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La Tía Aura y su perro Odín (Final)

en Zoofilia

Luego de reaccionar ante el desmayo, y recuperar un poco la conciencia y la fuerza, subí al cuarto con la ayuda de mi tía para reposar un rato —ya que todo me daba vueltas y me sentía algo débil o más bien, demasiado relaja—.

Creo que una rica sopa te vendría bien ahora —dijo mi tía, tras cobijarme con una sábana—, descansa un rato, te llamo cuando este la sopa lista.

La observé en tanto se marchaba bajando las escaleras, dejando la puerta abierta. Llevaba colocada la bata roja; esta vez, cruzada y bien amarrada, lo que le brindaba un toque sensual a su figura «son bellas las batas, se me antoja pedirle una a Rafa…» Pensé a la vez que me acomodaba de lado en la cama y cerraba los ojos un rato.

Valió la pena venir a casa de mis tíos después de todo —balbucee levemente, otorgándole voz a mis pensamientos. 

Mientras, escuchaba el ruido de fondo en la cocina. Estaba feliz de haber podido realizar todas esas locuras, incluso, aquellas que jamás pensé siquiera vivir. Empecé a recordarlo todo, en tanto me acurrucaba y frotaba una mejilla contra la almohada. Exhausta, sentí que empezaba a flotar como si me hubiesen quitado un peso de encima, entre tanto, billones de traviesos espermatozoides caninos hacían alboroto dentro de mí abarrotado vientre.

Físicamente era consciente del semen descomunal que tenía dentro, sí, no recordaba bien lo sucedido después del “Ploof” pero doy fe al decir que sentía el vientre repleto y caliente, inclusive… Bien sea por la química incompatible o por la reacción de los anticuerpos; una alegre batalla microscópica me provocaba un cosquilleó y unos chillidos parecidos a los de tripa —como cuando uno tiene mucha hambre—, pero no eran sonidos de hambre, eran sonidos de placer, de gozo, de satisfacción, de un júbilo tal que ninguna palabra podría siquiera describirlo y ello es porque ¡MENTALMENTE! todo se amplificaba en una escala sobrehumana, era algo inverosímil. Recordé cuando lo hice con Mozart; en aquella ocasión disfruté por tres o cuatro días de excitaciones y mariposas sin sentido… Era una sensación anormal y tenía que masturbarme algunas veces para aliviarme —estuve estúpidamente alegre durante esos días—, porque me reía de la nada, o porque me excitaban cosas como una propaganda de cereal —donde se derrama la leche del plato al caer el cereal— o al ver cualquier perro en la tele o en la calle… Sobre todo, si era un Golden Retriever.

En determinado momento me pareció escuchar a mi tía hablar con alguien, pero estaba tan soñolienta que no estaba segura de con quien hablaba o que se decían. Estaba recuperando lentamente la noción de mi estado, inhalando el vaho sexual que emanaba de mi piel y mis labios. Metí una de mis manos bajo la sabana y comprobé que todavía tenía húmeda y caliente la cuchara, muy húmeda… Pero no tanto de excitación, húmeda por todos los flujos vaginales y semen canino que se revolvían aún dentro, y que discurrían tenuemente fuera de ella manteniéndome el coño y los muslos mojados. Olor que al final se fue disipando con el rico aroma de la sopa que venía desde la cocina. No sabía muy bien cuánto tiempo había transcurrido ¿una hora…? No, quizás un poco más. 

Casi no pude descansar o no quise, experimentaba un ¿no sé qué? entremezclado; mareo, fatiga, morbo, jubilo… Si bien no estaba excitada, mi mente recreaba la imagen del perro cogiéndome en el sofá «que locura mujer…» Pensé, en tanto por la ventana escuchaba al perro ladrar, respondiendo a ladridos muy lejanos «que se dirán unos a otros con tantos ladridos».

¡Claudia, estás despierta!

Sí, tía… —respondí con voz de flojera o recién levantada.

Bien, la sopa esta lista, baja a comer.

Voy… Dame un momento —respondí, levantándome con cierto letargo de la cama y observando mi cuerpo aún desnudo— ¡Tía! ¿Me pasas la bata?

Ya va… Espera —Le escuche decir mientras me acercaba al marco de la puerta— Toma, atájala —agrego lanzándomela desde el pie de la escalera.

Me coloque la bata y la anude floja sin hacer lazo, baje y me senté en el comedor a esperar la sopa. Me cayó de mil maravillas y estaba riquísima, no era precisamente una rompe colchón o siete potencias, más bien algo equilibrada similar a un sancocho con diversos ingredientes. Ella se sentó a mi lado y permaneció atenta mientras en una taza tomaba por sorbos un poco del caldo de la sopa.

¿No vas a comer?

No, no tengo hambre, con esto estoy bien —dijo, con cierta tristeza en el semblante— ¿Te gusto?

Sí, esta rica, gracias.

No es nada… ¿Quieres más?

No, con esta me basta —conteste haciendo pausa en la comida.

Permaneció a mi lado en total silencio mientras comía. Yo sentía que algo le pasaba, ya que hasta cierto punto había una tensión en el ambiente.

Claudia… Yo... ¿De verdad te sientes bien? ¿Puedo llevarte a un médico si quieres?

¿Un médico…? ¿Por qué…? No, en serio, me siento bien.

Claudia, me asustaste… Y yo… —balbuceo limpiándose unas lágrimas— Yo no sabía que más hacer, no sé si fueron instantes o minutos, apenas reaccionaste te ayude y acomode en el sofá….

Estoy bien tía ¡Nunca me sentí mejor! Creo que fue algo emocional...

¿De verdad… Algo así puede pasar?

Sí, creo que tenía tantas ansias, que cuando todo sucedió sentí que me relajé de golpe.

¿No lo sé…? Insisto en que por lo menos deberías chequearte la tensión.

