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Al regresar mi esposa de fiesta II. Sucedió.

en Hetero: Infidelidad

                Sucedió, pues tenía que suceder. Te armaste de valor, y le mandaste un whatsapp a Luis. Yo te lo pedi, fui participe de aquello.

                “Hola Luis, soy Carla, la mujer de la otra noche. ¿Te acuerdas de mí?”

                La respuesta, a los pocos minutos:

                “Hola Carla, me alegra mucho saber de ti. Claro que me acuerdo. Fue una noche muy caliente, una lastima estés casada, tenía, y tengo, muchas ganas de estar contigo…”

                “Pues… por eso te escribo. Se lo conté a mi marido. Todo. En realidad, a él le pone cachondo todo esto, y a mí más aún. Hemos hablado y me gustaría verte, estando él presente…”

                “Bueno, no es nada extraño, hay muchos hombres a los que les gustan estos juegos… y… ¿cómo querrías quedar..?”

                “Verás, podríamos quedar el próximo sábado en el mismo lugar, el mismo pub”

                “Ok, genial. Allí nos vemos”.

                Y así sucedió. Nos quedamos en un hotel, en la misma ciudad. Recuerdo que estabas asustada, desconcertada. En cambio a mi, el hecho de que fueras a reencontrarte con aquel tipo me tenía cachondo perdido. Seguramente por eso antes de salir a cenar te follé, como un desesperado, al llegar al hotel.

                Ya en la cena, estabas preciosa, con tu faldita corta ajustada y tu camisita de tirantas. Te confesé mi excitación ya lo hice en el hotel mientras te follaba, y eso te excitó. Te gustó notar lo dura que me la ponía imaginarte bailando con ese Luis, y lo que pudiese suceder.

                Tras la cena, y unas copas, ya ibas más que predispuesta. Al llegar al local nos fuimos para la barra, a pedir dos copas. Pero acordamos, bajo mi exigencia, que irias sola a la pista de baile. Y allí estabas, balanceándote, tan sensual, al ritmo de la música. Dios, como me pone recordar esa imagen. Y entonces llegó él, estaría deseando verte en la pista. Te abrazó desde atrás, y tu giraste la cabeza y le sonreíste, mientras seguías meneando tus caderas, al compas de la música, al ritmo de sus movimiento ahora….

                Recuerdo que se me puso dura. Me lo había imaginado aquella noche, cuándo me lo contaste, pero ahora lo estaba viendo y no podía evitar excitarme al verte, bailando con aquel yougurín, al ritmo de la salsa, mientras sus manos recorrían tu cintura, bajaban a tu culo, te atraían hacia él…. Su boca, buscando tu cuello…. Y tú, dejándote llevar…. De repente me miraste fijamente, lo recuerdo perfectamente…. Me sonreíste…. Y aquello me puso a mil.

                No tardasteis en venir a mi lado, en la barra. Nos presentaste:

                -Luis, mi marido, Jorge. Jorge, este es Luis, del que te hablé…

                -Encantado hombre –le estreché la mano- el otro día dejaste a Carla muy cachonda, ya te habrá dicho que me lo contó. Me gusta verla así, deseada, empoderada.

                -Tienes una mujer muy sexy, Jorge- dijo Luis- muy deseable….

                -Pues no se hable más. Te invito a una copa si quieres. Baila un rato más con ella si lo deseáis. Pero me encantaría nos acompañases al hotel esta noche…. –ni yo mismo creía lo que estaba diciendo, estaba lanzadísimo…-

                Recuerdo que Luis se tomó un cubata. Tu apuraste el tuyo. Bailasteis un rato más, mientras yo os contemplaba, celoso, cachondo…. No llegaste a besarlo, pero se notaba que él te deseaba, que tú lo deseabas a él….

                No tardamos en irnos de allí, como tres amigos, subimos al coche, tu a mi lado y Luis detrás, llegamos al hotel en dos minutos. Por el camino, mi mano en tu entrepierna, notando tu humedad, mientras tú me decías….:

                -¿Estás seguro de esto, cariño?....

