nada, absolutamente nada. ¿Cómo es posible que Carla le hable así a María y que esta no la mande a freír espárragos? No sé a qué se refiere con lo del “otro día”, pero me destroza con solo leerlo, siento como esa simple frase quiebra por completo mi confianza en María. La puta amazona me llama pichacorta… ¿Es por insultarme solo? ¿O es que María le ha contado algo? En el fondo creo que desgraciadamente es por ambas cosas. No me entra en la cabeza que María acceda a quedar con ella después de semejante conversación. Pero, sobre todo, mi gran duda, lo que me corroe por dentro es… ¿Quién cojones es Miguel? Y… ¿Por qué?... ¿Por qué demonios su nombre en aquella locura me ha provocado semejante erección?

Estoy roto. Ahora mismo estoy completamente destrozado. Escucho como el grifo de la ducha se para e intentó recomponerme un poco. A fin de cuentas solo he leído cosas inconexas… Claro que eso tampoco ayuda mucho. Tengo que saber que está pasando. Y tengo que controlar mi absurda excitación ¿Es que acaso me pone pensar que mi novia, a la que amo, pueda estar poniéndome los cuernos con ese tal Miguel? Es asqueroso solo de pensarlo. Pero mi polla no parece pensar lo mismo. Sigue en posición de firmes. Intento calmarme, pero no creo que pueda. Dejo el teléfono donde lo encontré cuando oigo a María salir del baño. Ella no puede verme así, me pongo de nuevo delante del portátil y me tapo con una manta. Aunque tal vez tampoco hubiera pasado nada si me hubiera pillado con el bulto en mi pijama, pues ella podría haber sido la causante perfectamente. María entra en la habitación tapada a duras penas por una toalla.

- Tío, tenéis que comprar toallas más grandes. Esta casi no me tapa nada y tu compañero me ha visto salir del baño…

Le respondo con un suspiro, como dándole la razón. Ella no se fija mucho en mí y doy gracias por ello, porque cuando ha mencionado lo de mi compañero he sentido como mi polla palpitaba ¿Qué cojones me pasa? Nunca me ha puesto pensar en María con otros tíos, aunque reconozco que jamás se me ha pasado por la cabeza siquiera. Si intento pensarlo racionalmente solo me produce rechazo. Pero parece que mi cuerpo va por otros derroteros. Observo como mi novia va hacia mi armario.

Tiene algunas prendas de ropa guardadas aquí, igual que yo en su piso. Deja caer la toalla al suelo, quedando completamente desnuda. Y me maravillo mirando su cuerpo. Aquellos impresionantes muslos, su estrecha cintura, su amplia cadera… Todo en ella es excitante. Se pasa unos segundos escogiendo su ropa interior. Su elección no hace más que aumentar mis sospechas sobre lo que sea que va a pasar con Carla y el tal Miguel. Un culote negro de encaje, con detalles en rojo, tremendamente sexy y que se pega perfectamente a cada centímetro de su piel. El sujetador a juego, también negro y rojo. Además de ser erótico a simple vista, le coloca todavía más en alto sus pechos, haciendo que parezcan incluso más grandes. Después pasa a la ropa. Un vestido… Un minivestido mejor dicho, porque le llega a medio muslo. Azul marino, con un escote muy pronunciado. Se pone unas medias negras que le llegan un poco por encima de las rodillas, dándole un aire cautivador a la parte de su pierna que queda al descubierto. Esta tremenda. Ya la he visto salir varias veces con Carla y siempre va muy guapa. Pero era eso, iba guapa… No provocativa. Ahora va pidiendo guerra.

En una relación normal todo ese proceso hubiera supuesto que yo, el tío, en algún momento hubiera saltado sobre ella para comérmela. De hecho seguramente no hay hombre (Heterosexual lógicamente) en el mundo que, teniendo la oportunidad de hacerlo, no saltara a por María nada más verla entrar con solo la toalla puesta. Pero claro… Mi condición no es normal, así que solo he podido quedarme mirando con cara de lerdo.

Ella termina de arreglarse, pasándose primero un cepillo por su larga melena para finalmente hacerse una cola de caballo con una gomilla. Después se maquilla un poco delante del espejo que tengo en el armario. Nunca ha sido de las que se maquillan mucho y esta vez no es muy diferente, salvo por un detalle. Se pinta los labios con un color que nunca le había visto. El típico rojo putón, ese rojo que siempre hace que los tíos se queden mirando los labios con ganas de comérselos. Cuando acaba me vuelve a mirar. Yo estoy disimulando, haciendo que veo algo en el ordenador, pero siento algo extraño en ella. Su mirada parece como… De desaprobación. Como si me echara en cara con ella que no intentara pararla, que no le preguntara que a donde iba vestida así. O que simplemente no me hubiera lanzado a por ella para follármela. Todo eso me lo decían sus ojos… ¿O me lo decía mi propia cabeza angustiada, celosa y paranoica?

- Bueno, cari, me marcho. Nos vemos mañana, me iré a dormir a mi casa ¿Vale?

- De acuerdo- Dije mientras me levantaba para despedirla.

Me acerco a ella con la intención de besarla pero, cuando ya la he agarrado por la cintura y la estaba atrayendo hacia mí, me para.

- No me beses en la boca, que me vas a fastidiar el pintalabios, aún no está seco.

Y yo, como un gilipollas, le hice caso y le di un casto beso en la mejilla. De nuevo esos ojos desaprobatorios, como diciéndome que era imbécil por no comerme su boca. Y de nuevo mi sensación de que estaba paranoico. No duró mucho esta vez. Se gira, coge el bolso y sale de mi cuarto para ir a su quedada con Carla… Y con Miguel.

¿Quién coño es? ¿Quién mierda es Miguel? Cuando escucho la puerta del piso cerrarse me pongo a pensar en eso todo el rato. Creo conocer a todos los amigos de María, y entre ellos no recuerdo a ningún Miguel ¿Sera entonces un amigo de Carla? Eso era lo más probable. Quiero creerlo, creer que aquella conversación no era lo que me parecía. Pero no puedo creérmelo del todo. Tengo que saber quién es ese tío. Me meto en Facebook, pensando que quizás alguna de las dos tenía a algún Miguel en su perfil. En el de María no hay ninguno. Pero en el de Carla hay tres. Indago en la página de aquellos desconocidos, viendo si tienen alguna foto con las dos colgada. Pero no había nada. Solo pude verlo a ellos.

Rezo porque sea cualquiera menos Miguel López. Porque los otros dos son tíos del montón, uno de ellos es bastante feo incluso, y el otro es normalito, quizás algo más agraciado que yo, pero es gay. Vamos, esta con el novio besándose en la foto de perfil. Pero Miguel López es otra cosa. Parece un puto modelo de Calvin Klein. Alto, con barba de tres días de malote hortera. Vestido casi siempre con trajes que solo de verlos se sabe que son caros. Y encima con un cuerpo que deja en ridículo al mío. Había fotos suyas en la playa y… Joder, parece el puto David de Miguel Ángel.

Ese tío me angustia con su sola existencia. Pero lo que más miedo me da es la reacción de nuevo de mi polla al pensar que Carla se refería a él. Ya lo que me faltaba es ponerme cachondo viendo a un tío. Aunque en realidad no es por el tío, sino por la perspectiva de que María fuera a verse con él. Estoy hecho un lio, mi cabeza siente celos, asco de mí mismo, odio hacia Carla, decepción por el comportamiento de María… Pero mi cuerpo, mi libido, esa parece estar ardiendo por todo esto. En lo único en lo que estaban de acuerdo las dos partes de mí es en que tenía que saber que estaba pasando. Tengo que ir a ese pub, tengo que ir al “Círculo” y ver con mis ojos que es lo que va a hacer mi novia. Si no lo hacía no podría quitarme aquella sensación horrenda de encima. Por segunda vez en el día rompo por completo mis principios y decido que no me queda otra que espiar a mi novia.

 

- - - -

 

 

Me siento absolutamente ridículo. Patético más bien. Para intentar camuflarme me he disfrazado, por así decirlo. Por ellos voy con una sudadera que me queda un par de tallas grandes, tengo la cabeza tapada por un pañuelo negro y estoy usando una de esas cutres gafas de sol enormes que me oculta media cara prácticamente. El cuadro se completa con unos pantalones de estos caídos enormes y unas zapatillas de deporte. Todo es de uno de mis compañeros de piso, al cual le va mucho el rollo rapero y demás. Parezco un gilipollas, o al menos eso pienso yo dado que no me gusta en absoluto este estilo. Afortunadamente la moda urbana me acompañaba y no soy el único que va con esas pintas.