¡No…! ¿Qué les dirás…? ¿Qué me desmaye después de que un perro me cogiera…?

¡No! Claro que no, como crees… Mira, anda, compláceme… —continuo, tomando mis manos— vayamos, y luego según lo que digan, nos comemos algo dulce, salado o lo que te manden si es alguna medicina.

Sus manos, a pesar de que sostenían una taza caliente… Estaban frías, si no estuviese tan preocupada no insistiría tanto.

No tía… Estoy bien, de verdad no quiero salir

Vamos… Anda, si quieres vamos y venimos rápido, anda compláceme.

—No gracias, pienso que si reposo un rato estaré mejor, prefiero descansar.

—Está bien, está bien… No voy a insistir más —finalizo con un tono molesto.

Luego de ello se levantó y se fue a su cuarto. Claramente escuche cuando entro al baño a bañarse. Termine de comerme la sopa, lleve el plato hasta el fregadero y subí a mi habitación, me despoje de la bata y me acosté en pelotas en la cama en modo fetal abrazando una almohada. Cerré los ojos buscando conciliar el sueño, pero no lograba dormirme…

Claudia ya me voy… ¿Quieres que te traiga algo…?

No lo sé… Algo dulce tía… Sí, un golfeado o galletas.

¿Seguro que no quieres venir?

Sí, anda, estoy bien, me quedare a descansar un rato.

El portón se abrió y mi tía salió en la moto tipo vespa al centro de la colonia. Pero por más que intentara relajarme no conciliaba el sueño, así que prendí la computadora y empecé a navegar viendo la farandulearía del momento en youtube. A poco menos de media hora sonó el celular con la música charnequera de mi novio —Ufff que horrible, no la soporto—.

¡Aló! ¿Aló?

Aló nena… No te oigo…

¡Aló…! Me oyes baby —dije bajando las escaleras buscando mejor señal.

Je, je, je, je, je si amor, ahora sí te oigo, te oigo bien

¡Juuunh! Y esa risita… Seguro te has estado portando mal estos días.

Naaa amor, estoy más aburrido que domador de ostras…

¿Lo dices de en serio?

Sí, lo digo en serio… ¿Y tú? Como esta mi diablita hermosa —pregunto, acentuando diablita hermosa con tono lascivo.

Más o menos baby… —Respondí, con falsa vergüenza— Creo que me he portado mal y necesito que me castigues.

Ajaaaa… Con que haciendo diabluras sin mi permiso… Muy mal hecho ¿Qué cochinada hiciste ahora?

Primero promete que no dirás nada…

¿Prometer qué…? Aún no me dices nada, además, todo tiene un precio.

No mames baby… Anda promételo…

Ajaaaa está bien, prometo no decir un coño de lo que me digas a nadie. En nombre del pure, del chamo y del espíritu landro… ¿Te basta así? ¿o también quieres las frases bolivarianas ¡MESMA…!?

ja, ja, ja, ja, ja así está bien baby… Me pegue al perro de mis tíos.

¿Qué…? ¿Cómo así…? ¿Tienes fotos? Dime que tienes fotos…

¿Fotos? No, claro que no, como crees… Mira, es un perro… No como Mozart, pero es grande… ¿Quieres verlo?

Que chimbo amor… Y yo que ando con un sabático tremendo. Seee, muéstramelo, que más me queda.

Ya va espera… ¡Odín! Muuuch, muuuch, muuch, ven papi… Espera, le estoy tomando una foto —Dije haciendo una pausa para sacar la foto— allí te va.

Que perro más raro… Pero cuéntame, ¿qué le hiciste?

Hice de todo amor… Incluso… No me lo vas a creer, eso te lo contare al llegar.

Aaaa no, si titubeas de seguro es paja… Seguro vas a inventar algo.

Bueno, si es así, no me dejas otra opción, bye baby.

¿Qué? No… Espera, es bro…

Colgué el teléfono y fui a buscar el cargador del celular con el perro siguiéndome muy de cerca. Sonó en varias ocasiones, pero no le conteste, seguí buscando unas cosas. Baje un par de almohadas, busque una toalla en el cesto de la ropa sucia y volví a la sala, me metí en el WhatsApp y lo llame por video llamada.

Hola baby, ya que no me crees… ¿Te provoca que te haga un show? —La cara que puso al verme desnuda lo decía todo.

Ufff que divina estas, claro, claro que si amor… Quien no querría un show con una mujer así

Ajaaaa… ¿Y qué le provoca a mí baby…? —seguí conversando mientras colocaba la toalla y las almohadas en posición.

Déjame ver… Que te lama el coño

¿En POV o apoyo el celular en algún lado…?

En POV, quiero ver cómo te lame de cerca.

Ja, ja, ja, ja, ja, ja está bien –Dije sentándome al borde del sofá, recostándome sobre las dos almohadas y abriendo las piernas.

¡Estás loca Clau! Nunca pensé que repetirías algo así… Pero me encanta que seas tan perra.

Rafa… Que esto jamás salga de aquí ok, es algo intimo entre tú y yo… ¡Odín…! Ven, ven aquí —dije, metiéndome un par de dedos en la cuchara en tanto enfocaba la cámara sobre mi sexo.

Está bien nena. Ufff que cuca más divina tienes… Cochina envidia que le tengo al perro… O no, je, je, je solo envidio no estar allí viéndolo en vivo —le escuche decir.

Otra vez estaba haciendo algo nuevo, una locura, lo cual me estaba encendiendo toda, nunca había hecho una video llamada caliente y menos zoofilica. Abrí las piernas y con la mano que me estaba masturbando empecé a frotarme el coño y darme palmadas.

Aquí viene el perro —dije, volteando la pantalla para mirarnos por un instante, en tanto el perro se colocaba entre mis piernas. Sabía que pronto empezaría a lamerme coño y devorarlo todo.

