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La Tía Aura y su perro Odín (Continuación)

en Zoofilia

Tras aquel maratón sexual, permanecimos recostadas un rato, hasta que, por tanta ladilla del perro, nos levantamos de nuevo y fuimos a sumergirnos en la bañera de hidromasajes (incluido el perro) bajo una nube de espuma blanca y chorros de agua tibia, diluyendo en ella; las caricias, los besos, los sudores y las secreciones sexuales de nuestros cuerpos. Entonces, armadas con esponjas, jabones, geles, champús y baños de crema, revestimos nuestras pieles con una abundante espuma que saturaba cada poro con una agradable fragancia floral, en tanto que los chorros de agua tibia removían y revolvían todas nuestras inmundicias para llevárselas luego por el caño.

Esta demás decir que no faltaron las sonrisas, que por el contrario sobraron las caricias y hasta una que otra lamida, pero todo dentro del marco de la higiene íntima, de la complicidad y del erotismo natural sin intención sexual. Ni Odín se escapó de tan buen baño (de hecho, creo que lo disfruto y consumió más gasto más gel y champú que nosotras).

Ella salió primero (con el perro tras ella, quien se sacudió dos o tres veces al salir de la bañera) y regreso exhibiendo una hermosa bata de paño amarilla a medio muslo; abierta y con una toalla del mismo color al hombro, mientras me tendía un juego igual, pero de color rojo, ambos juegos bordados con una “A” en plata, para que me secara a conciencia. Finalmente, nos enrollarnos con las toallas el cabello y con unas toallas viejas secamos al perro lo más posible antes de subir a la cocina.

- Waow… Todo ese ajetreo me dio hambre… - dijo, abriendo el refrigerador e inclinándose - ¿Qué te provoca, almorzar o merendar?

- Mmmmhh, ¿Qué tal merendar…? Sí, una cachapa estaría súper - respondí, metiendo la mano bajo su bata desde atrás y apretándole una nalga, ella dio un brinquito, se voltio y me sonrió con travesura.

- ¿Otra más…? Eso es más que una simple merienda… - agrego, entreabriéndome la bata y observando mis senos. – Pero si insistes… Podemos hacer otra, luego, claro está.

- Mmmmhhg ¡Sí…! Quisiera otra, pero con doble queso… - concluí, dándole un beso profundo y apasionado.

Nos dimos unos cuantos besos, tres, porque más de allí caeríamos de nuevo en sexo. Así que retomamos la compostura y comenzamos a escudriñar los estantes y el refrigerador. Sacamos las salsas y sazonadores, un pollo entero, lechuga, papas, mantequilla, tocineta, queso, tomate, pimentón y cebollín. Coloqué la mesa para dos personas y volví para asistirle con la preparación del pollo; el cual sazonamos sobren una bandeja con cortes de papas, pimentón y cebollín, y lo metimos al horno. Luego, ella siguió preparando una Cesar instantánea; friendo la tocineta, tostando el pan y agregándole un poco de aderezo Cesar a la ensaladera donde estaba ya la lechuga. Yo por mi parte, quise agregar también un toque final y saqué una rica sandia roja de la nevera para preparar unos batidos.

Mientras picaba la sandía para licuarla, se me acerco por detrás y se pegó a mí abrazándome fuerte - Me tienes duro Claudia… - dijo imitando una voz masculina, restregándose contra mi trasero. Aquello me tomo por sorpresa, pero no salte adelante, por el contrario, empuje atrás, pues algo duro se aplastaba contra mis nalgas - Uy pero que co… ¡Cosa más fría! ¿Qué es eso? - exclamé al pasar mi mano para verificar que era, aquello cayó al piso y entre una cosa y otra, me di cuenta que era un pepino grande; con más de veinte centímetros de largo y tan grueso como un pene, las risotadas de mi tía no se hicieron esperar, lo recogí del piso y lo sostuve como si fuese una verga entre mis piernas – Ven acá negrita, chúpame el guevo le pedí, también con voz masculina. Ella se agacho y abriendo los labios engullo un buen pedazo del pepino; entrando y saliendo, una, otra y otra vez, dejando algunos surcos de saliva en cada salida y jadeando - Mmmmhhng… - continuamente - Que cosa más rica Claudio… - dijo en un tono sensual que me provoco un escalofrió de ida y vuelta en la columna. Luego volvimos nuestra atención a la comida y nos sentamos en el comedor a esperar que se cocinara el pollo, entretanto, por debajo de la mesa nuestros pies se frotaban los unos a los otros entre divertidas miradas y sonrisas.