Encontrar aquel sitio no fue difícil. Pese a que jamás he estado allí hoy en día cualquier lugar es fácil de localizar gracias al Google. Es el típico bar de copas nocturno, parece bastante popular, aunque al contrario que las discotecas no tiene una enorme cola en la entrada ni un portero de esos con pinta de gorila. Ambas cosas me vienen bien, porque solo faltaba que por el disfraz de Eminen no me dejaran pasar. Entro y me pongo a buscar a María. No me cuesta mucho encontrarla, aunque es gracias a Carla. La amazona de las narices cantaba la traviata. Al igual que me novia iba para matar, con un vestido rojo, cortísimo (Casi no le cubría ni el culo) y unos taconazos que la hacían aún más alta. Vamos, que se la veía. Están las dos en la barra, hablando con un camarero que parece no decidirse entre mirar las tetas de una o las de la otra, así que como buen caballero mira las dos de forma alternativa. Es bastante cantoso, pero a ellas no parece importarles, de hecho cuando se gira a buscar una botella ambas se ponen a cuchichear y a reírse por lo bajo, mientras Carla se señalaba su propio escote. Dejan de cuchichear entre ellas cuando el camarero se vuelve, reanudando su charla con el hombre el cual da la impresión de estar encantado con que aquellas dos bellezas le dieran palique. Yo me quedo en la entrada, contemplado algo celoso la escena, aunque diciéndome a mí mismo que aquello no era nada, que tontear con la gente es normal. Al rato llega un grupito que empieza a pedirle cosas al barman, por lo cual Carla y María deciden que ya es hora de irse a una de las mesas. El local se llamaba el Círculo por algo, pues es literalmente eso, una especie de “rotonda” con la barra justo en el centro, mesas pegadas a la pared y una pista de baile entre dichas mesas y la barra.

Cuando las veo sentarse decido que tengo que escucharlas, sino todo esto es una gilipollez aún más ridícula. Por ello, intentando que en ningún momento mi cara quede al alcance de su visión, me voy dirigiendo hacia la mesa de al lado de ellas. Me siento en la que está a su espalda, pues ellas se han puesto en paralelo, dejando dos sillas libres delante en donde imagino que en algún momento se pondrá el tal Miguel. Desde mi posición puedo ver la parte de atrás de sus cuerpos y el perfil de sus caras, pues están hablando, pero ellas solo me veran si se giran del todo, algo improbable debido a que su conversación las tiene excluidas del mundo. Afortunadamente, pese a ser un sitio para bailar, la música no está especialmente alta, por lo que soy capaz de escucharlas bastante bien.

- Vaya repasito nos ha dado el tío ¿Eh?- Dijo Carla.

- Pues sí. Parecía que se le iban a salir los ojos.

- Y a ti te ha encantado, putilla mia.

- Deja de llamarme así… Últimamente no paras. Además ¿Por qué iba a gustarme eso?

- Te llamaré como me dé la gana, putilla.

Ahí  estaba. De nuevo ese tono autoritario de Carla. Solo eso debería bastar para que María la mandara a paseo, pero nada. Solo unos breves instantes de silencio hasta que la exuberante mujer siguió dirigiéndose a mi novia.

- Vamos a ir empezando a dejar algunas cosas claras. Lo primero, a ti te gusta que te miren y lo sabes.

- A mí no…

- Calla y escucha. A mí también me gusta- Hace una pequeña pausa para beber de su vaso- Creo que a casi todas las mujeres nos gusta que nos miren, siempre que seamos nosotras las que controlemos quien nos mira y como. Y a ese camarero se lo hemos puesto a huevo aposta.

- Pero…

- No lo niegues, que me pones de los nervios cuando niegas cosas obvias.

- Vale… Quizás tengas razón… ¿Pero por qué no paras de llamarme putilla? No me gusta que lo hagas.

- Y una mierda ¿Qué te he dicho de negar cosas obvias? Además- Al decir eso agarra a mi novia por la barbilla- ¿Cómo debería llamar a alguien que se queda mirando en una esquina como me follo a uno mientras se toca?

Del susto casi pego un grito. Intento controlarme, pero lo que acaba de decir Carla me ha dejado prácticamente en estado de shock. Sabía que pasaba algo raro entre esas dos, pero nunca podría haberme imaginado algo así ¿Quién demonios era María? Casi entendería más que se hubiera liado con otro tío, o incluso con Carla. Pero… ¿Quedarse mirando como su amiga se tiraba a otro? ¿Masturbarse delante de ellos mientras lo hacían? Eso parecía sacado de una peli porno, no de la vida real.

- Joder, Carla…- Dijo María, quitando la mano de su amiga de su barbilla- Estaba borracha ¿Vale? Y tú llevas un puto mes incitándome a tirarme a otros tíos.

- No me eches a mí las culpas. Bebiste porque te dio la gana. Y por mucho que yo te anime a ponerle los cuernos al pichacorta…

- No le llames así- Le interrumpe María.

- ¿Es que no lo es o qué? Joder, todo el puto rato hablas como si yo tuviera la culpa de lo que tú haces- Dio un golpe a la mesa con su mano diestra al decir esto-  Te quejas mucho de lo que digo o de lo que intento que hagas. Pero aun así aquí estas, conmigo, otra vez.

- No, no tienes la culpa, pero es que…- Responde María, algo intimidada por manotazo.

- Ni es que ni hostias. Que te quede claro, si le llamo pichacorta es porque tú me dijiste que la tenía enana, y si te incito a hacértelo con otros  es porque tú me cuentas que te tiene mal follada. Ni que yo te obligara a venir conmigo o a decirme esas cosas.

Cada vez que me he corrido antes de tiempo con María siempre he tenido la misma sensación. La de que nada en esta vida podría humillarme más que su cara de decepción. Pero ahora veo que estaba equivocado. Escuchar a otra persona decir que tu novia cree que la tienes “enana” y que no sabes follarla como es debido es más humillante todavía.

- Tienes razón… Lo siento. Todo esto para mí es muy difícil ¿Vale? – María habla con la voz rota, está llorando- Yo le quiero ¿Entiendes? No funciona en la cama, no me da lo que necesito… Pero todo lo demás sí. Nunca he querido a nadie así. Pero…

- Pero necesitas que te follen bien- Concluyó la frase Carla- Mira, si lo entiendo. Ya sé que parece que Luis me cae como el culo. No es así realmente. Nunca me ha caído mal, pero desde que le vi supe que no te iba a hacer completamente feliz.

- ¿Cómo?

- No sé, tengo un sexto sentido para estas cosas. Yo no te digo que le dejes, sigue con él. Pero tienes que tirarte a otros, es así de simple, es una necesidad biológica.

- Claro, quieres que me pase la vida engañándole.

- Pues si ¿Te queda otra?- Preguntó, mirándola ahora con algo de lastima- ¿O que vas a hacer? ¿Seguir frustrada eternamente? Así acabareis rompiendo, eso seguro. Pero, si de vez en cuando te das una alegría y apartas esa moralidad tonta que tienes, pues mira. Quizás hasta duráis años y sois felices. O quizás te pilla y te manda a la mierda. Pero al menos hay una posibilidad de que os vaya bien.

- Puf… No sé cómo lo haces- Dijo María, mientras se pasaba el antebrazo por los ojos para quitarse las lágrimas- Pero consigues que hasta me parezca lógico las burradas que sueltas.

- Claro, es que son lógicas. Yo siempre tengo razón ¿No te lo había dicho?

Las dos se rieron ante ese último comentario. Yo no estaba precisamente para risas. Si antes estaba en estado de shock, ahora estoy inmerso en un mar de dudas. Ellas pasan a hablar de otras cosas, alejándose de la triste vida sexual de mi novia. Y yo sigo pensando, y pensando… ¿Tenía razón Carla? Yo quiero a María, la quiero más de lo que jamás he querido a ninguna mujer. Pero ciertamente no puedo darle lo que necesita. Ni siquiera puedo darle una pequeña parte de ello. Es triste, pero es verdad. Y ante eso… ¿Qué puedo hacer? Ellas lo están viendo como algo que ocurriría a mis espaldas. Pero no sería así. Ya jamás podría serlo. Aunque esta noche María no me sea infiel, siempre sabría que esa posibilidad existe. Y no solo eso. Sabría que si nuestra relación volvía a la “normalidad” solo podría significar que me había engañado con otro. La pregunta que tengo que resolver entonces es ¿Soy capaz de aguantarlo?

No sé cómo responder a ello. Es una paradoja: La quiero tanto que no soy capaz de compartirla, pero al mismo tiempo la quiero tanto que solo puedo pensar en que sea feliz ¿Cuál de las dos frases me define mejor? ¿Con cuál estoy más cómodo? Ni puta idea. Estoy tan en mi mundo que ni me doy cuenta de que un hombre se ha acercado a la mesa de las chicas. Solo me percato cuando Carla, voz en grito, dice:

- ¡Miguel! Ya era hora tío, llevamos un buen rato aquí esperándote.

Vuelvo a dirigir mi atención hacia su mesa, buscando al hombre, queriendo revelar al fin lo que realmente ya tengo claro. Y es él. Claro que es él. Miguel López, el puto modelo de Calvin Klein, es quien se acerca hasta mi novia y Carla. En persona todavía es más atractivo el hijo de puta. Debe tener unos treinta años, siendo mayor por lo tanto que nosotros. Su altura en vivo es imponente,  debe ser superior al metro noventa. Su cuerpo, escondido en un lujoso traje negro, se ve a la legua que esta trabajado. Y su cara parece esculpida en piedra, tan masculina y perfecta que dan ganas de partírsela. Su pelo negro tiene esa forma falsamente caótica, como si no se lo peinara, pero quedando cada mechón tan perfectamente desordenado que deja claro que algo así no es al azar. Puede que físicamente María y yo estemos a otro nivel, pero es que ese tío y yo estamos directamente en otra galaxia.

