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En los baños con papá

en Gays

 

Otra historia de nuestra famili, relacionada con relatos anteriores. 

"Como inicié a mi hermano", "La curiosidad sexual de un hermano pequeño", "Visita a papá" y "Pajeo a mi hermanito y me la chupa mientras duerme"

Os aconsejo que no os los perdais. Así entendereis mejor la trama.

 

 

En los baños con papá.

 

Nos sentamos lo cuatro a desayunar. Mi padre me tenía muy caliente y me moría por su polla. Despues de ver como anoche se follaba a Carlos, sabiendo que los espiaba desde la puerta. Despues de tocarnos las pollas erectas, al salir a la cocina. Despues de pajear a mi hermanito y metersela en la boca, mientras papá nos miraba. No podía pensar con claridad. Lo único que quería era meterme en la boca sus 21 cms y que me partiera el culo.

Tenía a papá sentado enfrente de mí, mientras desayunabamos. No pude evitarlo, mi excitación era tal, que coloqué mi pie desnudo sobre la polla de papá por debajo de la mesa.

Al primer contacto, mí padre dio un respingo y me retiró el pie con disimulo, para que mis hermanos no se dieran cuenta de mi osadía. Pero su negativa no parecía muy severa, así que repetí mi movimiento. Esta vez, papá se quedó inmovil, dejando que mi pie apretara su polla.

Era como si pisara el acelerador de un coche. Presionaba a fondo para despues aflojar mi presión y repetir una y otra vez.

La polla de papá ya respondía a mis movimientos. Poco a poco, iba creciendo bajo su short, hasta alcanzar su pleno apogeo. La tenía tan dura, que se le salio por un lateral del pantalon, quedando a la disposición total de mi pie. Intenté pajearle con mis dedos, pero era tan gorda, que no pude abrazarla. Me limitaba a subir y bajar mi pie por su tronco erecto.

Al terminar el desayuno, papá mando a mis hermanos a sus habitaciones, a preparar las mochilas para bajar a la playa, quedandonos los dos sentados a la mesa, esperando que nuestras erecciones desaparecieran.

- Eres muy travieso, David. -dijo mi padre cogiéndome el pie y epretandolo contra su verga.

- No puedo esperar más papá. Me muero de ganas de que me hagas lo que anoche le hiciste a Carlos. -Contesté.

- No sufras, buscaré la oportunidad y tendrás lo que deseas. Ahora, relájate y vamos a la playa.

 

Plantamos la sombrilla en la arena y tras dejar los bartulos, fuimos los cuatro al agua.

Empezamos con los juegos de peleas y ahogadillas. Yo rondaba continuamente a papá, metiendole mano bajo el agua. El sin embargo, me evitaba todo el tiempo, centrándose en mis hermanos.

Me sentí rechazado y celoso, no entendía que despues de lo que había ocurrido por la mañana, ahora pasara tanto de mí, de manera que con aspavientos me salí del agua y me senté bajo la sombrilla a mirarlos.

Aunque papá jugaba con mis hermanos, no dejaba de mirarme. Cuando nuestras miradas se cruzaban, me guiñaba un ojo sonriendo. Lo que me provocaba una enorme satisfacción.

A las dos de la tarde, papá nos dijo que levantáramos la paraeta, que teniamos mesa reservada en el restaurante de la urbanización.

Llevamos todos los trastos a casa, y procedimos a ducharnos para bajar a comer. Como haciamos siempre, Cesar y yo compartimos ducha. Yo tenía la polla empalmada todo el tiempo, pensando en las palabras de papá, aquella mañana:

- No sufras, buscaré la oportunidad y tendrás lo que deseas.

El agua corría por nuestros cuerpos desnudos, arrastrando los restos de arena hasta el desagua de la ducha. Cesar no dejaba de mirarme la verga, acercaando su cuerpo contra el mio, para chocarse con ella. Su pene estaba ya erecto y como dije en otra ocasión, era mas grande que el mio.

Yo estaba tan caliente, que no sabía si podría contenerme, o de lo contario me follaría a mi hermano allí mismo. Cesar se arrimaba cada vez más, chocando nuestras pollas erectas y pasandome la esponja por el pecho.