Entre uno de los roces, sentí como subía uno de sus pies por mi pantorrilla; llegaba a la rodilla y la empujaba a un lado, buscando mi entrepierna por la parte interna del muslo, en tanto sorbía un poco del batido y me miraba coquetamente. Respiré profundo y coloque las caderas al borde de la silla; abriendo un más las piernas y dejándole libre acceso a mi coñito; lo aplasto, lo froto y lo pellizco con cierta brusquedad, buscando penetrarme un par de veces, entre algunos jadeos de dolor que me arrancaba (pues me estiraba la piel y pellizcaba duro) - ¡Aauuw…! No me pellizques, eso duele - me queje, atenazando su pie con mis muslos, ella sonríe y me contesta – Es que lo de la cachapa y el pepino me dio una idea - levantando las cejas y guiñándome un ojo - ¿Sabes que…? ¡No! esto te va a gustar, ya verás – concluyo mordiéndose el labio inferior. Tras este fugaz momento placer, nuestros pies permanecieron juntos frotándose muy suaves entre ellos.

- Me agradas Claudia, pero necesito confesarte algo, yo… – acerco sus manos para entrelazarlas a las mías – yo te vi la primera noche por las cámaras de seguridad - revelo apretándome las manos.

- ¿Qué…? ¿Pero dónde están…? - dije retrayendo las manos confundida por sus palabras.

- Shhhh... Eso ya no importa, cuando te vi, me provoco hacer un show y ponerte en evidencia. Pero ello le habría causado problemas a Odín. Así que distraje a tus padres lo más que pude.

- Entonces… Cuando me llamaste… - dije tapándome la boca y nariz con ambas manos, imaginando todo desde otra perspectiva.

- Salí porque tu madre estaba por ir a buscarte, tenía que hacer que terminaras lo más pronto posible.

- Yo… Yo no sabía nada de las cámaras, ¡Oh por dios! ¡Mi tío… Acaso él también me vio!

- … No, no lo creo. Claudia, escúchame… Esa no fue tu primera vez ¿verdad?

- No, en realidad… Oh dios, tía… Fue una estupidez.

- Si hubiese sido una estupidez no habrías reincidido… ¿Cómo fue?

- Yo… Yo perdí una apuesta, y mi novio… ¡Uuuff! Con sus retorcidas ideas, y bueno, una cosa llevo a otra.

Aquello parecía una sesión psicológica, y la comida parecía convenientemente tardarse mucho a favor de mi tía, quien escogía las palabras con pinzas quirúrgicas para sonsacarme con lujo de detalle lo de mi experiencia con Rafael y Mozart, lo cual lejos de ser embarazoso de contar, también me estaba calentando «Ufff… Esta cháchara me está excitando. ¡Coño! Me pican los pezones…» Pensé, sintiendo como me recorría un hormigueo entre los pechos y el estómago. Ella por otro lado parecía embelesada con la historia y no le perdía detalle; se reía del proceder de mi novio y el mío. También en momentos álgidos de la historia sentía el roce de sus pies en mis pantorrillas; un rictus, que de algún modo me indicaba que también se estaba excitando con la historia. Fue casi terminando que sonó la campana del horno indicando que el tiempo de cocción había concluido.

- Salvada por la campana ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja – dijo levantándose de la mesa y acomodándose la bata que se había aflojado, la muy sinvergüenza – es hora de comer… Con calma y tranquilidad.

Culminado el almuerzo, recogimos la mesa, la cocina y fregamos todo. Terminando de pasar un trapo por el tope del fregadero, me abrazo por detrás metiendo una mano en mis pechos y la otra en el coño, llenándome de besos desde el cuello hasta el lóbulo del oído, susurrándome - ¿Quieres tomar algún digestivo…? A mí me gusta mucho “el Baileys que se prepara aquí” – dijo, abriéndose camino entre los pliegues inferiores y hundiéndome dos dedos en la vagina. Me sujete a sus caderas jadeando un leve - Siiiihh… También quisiera un poco… - en tanto buscaba sus labios volteando el rostro, nos besamos sensualmente pellizcándonos los labios la una a la otra.