Veo desde mi mesa como las saluda. Me llevo entonces otra sorpresa, pues a María solo le da los dos protocolarios en la mejilla, pero a Carla le planta un morreo bastante subido de tono. Y es entonces cuando me doy cuenta de lo evidente. Él es el tío con el que follaba Carla mientras mi novia les veía y se masturbaba. No sé qué me pasa. Ese pensamiento repugna a mi mente, la incendia de rabia. Me entran ganas de levantarme y liarme a palos con él, aunque sepa que el resultado evidente sería una paliza hacia mi persona. Pero al mismo tiempo una extraña sensación recorre mi cuerpo. Como una descarga eléctrica que empieza en mis mejillas, acalorándolas, baja por mi pecho y se centra finalmente en mi pene. Otra erección pensando en ese tío. Estoy enfermo. 

Los tres se ponen a charlar amigablemente. Observo como se ríen, como hablar de tonterías, como la mirada de Miguel se pierde varias veces en los escotes de ambas mujeres. Van pidiendo copas, pues hay otros tres camareros en aquel local que se dedican a ir por las mesas.  Me veo obligado a pedir algo, no puedo estar aquí espiando sin consumir eternamente, al final me llamarían la atención y me pillarían. Además, tampoco me viene mal un whisky para soportar esto. Y es que la atención de Miguel cada vez parece centrarse más en María. Le habla solo a ella, le posa suavemente la mano en su antebrazo, la hace reír constantemente… Esta ligando con ella a saco en resumen. Y mi novia no le para, se deja. Se sonroja cuando le dice algo que puede tener más de un significado. Sonríe cuando Miguel le afirma que es una de las mujeres más guapas que ha visto, y eso que a su lado está un bellezón como Carla, pero que ni ella consigue eclipsarla. Esa frase en concreto me da ganas de vomitar. Pero a María le encanta. La veo feliz, viva, alegre… La veo mejor que conmigo en los últimos meses. Y mucho mejor que en estas terribles semanas. Entonces él se levanta y dice:

-Bailemos un rato, que no podemos estar aquí sentados siempre. Sería una pena que esos cuerpos tan bonitos no se movieran por esta pista.

Las dos se ríen ante su frase de galán de telenovela. Pero se levantan y van a la pista con él. Sé que María ya anda algo borracha, se le nota en sus movimientos. No es que pierda coordinación, es que cuando ha bebido es más provocativa de lo normal. Uno podría pensar que lo hace aposta pero, aunque parezca mentira a raíz de las cosas que he descubierto esta noche, aun sé que la conozco lo suficiente como para afirmar que eso es involuntario. Pero lo que hace ahora no lo es tanto. Han empezado bailando los tres juntos, haciendo corro. Ahora ella y Carla bailan pegadas, tocándose mutuamente. Rozan  sus cuerpos continuamente, las manos de ambas recorren las curvas de sus caderas, sus hombros, sus caras… Carla baja la mano hasta el culo de María y la deja allí. Miguel se limita a mirarlas, apartándose un poco. Están dándole un espectáculo. Bueno, a él directamente, pero a todo el local en realidad. Ya hay como cinco o seis tíos alrededor suyo, y la mayoría las miramos. Es un show tremendo. Dos mujeres como esas contoneándose de aquella manera, acercando sus caras cada vez más, dejando sus labios a centímetros de tocarse. Hasta que lo hacen. Primero el beso es suave, casi un pico, y se separan. Se miran sonrientes y vuelven a hacerlo. Una y otra vez, los labios de ambas chocan con tranquilidad, con más cariño que pasión. Pero los picos cada vez son más largos y llega un momento en el que no se separan. Empiezan a comerse directamente. Ese morreo atrae todavía más miradas. Miguel está completamente quieto, viendo como las dos amigas ofrecen su espectáculo lésbico al público. Yo estoy entre ellos, observando anonadado aquello. María jamás ha dado muestras de ser lesbiana o bisexual, pero allí estaba, comiéndole la boca a Carla con una pasión que pocas veces ha empleado conmigo. Obviamente estoy excitado ¿Qué hombre hetero no se pondría cachondo con algo así?

Está claro que Miguel comparte mi pensamiento. Pero, a diferencia de mí, él puede hacer algo más que mirar. Se vuelve a acercar a ellas, poniéndose detrás de Carla. La agarra por los hombros y las separa, girándola. Carla parece mirarle con cierto reproche, pero se le pasa cuando él la besa. Agarra su cintura con fuerza mientras lo hace, haciendo que la alta mujer tenga que ponerse de puntillas. Mi novia les mira, embelesada por ese beso entre dos personas tan acojonantemente atractivas. Todos los tíos de la sala queremos ser Miguel en ese momento, incluido yo. Entonces se separan y Miguel dirige su mirada a María. Va hacia ella. Mi corazón se acelera, frenético. De nuevo esa dualidad, del rechazo mental a la excitación incontrolable. No sé quién va a ganar esa pelea, pero intuyo que el resultado está cerca. Llega hasta ella y la abraza con fuerza. Bailan así, sin seguir siquiera el ritmo de la música realmente, solo balanceándose con parsimonia. Él se agacha y la besa en la cabeza, sigue bajando y llega hasta la frente, vuelve a bajar y María mira hacia arriba. Sus ojos se encuentran, acercan sus caras cada vez más. El ritmo de mi pulsación sigue subiendo mientras veo esa escena. Observo como María se pone de puntillas para situar su boca aún más próxima a de él. Y sucede. Sus labios se tocan, igual de despacio que antes con Carla. Pero Miguel no es Carla. Él no quiere mil picos, en cuanto sus labios están juntos la agarra por la espalda, pasando su brazo por  detrás de ella. La eleva. Y comienzan ahora a morrearse con furia. Pensaba que la pasión de antes con su amiga era el estado máximo de María, pero me equivocaba. Aquel beso furioso, violento, con sus cuerpos tan juntos que parecían que iban a fusionarse… Jamás me ha besado siquiera con la mitad de entusiasmo a mí.

Mi duelo se decide.

No puedo seguir viendo esta mierda. No puedo ver como mi novia casi se pone a follarse a un tío en mitad de la pista después de morrearse con su amiga. Sí, estoy excitado… Lo estoy más que nunca. De hecho se perfectamente que mi nivel de calentura aumentó varios grados cuando empezó a liarse con el puto Miguel. Pero no puedo, es así de simple. Mi cabeza gana a mi polla. Mi rechazo ante eso gana a mis ganas de seguir viéndolo. Mi orgullo puede con mi vicio. Me levanto de la mesa y salgo de aquel puto lugar. Estoy llorando y ni siquiera me he percatado. Lloro porque sé perfectamente que cuando vuelva a ver a María ella ya no será mi preciosa novia fiel. Sera la puta que me ha puesto los cuernos. Y cortaré con ella. Aunque me parta el corazón, aunque no quiera perderla por nada del mundo. No soy capaz de soportarlo. Camino por la calle solo, derrotado, viendo como la gente a mí alrededor ríe, fuma, beben, se lían… Una noche típica. He dejado mi coche cerca del pub, en una calle algo escondida. Llegó hasta él con las llaves en la mano y las introduzco, pero entonces alguien toca mi hombro. Me giro y casi me caigo al suelo del susto. Es Carla.

- ¡Joder!- Grito.

- Ey, pequeñín ¿Qué pasa? ¿Ya te has cansado del espectáculo?- Me pregunta, sonriendo con malicia.

- Vete a la mierda, puta.

- Oh… ¿Sabes? Realmente odio esa palabra cuando se usa para ofender.

Dicho esto me agarra por el cuello y me estampa contra mi coche. Tiene una fuerza tremenda. Al final va a resultar que realmente es la maldita Wonder Woman. Intento decirle que me suelte, pero su mano en mi garganta solo me deja emitir gruñidos ininteligibles.

- A ver, estate calladito, que tengo que comprobar una cosa.

Y entonces con su mano libre me agarra el paquete. Creo que casi se me salen los ojos de las orbitas cuando lo hizo. También me sirvió para darme cuenta de que pese a todo, pese a la rabia, pese a la tristeza, pese a decidir dejar a la mujer que amaba… Pese a todo seguía con la polla completamente tiesa. Ella lógicamente lo nota, y me suelta el bulto con una sonrisa aún más ancha en su cara.

- Puf… Si es que lo sabía. Tengo un sexto sentido para estas cosas, Luisin. Aunque…- Dice mientras acerca su cara a la mia- Esa frase ya la has escuchado antes ¿No? Bueno, al lio. Esto va a ser doloroso, pero es necesario. Aunque no te lo creas lo hago por tu bien.

¿Por mi bien? ¿Que mierda dice esta puta psicópata? No puedo pensar mucho en ello, pues de repente Carla lanza un puñetazo tremendo contra mi cara. Solo siento el dolor un segundo. Es un golpe bestial. Y después… Todo es oscuridad.

- - - -

 

- ¿Estas segura de esto, Carla? Mira que es una burrada hasta para ti.

- Que si coño. Que es la única forma.

- Mujer, alguna otra manera habrá. Nos podemos meter en un lio gordo de narices ¿Lo sabes, no?

- Bla, bla, bla. Mira, todo esto es por culpa de la mentalidad de los tíos.

- ¿Y eso a que viene?

- Porque es verdad. Tenéis siempre que ser los “machotes”, no podéis soportar que las mujeres, u otros hombres, sean superiores a vosotros. Ese estúpido ego masculino no va a romper a esta pareja.

- Di lo que quieras, pero esto es una locura. Y de las grandes.