De repente, me cogió por la cintura, me giro de espaldas a el, llevandome contra la pared de la ducha y tras poner su verga en mi culo, me dijo al oido:

- ¿Qué te crees que esta mañana no me enterado de lo que me hacías?

Cesar me agarró la polla y siguió susurandome:

- Quiero más de esto, me lo debes.

- Ahora no puede ser, nos están esperando. No sufras, buscaré la oportunidad y tendrás lo que deseas. -Le respondí.

Al repetir las palabras de papá y con los meneos de polla que me hacía mi hermano, no pude evitar llegar al orgasmo, corriendome abundantemente contra la pared de la ducha.

Aquello, en lugar de agradarme, me cabreo. Era un esperma que quería guardar para impresionar a mi padre. Salí de la ducha y tras vestirme, fuí al salón, donde papá y Carlos nos esperaban.

- Si que tardabais, ni que estuvierais follando. -Dijo mi hermano riendo.

- No digas esas cosas de tus hermanos. Cualquiera que te oyera, pensaría que somos unos dejenerados. -Le inquirió papa.

Carlos lo miró y ambos empezaron a reir. Complices de lo que hacían por las noches entre ellos.

Llegamos al restaurante. Era un salon muy elegante, con mesas vestidas de manteles de tela hasta el suelo, altas copas de cristal, relucientes cubiertos, lujosa vajilla y centros de flores adornando cada mesa.

Nos acompañaron hasta nuestra reserva. No era una mesa muy grande, cuadrada y con un servicio en cada lateral.

Papá fue el primero en sentarse y yo rápidamente, me senté frente a el.

Empezaron a llegar los platos. Mis hermanos comían, absortos de lo que ocurría. Yo, sin embargo, no podía dejar de mirar a mi padre.

Estaba super caliente, así que repetí lo que ocurrió en el desayuno, me descalcé y levantando el mantel de la mesa sobre mis piernas, busque las de papá.

Al levantar mi pie hasta su entrepierna, dí un tirón al dichoso mantel que movió todas las copas de la mesa. Todos nos miramos sin saber que había pasado, pero la llegada del camarero con más platos, rompió la duda y desvió la atención de mis hermanos.

Vi entonces, como papá se colocaba el ya nombrado mantel sobre sus piernas, dejando su entrepierna a mi alcance.

Cuando coloqué el pié sobre el bulto de papá, este me sorprendió pidiendome que le acercara un salero que había en la mesa de al lado, haciendome levantar de la mesa y desmontando todo el tinglado montado.

Al volver a sentarme, me volví a colocar el mantel sobre mis piernas, para seguir con el juego, pero algo me sorprendió. Era el pie desnudo de mi padre el que buscaba el contacto de mi verga y por supuesto le dí acceso a ella.

Al notar las primeras presiones, mi polla se puso tiesa como un palo y como esta vez no ibamos con diminutos shorts, sino con bermudas, sabía que no la podría sacar por un lateral. Asi que con disimulo y aprovechando que todos miraban al camarero, que venía con más platos. Me cubrí hasta la cintura con el mantel y me bajé las bermudas, despues con controlados movimientos de piernas, logré que llegaran hasta mis tobillos, dejando al aire toda mi erecta verga.

Papá me miraba sonriente, mientras su pié masturbaba mi pene. Presionaba tan fuerte que en varias ocasiones, se me escapó un leve gemido de palcer. Sobretodo, cuando me chafaba los testículos contra la silla.

Mantuvimos este juego hasta que llegó la cuenta. Papá retiró su pie, para que nuestras pollas se relajaran antes de levantarnos de la mesa.

- Iros marchando para casa, que yo voy antes al baño, se ve que algo del desayuno me ha revuelto el estomago.-Dijo papá agarrándose la barriga.

- A mí tambien me pasa.-Dije yo.

- Pues hijo, vamos a descargar en el baño, así gastamos menos agua de casa.-Contestó levantándose.