Me tomo de la mano y llevo cerca del sofá, donde me agarro de la cintura y desanudando la bata, la abrió por mis hombros dejando que cayera libre a mis pies - eres hermosa Claudia – dijo, pegándose a mí y posando sus manos sobre mis nalgas, acariciándolas. Sus ojos estaban clavados en los míos a la vez que sus sensuales labios se acercaban, sintiendo su respiración cada vez cerca cerré los ojos… Y sentí la suavidad y el calor de su boca chocando con la mía, entregándonos besos de todo tipo; cortos, largos, profundos, suaves, salvajes, sensuales, apasionados. Besos donde nuestras lenguas; se peleaban y reconciliaban.

A tientas busque el nudo de su bata y se la quite de la misma forma, la abrace, sintiendo nuestros pechos rozarse; sus firmes pezones rozando con los míos me brindaron una sensación indescriptible… Era una emoción que jamás había sentido, una corriente eléctrica que salía de sus pezones y entraba por los míos, estremeciendo mi cuerpo. Por lo cual metía y sacaba el pecho buscando el toque indirecto y casual de nuestros pezones. Poco a poco terminamos recostadas ambas en el sofá, perdidas en un mar de besos intensos y de caricias profundas; explorando los sexos de cada una, hasta que, de tantas caricias, se buscaron entre sí y se entrelazaron.

Era tanto nuestro embelesamiento que dejamos a Odín en un segundo plano, le eludíamos con las piernas, le apartábamos con las manos, le regañábamos - Deja Odín… Anda a echarte - Le decía mi tía con tono adusto, pero este iba y volvía, buscando entrar en el juego y a cada vuelta gimoteaba con cortos ladridos o aullidos reclamando atención - ¡Shhhhh…! ¡Échate! ¡Allí…! – le regaño. Pero aquello le entro por una oreja y le salió por la otra.

- Ya va Claudia… No lo soporto – dijo mirando duramente al perro y levantándose – ¡Ven! ¡Ven acá! – agrego tomando una correa y atándole a uno de los listones de madera de la escalera que subía a los cuartos - ¡Estas castigado!

Tras volver a mi lado, me tomo de una mano mientras se mordía el labio inferior – Estaba pensando en algo… Cuando estábamos cocinando – hablaba con cierta picardía en el tono – ¿alguna vez has visto una tijereta en videos porno…? Donde dos mujeres frotan sus coños entre ambas…

- Bueno, sí, sí la he visto

- ¿Qué tal si hacemos una? Considéralo una experiencia más.

- Pero… ¿Tú la has hecho antes…?

- Solo la básica… Hace muchos años, cuando no era tan abierta a nuevas cosas, pero hoy quiero probar algo diferente ¿Qué me dices?

- Bueno… Que quieres que te diga, hoy me traes con los pelos de punta… - dije ruborizada, agachando el rostro en tanto acariciaba sus senos y frotaba sus pezones suavemente – Ojo, pero solo por curiosidad… ¿Dónde nos ponemos?

- ¿Qué tal aquí…? – Pregunto, frotando la alfombra con un pie – Ven, ayúdame a mover esto, movamos la mesa de centro al rincón y los sillones… Los pondremos juntos acá - Movimos los muebles dejando como escenario principal; el sofá, la alfombra y la chimenea. – Bien, ahora espérame aquí – dijo saliendo desnuda afuera, y volviendo rápidamente cargando unos cuantos leños

- ¡Estás loca…! ¿Cómo sales así…?

- Ja, ja, ja, ja, fue solo un instante, además nadie nos vería, aunque lo hiciéramos en el estacionamiento

- ¿Ya lo han hecho…?

- Cielo, no hay lugar donde no lo hubiésemos hecho, incluso cuando solo era monte y culebra – dijo, acomodando los leños de cierta forma en la chimenea.

- ¿Te ayudo a encender la chimenea? ¿Dónde están los fósforos?

- ¿Fósforos…? No amor ja, ja, ja, ja, ja, ja esta enciende con gas, luego se apaga y quedan ardiendo los leños nada más - dijo apretando un botón oculto que chispeo y encendió una fila de pequeñas llamas.

- Ok Claudia, recuéstate aquí boca arriba, y espera un momento.