                -Por supuesto… te respondí. Y tú lo deseas, lo sé…

                Tu silencio fue mi respuesta.  Al rato estábamos en la habitación. Puse música de fondo. Serví unos tragos más para los tres. Luis empezó a bailar contigo, al ritmo de la música, que ahora no eras salsa ni bachata, era balada lenta. Estaba bien pegado a ti, besándote en cuello, mientras tú lo abrazabas y suspirabas. Yo me pegué detrás de ti, al compás de la música. Te besé el cuello en la parte opuesta dónde lo hacía Luís, y te susurré al oído:

                -Es tu noche, vida mía, disfrútalo.

                Entonces mis manos bajaron las tiras de tu camiseta, hasta dejar tus pechos al aire. Luis no tardo en bajas a comerte las tetas. Suspiraste. Mi boca buscó la tuya, nos besamos apasionadamente.  Luis subió, lo besaste. Me aparté, quería mirar un rato, deseaba observarte.

                Te tumbó en la cama, mientras yo me sentaba en la butaca frente a la misma. Su boca volvió a tus pechos, te comió los pezones, esos pezones tan ricos que tienes… jadeaste de placer, y me miraste. Te sonreí, estaba disfrutando. Cerraste los ojos y te dejaste llevar. Luis no tardó en quitarte la falda, el tanga, en desnudarte y bajar de tus pechos a tu entrepierna. Vi como su cabeza se perdía entre tus piernas, y tu jadeabas de placer con los ojos cerrados. Me desnudé, mi polla dura como un mástil, pero decidí seguir sentado, tocándome, pajeándome ante el espectáculo que me estabais brindando…

                Luis paró, dejó de comerte y se incorporó de la cama, buscando protección, cómo habíamos acordado. Se quitó la ropa, y pude apreciar que efectivamente su miembro duro era más grande y gordo que el mío. Pero no me puso celoso, sino que me excitó pensar lo que ibas a disfrutar esa noche….

                Mientras tu amante buscaba y se ponía la protección me acerqué a la cama. Tu desnuda, expuesta, mirándome fijamente. Te besé, con mucha pasión.

                -Te amo –nos dijimos al únisono-

                -Disfruta vida, quiero que goces mucho esta noche –te dije al oído-

                Te incorporé, de rodillas en la cama, mientras nos besábamos. Mis manos agarrándote del culo, atrayéndote hacia mi… Dios, como te deseaba en ese momento, lo recuerdo perfectamente. Tu mano buscó mi polla dura, empezaste a pajearme. Luis se puso de rodillas en la cama, a nuestro lado, tocándose la polla mientras nos miraba.

                Me aparte, me bajé de la cama y volví a sentarme en la butaca. Me miraste, me sonreíste. Aún recuerdo verte, Luis tumbándose, tú besándole el vientre, agarrándole la polla. Recuerdo como me miraste, fijamente, mientras le agarrabas ese enorme pollón, con esa cara de vicio, recorriéndolo con la lengua, antes de cerrar los ojos y metértelo en la boca. Creo que es una imagen que no se me borrará nunca de la retina. Lo disfruté, debo confesarlo. Estuve a punto de correrme. Creo que fue tu mirada, esa mirada liberada, esa mirada de puro vicio y placer antes de meterte tremendo rabo en la boca. Empezaste a chupársela, él tumbado, tu a cuatro patas. Y yo no aguanté más, vine detrás de ti y empecé a comerte el coño, húmedo, lleno de jugos, estabas cachonda y lo notaba, te comí un buen rato al ritmo de tus jadeos, mientras chupabas una polla nueva, una polla real de carne y hueso, más grande y gorda que la mía, por primera vez en tu vida.

                Busqué protección, mientras me la ponía tu seguías comiendo, como loca, Luis con los ojos cerrados, tumbado, disfrutando de tu boca. Te penetré desde atrás, lo deseaba, tu jadeaste más fuerte pero no dejaste de chupar el rabo de tu amante. Al ritmo de mis embestidas, seguiste dándole placer con la boca. Que imagen más preciosa. Por fin te follaba mientras te veía disfrutar de una polla nueva en tu boca. No quería correrme, disminuí el ritmo de mis embestidas, mientras me tumbaba hacia tu cuello, te besaba en la oreja, y te susurraba:

                -Fóllatelo vida. Fóllate a Luis. Quiero verte montando encima de él.

