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El mirón

en Fantasías Eróticas

     Otra vez lo ha vuelto a hacer. Siempre hace lo mismo. Cuando nos vamos de hotel, mi marido tiende a dejarme sola, mientras acabo de arreglarme, y bajar al bar. La verdad es que no me importa, porque así no me pone nerviosa mientras me arreglo y me visto. Pero me fastidia que no pueda esperarse quince minutos. Así que, envuelta en la toalla, me voy secando el pelo pensando en que ponerme.

     Salgo del baño envuelta en la toalla, a la habitación. Es espaciosa, mi marido ha elegido un buen hotel. Me dirigo al armario, empotrado, en el lado derecho de la cama. Esta tapado por unos grandes espejos, y me detengo antes de abrirlo un momento, a mirarme en el espejo. Los años no pasan en balde, pero sigo viendome guapa. Mi marido siempre alaba mi cara de niña, y no le quito razón, aunque ya voy por los 35, aparento menos de treinta. Pese a ser bajita, unos meses de dieta y gym han conseguido que vuelva a lucir bastante, bajo la toalla no me veo  tan mal. Abro la toalla para observarme, el pecho, una 95, no esta en el mismo sitio que a los veinte, pero siguen bien puestas. Observo mis pezones, esos a los que mi marido tanto le gusta comerse, redondos, grandes. Dejo caer la toalla y me sujeto los pechos con las manos, levantandolos. Mis indices acarician los pezones, produciéndome exitación. Me veo la barriga, que tras dos partos jamás volvió a su sitio, pero que empieza a estar plana (gracias a los meses de disciplina). El pubis, rasurado, como el resto del cuerpo, me gusta verme sin vello, aquellas sesiones de depilación láser fueron la mejor decisión en años.... de repente lo veo. A través del espejo, veo el ventanal que hay detrás, al otro lado de la cama. La cortina no está cerrada del todo, y justo al otro lado, a unos metros, hay un muchacho asomado al balcón, con la vista fija en mi cuerpo. Me quedo paralizada, luego me agacho a recojer la toalla y vuelvo al baño.

     ¿Sabrá que le he visto? ¿Sabrá que le he descubierto? No me he girado en ningún momento hacia el ventanal.  Desde que me he dado cuenta que me espiaba, ha sido todo muy rápido. El corazón se me ha disparado, he sentido vergüenza, pero ahora... de repente me noto mojada.... Siempre me ha excitado pensar que un desconocido me pueda observar, y acaba de ocurrir.  Paso mis dedos por mi sexo, notándolo caliente y húmedo. Mis pezones se han endurecido. Definitivamente sí, me ha excitado. Mi marido me espera abajo, pero la situación me da mucho morbo... ¿y si....?

     Salgo de nuevo envuelta en la toalla. Vuelvo al armario, y de reojo puedo observar como mi voyeur sigue en la misma posición. Mientras abro la puerta para escoger la ropa, le hecho un vistazo. Definitivamente el no ve que lo puedo observar a través del espejo, lo cual me parece perfecto. Veo un chaval no muy mayor, estará en los veintipocos. Lleva el torso desnudo, esta delgado. Solo lleva unas calzonas puestas y... si, se esta tocando el rabo por encima del pantalon, mientras me mira. El corazón se me dispara, me pongo a mil. Me dirigo a la mesita de noche y le mando un mensaje a mi marido: -"ESTOY CACHONDA, SUBE A FOLLARME. AHORA".  Vuelvo al espejo, a la posición en la que mi voyeur puede verme. Me salgo de su punto de vista, y voy hacia las cortinas. Las abro un poco más, para dejarle más espacio visual. Cojo el movil de la mesita, hago como si llamara por telefono, dándole la espalda. Otra mirada de reojo, sigue obsevándome.  Apoyo el telefono entre mi cara y mi hombre, para recojerme el pelo en una coleta. Este movimiento provoca que caiga la toalla que me envuelve, quedando desnuda nuevamente. Cojo el telefono con la mano, y ya no hago ademán de recojer la toalla. Me paseo un poco, de lado a lado, y veo como el muchacho sigue palpándose el paquete sin perder detalle. De repente abren la puerta, entra mi marido. Suelto el telefono y nos fundimos en un beso, comiéndonos la boca. Las manos de mi marido pronto me agarran con fuerza las nalgas, apretándome contra él. Empiezo a notar su polla, creciendo, bajo los jeans. Le voy quitando la cisa, el me ayuda, y queda con el torso desnudo. De pie, nos seguimos besando, mi mano sujeta con fuerza su paquete. Mi boca se desliza por su cuello, por su pechos, por su vientre. Me quedo en cluquillas, mis manos buscan desesperadamente desabrochar el cinturón. Luego, el botón. Le bajo la cremallera, y tirando hacia abajo de los lados, le bajo el jean y los boxers todo a la vez, saltando ante mi cara su polla erecta y tiesa, como siempre. Se la agarro, empiezo a pajearle, y lo miro. El me mira, me sonrié, y luego sus ojos se dirigen al techo, señal de que sabe que va a gozar con mi mamada. Mi lengua se entretiene en la punta, recorro su polla entera hasta los huevos, para volver a subir, y finalmente metermela en la boca, empezando a mamar al ritmo que mi mano pajea. Una mirada hacia el espejo, de reojo. Veo a nuestro voyeur. Sin duda, no sabe que lo he visto, creera que de su posición no podemos verlo. Sin ningún pudor, su mano sube y baja por su polla, que ya tiene fuera. Se esta pajeando, y debo reconocer que el chaval calza una polla muy grande, un pollón. Sigo mamándosela a mi marido, me siento excitadísima. De repente mi marido me indica que pare... : - Me toca... - dice. 