Al sentir el contacto de su lengua me estremecí y se me corto la voz por un instante, al tiempo que empezaba a gemir, jadear y bufar volteando la pantalla del celular en dirección al hocico del perro… El pulso me temblaba y movía con mucha frecuencia la pantalla del celular, alternando la selfi; del close up a una más abierta estirando todo el brazo sobre mi cuerpo. Yo estaba fascinada, sintiendo su lengua pasar a través de mis labios, lamiendo mi vagina y estimulándome el clítoris en cada lengüetazo.

Aaaahh… Que rico Rafa, Mira, mira, mira cómo me lame el perro… ¡Mmmmmhh…! —Jadeaba mientras las piernas se me estremecían y me magreaba las tetas con la otra mano; frotándolas, aplastándolas y jalándolas por los pezones.

—¡Aaaaahhh Marica…! No te muevas tanto que no veo bien —escuche por el celular— acércalo más pajua…

Sus atenciones bucales me aceleraron el corazón y siento un; BUM, BUM, BUM, BUM muy a flor de piel... — actuar así me produce un morbo sucio y lascivo que jamás había experimentado— y jadeo con fuerza para que Rafa escuche mi excitación y respiración entrecortada. Burbujas, hormigas y mariposas empiezan a reverberar más y más por todo mi cuerpo —me estoy excitando–, y trato de retrasar por unos instantes lo inevitable mordiéndome un dedo.

El perro en su faena sigue lame que lame castigándome el clítoris con energía, al mismo tiempo que trato de mantener el celular enfocando su hocico y mi cuchara. Exclamando profundos bufidos de placer por el dedo que me mordía.

¡Aaaaahhg Rafa! ¡Rafa! ¡Rafa! ¡Mmmmmmhhgg! ¡Que rico…! No aguanto… ¡No aguanto baby! —Grite con fuerza haciendo una selfi desde arriba estirando el brazo, retorciéndome, arqueándome y recogiendo las piernas abiertas hacia los pechos frente al teléfono.

¡Resiste nena! ¡Resiste…! Me tienes re duro amor… Que paja, ¡que paja más divina amor!

Ooh Rafa… Muéstramelo, muéstrame tu guevo baby —gemí mirando a la pantalla.

Oooh nena, mira, mira cómo me tienes, parece la verga de “La Mole” mi amor — gritaba, mientras se la meneaba un par de veces y la dejaba quieta para mostrarme lo rígida y dura que se mantenía.

Aaaahhg Rafa… Qué rica se ve… Como quisiera sentirla

Uff amor, está como pa romperte el culo a guevazos

Si baby… Jódeme, jódeme, jódeme el culo ¡Mmmmmmhh! —gemía entre el placer de ver la verga tiesa de mi novio y al perro lamiéndome la concha— apriétate el guevo como si estuviese en mi culito.

Odín me tenía cada vez más al borde de la locura. Arrastraba todo su órgano bucal desde el ano hasta el coño; lamia, lamia, lamia, lamia, lamia… —Era maravilloso y yo ya estaba sobreexcitada—. Su lengua áspera y caliente se sentía muy rico, subía por mi pequeño esfinter y me penetraba los labios por los pliegues abiertos a media raja, lamiéndome la vagina y saliendo justamente por el clítoris... No podía evitar contonearme y contraerme toda resistiéndome al orgasmo, me ardía todo el cuerpo de excitación… Provocando que este fuese más intenso a cada instante que pasaba.

¿Te gusta mi cuca…? ¿Sí...? ¿Sí...? —Preguntaba viendo al perro que movía la cola de lado a lado— Lámela, lámela, lámela… ¡Mmmmmhhhg! ¡Qué rico papi!

Ufff amor ¡Que rico! ¡Qué rico! Deja que te monte…

—No… Aún no baby… —jadee, con las piernas recogidas, tensa y con los dedos de los pies engurruñados— no puedo… ¡Baby…! ¡Oh dios! ¡Oooh dios…! ¡Aaaaasíííhhg! ¡Aaaaaaaahhhg…!—Grite, mientras un profundo orgasmo emergía velozmente de mis entrañas.

El cuerpo se me estremeció y se me ahogaron los gemidos y la respiración, al mismo tiempo que sujetaba el celular con ambas manos —estaba en el paraíso, y pude sentir como los flujos venían retumbado como un tsunami entre las paredes—, aventándole; uno, dos, tres o más de mis chorros sexuales justo en el hocico; los cuales recibió con impetuosos lengüetazos, bebiendo como un desquiciado toda la miel que mi vientre le estaba obsequiando, me hurgaba con tal arrebato que quede temblando, sensible a cada lengüetazo que el animal le propinaba a mi culo y cuchara una, otra, otra y otra vez.  

Ufff nena… ¡que puta eres amor! Si que te gusto la vaina ¿no…? —Escuche, viendo cómo se presionaba con fuerza la verga en una selfi abierta con el brazo estirado— anda Clau… Deja que te coja el perro.

¡Mmmmmhh…! No baby, aún no… —Jadeaba mientras bajaba las piernas, y me frotaba la raja estorbando al perro— esto seguro te va a gustar más.

Me levante del sofá y busque algo con lo cual apoyar el celular en un ángulo que abarcara el suelo y el sofá sin que fuese tan alejado.

Oye Claudia… ¿Qué haces? Deja la pasear tanto…

Shhhh… Dame un momento, ya vas a ver

Coloque el celular sobre el brazo de uno de los sillones, colocando una guía telefónica detrás de él, verifique que la toma fuese la correcta y volví cerca del sofá. A todas estas con el perro detrás de mí rezongándome con ladridos, bufidos y suspiros, siempre moviendo la cola de lado a lado. Me arrodille en el suelo y salude viendo al celular.

¡Baby, Baby! ¿Me vez bien?

Si nena, te veo chévere… ¿Qué vas a hacer…?

