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Lo que pasa en Las Vegas...(Despedida soltero cena

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Lo que pasa en Las Vegas...(despedida 2ª parte)

La cena.

- ¡No tardeis mucho en bajar, que el autobus estará ya abajo!-Nos grito Cesar saliendo de nuestra habitación.

 

Carlos seguía tumbado en la cama boca abajo, desnudo, con las piernas abiertas mostrando su culo violentado por mis dedos y por las bolas chinas. Me resultaba excitante, verlo así, tan indefenso, con un cordel rojo saliendo de su culo, el culo en el que instantes antes, habian estado dos de mis dedos, entrando y saliendo como si lo follara, impregnandose de sus fluidos, con su aroma y sabor.

 

Eso estaba pasando por mi mente, cuando me dí cuenta que yo tambien estaba desnudo, de pie junto a su cama, mirandole empalmado y chupandome los dedos.

 

-Vamos Carlos, nos esperan.-Le dije.

 

Mi cuñado se dio media vuelta sobre la cama, quedando boca arriba, para mi deleite, presentaba una soberana erección. Tenía la polla mas bonita que había visto jamás. 20 centimetros de duro mastil, rodeado de hinchadas venas que conducian la bendita sangre que rellenaba las cabernas de su pene, manteniendolo tieso, con una leve curvatura hacia arriba, coronado por un capullo brillante, a modo de casco alemán y algo mas grueso que el cuerpo de su miembro.

 

Estaba embobado mirando su polla, cuando Carlos se incorporó ante mí, me agarró mi erecto pene y me susurró:

 

-Esta noche follamos.

 

Tras soltarme esa bomba, se fué hacia el armario para sacar su ropa, dandome la espalda mientras andaba. Sus pasos eran un poco torpes, algo normal, teniendo en cuenta que acababa de abrirle el culo con mis dedos y que además, sostenía en su interior las famosas bolas chinas.

El mejor momento, fué cuando mi cuñado, de espaldas a mi, dobló su espalda para meter cada pie por un hueco del suspensorio que los amigos le dieron y estando doblado, se abrieron los cachetes de su trasero, mostrandome claramente su oscuro esfinter aún algo abierto, del que salía el cordel rojo de las bolas.

Volví a la realidad y me vestí rapidamente, nos perfumamos y cogimos el ascensor para llegar al hall del hotel, donde nos esperaban el resto. Mientras bajabamos, Carlos no dejaba de tocarse la raja de su trasero.

 

-¿Que te pasa cuñado?-Le pregunté

-Me da rollo que se note que llevo las bolas metidas. Mira por favor si se nota algo.-me suplicó.

 

Carlos me dió la espalda, apoyando sus manos en la barandilla del ascensor sacando su culo hacía mí, con las piernas separadas para mostrar bien su trasero. Por unos segundos, busqué con mi mirada alguna señal de las bolas, pero no la había, aún así, aproveché el momento.

 

-No te muevas Carlos, voy a pasar la mano a ver si sobresalen.

 

Metí mi mano entre sus gluteos, subiendo y bajando por su raja y presionando un poco hacía adentro, para que notara bien cada una de mis falanges. Carlos gimió al sentir mi mano y lo sigió haciendo con mis movimientos. Estaba claramente excitado.

 

-Chicos, controlaros un poquito, que todavía es pronto.

 

Era la voz de Cesar, habiamos llegado al hall y la puerta del ascensor se había abierto, con nosotros dentro metiendonos mano. Gracias que los amigos estaban cubriendo la escena.

Salimos al minibus, un joven guapisimo nos esperaba de pie junto a la puerta del vehículo.

 

-Buenas noches a todos, mi nombre es Raul y seré su chofer esta noche.-Dijo mientras subiamos al bus.

 

Raul tendría la edad de mi cuñado, moreno, de piel oscura, ojos pardos de largas pestañas negras. Generosa sonrisa de gruesos labios y blancos dientes. Tenía un tic muy sexi, se pasaba la lengua para humedecerse los labios continuamente, lo que yo quise entender que era una insinuación hacía mi.

Llegamos al restaurante. Nos tenían reservado un salón exclusivo para nosotros, donde a puerta cerrada podríamos hacer lo que quisieramos, sin armar mucho jaleo. Ese era el pacto que teniamos con el dueño.

Nos sentamos a la mesa. Yo estaba junto a Carlos, por supuesto.

