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La venganza IV (y final)

en No Consentido

LA VENGANZA IV

 

            Este relato tiene menos sexo que los anteriores, lo que si os informo que contiene escenas demasiado explicitas de violencia, así que si eres sensible con esas cosas te recomiendo no leerlo. Este relato me ha salido más largo que los anteriores, pero no sabía por dónde cortar así que lo he colgado entero.

            Como siempre mi primera recomendación es leer los relatos anteriores, aun así aquí tenéis un resumen.

A Diana cuando está a punto de entrar en su casa unos desconocidos la asaltan. Después de abusar de ella durante un par de días la dejan atada cuando llega su marido y la encuentra, le pide que la lleve a un lago de las cercanías y Frank, su marido, oye un disparo.

Después de oír el disparo Frank salió a toda velocidad hacia donde se encontraba Diana y allí la vio tirada en medio de un charco de sangre y a su lado un revolver.

Recogió su cadáver lo subió al calesín y emprendió el viaje de regreso al pueblo. Al pasar por la funeraria dejó el cadáver de su mujer y se encaminó a casa de Sally.

F – Buenas tardes, ¿puedo pasar?

S – Buenas tardes, Frank. Si claro por supuesto. ¿Dónde has dejado a Diana?

F – Se acaba de suicidar. –Le contestó Frank sin medias tintas.

Sally se abrazó a Frank y se puso a llorar de forma desconsolada y Frank la intentó calmar como pudo. Tiempo después y más calmados ambos, Sally empezó a preguntar a Frank y él intentó contestarla con los pocos datos que tenía.

S – ¿Qué ha pasado? ¿Por qué lo ha hecho?

F – No sé nada Sally, de verdad. Lo único que te puedo decir es que cuando he llegado hace unas horas del viaje que tenía me la he encontrado atada en la cama y desnuda con signos de que hubiesen abusado de ella. No sé nada más.

S – El otro día estuvo conmigo unas horas hablando, antes de irse le pedí que como era muy tarde se quedase en mi casa y no saliese a la calle. Seguro que la asaltaron nada más salir de mi casa. – Dijo Sally poniéndose otra vez a llorar desconsoladamente.

F – No te eches la culpa, porque no eres la responsable.

S – Sí que lo soy, ya que si hubiese insistido seguro que no hubiese salido y ahora mismo estaría viva.

Frank, dentro de sus posibilidades estuvo calmando a Sally, y ella a él. Estuvieron consolándose mutuamente toda la noche. A la mañana siguiente fue el funeral de Diana y estuvo todo el pueblo, expresando de ese modo la indignación por tan atroz suceso. Cuando el ataúd estuvo metido en la tumba y antes de que el de la funeraria lanzara la primera palada de tierra Frank dijo unas palabras de venganza contra los criminales que le habían arrebatado a su mujer. A la salida del funeral y después de recibir el pésame de todo el pueblo Frank, junto con Bill, el hermano de Diana, se encaminaron a su casa. Ya dentro de ella estuvieron hablando.

B – ¿Vas a cumplir lo que has dicho?

F – Si Bill y te juro que se van a arrepentir de lo que le han hecho a Diana.

B – Pues quiero que sepas que tienes mi rancho a tu disposición para lo que necesites.

F – Muchas gracias por el ofrecimiento. Porque, cuando encuentre a esos desalmados, necesito un lugar aislado para mi venganza.

B – No te preocupes en el rancho tengo el lugar indicado que me has dicho. Por allí no va nadie y menos en esta época del año.

F – Muchas gracias lo tendré en cuenta.

Se despidieron y a Frank se le vino el mundo encima al darse cuenta que desde esos momentos se encontraba solo en el mundo que ya no volvería a ver a la persona que más había amado nunca más. Una semana después de lo ocurrido a Diana llamaron a la puerta sobresaltando a Frank.

S – Hola Frank, ¿Nos dejas pasar?

F – Sí, claro.

S – Solo te vamos a entretener cinco minutos, de verdad.

F – Tranquila Sally sabes que tú nunca molestas en esta casa.

S – Mira te presento a Larry, él es un alumno mío y quiero que escuches lo que te tiene que decir… Larry cuéntale a mi amigo Frank lo que me has dicho esta mañana.