Me mordí los labios manoseándome las tetas y levantándole las cejas varias veces, luego deje que el perro se me acercara y revoloteara cerca de mí, quien ni corto ni perezoso me empezó a lamer la cara y sin previo aviso abrí los labios y saque la lengua besándome con él, compartiendo nuestras babas y sabores —¡Aaaaaaahhh! ¡Qué asco…! Cochina ¡que cochina…! —Escuche proveniente del celular—. Para Rafa aquello era algo sin precedentes, abrí los labios tanto como podía y dejé que el perro metiera su lengua dentro mi boca; una, otra y otra vez, varias veces más a la vez que acariciaba el cuello del animal, y todo ello ante la mirada incrédula de Rafa… Quien pegaba gritos inmorales como loco —cosa que me encantaba—, lo cual me estaba calentando tanto como el mismo perro.

Deje de besar al perro, después de que este desistiera de lamerme la boca y las mejillas. Entonces, le indique que se subiera al sofá y estuviese quieto de pie, ya para ese momento tenía parte del rojizo guevo afuera.

¡Por dios Claudia! Estás loca… Que putada tan divina —dijo, halándose del cabello con ambas manos con cara de tonto frente al celular.

Eso es nada baby… —dije, haciendo un gesto con la mano en señal de mamarle el guevo— la voy a meter entera en mi boca —agregue, acercándome al celular y tomándolo un momento para mostrarle la verga del perro de cerca—, ¿Puedes verle el guevo al perro? Mira qué raro es, es diferente al de Mozart.

No, no, no, no ¿es en serio…? Marica… Me voy a quedar sin leche —dijo tapándose la boca y abriendo grande los ojos— voltéalo un poco.

Acomode al perro y me arrodille en el suelo colocando una almohada bajo mis rodillas. Comencé frotándole suavemente el prepucio, mientras iba acercando mi boca a la punta de su verga —no podía ver bien el celular, pero seguro Rafa se estaba estrangulando la verga para no correrse—, ya cerca de ella, saqué la lengua y lo empecé a lamer despacio; una, dos, tres, cuatro, cinco veces.

¡Claudia! ¿Estas segura de lo que estás haciendo?

Seguí adelante sin pensarlo mucho, lamiendo por fuera aquel miembro rojizo que tenía ante mí, que salía y se dilataba paulatinamente con mis atenciones manuales y bucales —pues seguía frotando muy suave su prepucio y sus bolas con una de mis manos—. Humedezco los labios con mucha saliva y rodeó la punta muy suave, la saboreo muy despacio dando pequeñas vueltas con la lengua —Tiene un olor penetrante que contrasta con su agrio sabor—, mientras, escuchaba los sádicos cumplidos que salían del celular.

Aaaaahh Marica… Me voy a correr… ¡Chúpaselo! ¡Chúpaselo! ¡Mámale el guevo de una vez!

Saber que Rafa me estaba viendo y escuchando por el celular me provoco una comezón de abajo a arriba, lo que me indujo a separar un tanto las rodillas y poder así masturbarme con la otra mano; metiéndome cuatro dedos de una en el coño; estaba chorreante de flujos como pocas veces podría recordar «Mírame baby, mira cómo le mamo la verga al perro» Pensé, considerando lo sensacional que estaba resultando todo.

Dispuesta a disfrutar del manjar que tenía delante, lo tome con cuidado por la boca del prepucio; notando con emoción el calor que aquel pedazo de carne emitía, y que empezaba a ser tan largo como mi mano. Comencé a masturbarlo un par de veces, despacio, muy despacio, deslizando la mano por el erguido miembro rojizo, sorprendida de lo fácil y suave que resbalaba por ella, era estupenda y la sentía latir. «Dios… Que verga la de este perro» Pensé, al mismo tiempo que cubriendo bien los dientes con los labios fui bajando hasta tenerlo todo dentro de la boca, pasando la lengua de un lado y del otro al entrar y al salir, saboreándola al máximo.

¡Mmmmhh! ¡Mmmmhh! ¡Mmmmhh! ¡Mmmmhh! —Gemía, sin sacarla, para provocar al Rafa.

Dado que todavía no estaba dilataba del todo, me resultaba fácil el ir y venir… Adelante y atrás, adelante y atrás, adelante y atrás —acompañados igual de intensos ¡Mmmmmhhh!, claro—. Cuando sentí que me llegaba a la garganta, empecé a metérmela a tope y la lamia lado a lado, momentos que aprovechaba para ver hacia el celular donde podía ver la cara de idiota que tenía mi novio mientras se masturbaba.

Aaaaahhg Claudia… ¡así! ¡así! ¡así…! ¡Chúpaselo…! —Bramaba, machacándose el rabo.

Seguí chupándola, sintiendo como latía por momentos dentro de mi boca, disfrutando de su lisa y suave textura, y de su rico sabor; con un picor amargo que estallaba en mis papilas gustativas, a la vez que mi mano chapoteaba flujos a diestra y siniestra dándome frenéticas cachetadas sobre la cuchara.

¡Aaaaaahhh! ¡Mi amor…! No aguanto, no aguanto más… Me corro, ¡Me corro…! ¡Aaaaaasííí…! ¡Chupasela…!

Estaba muy cerca de alcanzar otro orgasmo, cuando de repente escuche los deliciosos gemidos de placer de mi novio corriéndose. Gemidos que se encadenaron con la corrida pre seminal del perro que empezó a lanzarme unos chorritos calientes directos a mí garganta, fue tal mi sorpresa, que me vine tras de ellos y comencé a toser sacándome la verga de la boca, por los espasmos que sentía, y la corrida y saliva con la que me había atragantado. Apoyando ambas manos del suelo mientras temblaba y tocia muy fuerte.

Rafa al verme descontrolada empezó gritar por el teléfono, seguramente sorprendido por la tosedera que me había obligado a sacarme la verga de la boca y de la cual aún salían entrecortados chorritos cortos.