- Que ya, que ya. Que soy una puta loca descerebrada. Pero tu bien que estas aquí ayudando ¿Eh?

- No te iba a dejar sola… A saber lo que harías. Te veo saliendo en las noticias.

Escuchaba esas voces sin saber muy bien que pasaba. La cabeza me dolía a horrores. No entendía nada ¿Me había dormido? No… Espera. Joder, esa puta loca me ha arreado una leche de campeonato. Vale. Ya voy recordando. Pero… ¿Dónde estoy? Esto está oscuro y es pequeño. Tengo las piernas encogidas. Noto como se tambalea todo. Su puta madre… ¿Estoy en un maletero? Si. Oigo el motor, las ruedas pasando por la carretera. Me ha dejado K.O y me ha metido en un maletero. Las voces que me han despertado siguen sonando. Las reconozco. Son Miguel y la zorra psicópata ¿Qué van a hacer conmigo? Creo haber escuchado que no quiere que se rompa nuestra pareja… Pues vaya forma de demostrarlo. Tarada de mierda, sociópata de los cojones… Mierda. Me acabo de dar cuenta de otra cosa. Tengo algo en la boca, una especie de mordaza. Y mis brazos y piernas están atados. Dios… Esto es lo más surrealista que he vivido nunca. Es un secuestro. Esa zumbada de mierda me ha secuestrado y me está llevando en un maletero vaya a saberse a donde.

El coche se para. Joder, ahora no solo estoy furioso, tengo un miedo de narices. No sé lo que me espera cuando abran el maletero, pero desde luego no voy a poder hacer nada para evitarlo. Oigo como alguien se baja del coche y se acerca. Y entra la luz en aquel habitáculo. Allí esta ella, la zorra psicótica. Creo que no hay palabras en este mundo para definir su locura, pero estoy pensando en todas las que puedo. Me mira con algo de preocupación… ¡¡Pero si ha sido ella la que me ha noqueado, amarrado, amordazado y encerrado aquí!! ¡¡¡¡LOCA!!!! Quiero gritarlo pero no puedo. Así que lo único que me sale es una especie de gruñido animal mientras me muevo como un pez fuera del agua.

- Venga, venga. Tranquilo. Ya lo sé, esto es raro.

¿¡Raro!? No, zorra tarada de mierda. Raro es un político honrado, que se equivoquen en el banco y te ingresen dinero, que Correros llegue puntual… Esto no es raro, hija de la gran puta. Esto es demencial. Pero claro, no puedo decírtelo… ¡¡¡PORQUE ME HAS PUESTO UNA MORDAZA!!! Así que solo se oyen mis gruñidos.

- Mira, Luis. Hay dos formas de hacer esto. Dejas de intentar gritarme las burradas que quiera que me estés soltando. Luego paras de moverte como alguien al que le están electrocutando el escroto. Así podría sacarte con algo de dignidad de ahí. O…- Mientras dice esto flexiona el brazo derecho, cerrando el puño de forma amenazante- …Te vuelvo a soltar una hostia, quedas grogui otra vez y te saco de todas formas. Date prisa, no sé si lo has notado pero soy un pelín impulsiva.

De acuerdo. Es una lógica de zumbada, de tarada, de loca, de psicópata… Pero no deja de tener razón. Como ya he pensado antes no hay nada que pueda hacer para defenderme. Y la idea de que esa mastodonte vuelva a darme un puñetazo no es precisamente agradable. Vamos, que no me quedan más cojones. Me callo y me quedo quieto, mirándola como si pudiera matarla con los ojos. No puedo, qué pena. Me agarra de aquella manera y me saca de allí, cogiéndome en volandas. Joder, vale que sea una mujer bastante grande, pero tiene una fuerza verdaderamente espectacular. Nos dirigimos a un chalet. Debemos estar en las afueras de la ciudad, en un barrio lo suficientemente rico como para que nadie se dé cuenta de que hay una giganta llevando a un tío atado. Detrás nuestro va Miguel, que me mira como queriendo decirme que esto no es cosa suya. Aun así tiene una pequeña sonrisa en la boca. Imagino que la imagen debe ser algo cómica. La zorra vuelve a hablarme mientras traspasamos la puerta que da a un pequeño jardín.

- Macho, eres bastante flojillo. Llevas un buen rato sopa, la verdad es que pensaba que cuando volviera a por ti ya estarías despierto. Pero no. Nos ha dado tiempo a dejar a María en casa de Miguel y volver a recogerte.

Me gustaría decirle que no estoy acostumbrado a que una amazona me deje inconsciente. Pero no serviría de nada. Si pudiera hablar de todas formas eso no sería lo primero que le diría precisamente, pero bueno. Entramos en la casa. Es bastante lujosa la verdad. Un bonito hall, con el suelo de mármol negro. Parece la de una estrella de Hollywood o algo. Me llevan por ella hasta entrar en un cuarto. Y entonces la veo. María esta tumbada de forma sugerente en una enorme cama de matrimonio, vestida únicamente con la ropa interior que antes le vi ponerse. Al verme se levanta de un salto, con los ojos como platos. Vale, al menos ella no está metida en esta locura.

- ¡¡Luis!!- Grita- ¡¿Qué cojones?! ¡¿Se puede saber qué coño estás haciendo Carla?!

La aludida ignora a mi novia mientras me deja en un sillón que está justo enfrente de la cama. Saca otra cuerda del bolso (Quien mierda lleva tantas cuerdas encima) y ata mi pecho en el respaldo del sillón.  Yo miro a María con los ojos tan abierto como los de ella, intentando decirle que venga y me suelte. Pero ella ahora parece más pendiente de otra cosa. Se acaba de dar cuenta de que está prácticamente en pelotas en la casa de un tío a quien yo no conozco. Intenta taparse con una sábana, como si eso fuera a disimular algo. 

- ¡¡Dime que mierda está pasando, Carla!!

- Uf, espera- Dijo ella, pasándose una mano por la frente- Joder, tu chico parece pequeñito, pero pesa más de lo que pensaba.

Vaya, al final es humana. Una humana con grandes problemas mentales eso sí. Después de un par de segundos, donde parece estar recuperando el aliento, vuelve a hablarle a mi novia.

- Veras, Luisin estaba espiándonos en el pub.

-¿Qué?

- Pues eso. Estaba sentado en la mesa de al lado. Lo vi desde que se sentó, el capullo se pensaba que con ese disfraz de 50 cent pasaba desapercibido. No es muy listo ¿Eh?

-¿Y por eso lo has atado y traído hasta aquí? ¡¿Pero tú estás loca o que te pasa?!

-Sí, esta como una puta cabra- Dijo Miguel, el cual estaba en la puerta de la habitación viendo la escena con esa molesta sonrisa en la cara.

- Coño, que sí, que soy una tarada. Pero…- Y esto lo dijo mientras se giraba hacia mí- Más allá de mi locura he hecho esto para probar una teoría. Una que salvara vuestra relación de mierda si tengo razón.

-¡¿Qué teoría ni que niño muerto?! ¡¡Desátale ahora mismo, puta psicópata de mierda!!

Al fin alguien dijo las palabras que yo quería decir desde que me desperté en aquel maletero. María perdió la compostura. Se levantó de la cama y se dirigió hacia Carla como una fiera, dispuesta a liarse a tortas con su “amiga”. Si no fuera por la situación, y porque estaba seguro de que Carla iba a destrozarla, ahora mismo me sentiría orgulloso de mi chica. Pero cuando llegó hasta ella Carla le soltó un bofetón tremendo. Yo me agite en el sillón, quería matarla. Nunca he querido matar a nadie hasta ahora, pero si pudiera ahora mismo la estrangularía con mis propias manos. Que me pegara a mí me enfurecía, pero que se atreviera a golpear a María… Eso ya era completamente un motivo justificado de homicidio.

- Joder, Carla, te has pasado- Dijo Miguel, el cual ya no tenía esa expresión de burla en la cara.

- Que va. Este es el punto uno de mi teoría. Tu cierra la boca, que por ahora no haces falta.

Dicho esto Carla se dirige hacia mi novia, la cual estaba de nuevo tirada en la cama, lanzada allí por la tremenda leche que le había soltado. La mira con el miedo en los ojos. Pero también hay algo más. Algo que yo no puedo entender que es. Carla se lanza encima de ella, la agarra por las muñecas y eleva sus brazos por encima de la cabeza. Luego acerca su boca a la de mi novia y la lame, literalmente. Su lengua empieza a recorrer la cara de María, la cual la mira sin entender nada.

- Punto número uno, preciosa. Tú eres una putilla viciosa, sumisa, masoquista y bisexual. Antes te dije que yo no te obligaba a nada, pero esto… Esto te voy a hacer admitirlo a la fuerza.

