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La venganza I

en No Consentido

La venganza I

 

            Hola queridos lectores de Todorelatos, no sabía en qué categoría poner este relato así que me he decidido ponerlo en “No consentido” y aunque este primer relato no es de esta clase el resto del relato sí que es así y por eso me he decidido por esta categoría y no otra. Muchas gracias por vuestra lectura

Antes de empezar con el relato os diré los personajes de la historia y para diferenciar en los diálogos pondré las iniciales de quien habla para, a mi parecer, mejorar lo de seguir las conversaciones. Diana y Frank: matrimonio, Sally: amiga de Diana y maestra de la escuela del pueblo, Larry: alumno de Sally, Bill: hermano de Diana, Nelson: bandido nº 1, Taylor: bandido nº 2 y Aby: bandida nº 1.

                   Es el año 1859 y en el pequeño pueblo de Canyon, condado de Randall, en el Estado de Texas, vivían, Diana y su esposo Frank. Diana era morena, con una melena que la llegaba a media cintura, de cara redonda, una altura de 1’70 m. y un cuerpo que hacía las delicias de todo aquel que pasaba por su lado, ya que nada más pasar ella giraban la cabeza para seguir mirando a aquella belleza. Frank también era moreno, su rostro era muy anguloso y con una altura de 1’80 m.

                   Frank salió a un viaje de varios días de duración y por ello Diana se encontró sola y sin saber qué hacer. Frank no lo sabía pero Diana era bisexual, de hecho solo una persona en todo el pueblo sabía ese secreto, Sally, su mejor amiga de la infancia, la maestra del pueblo y la otra persona, aparte de Frank, a la que Diana amó en su vida. Sally era lesbiana pero para no despertar habladurías de vez en cuando salía con algún hombre, aunque pasado un tiempo prudencial cortaba con él. Sally no era tan exuberante como Diana, su cuerpo no tenía curvas pronunciadas, cuando se cruzaba con algún hombre no la desnudaba con la mirada ni se giraba para seguir viéndola, medía 1’55 m, pero aun así a Diana la gustaba y pudiera ser que fuera porque era lo contrario que ella.

                   Después de pasar el día en casa y como cada vez que Frank salía del pueblo por trabajo empezó a pensar que su coño esa noche iba a echar de menos la polla de su marido y se empezó a excitar, para calmar ese picor que se volvía por momentos insoportable fue a visitar a su amiga Sally para ver si ella podía calmar ese picor que la estaba volviendo loca.

                   S - ¿Qué sorpresa Diana? Pasa dentro no te quedes fuera que hace un calor horrible.

                   D - Muchas gracias. Sí que hace calor, no sé cómo lo resiste la gente que trabaja a la intemperie.

                   S - Y dime ¿qué te trae por aquí?

                   D - Pues verás, Frank, ha salido de viaje y para no quedarme todo el día sola he decidido hacerte una visita.

                   Ambas se sentaron en el sofá, pero al instante Diana se lanzó a comerle los morros a Sally de forma salvaje.

                   D – No puedo más con esta calentura. Apágamela como solo tú sabes hacerlo cariño.

                   S – Desde que me enteré que Frank se iba a ir de viaje estaba ansiosa que aparecieses por aquí para comerte ese coño que me vuelve loca.

                   Se desnudaron mutuamente, pudiendo llegar a decir que se arrancaron los vestidos que cubrían sus cuerpos a tiras…

                   Diana lanzó violentamente a Sally al sofá, nada más caer no la dejó ni acomodarse ya que al segundo ya está recorriendo su cuerpo con suaves besos.

                   S – Sigue amor, no pares. AAAHHH. Eres la única que me hace gozar así, como una auténtica puta. AAAAAAAAAHHHHH

                   Diana ya le había metido dos dedos en su húmedo coño y este parecía que no tenía bastante y ansiaba que le metiesen alguno más. Pero en vez de eso paró y sacó ambos dedos, cuando Sally estuvo a punto de quejarse por haberla quitado de ese disfrute, Diana, se sentó en el sofá y levantándola la hizo sentarse encima de ella a horcajadas, Sally en esa posición puso los pies alrededor de la cintura de su pareja y empezó a morderle, con una pizca de dolor, el duro y excitado pezón a Diana y aprovechó para seguir excitándolo con la punta de su lengua. Mientras dientes y lengua estaban con las tetas, sus manos no se estaban quietas ya que de golpe le metió a Diana tres dedos en su encharcado coño, esta creía morirse con el cúmulo de sensaciones que le estaba haciendo sentir Sally, pero ella tampoco tiene las manos quietas mientras una está pellizcando y estirando uno de los pezones de Sally, dos de los dedos de la otra están haciendo un vertiginoso movimiento de mete y saca dentro del coño.