¡Claudia! ¡Nena! ¿Estás bien…? —grito, a lo que solo asentí con torpes movimientos de cabeza y levantando una mano para que esperara.

Ufff... ¡Marica…! Eso lo vas a tener que repetir con Mozart —Exclamo, al ver que me pasaba la mano por la boca mirando al teléfono— ¡Que mamada…!

¿Te gusto…?

¡Ufff me encanto…! De vaina no encere el teléfono de leche blanca y caliente —continuo, mostrándome donde habían caídos los blancos chorros de semen y las gruesas gotas que todavía tenía sobre el glande y entre los dedos de la mano con la cual se había masturbado.

¡Mmmmmhh! Que rico baby… Me encantaría comerla toda —dije, lamiéndome los labios de forma lasciva.

je, je, je, je ¿te la guardo en la nevera? —pregunto sonriendo de oreja a oreja y arqueando las cejas.

Estás loco… ¿y si tu mama la encuentra? Mejor no inventes —agregue, en tanto el perro se bajaba del sofá y me lamia las mejillas y la boca— Ya va Odín… Dame un minuto… —agregue apartándolo un poco.

¿Eso es todo…? Dime que no es todo nena… déjame ver cómo te coge.

No es todo baby… —dije, levantándome del suelo y yendo hacia el celular— quieres ver cómo me monta ¿no?

¡Sí! ¡Sí! Claro… —dijo echándose atrás el cabello, sin darse cuenta que tenía la mano llena de leche— ¡Dios…! Tienes que contarme todo lo que hiciste amor…

ja, ja, ja, ja, ja, ja después baby… Después, cuando vuelva —respondí, acomodando el zoom de la cámara y devolviéndome al sofá.

Me arrodillé al borde del sofá y acomodé la toalla encima de las almohadas al pie de este, considerando que todos los flujos caerían por esa zona. Me recosté con la cabeza sobre el asiento del sofá y llame al perro, meneándole el culo a una altura adecuada y abriéndome las nalgas con ambas manos.

—¡Ven Odín! Aquí, aquí… Ven con mami —agregue, dándome palmaditas en el culo.

Apenas lo invite, el perro se acercó metiendo su hocico entre mis nalgas y haciendo de las suyas; lamiéndome el coño y el culo una vez más, yo jadeaba y gemía cada vez que su áspero órgano bucal me acariciaba el ano —el morbo que me da que me laman allí, Uufff… Me enloquece—, y el perro; lamia, lamia y lamia, llenándome el culo con sus babas y mis flujos.

 

¡Mmmmmhh! Que rico papi… Así, lame un poquito más... Aquí papi, aquí —Gemía, meneándole el culo y abriéndole las nalgas con ambas manos.

 

Estuvo así por un par de minutos, hasta que hizo una pausa para relamerse el hocico, respirando jadeante con la lengua a fuera, supe entonces que era el momento.

¡Vamos Odín! Ven… ¡Sube, tú puedes! le dije dándome unas nalgaditas.

 

Se acercó ladrando sin saber que hacer, protestando. Yo insistí que subiera, pero deba vueltas, se relamía o me ladraba. A todo esto, Rafa pegaba gritos obscenos por el celular, ansioso de que me montara.

 

¿Qué…? ¡Ven, sube…! ¿Qué más quieres? —Dije, arrodillándome y volteando a verlo— ¡Ven, ven aquí…! —dije estirando los brazos hacía él.

 

Al abrazarlo me lamió el rostro y la boca un par de veces y me volvió a ladrar… «¿Ahora qué, perro pendejo...?» parecía que había perdido la práctica o no entendía que pasaba. —¿será por la altura?— Me recosté nuevamente y separe un poco más las rodillas, bajando el centro de altura.

 

¿Así está bien…? —le dije volteando el rostro— ¡Ven! ¡COGEME! dame con todo papi…

 

Entonces parecido entender lo que esperaba de él. Sus ojos chispearon brillantes y agito su cola con energía de lado a lado y ladro una vez más «¿Quieres que te ruegue…? ¡Que hijo de puta!» Pensé, muy bien, tú ganas.

¡COGEME ODÍN…! ¡COGEME DURO! ¡HAZME TUYA PAPÍ…! —Le grite suplicando.

Volvió, pero una vez más me lamió la vagina un par de veces, su lengua caliente se sentía increíble, pero yo quería otra cosa —fantaseaba con su verga reventándome el culo—, así que le menee el trasero para provocarlo.

Me di cuenta que se estaba excitando al lamerme los flujos; así que le continúe restregando mi colita en el hocico, entonces, sin previo aviso me monto, sujetándome con las patas delanteras por la cintura en tanto empezaba a corcovear.

Enloquecida ante tanta lujuria, no podía evitar los ruegos de mi novio, y del temor a que me hiciera daño. Pero de verdad se me antojaba que me reventaran el culo. Tenía que hacerlo pronto, antes de que me penetrase por el coño.

¡COGEME ODÍN…! ¡Penétrame…! tú puedes papi—le suplicaba, al tiempo que ajustaba la altura de mis caderas mientras corcoveaba sin atinar, rozándome su verga por el vientre.

Yo estaba ansiosa y nerviosa al mismo tiempo, «¿empalarme el culo? Eso no lo he hecho con ningún perro todavía» pensé turbada, quería hacerlo por detrás, pero tenía miedo, mucho miedo. Miedo de que me lastimara… «Oh dios… ¿Qué hago?» —pensaba mil tonterías en milésimas de segundos— entonces, voltee a ver el celular…

 

¡PAJUO…! ¡COGETELA! ¡COGETELA! ¡VAMOS GUEVON…!—Gritaba Rafa, sentado en su cama, dándose furruco.

 

Supe entonces lo que quería… Quería que me reventaran... Quería ser maltratada y transformar el dolor en placer… Quería sentir la verga del perro en mi culo.