- ¿Así...? Si Rafa me viese haciendo esto contigo se le pondría de acero

- Imagina lo que se pierde, esto es solo entre tú y yo. Será, nuestro secreto

Todavía no habíamos comenzado y ya estaba como una perrita en celo, ansiosa por empezar, con la vagina mojada y las piernas bien abiertas. Tendida sobre la alfombra comencé a acariciarme el clítoris y meterme un par de dedos; esparciendo los flujos alrededor del coño y el vientre, manteniéndome caliente mientras mi tía volvía de la cocina, quien regreso masturbando el inmenso pepino envuelto en envoplast con una sonrisa sádica en el rostro - Uuuummh… ¡Que pepino! – dijo, arrodillándose a mi lado y besándome mientras unas de sus manos descendía por mi abdomen y se apoderaba del coño, arañándolo y dándome unas sonoras palmadas sobre la raja encharcada – vamos a hacer una rica tortilla ecológica, cien por ciento natural – dijo (en tanto reíamos ambas). Luego, siguió llevando un extremo del pepino hasta la entrada de mí cueva, metiéndomelo poco a poco y mirándome a la cara en tanto mis cálidas paredes lo envolvían (ya sabía que esperar… Antes lo había hecho con Rafa una vez, sin embargo, saber que pronto estaría ella conectada por el otro extremo, agregaba un morbo inusual). Comenzó a moverlo, dentro y fuera; una, dos, tres, cuatro… No lo sé, en realidad fueron unas tantas más «Es muy grueso… me va romper la vagina, creí que entraría más fácil» pensé, jadeando entrecortadamente – ¡Aaaauhg…! Me duele… Uuuummg… Más suave ¡Me vas a romper la vagina! Uuuummg más suave – mientras mis músculos se dilataban y contraían con cierto dolor; frotaba la alfombra con las manos y los pies sometiéndome a su voluntad.

- ¿Te duele mucho? ¿Quieres que lo retire…? – pregunto preocupada.

- ¡No! Por favor… Hazlo más suave, todavía no lubrico suficiente

Me dolía, pero esa mezcla de dolor y placer eran tan increíble que las piernas me flaqueaban entre pequeños temblores. Cuando contraía las paredes, el pepino se deslizaba lento hacia afuera, pero su mano lo atajaba a mitad de camino y me lo incrustaba de vuelta, me lo metía hasta tocarme el cérvix y lo movía haciendo círculos, arrancándome bramidos de placer y dolor a cada vuelta - ¡Aaaauugh! Tus movimientos… No tan duro, me duelen… ¡No! Ya va, ya va ¡Uuuumh...! Suave tía ¡Espera! ¡Uuuugh! así no… Poco a poco ¿sí?... Así, así se siente mejor ¡Uuuuummhh…!

Entonces se colocó entre mis piernas; pasando su pierna derecha debajo de mi izquierda y la izquierda por encima de la derecha, llevando su esponjoso coño achocolatado al otro extremo del pepino y metiéndoselo hasta que este desapareció en su interior y quedo “atrapado” entre ambos coños. Su coño estaba más frio al tacto, o quizás, yo estaba ya algo más caliente, entonces dijo:

- Okey Claudia…. Veamos quien tiene más fuerza – mientras me sujetaba de las manos y comenzaba a mover la cadera y todos sus músculos, deslizando el pepino a mi interior.

- Aaaaahh… Es trampa… Ya, ya verás – dije, haciendo fuerza también y contrayendo los músculos de todo el cuerpo.

Ambas empezamos contorsionarnos moviendo las caderas; adelante, atrás, adelante, atrás, adelante, atrás; halándonos, empujándonos y haciendo fuerza con los músculos pélvicos y vaginales. Jadeando, gimiendo, riendo… Luchando por empujar el pepino en el coño de la otra… Girando las caderas o columpiándolas contra la otra en tanto de soslayo Odín lloriqueaba lastimeramente inquieto llamando nuestra atención.

- Aaaahhg Claudia… ¿Te gusta…?

– ¡Mmmmhhg! ¡Sí! Es fascinante tía…

- ¡Uuuuummhhg! Te voy a meter todo el pepino – gimió, moviendo sus caderas en círculo, provocándome una ola de jadeos – Ooh… ¡Sí…! Lo siento muy dentro… Sí, muévelo así… ¡Métemelo! ¡Uuuuummhhg! Que rico… Parece la verga de un burro… - gritaba de forma obscena mirando perpleja el punto donde nuestros sexos se besaban.