L – Pues verá lo que le he dicho a la señorita Sally ha sido que el fin de semana pasado vi a Nelson y su banda y les oí decir que después de lo que habían hecho en el pueblo mejor desaparecían unos cuantos meses. Y que el mejor sitio para desaparecer era el pueblo de Washburn.

S – Muchas gracias por repetírselo a Frank, Larry.

F – Si Larry lo dicho por Sally muchas gracias por decírnoslo.

S – Voy a dejar a Larry en su casa y vuelvo para hablar nosotros.

Sally acompañó a Larry a su casa y en la puerta de la misma se despidió.

S – Bueno Larry gracias por la ayuda que nos has prestado pero recuerda no se lo tienes que decir a nadie más porque esas personas son muy peligrosas.

Y se fue de vuelta a casa de Frank. Cuando llegó y Frank le abrió la puerta entró sin pedir permiso.

S – Después de lo que has escuchado tú y yo tenemos que hablar tranquilamente. Pero antes… Diana se ofendería si se encontrase la casa en estas condiciones… Yo te la arreglo un poco y preparo la cena y después hablamos.

Frank sin abrir la boca se fue al salón a seguir pensando en lo que el alumno de Sally les había dicho media hora antes. Sally acabó las labores en un par de horas. Media hora después ya tenía preparada la cena, tras lo cual llamó a Frank a cenar.

Lo hicieron en silencio cada uno ensimismados en sus pensamientos, cuando acabaron de cenar y después de tomar café se fueron al salón. Sentados uno frente a otro Sally empezó a hablar.

S – Después de lo que dijiste en el funeral de Diana, que yo me lo tomé en serio, y lo que sabes ahora me imagino que irás a buscar a esos asesinos.

F – Si, ahora mismo estoy pensando cuando voy a…

S – Disculpa que te corrija pero es “vamos” porque que sepas que les he dicho a todos los padres de mis alumnos que voy a tomarme una semana de vacaciones, así que esa venganza de la que hablaste te voy a ayudar a llevarla a cabo. Diana era mi amiga y es mi primera y última palabra.

F – Buffff pues ya tenía medio pensado el plan, pero visto que me vas a acompañar quiera yo o no tengo que trastocar un poco los planes. Dame unos días para ir pensando los planes.

S – Espero que no pidas tiempo para escapar de mí…

F – No estate tranquila, veo que tú también has pensado y no voy a renunciar a tu ayuda.

S – Muy bien pues espero tu visita con los planes, y atiende la casa y a ti que a Diana no le gustaría que te abandonases ni que también descuides la limpieza.

Dicho eso Sally salió de la casa para ir a la suya dejando a Frank con sus nuevos pensamientos.

A la mañana siguiente, después de haber pensado toda la noche algún plan para su venganza, se llegó a la casa de Sally.

F – Mañana al amanecer partimos. – Le dijo. Y se fue a hacer los preparativos del viaje.

Se acercó al herrero para comprar una carreta que iba a necesitar y al almacén para comprar una cuerda resistente. Pensó que si necesitara alguna cosa más se la pediría a Bill, ya que antes de ir a Washburn primero pasaría por Amarillo para visitar a su cuñado. Recordando eso se acercó a telégrafos y le puso un telegrama. “Mañana me paso. Espera entrada rancho” hecho eso se fue a los alrededores del pueblo a buscar unas plantas que necesitaba. Tardó en encontrarlas pero al final las halló, y se llevó unas hojas a su casa, allí las aplastó y consiguió un líquido que metió en un frasco.

Ese día se fue a descansar pronto ya que al día siguiente tenía que madrugar aunque el nerviosismo que sentía no le dejó dormir. Antes de que amaneciese ya se encaminaba hacia la casa de Sally, no tuvo que esperar ya que ya le estaba esperando en la puerta. Paró un momento para que se subiese al pescante y emprendieron la marcha. Como el viaje duraría unas tres horas le fue contando su plan en el que ella era parte importante, es más reconocía que gracias a su compañía iba a ser más sencillo de desarrollar.

Después de una marcha de tres horas en la carreta encontraron la entrada del rancho de Bill y este les estaba esperando en la entrada como le pidió en el telegrama.