¡JÓDEME ODÍN! ¡JÓDEME EL CULO…! —Le grite abriéndome las nalgas— ¡CÓGEME POR DETRÁS!—Le suplique, volteando el rostro y separando más las rodillas para que mi cola estuviese a su altura.

Ya no soportaba la espera… Así que metí una mano entre nuestros cuerpos y le ayudé a penetrarme

¡AQUÍ PAPI! ¡AQUÍ! — grite, guiando su miembro a mi esfínter.

Por fin lo logro. Me penetro con tal intensidad el culo, que mi rostro paso de la excitación al dolor en microsegundos. De inmediato y por reacción espontánea traté de zafarme echándome para delante, pero fue inútil, él se sujetaba por mi cintura y me embestía fuertemente contra el sofá, mientras eufórico empujaba con fuerza una, otra, otra y otra vez, creí que me desmayaría en ese mismo instante.

-¡AAAAAAUUUUUUHHG! ¡AAAAAAUUUUUHHG…! ¡SACALO! ¡SACALOOOO! ¡ME LASTIMAAAAAAS! —empecé a gritar asustada por el dolor.

Entre tanto, esté, que no entendía de palabras —o se hacia el bruto—, me atravesaba cada vez más rápido, más fuerte y más profundo, era la cogida más salvaje que jamás había sentido por detrás en toda mi vida, me estaba partiendo en dos. No solo era dolor… Era también un ardor lacerante, me estaba quemando las paredes del culo a medida que su verga entraba y salía en mi interior.

¡AAAAAAAAAAHHG! ¡RAFAAAAA! ¡ME DUELE! ¡ME DUELE…! ¡SACALO ODÍN!  ¡SACALO…! —grite llorando, sujetándome fuerte a los cojines del sofá con ambas manos, mientras lágrimas de dolor rodaban por mis mejillas.

Fue entonces que voltee a ver el celular, Rafa había apoyado el celular de algún sitio, y se mostraba de pie machacándose la barra enardecido.

¡RESISTE NENA! ¡RESISTE! ¡YA VA A PASAR…! —gritaba o eso creía escuchar, ya que mis alaridos eran más fuertes y poco o nada me importaba lo que él dijera o pensara.

Aterrada, permanecí inmóvil… Soportando el dolor y gritando mientras mi rostro se desfiguraba en un angustioso llanto. Eso no era sexo, no era lo había imaginado, me estaba forzando, me estaba violando… «Sácalo, sácalo, sácalo… Oh dios, me está lastimando, me duele, tengo miedo dios» pensaba, arrepintiéndome de mis actos. Me mordí los labios para no gritar del intenso dolor y hundí la cara contra el cojín del sofá llorando incapaz moverme; temblando de dolor y miedo. Mientras tanto, sentía; sus uñas clavadas en mi suave piel, sujetándose fuerte a mi cintura y halándome con fuerza; su jadeante transpiración cayendo en gotas pesadas sobre mi espalda; su peso, sostenido por mis rodillas y el calor de su peludo cuerpo, sobre mis caderas… Y sobre todo eso, por encima de todo, su verga, que, como un tizón de acero al rojo vivo, profanaba mi retaguardia a un ritmo endemoniado. Me ardía, me ardía arrechamente.

Sácalo Odín, sácalo, ¡SÁCALO…! —balbuceaba llorando— Rafa… Me arde, me arde mucho… ¡AAAAAAAHHG!

— ¡CLAUDIA…! ¡RELAJATE! ¡RELAJATE…! ¡PRONTO LO ESTARAS DISFRUTANDO! — Gritaba Rafa…

¡NO ES TU CULO MARICO…! Cállate… Cállate… ¡CÁLLATEEEE…! —Grite del dolor, indignada, temblando y llorando. Sintiendo un ardor lacerante en mis intestinos.

«Cálmate, ¡cálmate…! tú puedes, tú puedes, te gusta el sexo anal» empecé a repetirme… Quizás si no fuera tan frenético empezaría a disfrutarlo «Tiene razón, Rafa tiene razón, no, no me va a ganar…» Pensé, volteando a ver la pantalla del celular con lágrimas en las mejillas y soportando el dolor, viendo al fresco de mi novio en plan gaitero con su furruco «¿te gusta verme así…? Indefensa y sometida… ¡maldito! Ojalá te cogiera un burro, te voy a dejar seco cabron» Me dije, soportando la cogida del perro, quien hacia rebotar mi culo en cada empujón.

¡ODÍN! ¡COGEME ODÍN! ¡ASÍ…! ¡ASÍ! TE SIENTO… TE SIENTO PAPI… JÓDEME MÁS… ¡MÁS DURO ODÍN! ¡AAAAAASÍÍÍ! ¡DURO! ¡DURO! ¡DUUUROOOOO! ¡AAAAAAAAAAHHHGG…! —grite, separándome las nalgas con ambas manos «Vamos a ver quién se corre primero maldito» me afirme a mí misma.

Empecé a mecer las caderas acompañando sus embestidas —si no puedes contra ellos, úneteles, tenía que buscar mi placer—, y gemía pidiendo más con falso placer —fingiendo como solo una mujer sabe—, jadeaba, gemía y gritaba viendo al celular, provocando al rufián de mi novio «maldito… Te juro que vas a acabar primero» me decía, a la vez que empujaba para atrás una y otra vez empotrándome la verga del perro hasta la boca del estómago.

Sigue nena, sigue, ¡así, así! ¡que perra eres amor…! ¡UFFF QUE DIVINO…!

¡JÓDEME ODÍN! Así, así, por detrás… No pares, no pares… Duro papi, duro ¡ASÍ…! ¡AAAAAAAHHG QUÉ RICO PAPI! — gemía en dirección al celular, consiente de mostrar cara de puta viciosa, con un gesto de goce total.