     Me tumbo en la cama, procurando que el chico siga pensando que no puedo verlo. De esta manera, me coloco boca arriba, flexiono las rodillas y abro las piernas, dejando mi coño abierto a la vista del muchacho. Mientras mi marido se dirige a colocarse entre mis piernas, volteo la cabeza hacia el espejo. Veo al chico con la polla en la mano, disfrutando el espectáculo. La lengua de mi marido empieza a trabajar, joder, estoy excitadísima. Noto como recorre cada rincón de mi clitoris, de mi sexo, le agarro la cabeza para que no pare. Empiezo a mover las caderas, me esta viniendo, y sigo mirando al espejo, donde el chico sigue a lo suyo. En esta posición, es imposible que sepa que lo veo, a través del espejo. Asi que me quedo mirando su polla, su pollón, su mano recorriéndolo de arriba a abajo. Joder, debe medir más de veinte centimetros. Me corro, me corro con la lengua de mi marido en mi coño, mientras veo el pollón de aquel muchacho. No puedo evitar gemir, gritar, tengo un orgasmo descomunal. Mi marido disfruta, absorbe todos mis jugos. Luego se levanta, sube besándome el vientre, las tetas, me besa con pasión... y me penetra... oh, si... empieza a follarme como un animal...

     -No se a que ha venido esto, pero me encanta...- dice mi marido- Te has corrido a gusto, en mi boca, hacia tiempo. Joder, como me pones nena, me encantas. 

    Sigue follándome, el ritmo de sus embestidas y la dureza de su polla entrando y saliendo de mi, me demuestran que esta excitado. Se que a mi marido le gustan estas situaciones, pero recuerdo que no le he dicho nada... estamos follando y él no sabe que nos están mirando. 

     -Tenemos un espectador...

    Noto como su ritmo se desacelera.... se queda dentro de mi, mirándome...

     -¿Cómo dices?

     -No te gires, lo asustarás. Miralo a través del espejo del armario, con disimulo, Y sigue moviéndote. 

    Mi marido vuelve a moverse, y veo como mira de reojo, veo como lo ve, su cabeza se acerca a mi oido, me como el cuello mientras yo vuelvo a observar, el chico tiene aguante, sigue pajeándose el pollón arriba y abajo, sin ningún pudor, convencido de que no lo sabemos. Mi marido me susurra al oído:

     -¿Te gusta zorrita mía? ¿Te gusta que un desconocido se pajee mientras ve como te follo?

     Sus palabras me excitan. Le agarro del culo, empujándolo hacia mi interior.

     -Oh, si, si, si...

     -¿Te gusta el pollón del chico verdad? ¿Te gustaría que estuviese aqui, con nosotros? ¿Te gustaría verlo de cerca?

      Me imagino aquel muchacho en la habitación, me imagino su polla cerca, ese enorme pollón, me imagino cogiéndolo con la mano mientras mi marido me penetra...

      -Oh, si, joder, si....

      -Ponte a cuatro patas, que vea el culazo que tienes. 

     Obedezco, y me pongo a cuatro patas con el culo hacia el ventanal. Agacho la espalda, levanto el culo cuánto puedo. Mi marido, se sitúa a un lado, su mano se desliza por mis nalgas, por mi coñito húmedo, me penetra con un dedo....

      -Mira que espectáculo le estamos dando, mira como se pajea mirando tu precioso culo, seguro que te follaría, que te clavaría ese pollón sin piedad...

      Miro al espejo, veo como a disminuido el ritmo de su paja. Su mano sube y baja lentamente. Sin duda, está disfrutando de las vistas. Mi marido se sitúa detras mía, y me empieza a follar desde atrás. Sube las piernas, penetrándome desde arriba, una y otra vez. En esa postura, me besa la nuca.

      -Oh, si, si, joder.... -noto como me voy a correr- me corro cariño, siiiiiii.....

      Me agarro con fuerza a las sabanas, la polla de Jorge (así se llama mi marido), no deja de entrar y salir de mi coño, húmedo, abierto, joder como disfruto. El orgasmo me recorre la espalda, se centra en mi coño, me llega a los dedos de los pies.... Jorge sigue penetrándome con violencia...

       -Cómeme la polla nena, pídeme mi leche...

       Con rapidez, se sale de mi, y se ponde de pie, de lado hacia nuestro voyeur.  Empieza a pajearse, y yo me pongo de rodillas, abriéndole la lengua a su polla, esperando su néctar. Miro de reojo al espejo, el chico también ha aumentado el ritmo. Jorge se corre, su esperma se derrama en mi cara, en mi lengua, en mis pechos, que me estoy agarrando con ambas manos... Entonces decido hacer la última locular del día, y tras mirar a mi marido, que mira hacia el techo, me giró hacia la ventana, y busco con la mirada al muchacho, que me mira... y lejos de taparse o esconderse, tal vez porque ya es demasiado tarde para él, me mira, mientras de su enorme polla saltan borbotones de leche.... le sonrío, y él me mira sorprendido, devolviéndome luego la sonrisa... y saludándome tímido, con la mano... miro a mi marido, que me está mirando...

       -¿Te ha visto mirarle?

       Vuelvo a girarme, pero el muchacho ya no está.

       -Se ha corrido mientras lo miraba.

       Mi marido baja a mi altura, y me besa con pasión...

      -Joder, como me pones...

       Ni que decir tiene que, en la cena, mi marido buscó al muchacho entre la gente. Pero eso ya es otra historia...