F – Hola Bill, gracias por venir.

B – Buenos días, no te extrañe te dije que mi rancho para lo que necesitases… ¿Y ella?

F – Era una amiga de Diana y me ha pedido que cuente con ella para mi venganza y aquí está y también necesito algo de ti… ¿No tendrás un lugar apartado que no vaya nadie por allí?

B – Creo que tengo lo que te hace salta, tengo un atrapadero para el ganado y ahora mismo no se utiliza para nada.

F – ¿Está muy lejos de aquí?

B – Si llevas la carreta está a una hora más o menos.

F – Vale vamos a verlos, que nos sobra tiempo.

Cuando llegaron a los atrapaderos que le dijo Bill y vio como eran y lo que allí había, a Frank se le alegró la cara porque era todo lo que necesitaba.

F – Esto es perfecto Bill, me encanta. Hay todo lo que necesito.

B – Esta ayuda te va a costar un pequeño precio… No te preocupes no es dinero, Quiero ver lo que les hacéis a esos cabrones.

F – Concedido.

Y sin otra palabra dio vuelta a la carreta para ir a su destino, Les esperaban otras cuatro horas de lento rodar con la caravana. Cuando llegaron al pueblo de Washburn dejaron la caravana en un almacén abandonado tenían la intención de resolver los asuntos rápidamente. Para disimular salieron a pasear como si fuesen una pareja normal, pero cuando pasaban por delante de algún saloon miraban por la cristalera para ver si descubrían a las personas buscadas, quiso la casualidad que después de mirar por tres de los saloons del pueblo viesen a dos de las personas ir en dirección contraria a la que ellos llevaban, cuando se los cruzaron se dieron la vuelta para seguirlos.

Les vieron entrar en un hotel y se encaminaron ellos también a ese hotel donde pidieron una habitación, Sally usó su coquetería femenina para descubrir en que habitación estaban alojados la pareja de asaltantes. Cuando vieron la habitación volvieron a bajar para seguir buscando al tercer miembro de la banda.

Al llegar la noche, después de cenar y según habían acordado, Sally fue a buscar al primer bandido. Lo encontró en el mismo saloon donde estaba horas antes así que entró decidida para entablar una conversación con él.

S – Hola me invitas a algo.

T – Hola ¿Qué hace una chica como tú por aquí? Este no es tu sitio.

S – Es que te he visto y decidido entrar para conocerte, pero si te molesto me voy.

Se dio la vuelta para irse pero Taylor la agarró del brazo para impedírselo.

T – No te vayas, te invito a lo que quieras, pero es que me has sorprendido.

Taylor empezó a invitar a Sally a varios whiskys, pero ella disimuladamente los tiraba a una escupidera cercana en vez de bebérselos. Cuando Taylor ya no se tenía en pie, Sally decidió que había llegado el momento de llevarlo a su habitación, no sin esfuerzos y de recibir toqueteos por parte de Taylor llegaron a la habitación allí Sally le invitó a un whisky y le agregó unas gotas del frasco que le había entregado con anterioridad Frank. Después de pasados unos minutos Taylor se desmayó, fue cuando Frank salió de debajo de la cama y ató y amordazó a Taylor. Mientras Sally salía a buscar a Nelson, Frank metió a Taylor debajo de la cama y él se escondió a su lado. Cuando Sally pasaba por delante de una de las habitaciones, salió Taylor.

S – Disculpe ¿sabe de algún saloon de confianza para que una persona como yo pueda tomar algo?

N – Pues en estos mismos momentos iba a tomar algo, si quiere venir conmigo…

S – Vale le acompaño.

Sally acompañó a Nelson al saloon y respiro tranquila cuando se dirigieron en dirección contraria del que estuvo con Taylor. Al llegar pidió un refresco mientras Nelson se pidió un whisky. Mientras Sally se bebió el refresco Nelson se bebió tres whiskys y envalentonado por el alcohol ingerido.

N – ¿Porque  no bebe un whisky? No le va a hacer daño.

S – No me atrevo, es muy fuerte para mí.

N – Vera como no. Si le sienta mal yo le acompaño al hotel, no se preocupe.