Mientras le dice eso sigue lamiéndola. Después pasa a los mordiscos. Primero las mejillas, con saña, dejándolas enrojecidas a su paso. Después baja hasta su cuello. Y allí la muerde con fuerza. María grita y patalea, tratando de quitársela de encima. Pero es imposible, ella es más grande, más pesada y, sobretodo, muchísimo más fuerte que mi novia.  Se pasaron así varios minutos, con Carla comiéndosela a placer, llevando sus afilados dientes incluso hasta los pechos de María, subiendo y bajando como un demonio con forma de serpiente. Y entonces pasa. María poco a poco va dejando de luchar. Yo pensé que se rendía, que entendía que no podía librarse de ella hiciera lo que hiciera. Pero me equivoco. Lo entiendo cuando Carla muerde de nuevo su cuello. Volvió a soltar un grito, pero eso ya no era dolor. Era placer. Lo sé reconocer perfectamente. Iba acompañado de un pequeño gemido. No me lo puedo creer. Mi novia esta excitada. Mi chica, la que se pone dominante en la cama, se está poniendo cachonda siendo ultrajada por su amiga. Parece que la zorra tiene razón, a María le va que la sometan. Carla entiende perfectamente el mensaje y sigue atacando su cuello. Y María suelta esos grititos de placer, esos gemidos cada vez más ostentosos. La escena había pasado de un ataque violento a una película hardcore de porno lésbico. Carla comprende que ya no necesita sujetarle las muñecas y la libera. Y mi novia en ningún momento hace uso de esa nueva libertad para tratar de escapar. Lejos de ello la abraza. Mientras, la psicótica de su amiga, aprovecha que tiene ahora sus manos desocupadas para magrear a María sin piedad. Con una mano le agarra el muslo y con la otra la abraza por la espalda. Se besan, se lamen, se muerden. Una bacanal espectacular. Y yo allí, atado, viendo el show. Pero lo peor era que estaba empezando a calentarme yo también. Hasta en esta situación una escena como la que tenía ante mí era imposible que no acabará por ponerme.

Entonces Carla para. Mira divertida a mi novia, la cual esta como poseída, en trance. Tiene la mirada más lasciva que jamás le he visto. Empiezo a darme cuenta de que hoy he visto muchas expresiones y acciones que nunca contemplé en María.

- Bien… Punto número uno… Demostrado- Dijo, jadeando, Carla.

María vuelve en si con esas palabras. Levanta su cabeza y me mira, como recordando que yo estoy allí. La expresión de tristeza, de arrepentimiento, de vergüenza… Esa expresión que se dibuja en su rostro casi me duele más que todo lo que acabo de ver. Se lleva ambas manos a la cara y se la tapa, quiere esconderse de mí y del mundo. Pero no puede. Carla no iba a dejarla.

- No te tapes, putilla. Esto acaba de empezar. Tú- Dijo señalando a Miguel- Ven aquí y cómele la boca a esta zorrita.

Miguel le hice caso. Se dirige hacia mi novia a paso tranquilo, contemplando como esta no había hecho caso alguno a Carla y sigue con la cara tapada. Cuando llega hasta ella, le habla a Carla y le dice.

- Yo no pienso obligarla a que me bese.

- Lo sé. No hará falta.

Dicho eso Carla agarra a María por su larga melena y la hace ponerse de rodillas en la cama. Aparta sus manos de la cara con brusquedad y pasa a cogerla ahora por el cuello con una mano. Mi novia lleva sus dos manos hacía la de Carla, intentando que la suelte, pero no hay forma. La vuelve a levantar, quedando de pie en la cama. De esa forma su altura es prácticamente igual a la de Carla. Y esta la suelta el cuello. María aspira con profundidad y mira a su “agresora/amante” con una especie de miedo, pero de nuevo con ese brillo extraño en los ojos. Su amiga esta vez la coge por la cintura y la acerca hacia a ella. La besa. Y María lo acepta con ganas. Las manos de Carla vuelven a tocar cada parte del cuerpo de María a placer. Le agarra el culo con fuerza, pasa luego a sus tetas, araña su espalda. Lo hace tan rápido y con tanta pasión que parece tener más de dos manos. Es increíble. En algún momento le suelta  el sujetador, cayendo este al suelo y dejando las grandes tetas de María al aire libre. Verlas moverse, chocar contra el cuerpo de Carla, ver como esta agarra sus grandes y oscuros pezones… Todo aquello es todavía más locamente erótico que antes. Yo ya tengo la polla completamente tiesa, aunque mi mente sigue maldiciendo a aquella mujer que está haciendo lo que quiere con mi novia. Y entonces Carla le empieza a sobar la vulva por encima de la ropa interior. Solo ese contacto produce un gran gemido de puro placer en María. Carla pasa sus dedos con suavidad por aquella zona, estimulándola lentamente, provocando espasmos en ella. Los besos se vuelven todavía más tórridos, cuando se separaban sus labios se podía escuchar como María gime cada vez con mayor intensidad. Iba a correrse, está muy cerca de llegar al orgasmo. Pero entonces Carla se detiene y se dirige de nuevo a Miguel.

- Ahora no podrá ninguna pega. Ven a comprobarlo.

Al separase de Carla puedo ver mejor la cara de mi novia. Parece que esta como en una especie de trance. Su pecho sube y baja agitadamente, sus piernas tiemblan, su boca se ha quedado semiabierta, jadeando… Esta terriblemente sensual, dispuesta a que le hagan lo que sea. Miguel llega hasta ella y la agarra por la espalda, levantándola en volandas. Y ella lo acepta. De hecho se acopla a él, enredando sus potentes piernas por su cintura. Se besan. Vuelven a comerse como en el pub, pero con todavía más pasión. María se restriega contra él, subiendo y bajando como si estuvieran follando. Es un beso sucio, pervertido. Debería estar furioso por ver aquella escena. Pero no lo estoy. Esa dualidad que sentía antes parece haberse difuminado. Ni siquiera siento ahora mismo enfado hacia la loca de Carla. Solamente siento excitación. Si antes he pensado que María estaba en trance, ahora tengo que admitir que lo estoy yo. No tengo espacio en mi cabeza ni para preguntarme cómo puedo ser tan patético. Si algo de toda aquella locura debería haberme llevado a este estado, lo lógico es que hubiera sido el espectáculo lésbico de antes, no uno donde María se da el lote de forma pornográfica con otro. Pero la lógica ha salido disparada de esta habitación. Estoy tan capturado por ese morreo interminable que no me fijo en que Carla se planta a mi lado.

- Hola de nuevo, Luisin- Dice con burla- Tienes varios problemas que podrían acabar con tu relación con María. Antes de decirte como creo que los podrías solucionar, tengo que conseguir que los asumas. Y para eso…

No termina la frase. Se arrodilla enfrente de mí y lleva sus manos a mi entrepierna. Yo vuelvo a abrir los ojos al máximo. Parece mentira que aquella mujer pudiera seguir sorprendiéndome, pero lo hace. Abre mi cremallera y hurga un par de segundos buscando mi pene. Lo encuentra enardecido, completamente erecto, supurando líquido preseminal como nunca lo había hecho. Emite un pequeño suspiro burlesco al ver mi polla al aire libre y vuelve a hablarme.

- Fiu… Vaya, es más pequeñita de lo que había imaginado- Mientras lo dice la suelta y se queda mirándola con una humillante sonrisa en la cara- ¿Sabes? Tu novia tiene otro fetiche escondido. La vuelven loca los rabos grandes.

Vuelvo a mirarla anonadado. No tenía ni puta idea de eso, María nunca había insinuado nada parecido. Parece que aquellas palabras han llamado la atención de mi novia, la cual deja de besarse con Miguel un momento y mira hacia nosotros. Al ver la escena parece cabrearse… ¿En serio? ¿Ella puede estar allí medio follando con uno y se enfada porque yo tenga delante a Carla mirándome el nabo? Hay que joderse. Sea como sea se baja de Miguel y va hacia su amiga, con una cara de mala leche que parece que la va a matar.

- ¿¡Qué coño haces, Carla!?

- ¿Y ese tono tan brusco?- Responde la aludida, girándose para mirarla- ¿No me digas que te has mosqueado por lo que estoy haciendo con Luisin? Tendría cojones la cosa, estando tú liándote con otro tío en su cara.

- ¡¡Tú me has obligado!! ¡¿Y por qué coño le cuentas eso?!- Contesta furiosa.

- Yo te he obligado a hacértelo conmigo. Pero con Miguel ha sido bastante distinto, casi le has saltado encima como una perra en celo. Y por cierto…

Carla se levanta y da el paso que la separa con María. Con un rápido movimiento la agarra con fuerza del cuello, acercando después la cara de mi novia a la suya. La mira con desprecio y después vuelve a hablar. Sus palabras están impregnadas completamente con ese tono despectivo.

- A mí una putilla sumisa como tú no me habla así ¿Queda claro?- Dicho esto la empuja para atrás, siendo lanzada en el aire y recogida por Miguel, dado que si no se hubiera estrellado contra el suelo- Además, solo estoy probando mi teoría. Y para eso tengo que hacer ciertas cosas y decir ciertas cosas. Es un proceso.

Mi novia se ha quedado completamente muda, encogida en los brazos de Miguel. Sigo sin comprender esa faceta suya. Vamos, no es que sea lo que más me extraña de todo esto, pero me cuesta admitir que Carla tiene razón. María es una sumisa. Completamente además, ese brillo extraño en su mirada es pura excitación. Cada palabra mal sonante, cada acto de violencia y cada desprecio de Carla a ella le ponen. Es cada vez más obvio. Pero dejo de centrarme en ella cuando la zorra amazona vuelve a hablarme.

- En fin, como iba diciendo, a tu noviecita le ponen las pollas muy grandes. Es más, hace un par de días le mande varias de aquí mi amigo- Dijo señalando a Miguel- Al principio se escandalizó mucho. Pero luego me confesó que se masturbo varias veces pensando en ellas y mirándolas. No podía quitarse de la cabeza lo que podría hacerle con semejante monstruo. Je… Tú ni en mil años podrías causar ese efecto en ella.