Estábamos las dos luchando; empapadas de sudor, moviendo las caderas contrarias la una de la otra, arrancándonos auténticos aullidos de placer por toda la estancia (los cuales no eran los únicos, Odín todavía rezongaba lastimosamente desde su zona de castigo), empujando más fuerte nuestros coños que se dilataban, contraían y besuqueaban entre cremosos flujos vaginales; pasando el pepino de un coño al otro por algunos centímetros. Mientras, la babaza de flujos alrededor de nuestros coños emitía un excitante chasquido entre los golpeteos continuos, y por los gemidos que emitía, pude notar que se acercaba al orgasmo tanto como yo, mis flujos eran cada vez más abundantes por la facilidad con la que el pepino se desliza dentro de mí.

- Ooh Dios… Es delicioso tía…

- Ooooh sí… Ha pasado mucho tiempo… ¡Uuuummhhg! desde que hice algo así, mi coño contra otro coño… Oh dios que morboooh… jadeo empujando con mucho impulso contra el mío

- ¡Aaaaahhg Tía...! Muévelo, muévelo, muévelo ¡Uuuuummgg! Oooh santo cielos… Lo siento muy adentro

- Aaaahhg… Claudia, no creo poder aguantar más… ¡Uuuuhhmg! me voy a correr… Me voy a correr

- ¡Aaaaaahhg mí coño! ¡Mí Coño! ¡Aaaaaahhg…! ¡Tía!¡Sííííí!

- ¡Oooh dios, Claudia…! Me estoy excitando, no resisto… ¡Córrete conmigo! - Gemía gritando. Sintiendo como su cuerpo comenzaba a estremecerse con cada embestida y la baba que salía de nuestros coños producían pequeñas burbujas al chocar.

Ambas acabamos al unísono en un potente orgasmo – ¡AAAAAAHHG! ¡ME CORRO! AAAAAAHHG… ¡SÍÍÍÍ…! ¡QUE DIVINO! – gritamos ambas, haciendo fuerza con nuestras manos, empujando y estrujando nuestras conchas con todo el pepino dentro. Las piernas nos flaquearon y una tanda de espasmos nos sacudió locamente al tiempo que de nuestros coños; la espesa baba de flujos proliferaba cada vez más alrededor de los pliegues, labios mayores y los anos.

- Oooh dios, Claudia… ¡Me encanta…! – dijo separándose los labios con ambas manos entre los espasmos corporales.

– Aaahh ¡ya, ya, ya! (risas) detente (risas) ya… Ya me corrí mucho… - gemí riendo muy excitada, impregnada de sudor y con el pecho subiendo y bajando acelerado.

- ¿Te gusto? – Pregunto, jadeando.

- Sí, fue increíble… No esperaba menos – respondí.

- Sabes… Creo que nunca desee a otra mujer, tanto como a ti – Dijo, incorporándose y lanzándose sobre mí (haciendo que el pepino saliera de nuestras conchas), abrazándome y besándome profundamente ante un coro de agudos aullidos caninos que reverberaban en la sala clamando atención. – Quizás, es todo gracias a Odín.

El olor a sexo que se respiraba en la sala era tan psicotrópico, que drogadas en endorfinas y feromonas nos comimos a besos salvajemente dando vueltas en la alfombra con la chimenea de fondo acalorando más nuestros cuerpos ya bañados de sudor. En mi imaginación recreaba a Rafa; de pie, halándose frenéticamente el chorizo sobre nuestros cuerpos sudorosos, sí, podía verlo claramente en mi mente - Si Rafa estuviese aquí… Tendría la verga tiesa cerca de nosotras – exclame pensando en voz alta. - Quizás… Podríamos intentarlo un día… - Respondió, entre una pausa de los besos que iban y venían, y una mano que me apretaba fuerte la concha y metía hasta tres dedos en mi vagina; una, otra, otra, otra y otra vez - Estas tan húmeda y caliente por dentro… - continuo, provocando que se me entrecortara la respiración.

Estábamos tan a gusto, que no nos percatábamos de los lloriqueos del perro, quien era espectador reprimido de nuestros actos. Quien bien podía oler nuestras carnales emanaciones y escuchar los placenteros gemidos que nos arrancábamos la una a la otra.

- Hueles a sexo Claudia… ¡Uuuummhh…! – Gemía, lamiéndome el cuello y esparciendo los flujos sobre mi vientre, abdomen y pechos – Tú también tía… – agregue, pasándole unos dedos de arriba abajo por la raja un par de veces,

Nos apartamos un poco y sentamos de rodillas; yo con los muslos abiertos y ella cerrados, buscando mayor cercanía. Apoyando las frentes una contra la otra. Entonces, mojo sus dedos en mí coño y los introdujo luego en mi boca haciendo que degustara mi esencia, chupe aquellos dedos como si de una verga se tratase, rodeando cada dedo con la lengua y deleitándome con el sabor agridulce impregnado en ellos. Luego mis ojos buscaron el contacto con los suyos y la vi sonreírme seductoramente. 