                   Cuando ambas alcanzaron el orgasmo casi a la vez dejan a sus respectivos cuerpos descansar y reponerse y mientras lo están haciendo, solo se dan pequeños y suaves besos en los labios.

                   Después de descansar un rato y en la misma posición en la que estaban, Diana se levantó con Sally en sus brazos, que se agarró a su cuello para no caerse, y se dirigieron al dormitorio para continuar gozando una de la otra, pero teniendo más espacio para moverse.

                   Cuando llegaron al borde de la cama Diana dejó caer a Sally a la cama pero al estar esta agarrada a su cuello ella también cayó. A partir de ese momento ya no le sirvieron los suaves y dulces besos que estaba recibiendo de Sally, los quería otra vez salvajes y violentos.

                   Teniendo a Sally tumbada bocarriba, Diana, le puso el coño a la altura de su boca para que se lo comiese entero con sus jugos incluidos. Cada poco tiempo apretaba el coño en la cara de Sally impidiendo a esta respirar, pero no la importaba ya que seguía metiéndole la lengua con el mismo ímpetu que cuando tenía un poco de espacio por donde respirar.

                   Cuando Diana alcanzó su ansiado orgasmo se dio la vuelta para recompensar a Sally por el goce recibido. Empezó a chuparle el coño de forma suave y solo con la punta de su lengua, algunas veces cambiaba y lo que le pasaba por el coño era la yema de uno de sus dedos pero con la misma parsimonia que si fuera la lengua, Sally quería que se lo hiciese más rápido, estaba ansiosa por correrse, pero Diana no daba su brazo a torcer y no cambiaba el ritmo. Al final decidió volver a machacar el coño que seguía teniendo a la altura de su boca para ver si su compañera de fatigas subía la velocidad a la comida de coño que estaba recibiendo.

                   Y lo consiguió Diana al recibir otra vez una comida de coño aumentó la velocidad con la que ella se lo estaba haciendo a Sally, también le metió dos dedos mientras el pulgar excitaba el clítoris. Sally había decidido imitar los movimientos que recibía de Diana, así que ella también le metió en el coño dos dedos, lo cual hacia que las dos mujeres gritasen cada vez más alto expresando de esa forma el gozo que estaban recibiendo.

                   Cuando Sally estaba a punto de correrse, Diana, recogió parte de los jugos que le chorreaban del coño y los esparció por el agujero del culo, ya que aunque a ella el sexo anal no le gustaba nada, a Sally un poco de dolor en el momento justo le intensificaba el orgasmo, cuando ya tenía el culo bien lubricado le metió de golpe y sin dilatación, previa, tres de sus dedos por el coño, otro por el culo y el pulgar machacándole el clítoris. Sally, que ya estaba muy cerca de su ansiado orgasmo, al recibir todas esas sensaciones a la vez, fue demasiado para ella, sufrió un orgasmo brutal. Tal fue el orgasmo que no pudo terminar de comerle el coño a Diana ya que se había quedado sin fuerzas. Visto que Sally no podía darle el orgasmo que estaba a punto de sentir, juntó ambos coños y se movió buscando su placer pero Sally también sentía idéntico placer y cada pocos movimientos convulsionaba al recibir otro microorgasmo, cuando por fin Diana recibió su buscado último orgasmo se abrazó a Sally para descansar, abrazadas, una al lado de la otra.

                   Después de descansar durante varias horas Diana se decide volver a su casa a cenar y dormir.

                   S - ¿Por qué no te quedas a dormir en mi casa? Es muy tarde para que vuelvas a tu casa sola.

                   D – Tranquila no hay peligro, ya sabes que vivo cerca. Además prefiero dormir en mi casa para evitar habladurías, que en el pueblo hay gente muy chismosa.

                   S – Vale pero que sepas que me dejas preocupada por salir tan tarde a la calle.

                   Sin temor a nada Diana se fue de vuelta a su casa, andaba despacio, ensimismada, recordando cada segundo del pasado con Sally. Su coño todavía le ardía y de vez en cuando se levantaba la falda para sentir el frescor de la noche. No llevaba ropa interior, ya que se la había dejado, encima de la cama, a Sally como regalo.

                   Tan ensimismada iba, recordando la tarde pasada, que no se daba cuenta que varios personajes, con ayuda de la oscuridad reinante, la seguían sigilosamente.

                   Nada más abrir la puerta de la casa sintió que alguien le ponía algo en la cabeza para impedirle la visión, un empujón para hacerla entrar rápido y un golpe en la cabeza que la hizo perder el conocimiento.

Este es el primer capítulo de cuatro que tendrá la serie. Se admiten sugerencias para seguir la historia. Espero que os haya gustado