Un guapo camarero abrió la puerta del salón y nos entró todo lo que le pedimos, cena y bebida, mucha bebida. Le comentamos que estabamos esperando un drag para despues de cenar, El joven nos explicó que tenian un camerino para los artistas, que nos avisaría a su llegada.

La cena fue pasando y el alcohol ya hacía de las suyas.

Mi cuñado se bajó varias veces los pantalones, mostrandonos su trasero desnudo asomando entre el suspensorio y con el cordel rojo saliendo de su ano.

Yo estaba un poco perjudicado por la sangría de la cena y me fuí al baño mareado. Fernando, el amigo de mi cuñado que había restregado su polla por mi culo en el hotel, vino detrás de mi y se metió en el mismo cubiculo.

 

-Te vas a enterar cuñadito.-Me dijo cerrando la puerta tras el.

Me sentó en la taza del vater y se abrió los pantalones, mostrandome una enorme verga empalmada.

-Me has provocado en la habitación del hotel y desde entonces estoy cachondo. Es hora que terminemos lo que empezamos.

Mientras Fernando decía esto, se desnudó por completo ante mi. Mostrandome su cuerpo perfecto y su polla perfectamente excitada. Antes de desvestirse, nuestro amigo cogió su movil y empezó a grabar la situación.

-Chupamela maricón, que se que lo estas deseando.-Me dijo Fernando mientras me agarraba fuerte por la nuca y dirigía mi cabeza contra su pene.

Me estrujaba la cara contra su polla de manera violenta, sin tan siquiera dejarme espacio para poder meterme su miembro en la boca, así que le aparté de un empujón y le dije:

-Es cierto que me muero por comerte el rabo, pero será a mi manera.

 

Apoyé su espalda contra la pared, me arrodillé ante el y tras lamerle varias veces su brillante y humedo capullo, abrí la boca y me meti de un golpe sus 19 cms de verga.

Llegó tan profunda que me dió una enorme arcada y no tuve mas remedio que sacarla para respirar. Al salir su polla de mi boca, la acompañaron abundantes hilos de babas, que aprovecharía como lubricante, para, tras llenar mis pulmones de aire, volver a meterme su cipote hasta el fondo, esta vez con mas cuidado.

 

Una vez dominada la situación, empecé a disfrutar de ella. Fernando me sujetaba la cabeza, metiendo y sacando casi por completo su polla de mi interior. Cada vez que empujaba, notaba como su hinchado capullo forzaba mi garganta para alojarse dentro y allí se mantenía un par de segundos y volvía a salir.

El amigo gemía tan fuerte, que seguro que nos escuchaban todos desde fuera. Fernando estaba fuera de sí. Yo por el contrario, controlaba bien el mmento y consciente que mi follador estaba ido, aproveché para rodear su culo no mi mano y presionar con mis dedos su esfinter, hasta que este decició darme paso.

Al placer de la mejor mamada de su vida, se le unió la sensación de tener un dedo follandole el culo y excitando su prostata.

Sin dejar de mamarle, ya tenía tres dedos abriendo el ano de Fernando, miestras el segía gimiendo de gusto.

 

En un movimiento certero, saqué su polla de mi boca, me levante del suelo, le dí la vuelta contra la pared y apoyando mi verga contra su culo, aprovechando que estaba bien lubricada, empujé mi polla y le penetré por primera vez, eso al menos fue lo que el me dijo despues.

 

Fernando, en ningún momento bajo del extasis que llevaba mientras follaba mi boca, estoy seguro que ni siquiera se dió cuenta que le estaba follando su culo, hasta que no le sujeté fuerte por la cintura y presionando todo mi rabo en su interior, solte varios chorros de semen, en sus virginales intestinos.

Tras un tenso momento de silencio y quietud, saque mi pene del interior de su culo, desbordandose de su ano, restos de mi corrida. Me volví a sentar en el vater y giré a Fernando de cara a mí.

Su polla había eyaculado poderosamente, mostrando aún restos de su semen colgando hacía el suelo desde su capullo.

Fernando, solo resoplaba, mirando al techo. Estaba extasiado.

Me subí los pantalones, le dí un beso en la boca y salí del cubiculo, dejandolo allí con su extasis.

Al llegar de nuevo al salón, mi cuñado estaba sentado en una silla, en el centro de un corro formado por sus amigos, con los ojos vendados y desnudo de cintura para abajo. Frente a el, un drag de casi dos metros, con un consolador en la mano a modo de microfono, que al verme aparecer me miro, me guiño un ojo y me llamó junto a el. (Pero esto lo contaré en el siguiente capitulo)