 

Eróticos y cochinos sonidos de placer y sufrimiento se fusionaban los unos con los otros alterando las sensaciones y emociones de cada participante. Los gritos subían de intensidad y se transformaban en aullidos, aullidos de placer… Dos, tres o cuatro minutos de intensos gemidos, jadeos, bramidos y gruñidos.

Por fin… Por fin sentí que dolor menguaba, que mi culo por fin se estaba adaptando a aquella verga. Había dejado de luchar, de resistirme… Todavía ardía, sí, pero entraba y salía con facilidad.

Metí una mano por debajo de mi cuerpo y descubrí que estaba encharcada y que parte de mis flujos formaban espesas gotas que caían en la toalla… Seguí, con cierto temor y pasé unos dedos entre mi culo y la verga del perro… Estaba muy lubricado «Dios, dios, dios… Que no sea sangre» pensé, mientras recolectaba parte de las secreciones y flujos con los dedos. Los lleve ante mis ojos —nada, nada, no había sangre— restos de heces con sus secreciones lubricantes habían formado una película deslizante en mis entrañas, me alegre tanto, tanto, tanto, tanto, que empecé a excitarme, a disfrutar, me emociono tanto no conseguir sangre, que me metí los dedos en la boca y los lamí, los chupe y los limpie. «Te voy a exprimir a ti también perro marico» pensé. Decidí que era hora de tener mi preciado orgasmo, decidí disfrutar de la empalada que me estaba dando el perro… Decidí, que fuera como fuera, fuera como fuera, tenía que abotonarme el culo.

¡Aaaahh Rafa…! que rico se siente ¡Mmmmmhh! Así Odín, así, ábremelo, ábremelo… ¡Jódeme por detrás! te siento, te siento tanto papi…

Después de sentirme tan ultrajada, comencé a disfrutarlo, el perro ya lograba que me arqueara del placer, parecía una perrita en celo —el placer era extraordinario, como nunca lo había sentido, aún superior al goce de la mañana—. Comencé a jadear, gemir y gritar de auténtico placer. Gritaba arqueando la espalda y balanceando el culo haciendo caballito, gritaba retorciéndome de gusto con sus continuos bombeos dentro de mí, gritaba, gritaba y gritaba viendo al celular y demostrando cuanto placer sentía… Pero, sobre todo, gritaba para que el hijo de puta de mi novio se corriera antes que yo.

¡Aaaah! ¡sigue guevon! no pares, no pares… ¡Cógetela, cógetela, cógetela! ¡MMMMHG! ¡QUE RICO MARICA…!—le gritaba Rafa al perro, en tanto parecía presionarse la verga con fuerza— ¡QUE PERRA ERES CLAU…! no puedo más… ¡AAAAAAHHHG! Me corro, ¡ME CORRO…!

Nunca había experimentado una sensación tan fuerte. Excitarme después de sentir tanto dolor por encima del placer —se imaginan toda esta situación… Y el morbo que genera, es la locura—, estaba super excitada y me sentí tan perra, tan puta y tan morbosa, que me entregué al perro respondiendo al unísono con sus movimientos… Cerré los ojos y cedi completa, disfrutando del vaivén de nuestros cuerpos; sintiéndolo, relajando las piernas y mis caderas. Dejando de contraer el esfínter, pasé otra vez una mano por debajo de mí cuerpo y la metí entre mis piernas, tenía el coño empapado, rebosante de espesas y cremosas secreciones anales y vaginales que se mezclaban y caían pesada sobre la toalla. Pase dos dedos por el clítoris —estaba hinchado y sensible— y lo frote haciendo pequeños círculos sobre él, provocando que mi cuerpo se estremeciera con un corrientazo de placer.

¡Aaaahh que divino Odín! Métemelo, métemelo… ¡reviéntame el culo papi! Ooh dios… ¡así…!

Buscando mi satisfacción personal, seguí estimulándome el clítoris, en tanto aflojaba más el esfínter y movía las caderas hacia atrás, buscando quedar abotonada con el perro. Aproveché que tenía una mano cerca y lo tanteé, era un tanto más pronunciado y rígido que la base del pene, pero apenas empezaba a hincharse. De repente, sentí que el perro iba y venía más despacio, pero me penetraba con más fuerza, dando empujones profundos y precisos, comprendí que si no me abotonaba pronto podría bajarse durante la eyaculación. Así que me abrí un poco las nalgas con ambas manos y empujé con fuerza hacia atrás... Entonces, grité del dolor y me abrí las nalgas lo más que pude, sintiendo al perro sujetarse con fuerza, rasguñándome con las uñas y dando pequeños empujes muy fuertes. Sentía que me palpitaba el esfínter, sentía que le palpitaba toda la verga.

Allí me di cuenta de que era el nudo —gritos, aullidos y gemidos de dolor y placer reverberaron de mi boca— sintiendo como el nudo me penetraba entre pequeños pero fuertes vaivenes, entrando un poco más en cada embestida. Apreté los dientes soportando el dolor y me di cabezazos contra el cojín del sofá mientras empezaba a temblar de dolor y excitación… Entonces sentí que mi esfínter se contrajo cerrándose un poco y el perro se detenía jadeando sobre mi espalda, entro… Me había metido el nudo entero.

¡AAAAAAAAAHHHHH!  RAFA, RAFA, ¡RAFA…! ¡AAAAAAAAAAHHHHHH…! ¡DIOS…! ¡ME DUELE ODÍN…! ME DUELE MMMMMMMHH… SUAVE, SUAVE, POR FAVOR… —grite y gemí temblando bajo su cuerpo, derramando unas lágrimas por las mejillas.

¡CLAUDIA! ¿ESTÁS BIEN…? ¡CLAUDIA, CLAUDIA…! ¡Sácalo, sácalo, sácalo! Te va a romper… —Grito mi novio asustado al otro lado del teléfono.