Su puta madre. De nuevo tenía razón. Miro hacia abajo, hacia mi pene. Ahora mismo está más duro y grande de lo que ha estado jamás. Y aun así es pequeño, está claramente por debajo de la media. Es una realidad como un templo. No sé cómo será el de Miguel, pero por las palabras de Carla tranquilamente podría doblar al mío. Tengo ganas de llorar, de gritar y de pegar a esa mujer. Pero lo peor es que sigo tremendamente cachondo.

- Sinceramente, eso tampoco sería tanto problema si no fuera porque no sabes ni usar tu pequeña herramienta. A fin de cuentas si a ti, por ejemplo, te gustaran las tetas pequeñas, eso no significaría que tu relación con María estuviera destinada al fracaso. No. Eso se debe más bien a esto.

Tras decir aquello último dirige una de sus manos hacia mi polla. Me la agarra primero desde la base, sujetándola con algo de fuerza. Sube hasta mi glande con lentitud, haciendo que sienta cada uno de sus dedos. Y, nada más tocarlo, me corro. El semen sale disparado, con una fuerza brutal, y es recogido por la mano libre de Carla. Es un orgasmo de época, me hace gruñir contra la mordaza. Pierdo por un momento el sentido de la realidad, cierro los ojos y escucho las cosas a mí alrededor como si tuvieran una especie de filtro extraño. Pero aun así oigo una risa. Una carcajada de aquella puta. Cuando vuelvo a abrir los ojos y ella está radiante, mirándose su mano llena de mi corrida. Juguetea con ella un rato y finalmente la limpia en mi propio pantalón.

- Si. A esto me refería. Esto si es un problema y de los gordos ¿Cuánto has durado? Creo que ni medio minuto. Mi putilla es una chica muy fogosa, muy sexual. Necesita que le den lo suyo con fuerza, con vigor. Que la hagan ver las estrellas. Eso es imposible si el pichacorta de su novio dura tan poco. Encima me ha contado que después tardas bastante rato en volver a estar listo, y cuando lo estas te vuelve a pasar lo mismo porque ya has respuesto el tanque. Un desastre vaya. Pero… Aquí está de nuevo la teoría de vuestra querida Carla.

Cuando termina aquella larga explicación se vuelve hacia María y Miguel. Las caras de ambos son opuestas. En el puto modelo de Calvin Klein veo una burla mal disimulada. Esta conteniendo las ganas de reírse por mi patético numerito. Mi novia sin embargo me mira con lastima. Ella mejor que nadie sabe la humillación tan terrible a la que acabo de ser sometido. Pero aun así no tiene narices para enfrentarse a la zumbada de su amiga otra vez. María ya está totalmente dominada por ella, absolutamente sometida. Su arrebato anterior agotó hasta el último ápice de rebeldía. Por eso sé que la siguiente orden de Carla la cumplirá.

- Vosotros dos, volved a liaros.

Y lo hacen. Enfrente de mí. Ya no está en ningún trance llevado por la excitación de las manos de Carla. No, aquello es más voluntario que lo anterior. Veo como se vuelve a pegar a aquel tío, como sus cuerpos se juntan de nuevo. Se vuelven a morrear con ganas. María va un paso más allá, empezando a desnudar a Miguel, el cual hasta ese momento seguía con su traje intacto. Le quita primero la chaqueta, lanzándola al suelo. Después pasa a la camisa, casi arrancando cada botón a su paso. Veo sus abdominales marcados, sus bíceps definidos, sus abultados pectorales chocando contra los pechos de María… Es una degradación completa hacia a mí. Yo aquí, atado todavía, amordazado, con mi pequeña polla fuera y totalmente flácida. Y ella allí, libre, pero aun así cautiva por las ordenes de Carla. Verla recorrer el cuerpo de aquel tío me da ganas de vomitar y hasta me salen un par de lágrimas de pura frustración. Pero es entonces cuando lo siento.

No me lo puedo creer. Siento un cosquilleo por todo mi cuerpo, un cosquilleo que va bajando rápidamente hasta él.  Entonces aparto mis ojos de ellos y lo miro, veo anonadado como mi pene ya no está tan decaído. Poco a poco siento la sangre fluyendo de nuevo en su dirección. Se agranda lentamente, vuelve a erigirse en un tiempo record, alcanzando la total erección con rapidez. Estoy cachondo… El orgasmo no ha bajado en ningún momento mi excitación ahora que lo pienso. Ver como María volvía a liarse con Miguel solo la ha potenciado, provocando que mi miembro reaccionara. Dios… Soy tan, tan, tan patético.

- Parad. Mira, María. Mira al pequeño Luis- Dice Carla señalándome.

María se aparta de Miguel. Y me mira. Su expresión pasa por tres etapas. Primero el bochorno por la calentura evidente que le provoca ese supermodelo masculino de pacotilla. Después la vergüenza de volver a recordar que estoy allí, viendo todo lo que hace. Pero finalmente… Finalmente sonríe al ver mi pene alzado. Es una sonrisa extraña, diferente. Como si de repente comprendiera todo lo que había hecho Carla hasta el momento. La entiendo. Yo también empiezo a pillarlo.

- Bueno, bueno… Creo que esto lo prueba ¿No?- Espeta Carla- La segunda parte de mi teoría era esta. Y es evidente que tenía razón. A Luis le pone ser un cornudo, le pone más que ninguna otra cosa que haya experimentado seguramente ¿Me equivoco?

Mientras habla se va a acercando hacia mí. Cuando está justo enfrente se agacha, pero esta vez sus manos van hacia mí boca. Me quita la mordaza con suavidad, dejándome por fin esa vía liberada. Llevo mucho rato queriendo gritarle de todo pero ahora… Ahora no puedo negar nada ¿Qué le digo entonces? ¿La insulto? No serviría de nada. Solo me ha mostrado (De la forma más surrealista posible, porque no deja de ser una puta LOCA) la realidad. Aun con esa certeza no puedo evitar decirle.

- Eres una puta sociópata de mierda.

- Sí, sí. Una sociópata, una loca, una tarada, una enferma… Bla, bla, bla… Querido, cualquier cosa que me digas es difícil de tomar en serio con tu rabo pidiendo guerra. Dime ¿Acaso alguna vez se te había puesto dura tan rápido después de correrte?

- Esa no es razón pa…

- Responde- Dice interrumpiéndome y cogiéndome por la barbilla para que la mire a los ojos, pues tengo la cabeza gacha.

- Vete a la mierda.

- Uf… Que pesadito eres. Es una pena que seas un tipo diferente de sumiso que María.

-¿Qué coño quieres decir?- A más hablo con ella menos excitado estoy, el cabreo empieza a ganar terrero-  Yo no soy sumiso, enferma de mierda.

- No como ella. Tú tienes dos caras, pequeño idiota- Dice, emitiendo un pequeño bufido, como si le molestara que no pillara lo que estaba revelándome- Asúmelo, capullo, asúmelo y podrás disfrutar de María como nunca lo has hecho. Y ella también.

- ¡¡Que te jodan!!

Eso no le ha gustado. Se levanta y me suelta un guantazo importante. Luego va hacia María y, cogiéndola por los pelos, la lleva ante mí. Hace que se arrodille. Después señala a Miguel y le dice que venga. Deja a mi novia delante de mí, ella no es capaz de mirarme en este momento. Verla así, solo vestida con el culote y mirando hacia mí polla la cual, pese a mi reciente mosqueo, seguía en ristre me causa otra sensación extraña. Por primera vez soy consciente de una cosa… Me pone ver a María humillada. Creo que mi degradación no parece tener límites. Pero no puedo seguir pensando en ello. Carla va hasta Miguel y comienza a desabrocharle el cinturón. Luego los pantalones. Y finalmente le quita los boxers. Joder, vaya pedazo de nardo. Ya lo había pensado antes, pero verlo en directo es chocante. Literalmente era más del doble que el mío, en todos los sentidos. Mide más veinte centímetros de largo seguro, y su grosor debe rozar los seis de diámetro. Una polla de actor porno que la gente como yo sueña con tener. Carla hace que Miguel se ponga en frente de mí también, dejando a María entre los dos. Luego se pone a mi espalda, deja sus manos en mis hombros y baja su cabeza hasta quedar al lado de mi cuello. Siento su aliento en esa zona, estimulándome aún más.

- Putilla, cógele la polla a Miguel y hazle una paja- Miro a Carla cuando lo dice y observo como antes de añadir otra cosa su expresión se vuelve más dura- Y ni se te ocurra quejarte o voy para allá y hago que te la meta hasta la campanilla de golpe.

Y le hace caso. Vaya si le hace caso. Se gira hasta él y le agarra aquel enorme falo. Empieza con suavidad, con mimo, tal y como lo hace conmigo. Pero rápidamente se da cuenta de que no tiene por qué andarse con rodeos. Él no es yo, no va a correrse en dos segundos si le mete caña. Aumenta el ritmo. Veo su pequeña mano subir y bajar por aquel miembro. Carla se ha vuelto a poner detrás, vuelvo a sentir sus manos en mis hombros, y como estas bajan por mi pecho. Su boca va hasta mi oído y empieza a susurrarme.

- No me dirás que no te gusta.