S – Vale pero solo uno.

Nelson cuando les atendieron pidió cuatro whiskys guiñándole un ojo a Sally esta como contestación le sonrió con picardía. Mientras Nelson se bebió sus dos whiskys ella los tiró con disimulo, y se hizo como que se le había subido a la cabeza, así que Nelson la acompaño al hotel.

S – Gracias por traerme al hotel. El paseo hasta aquí me ha despejado la cabeza, creo que tengo algo de whisky en mi habitación ¿te apetece tomar uno?

Nelson hizo un gesto afirmativo y entró con ella a la habitación, mientras Sally preparaba los whiskys de igual forma que la vez anterior, Nelson se dedicó a contemplar la habitación. Un par de minutos después de tomarse el whisky cayó desmayado al igual que Taylor. Volvió a salir Frank para amordazarlo y atarlo.

F – Ya están dos falta la tercera.

Sally se alborotó el cabello, se desgarró el vestido y salió al pasillo. Llamó con insistencia a la puerta donde estaba Aby y esta abrió.

S – Por favor déjeme entrar han intentado violarme, y aunque momentáneamente me he escapado creo que me encontraran pronto.

Aby la dejó pasar y para que se calmaría la sirvió whisky, cuando lo tenía encima la mesa le pidió que comprobase si alguien la había seguido hasta el hotel. Cuando fue a mirar por la ventana le echó la sustancia del frasco y al bebérsela Aby se desmayó. Fue a buscar a Frank a su habitación y juntos pasaron a Aby a la suya allí la ataron y amordazaron.

Frank se fue a buscar la caravana al almacén y la puso debajo de la ventana de su habitación. Y poco a poco descargaron a los tres bandidos sin que nadie se enterara de lo que estaba pasando. Esa misma noche desaparecieron cinco personas sin dejar rastro.

Llevaban una hora de marcha cuando empezaron a escuchar ruidos en la parte de atrás de la caravana.

F – Parece que ya se van despertando nuestros invitados – Dijo Frank parando la marcha.

F – Buenas noches os preguntaréis que ha pasado ¿verdad? Bueno pues os hemos secuestrado para que paguéis el crimen por vosotros cometido en Canyon…

Los tres se revolvieron más aún expresando de esa forma su disconformidad.

F – Ya sé que sois “inocentes”, pero os vieron salir de mi casa a escondidas. Ahora que me doy cuenta parece que estáis un poco apretados ahí dentro…

Sacó a Taylor de la carroza y le ató una cuerda alrededor del cuerpo y puso la caravana en marcha pero a un ritmo menor de marcha. Todos escuchaban los gritos, amortiguados por la mordaza, de sufrimiento de Taylor. Tanto Aby como Nelson se miraban aterrados pensando en lo que les esperaba a ellos. Sabían después de ver lo que le estaban haciendo a Taylor que no había perdón para ellos.

Después de varias horas de marcha y aunque Taylor seguía vivo ya no producía ningún sonido. Al pasar por un pequeño lago Frank paró la caravana y cogió varias cañas huecas. También llevó un poco de agua para echársela por encima a Taylor para que se recuperase y seguir escuchando su sufrimiento.

Luego de un viaje de seis horas llegaron al almacén que les ofreció Bill, bajaron de la caravana a Nelson y a Aby y ambos vieron el cuerpo, ya muerto, de Taylor. Frank y Sally se fueron a buscar a Bill para seguir con su venganza.

Nada más volver, entre los tres, desnudaron a los dos y ya desnudos, Frank cogió a Aby y la ató al potro donde Bill ataba a las hembras, tanto vacas como yeguas, para que sus respectivos sementales las montasen. Mientras a Nelson lo ponían en una posición donde no se perdiese nada del espectáculo que iba a darles Aby. El artilugio donde estaba atada Aby tenía unos topes para controlar la cantidad de penetración de los diversos tamaños de polla de los animales.