                Me salí de ti, y no te hiciste de rogar más. Subiste encima de él. Le agarraste la polla con la mano, conduciéndola hacia tu coñito. Fue un espectáculo, desde atrás, ver como ese pollón se enterraba en tu interior, despacio. Te tumbaste hacia adelante. Luis no tardó en comerte la boca, para pasar a tus tetas. Yo seguía embobado, viendo como la polla de tu amante entraba y salía de tu interior.

                -Oh…. Siiii…. Siiiii…. –exclamaste-

                -¿Te gusta mi vida? –te pregunté-

                -Oh, diooosss… es enorme….- Luis seguía comiéndote las tetas, y tus palabras fueron gloria para mi, pues el chispazo que noté en la polla fue glorioso, a punto estuve de correrme….

                No puede más, quería probar, estaba convencido de que tú querías probar. Me quité la protección y me embadurné la polla del gel lubricante que solemos usar en nuestras sesiones. Adivinaste mis intenciones, pues te agachaste sobre Luis, rodeando su cuello, su polla enterrada en tu coñito. Aminoraste el ritmo, y yo me coloqué en la entrada de tu ano, apretando suavemente. Mi polla dura, durísima, se hizo sitio, te penetré despacio, pero firmemente, adentro, hasta enterrarla por entero en tu interior. Mis huevos chocaron con la polla de tu amante. Pude notar en tu pared vaginal, su pollón alojado en tu interior. Empezamos a movernos, a ritmo, acompasados, yo te la enterraba, él salía, él te la enterraba, yo salía.  Te volviste loca. Loca de placer. Chillabas como no recuerdo haberte escuchado nunca chillar. Te corriste, fue bestial, y no pude aguantarme más. Me corrí en tu culo, llenándote de leche mientras te corrías. Fue glorioso, aún lo recuerdo.  Luís siguió follándote, mi polla se estaba aflojando, y me salí. Pude ver mi leche brotando de tu ano, pero tú, siempre escrupulosa con estos temas, estabas ida, Luís seguí follándote y tu pedías más.

                Me senté otra vez en el sillón, exhausto, contemplando como la polla de Luis no paraba de entrar y salir de ti… era un máquina, te estaba pegando una follada increíble. Creo que te corriste otra vez, los ojos cerrados, tus manos agarrándote fuerte de las sábanas, su boca entre tus tetas…. Era un espectáculo glorioso.

                -Basta, basta, por favor no puedo más… -suplicaste con voz entrecortada-

                Luis paró y tu te saliste de él, te tumbaste a su lado, tu coño palpitante, jadeando de placer…. Luis se puso otra vez de rodillas, empezó a pajearse, mientras te contemplaba. Se quitó el condón, no dijo nada, sólo siguió con su mano pajeándose a tu lado.

                Se la agarraste, te incorporaste, para mi sorpresa te la llevaste a la boca, no era lo acordado pero estaba siendo algo increíble. Luis gimió al contacto de tu boca en su polla. Mi polla volvía a ponerse dura, viendo como se la chupabas a tu amante. Estabas fuera de ti, los ojos cerrados, mamando como tantas veces me la has mamado a mi, sólo que esta vez era un desconocido con una polla más grande.

                Ahora tú de rodillas, Luis de pie, follándote la boca mientras yo ya me estoy pajeando de nuevo en el sillón.

                -Me corro, joder- anunció Luis-

                Fue glorioso. Porque dejaste de chupársela, pero seguiste pajeándola esperando su néctar. Y mientras lo hacías, me miraste. Y eso me puso muy malo, muy cachondo. Me miraste con la cara más viciosa que tienes, cara de placer extremo, cara de éxtasis. Estabas fuera de ti. Y mientras me mirabas, Luis desparramo su orgasmo sobre ti. Cayó su leche en tu cara, en tu cuello, en tus tetas….

                -Ohhhh… siiiii. Jodeeeer….. –exclamó tu amante-

                Y tu mano aminoró el ritmo, extrayendo todo el néctar de ese pollón. Seguías mirándome fijamente. Tu lengua recorrió tus labios, puro vicio. Fue demasiado, no me había dado cuenta pero me estaba pajeando como un demonio mientras os contemplaba, y me corrí, me corrí de nuevo sobre mi mano, mi vientre, y parte en el sillón.

                Fue la primera parte de esa noche increíble. Extasiados los tres.

                Continuará…