Carlos y Cesar salieron del restaurante para marcharse a casa, mientras papá y yo nos quedabamos sentados.

Mi padre me guiñó un ojo y se fué al baño, unos segundos despues, fuí yo.

Era un aseo muy lujoso, con varios urinarios de pared y cuatro cubiculos al fondo. Todos tenian la puerta cerrada y como llegaba hasta el suelo, me impedía ver los pies de papá en ninguno. Tosí suavemente para advertir de mi presencia y la puerta de la esquina se abrió un poco.

La empujé despacio y pude ver a papá dentro. Nada mas entrar, cerré el pestillo de la puerta y me lancé sobre mi padre. Nos fundimos en un apasionado beso, forzando nuestras lenguas entre ellas. Mientras, las manos de papá me bajaban las bermudas, dejando de nuevo mi pene al aire. Por supuesto que ya volvía a estar empalmado. Me deshice de mi camiseta, quedando completamente desnudo.

Con deseo, le quité el polo a papa y le bajé sus pantalones. Llevaba un pequeño slip blanco, que le marcaba el paquete a la perfección. Su polla estaba morcillona. Me arrodillé ante el, dejando su bulto a la altura de mi cara. Me arrimé hasta que pude cogerle la polla con mis labios y empecé a mamarsela por encima del slip. Mi saliva y los liquidos precum que salian de su abultado glande, dejaron el interior completamente mojado. Se traparentaba toda su polla ya erecta.

De un tirón, bajó sus interiores, lanzandolos con el pie contra la puerta. Por fín, tenía ante mi lo que tanto deseaba, sus 21 cms de dura verga esperando que la chupara.

Empecé suavemente pasando mi lengua por el capullo de papá, pero este, agarrandome la cabeza dijo:

- Dejate de preliminares, que no tenemos mucho tiempo.

Mi padre me apreto los carrillos para que abriera bien la boca y con un movimiento continuo pero intenso, me metió la mitad de su polla. Su glande ya tocaba mi glotis y parecía no entrar más. Pero sujetandome de la nuca, mi padre empujó todo su miembro hasta el interios de mi garganta.

Tuve una fuerte arcada que sacó un montón de babas de mi interior. Papá la sacó mientras yo tosía y cuando mi respiración se normalizó, volvío a la carga. Esta vez, coloque mi cabeza de forma que el cuello estaba recto frente a su verga y a modo de faquir, me fuí engullendo su trabuco. Con la garganta bien puesta, papá empezó un rápido mete saca en mi boca, follandomela con lujuria.

Tras unos minutos, y notando que si seguíamos en esa postura se iba a correr. Mi padre sacó su verga y de un tirón, dió la vuelta a mi cuerpo, dejandome mirando a la pared.

Abrió mis cachetes con sus manos y tras escupir en mi ano, metió su lengua hasta el fondo, haciendome retorcer de placer. Cambió su lengua por uno de sus dedos, bien humedecido. Su falange entró sin problemas, así que añadió otra, y otra. Cuando mi esfinter estuvo dilatado, apoyó su capullo en mi entrada y de un empujón la metió entera.

Para evitar gritos innecesarios que pudieran delatarnos, antes de perforarme, papá me tapó la boca con su mano.

Sentí como sus huevos chocaban contra mi culo, señal que estaba bien adentro. Mi padre se volvió loco de pasión y sin tener en cuenta si me dolia, follaba mi culo desesperado, sacando su verga casi por completo y volviendola a hundir de un solo empujón.

Sus embestidas me partian por la mitad, pero era tanto el placer, que me corrí sin ni siquiera tocarme. A los pocos segundos, fue papá quien apretando su polla contra lo más profundo de mi culo y manteniendola dentro, soltó varios chorros potentisimos de caliente lefa, que rellenaron mi interior por completo.

Nos limpiamos con papel higiénico y papa me dijo:

- Ahora tenemos que irnos, ya seguiremos en otro momento.

Salimos del restaurante y al llegar a casa, mis hermanos estaban jugando a la play.

- Voy a mi habitación a hacer la siesta. -Dije mirando a papá.

- Bien hijo, que descanses.