Aby no dejaba de chillar e intentar patalear aunque atada le resultaba imposible. Frank lo reguló para meterle unos diez centímetros, el primer animal que puso en posición fue al toro ya que aunque tenía un largo mayor su grosor de pene era menor. Sin dilatarle el coño nada, guió la polla del toro hacia el coño de Aby, ella no paraba de gritar y en ese momento sus gritos, pese a la mordaza, se oían en todo el almacén, después de diez minutos de penetración le quitaron al toro de encima, y pusieron en su lugar al caballo con un pene con casi el doble de grosor de polla. Volvió a estar siendo penetrada otros diez minutos, pasados los cuales quitaron al caballo y volvieron a poner al toro pero esta vez en vez de diez centímetros de inserción, Frank movió los artilugios para que le insertaran treinta centímetros de polla cada uno de los dos animales. Cuando terminó el ciclo de toro y caballo, Frank volvió a alejar a los animales para que solo le metiesen diez centímetros. Puso al todo en posición pero en vez de guiar su pene al coño de Aby esta vez lo guió hacia el culo. Después del sufrimiento pasado por la anterior sesión Aby no tenía fuerzas para nada pero esa intromisión sin habérselo dilatado antes le dio fuerzas para seguir gritando.

Frank volvió a hacer lo mismo que anteriormente con el coño y cuando acabo el caballo de meterle los veinte centímetros de polla y lo retiró, miró los agujeros de Aby y pensó que nunca más se volverían a cerrar.

Retiraron a Aby del potro y la dejaron libre ya que en las condiciones en las que estaba no era capaz de dar un solo paso. Cogieron a Nelson para atarlo en el potro, pero se tuvieron que esmerar para conseguir atarlo ya que como había visto lo que le habían hecho a Aby sabía el castigo que le esperaba…

Cuando lo ataron Frank volvió a alejar el artilugio para que solo le metiesen los animales diez centímetros de polla. Luego de que pasasen los dos, volvió a manejar los artilugios para acercarlos, pero esta vez en vez de los veinte centímetros lo acercó para que le metiesen cuarenta centímetros. Al toro le dejaron los diez minutos de rigor, pero cuando cambiaron al caballo lo dejaron que le enculase hasta que el caballo se corriese y vieron que por el culo de Nelson le salía una mezcla de semen y sangre. Entonces Frank retiró al caballo y acercó el artilugio al máximo que en el caso del toro era que le insertara toda su polla que medía unos noventa centímetros. Al principio al toro le costó metérsela entera pero le consiguió perforar el intestino grueso de Nelson y metérsela entera y aunque por el ano le salía gran cantidad de sangre al toro no le importó y se la continuó clavando hasta que se corrió. Aunque Nelson eso ya no lo sintió ya que para cuando el toro se corrió él ya había muerto reventado.

Cogieron unas palas para enterrar a Nelson cerca de un árbol cercano. A Aby la metieron en la caravana y se fueron de regreso a Canyon, a pocos kilómetros de Amarillo pararon al lado de un hormiguero que Frank había visto cuando iba hacia Amarillo. Muy cerca del hormiguero ató a Aby, al no ver a nadie por los alrededores se permitieron quitarle la mordaza.

A – No, por favor mátame de una vez pero no me dejes aquí abandonada.

F – Voy a tener la misma compasión que vosotros tuvisteis con Diana.

A – Por favor, mujer no dejes que me asesine de esta forma.

S – Soy de la opinión de Frank, hicisteis mucho daño a Diana es lógico que tus compinches hayan sufrido una muerte horrible y que tú también compartas ese destino.

Mientras las mujeres hablaban, Frank, seguía clavando cactus, de una chumbera cercana, en el cuerpo de Aby, ya que dichos cactus repelían a las hormigas, y a cada nueva hoja de cactus clavada en su cuerpo, está gritaba aún más fuerte. Solo dejó dos pequeñas zonas sin recibir la caricia de las agujas de los cactus, sus maltrechos coño y culo los cuales embadurnó con savia del árbol de Josué ya que esa sustancia las atraía, también aprovechó las cañas cortadas con anterioridad para metérselas en el culo y coño y las hormigas entraran en su interior. Era la última parte de su venganza, que las hormigas la empezasen a devorar desde el interior.

Entretanto se iban alejando con la caravana oían los gritos de desesperación de Aby, mientras Frank iba pensando en que su venganza estaba cumplida y Diana podría descansar en paz.