- No…

-Shhhh…- Interrumpe ella, bajando una de sus manos casi a la altura de mi polla- Calla, ya sabes que odio que me nieguen cosas obvias. Te gusta verla así. Te gusta verla arrodillada ante otro. Te pone que él no se corra como tú. Hasta te pone que la tenga más grande. Estas deseando que se la chupe ¿No?

- Que te den.

- ¿A mí? No, que le den a ella. Que le de Miguel lo que tú no puedes darle. Que se la folle delante de ti, encima de ti. Deseas que la parta por la mitad con su enorme rabo. Quieres que grite de placer, que se corra como nunca lo ha hecho. Pero…

Mientras decía todo esto me ha estado acariciando la base de mi polla. Solo rozando sus uñas contra ella, bajando de vez en cuando a mis huevos. Estoy completamente hipnotizado por ella y por la imagen de María masturbando a Miguel. Y ella sigue hablando.

- … No eres ella. María solo es una puta sumisa que necesita que alguien la someta del todo, que le bajen esos humos que se le ponen cuando se calienta. Pero tú no eres solo un sumiso cornudo. También eres otra cosa.

-¿El qué?

- Hasta eso tengo que decirte- Se ríe unos segundos, cogiéndome mientras tanto el tronco del pene, sin mover su mano, solo sujetándolo firmemente- A ti te cabrea que yo te tenga así. Que te diga las cosas que te estoy diciendo. Tú no quieres que yo mande a María follarse a otros. Quieres mandárselo tú.

- Joder… Qué puta locura.

-  No es ninguna locura. Es tu lucha interna, tus dos caras. Por un lado la de un hombre que se siente impotente, que tiene demasiado orgullo para dejar que otros tomen las riendas. Que no le gusta que yo maneje los hielos- Para un segundo para lamerme el lóbulo, produciéndome un escalofrío tremendamente placentero- Pero por otro la de alguien que se pone cardiaco cuando ve a su novia con otra polla en la mano. Por eso no te fuiste del bar cuando nos espiabas. Sin esa excitación tu mitad orgullosa se habría marchado enseguida. O se habría plantado delante de nosotras a ármanos un numerito.

- Lo pensé…

- Y no lo hiciste por algo. Pero no estabas listo para asumirlo. No, tu ego masculino decidió que era mejor mandarlo todo a la mierda. Y ahí entre yo con esta idea de… ¿Cómo dijiste antes? Sociópata, sí. No es la palabra que mejor me describe, en estos mundos a los que vas a entrar se me llama mejor como domina. Para ti también tienen un término ¿Quieres saber cuál es?

- Me lo vas a decir igual.

- Jajajaja- Ríe alegremente, mientas su mano vuelve a moverse por mi erección, masturbándome lentamente- Tienes razón. Eres alguien al que le ponen los dos roles. El del novio humillado y el del macho controlador, el del orgulloso. El que humilla a su pareja. A eso se le llama switch. No es que importe mucho, pero es mejor llamarte eso a degenerado bipolar.

Tras decir eso se calla, sus labios ahora están ocupados con otra cosa. Me muerde el cuello, siento sus dientes por él. Su mano se vuelve más rápida, pero yo sigo aguantando. Llevo tanto tiempo sin ser capaz de retener tanto un orgasmo con una mujer delante… Es increíblemente liberador. Siendo como se me quita un peso de encima. Ella lo ha conseguido. Ha roto mis esquemas, ha destrozado mi pelea interna. Veo a María continuar con su paja a Miguel. Pero ya no siento remordimientos porque eso me excite. Ahora quiero disfrútalo. Ver como se bambolean sus pechos con el vaivén. Como mira ese enorme pene con gula. Se nota que tiene muchas ganas de metérselo en la boca, que quiera lamerlo hasta dejar seco a ese tío. Y casi puedo escuchar como mi mente hace “click”.  Miro a Carla con frialdad y le digo.

- Desátame- Mi voz suena gélida, imponente.

- Oh… ¿Y esos ojos?- Dice, parando su paja y dejando de morderme.

- Cállate de una puta vez Carla. Ya lo he entendido, ahora sueltame.

Ella me contempla unos segundos, mirando mi expresión con detenimiento. Y luego vuelve a sonreír, pero ya no hay ninguna burla en esa sonrisa. Es pura satisfacción. Me obedece y quita la cuerda que me tenía amarrado al sillón. Lugo pasa a la de las piernas y brazos. Estoy libre del todo por fin. María ha visto todo ese proceso y ha parado de masturbar a Miguel. Ve como me levanto con algo de miedo en sus ojos. Tal vez es por la cara que tengo. La miro sin transmitir emoción alguna, reflejando parte de lo que siento en mí mismo. No es que carezca de sentimiento ahora, simplemente estoy en paz. Totalmente. Se lo que voy a hacer ahora y, lo más importante, sé cómo hacerlo. Voy hasta ella y la agarro por su larga melena negra. Hago que su cabeza se incline hacia arriba, mirándome. Con mi mano libre me agarro mi polla y se la acerco. Ella abre la boca. Pero no es eso lo que quiero. Le restriego mi rabo contra la cara, por sus mejillas, por sus parpados cerrados, por su frente. Su cara queda brillante por allí donde ha pasado mi pene. María tiene una cómica “o” en la boca, sorprendida por lo que está pasando. Pero sé que le gusta, Su respiración se ha agitado.

- Putilla- Le digo- Tengo que admitirlo. No he sabido follarte como es debido. Y yo solo no voy a poder contentar a una zorra como tú. Así que…

Agarro con más fuerza su pelo y la empujo hasta la polla de Miguel, el cual me mira con algo de confusión en la cara. Creo que es el único que no se ha enterado de lo que ha pasado. Tampoco creo que le importe mucho, pues ya siente los labios de mi novia en su glande.

-… ¡¡Metete esta pedazo de polla en la boca!!

Obviamente me obedece. Joder, es increíble. Es como tener a una muñeca. Usando su melena como asidero hago que se la chupe a ese tío. Miguel abre los ojos como platos. Le entiendo, las mamadas de María son la leche. El placer que debe sentir yo lo he experimentado muchas veces, pero siempre con un final abrupto. Ahora no. Ahora puedo hacer que ella siga mamando el tiempo que yo quiera. Veo como ese enorme rabo entra y sale de su boca una y otra vez. Controlo la velocidad a la que lo hace y la profundidad. La fuerzo a metérsela entera solo por puro morbo. Los grandes huevos de Miguel chocan contra su barbilla y ella lleva una de sus manos hacia arriba, buscando la mia, queriendo que pare. Pero no. La mantengo así, con todo dentro. Veo cómo se va poniendo roja. Se lo merece por zorra me digo.

- Luis, contrólate o la vas a matar- Dice Carla detrás de mí, aunque su voz no suena muy preocupada.

Paso de ella durante unos segundos, hasta que noto las uñas de María clavarse en mi piel. Ahora lo sé, ese el límite de su aguante, si sigo podría hacerle daño de verdad. Permito que se saque el falo de Miguel de la boca. Ella tose profusamente. Le suelto la melena y cae al suelo, inclinada como si rezara. Sigue tosiendo un buen rato, cuando puede parar me mira desde el suelo, enfada.

-¡Joder! ¿Qué coño te pasa? ¿Quieres matarme o qué?

No la respondo. La miro con el mismo desprecio que antes tenía Carla. Y solo con eso noto como se achanta. Me agacho un poco para cogerla por el cuello. Ni siquiera intenta resistirse. Es increíble ¿Cómo no he podido ver esto antes? Da igual realmente. Ahora lo veo. La levanto del suelo y la llevo de esta forma hasta la cama. La tiro contra ella y, manejándola a placer, la acabo poniendo sobre el colchón a cuatro patas. Sigue con las bragas puestas. Ya es hora de quitarlas. Se las arranco literalmente. Es curioso, son sus preferidas, en cualquier otra circunstancia una pequeña rotura hubiese supuesto una bronca del copón. Pero ahora gime cuando nota la tela desgarrarse en su coño. Puta. Le doy una palmada fuerte en su precioso culo, dejándola una marca roja. Había perdido la postura cuando le quite su última prenda de aquella forma. Con el manotazo entiende el mensaje y vuelve a colocarse como una perrita. Veo su vagina perfectamente. Esta hinchada, brillante y enrojecida. Totalmente preparada para ser usada. Me giro mirando a Miguel y le hablo.

- Tú. Ven aquí y fóllate a esta puta.

- Oye, está muy bien que estés exaltado por todo esto que acabas de descubrir- Dice con chulería- Pero tengo que recordarte que es ella la que obedece ordenes, no yo.

- ¿En serio?  Pues dime, payaso. Si ella ha decidido traerte a esto y es una domina… ¿Qué eres tú?

Una estruendosa carcajada suena por la habitación, acompañada de unos aplausos. Carla, la cual lleva bastante rato apartada del foco de acción, se acerca tranquilamente, mirándome con una enorme sonrisa en la cara.

- Vaya, vaya, vaya… Y yo que pensaba que eras tontito. Perro- Dice señalando ahora a Miguel- A partir de ahora Luis será para ti como yo. Así que haz caso a cada una de sus órdenes ¿Te queda claro?

- Sí, mi señora.

- Perfecto.

- Bien y ahora, perro- Digo- Como te he dicho, ven aquí y parte a esta zorra por la mitad. Métesela de una estocada.