No puedo… No puedo… —balbuceaba con la cara pegada al cojín y llorando— me duele Rafa… Me duele… Ooh dios… Ooh dios… Que dolor…

Todo era tan loco… Me dolía… Sentía como su verga y el nudo se dilataban, palpitaban y movían dentro de mí. Y todavía así, mi cuerpo empezó a venirse en un orgasmo malsano y perverso, que me estremeció toda desde los pies hasta la cabeza, empecé a temblar y llorar tanto que no me percate de los flujos que empezaban a salir y bañarme los muslos. «No va a salir, no va a salir» Pensé en mi desgracia. Me dolía tanto el culo… Que no me percate del movimiento del perro, quien de improviso se bajó, jalándome y quedando culo a culo.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHGG! ¡RAFAAA! ¡ME ROMPIÓ! ¡ME ROMPIÓ EL CULO…! —grite llorando, temblando de excitación y mucho miedo, llorando a moco tendido con la cabeza hundida en el cojín, en tanto que me orinaba del miedo.

Sentí mis entrañas; palpitar, dilatarse o contraerse alrededor de aquella verga caliente, dura y larga que se agitaba minúsculamente dentro de mí, quemándome los intestinos. Yo temblaba y lloraba con la cara todavía oculta en el cojín… Temblando en mi malsana desgracia de placer, no entendía como mi cuerpo podía sentir placer con semejante dolor… No lo entendía.

No sabía cuánto tiempo llevaba así… Me dolía tanto el culo, que me palpitaban hasta las venas de la cabeza, y sentía que todo el lugar me daba vueltas… Hasta que el perro se estremeció y comenzó gimotear, entonces su verga comenzó a sacudirse dentro de mí, vertiendo en mis entrañas más leche que la de diez hombres juntos.

¡AAAAAAAAAAAHHHG! ¡NO! ¡ASÍ NO…! ¡AAAAAAAAAAAHHHG! ¡ME QUEMA! ¡MMMMMMHHGG…!  —Grité con fuerza, cuando lo sentí eyacular— ¡OOH DIOS! ¡ME ESTÁ LLENANDO! ¡MMMMMMHG!

Mientras, él seguía y seguía inyectándome con potentes chorros de ardiente semen, inundando mis intestinos, tanto, que empezó a desbordarse por los bordes del ano, cayendo en hilos aceitosos por mis muslos y la toalla. Al mismo tiempo que yo no paraba de retorcerme entre violentos escalofríos y gritar de tanto; dolor, placer, miedo y satisfacción. Grite y llore fuerte, muy fuerte y por todos esos largos segundos de eyaculación.

—¿Claudia? ¿Claudia…? ¿Estas bien…? ¡Claudia! ¡Oye… Voltea! ¡Claudia! —Gritaba Rafa en tono angustiado.

Los siguientes minutos pasaron muy despacio… Minutos en lo que solo alcanzaba a mover la cabeza negando todo lo sucedido «esto no volveré a repetirlo nunca, nunca» pensé. Minutos en los que su nudo se fue contrayendo, minutos en los que el perro me jalaba y yo gritaba… Minutos en los que salían más y más semen de mi retaguardia, minutos de intenso dolor, minutos de extraño placer, minutos, minutos y minutos… Quizás y nunca fueron tantos, pero yo los había sentido eternos, esta sensación nunca la iba a poder olvidar.

—Ploof—

 

Apenas salió su miembro caí extenuada de rodillas abiertas sobre la toalla, sintiendo como toda esa mezcla de secreciones, heces y semen salía de mi recto. Cruce los brazos sobre el cojín y apoye el rostro en sentido contrario al celular, viendo la nada, perdida en mis pensamientos, sollozando y temblando aún… El perro ni tan pendejo se fue a echar más allá, lamiéndose la verga a un lado de la chimenea sin siquiera tratar de limpiarme «perro mama guevo» pensé, cabreada —y menos mal, porque si me tocaba de nuevo no sabía de lo que era capaz—.

— ¿Claudia…? Oye… ¿Estas bien…? Nena… Voltea ¡Claudia! —Gritaba Rafa en tono consolador.

Yo solo moví la cabeza y afirmé que estaba bien.

—¿Te gusto el show…? —Pregunte en tono desconsolado, pero su respuesta tardo un poco.

—No lo repitas amor… Me tenías preocupado.

Asentí levemente con la cabeza, y me enjuagué las lágrimas antes de voltear el rostro.

—Te amo nena… No lo olvides —dijo consolándome, a lo que asentí nuevamente.

M e lleve una mano a los labios y le mande un beso volador.

—Yo también baby… Nos vemos mañana.

Tras ello gateé adolorida hasta el celular y colgué la llamada. La toalla estaba llena de porquerías, pero al menos no había sangre. Me coloque en forma fetal sobre el piso y en pocos minutos me quede dormida.

Cuando desperté, tenia una almohada en la cabeza y una cobija encima. La toalla y las otras almohadas no estaban.

Levante la mirada y vi a mi tía sentada en una de las butacas al otro lado de donde yo estaba.

—No me digas nada… Ya lo vi —fueron sus únicas palabras.

Gracias por leer mis relatos, no olviden valorar y comentar.

P.D: Me disculpo por la tardanza, pero hubo dos ensayos previos al de este desarrollo, los cuales no me terminaban de gustar y volvía atrás, para hacerlo corto; en el primero la encontraba el papa en pleno apogeo y se formaba una trifulca familiar donde había mucho bla, bla, bla, bla, bla. En la segunda la encontraba el tío y la chantajeaba y bla, bla, bla, bla… Nada, me di cuenta que la zoofilia estaba muy solapada en esos relatos y quería algo más participativo, que fuera estrictamente con el perro, eso y el hecho de que mi pareja tiene dedos morbosos y se la pasa escribiéndome cosas al WhatsApp que incluyen fotos de Uds. Saben que. Así llegue a esta, que me tomo 10 días terminarla.

Espero les haya gustado, yo la disfrute escribiendo.