Luis sigue mis instrucciones al pie de la letra. Es interesante, ahora no parece ni tan grande ni tan macho cuando le veo dirigirse hacia María. Se coloca detrás de ella y apunta su pene, colocándolo en la entrada de mi novia. De un golpe de cadera lo mete entero, con fuerza, chocando sus muslos con los de María. Ella grita con fuerza. Sé que le ha dolido, pero también sé que estaba chorreando. El grito es de placer y de dolor al mismo tiempo. La imagen es todavía mejor que antes. El bombeo es incesante y violento, Miguel consigue que mi novia gima como nunca. Sus tetas se mueven continuamente al son del polvo. Está descontrolada, sus gritos inundan el cuarto por completo. Yo me doy cuenta de repente que sigo vestido prácticamente, solo tengo la polla fuera. Me desnudo mientras sigo viendo a Miguel follarse a María. Cuando me quito esa enorme sudadera descubro que Carla ha aprovechado mi corta “ceguera” para plantarse delante de mí.

- ¿Sabes? Esos ojos verdes tuyos ahora me están poniendo muy cachonda. Esa frialdad tiene un efecto curioso en ti.

- Lastima, no quiero follarte Carla.

- ¿De verdad?

Dicho esto baja sus manos hasta el final de su vestido rojo y se lo va subiendo, mostrando su escultural cuerpo por el camino. Veo su vientre, totalmente plano, marcándose algo sus abdominales. Sus piernas son de otro mundo directamente, tonificadas pero sensuales. Gira sobre su misma y me muestra aquel tesoro de la humanidad que es su trasero. Y se queda así, de espaldas, quitándose la hebilla del sujetador y dejando caer este al suelo. Luego se inclina, mostrando aún mejor sus espectaculares glúteos, bajando con tranquilidad su tanga. Madre mía, que pedazo de mujer. Vuelve a girarse y veo por primera vez sus tetas al natural. Más pequeñas que las de María, pero incluso más redondas y desafiantes que las de ella. A pesar de ello le digo.

- Muy mona. Pero te digo lo mismo. Hoy solo voy a tirarme a Carla.

-¿Lo estás diciendo en serio?  

- Totalmente, aunque… Te aceptaria una mamada.

- Ja- Ríe irónica- Mira, yo sí que no soy nada sumisa, machote. O me follas o nada.

No respondo. Me dirijo hasta ella y Carla se tensa, como queriendo decirme que como intente obligarla a hacer algo me va a soltar una buena hostia. Pero no quiero forzarla a nada. Simplemente dirijo una de mis manos a su vulva. Esta encharcada. Y creo saber porque. Al notar mis dedos allí ella gime y apoya una de sus manos en mis hombros. Yo la miro a los ojos y le digo.

- ¿Sabes? Creo que a todos a los que les gusta este rollo en algún momento son un poco… ¿Cómo dijiste antes?... ¿Switch? Sí, eso- Digo, mientras mi dedo índice presiona contra su raja- Y creo que si estas así de cachonda es porque te ha puesto un poco mi lado dominante.

- Puf… Joooder. No me creo que esto haya tomado este camino…

- Te entiendo, yo llevo con esa sensación todo el día. Pero ahora deja de decir tonterías, arrodíllate y metete mi enana polla en tu boca.

Ella sonríe más y ladea su cabeza como diciéndome: “Hay que joderse”. Pero acaba obedeciendo. Se agacha y lleva sus sensuales labios hasta mi polla. Se la mete poco a poco, centímetro a centímetro. Es fantástico sentirlo. Se me cruza una idea de repente. Caigo en que Carla es la primera tía que me ha mordido el cuello, masturbado y mamado la polla sin que siquiera la haya besado. Esa revelación me hace gracia y emitió una pequeña risa. Carla me mira desde el suelo, con algo de furia en sus ojos azules. Se lo habrá tomado a mal, como si me burlara de ella, pero me la suda. Vuelvo a mirar como Miguel sigue follándose a María. Están en la misma posición. Entiendo de repente que si no les digo nada seguirán así todo el rato.

- Perro, tienes libertad para follarte a María como quieras.

La orden tiene un efecto inmediato. La agarra por las caderas y le da la vuelta, quedando María bocarriba y con las piernas abiertas. Es entonces cuando ve a su amiga chupándomela. Por un segundo un brote de enfado se palpa en su cara, pero basta una mirada furiosa mia para que no tenga cojones de decir nada. Veo como Miguel vuelve a taladrarla, pero ahora en la típica postura del misionero. No dura mucho así, volviendo a manejarla como una muñeca. Agarra sus piernas y hace que las enrolle en su cintura. Y se levanta. Se la folla de pie. Recuerdo que esa es una de las fantasías de María, pero que yo no tengo la fuerza necesaria para hacerlo bien. Esa realidad me excita. Al igual que la nueva postura hace que mi novia gima con más fuerza. La veo botando sobre Miguel, arriba y abajo. Piel contra piel. Sus manos están en la espalda de él, y va dejándole marcas cada vez más profundas, arañándole.

- SIIII, SIII, JOOOOODER… ¡¡AH!! ¡¡ME CORROOOOOOO!!

Su orgasmo no debe ser el primero desde que Miguel empezó a darle. Pero desde luego si ha sido el más sonoro. Esos gritos me llevan a mí a correrme de nuevo, pero esta vez en la boca de Carla. No la he avisado… En el fondo sigo algo mosqueado con ella, que se joda. Siento que esta vez la eyaculación es menos abundante, pero es incluso más placentera que la anterior. Mientras el semen sale de mi polla hacia la boca de esa amazona, yo la agarro por la cabeza, sin hacer mucha fuerza, solo para apóyame. El orgasmo me recorre todo el cuerpo, como un rayo. Es fantástico. Cuando recupero la compostura saco mi rabo de la boca de Carla. Ella me sigue mirando desde el suelo y cuando ve que me fijo en ella se traga mí corrida descaradamente. Luego me sonríe mientras se pasa la lengua por los labios. Que zorra es la puñetera. Vuelvo a mirar a esos dos y veo que han vuelto a la cama. María vuelve a estar bocarriba, pero ahora no es la típica postura del misionero. Ella tiene las piernas encima de los hombros de él mientas la penetra con gran velocidad. Me fijo en la cara de Miguel, está cerca de correrse. Pero eso no está en mis planes.

- Basta. Quítate de encima de mi novia ahora.

- ¿Qué?

- Que te quites ¡¡Ya!!- Le respondo.

Me mira sin entender una mierda. Pero me vuelve a obedecer. Yo voy hacia María, la cual se ha quedado tendida en la cama despatarrada. Esta fundida. Me da igual, lo que voy a hacer ahora llevo demasiado tiempo queriendo hacerlo, y por culpa de mi puta eyaculación precoz era imposible. Vuelvo a tener el rabo en pie de guerra por cierto. Realmente con toda esa escena en ningún momento ha decaído. Es realmente increíble lo que me pone todo esto. Puta Carla, que razón ha tenido con todo. Al final voy a cogerla cariño a la muy zorra.

- Vete con tu ama, aquí has acabado. Creo que ella anda necesitada de unos buenos pollazos. Aunque ya sabes, si te corres en poco tiempo…- Le digo con una mueca burlona en la cara- Es posible que te castigue.

Miguel se queda de piedra. Aun así me hace caso y va hacia Carla, a la que he vuelto escuchar reírse mientras hablaba. Pero ya me dan igual ellos. Me coloco encima de María y le acaricio la cara. Ella me mira, pero ya no hay miedo como antes, ni enfado, ni celos. Solo puro amor. Esa mirada me vuelve a recordar que amo a esta mujer. Y por fin voy a poder satisfacerla. Me voy posando tranquilamente sobre ella y se la meto con esa misma lentitud. Ella gime lánguidamente. Nos besamos y recorremos nuestros cuerpos con las manos. Y hacemos el amor. Si, entre toda esta locura, esta puta bacanal absurda, con los gritos de Carla y Miguel de fondo… Sí, entre todo esto nosotros no follamos. Nos amamos y después de un año por fin podemos hacerlo sin miedo a que me corra enseguida. Es curioso, habiendo tenido un aparato como el de Miguel dentro hace tan poco, aun así el mío parece satisfacerla por completo. Estamos haciendo mucho tiempo, no sé cuánto. Pero por primera vez noto sus orgasmos en mi polla, como su vagina se humedece todavía más. Es multiorgámisca y yo sin saberlo. Seguimos con las caricias, los besos, sus arañazos, mis mordiscos… Es el mejor polvo que he tenido nunca. Espero que ella lo sienta igual. Al final me corro dentro de ella y caigo rendo encima suya. Me bajo y me quedo a su lado. Como se parece a la escena de mi último fracaso. Pero al mismo tiempo no tiene nada que ver. Ella se ladea y me mira. Está agotada al igual que yo. Se abraza a mi pecho y yo la acaricio el cabello. No hace falta que hablemos de nada, no por querer enterrar el tema, sino porque solo es necesaria una palabra para describir lo que sentimos ahora mismo. La digo yo, en esa cama que no es nuestra, mientras le beso la frente.

- Te amo.

Ha tenido que pasar una locura enorme. Ha tenido que llegar la puta loca de Carla para revelarnos el camino. Pero todo merece la pena cuando escucho su respuesta.

- Yo también te amo.