- Ay tía… Porque no lo soltamos un rato ¿no podemos divertirnos con él? – le pregunte desviando la mirada al perro – Puichito… El perrito… - agregue sonando triste.

- Claro… De hecho, creo que esto te va a gustar también – continuo mi tía, levantándose y yendo hacia donde estaba el perro atado. Lo soltó y este inmediatamente le salto encima, ladrando contento, corrió hacia mí, me ladro, agito su cola y volvió ladrando donde mi tía que se aproximaba ya camino a la alfombra. Arrodillándose a mi lado, llamo al perro – Ven Odín… ¡Muuchhh, Muuchhh, Muuchhh! – lanzándole besitos. Inmediatamente se acercó y empezó a lamerle el rostro, ella abrió la boca y saco su lengua, intercambiando apasionados lengüetazos el uno y la otra. Yo me quede de una piedra, aquello tampoco lo había hecho nunca, se veía asqueroso, como todo lo demás, pero seguro que en realidad era estupendo. Me acerque a ellos y también le llame – ¡Aquí Odín! Ven, bésame a mí también – dije tomando su cabeza por los costados y trayéndola hacia mí.

Entonces su cálido y áspero órgano bucal paso por mis mejillas causándome un escalofrió que me llego hasta el tuétano  de los huesos, estaba nerviosa por lo que iba a hacer, pero el morbo y la excitación me empujaron a abrir la boca y sacar mi lengua, quería saber cómo era besarse con un perro, entonces, como si supiera lo que debía hacer su lengua invadió mi boca en cuestiones de segundo (¿Cómo podría describirlo, era algo que nunca había experimentado…?) lo cual repitió una, dos, tres y cuatro veces… Sus besos eran diferentes de cómo sería con un hombre, su textura aportaba una nueva sensación y su saliva extraña como cualquier otra, tras la cuarta incursión me parecía deliciosa, sentí que se me volaban los tapones de tanta emoción.

Lo abrace rodeando su cuello con mis manos y continúe moviendo la cabeza en balance con la suya, buscando el contacto de su lengua con la mía, besándonos, dejando que su larga lengua se introdujera en mi boca y llegase hasta el fondo de ella. Nos comimos a besos por casi dos minutos que parecieron eternos, fue algo novedoso e intenso, estaba en una nube de placer cuando este desvió su atención a mi tía lamiéndole: los pechos, la clavícula, el cuello y finalmente la boca. Frente aquel espectáculo de amoroso entusiasmo, no pude menos que refregarme el clítoris y retorcerme los pezones afianzando así mi propia lascivia.

Él la empujaba buscando tumbarla al suelo, pero ella se inclinaba y colocaba más cerca. Una y otra vez se besaban con exóticos gemidos, chasqueo y suspiros, eran maravillosos. Retrocediendo un poco entre cada beso, dejando una u otra mejilla a su antojoso órgano bucal. La veo y su rostro refleja una gracia infinita de auténtico placer. En un breve instante me sonríe y giña un ojo antes de perderse nuevamente en los placeres bucales con su perro.

- Uuuummhh… Basta Odín, ya, ya está bien… Ahora tenemos que atender a Claudia. - Dijo apartándolo un poco con los brazos – Claudia, ven, ponte de pies, te voy a dar el cunnilingus de tu vida.

Me puse de pie frente de ella y separé un poco las piernas ofreciéndole acceso a mi raja. Sus manos se aferraron a mis nalgas a la vez que sus labios se acercaban a mi raja, lamiéndola y chupándola con violencia, mordiéndola… - ¡AAUUUGH! ¡NO! TÍA ¡AAUUUGH! CUIDADO… - grite al sentir la mordida. - Uuuummhh… Que rica estas, sobrina – Respondió, al mismo tiempo que me apretaba y abría las nalgas una y otra vez Ven Odín, aquí, aquí – dijo dándome unas nalgadas Dale un beso negro a esta perrita – concluyo y continuo de nuevo a lamiéndome, arrancándome gemidos en tanto Odín me propinaba una serie de cosquillas lamiéndome los muslos, buscando lamerme también el coño junto con mi tía que se había pegado como una aspiradora, succionando y lamiendo mis flujos desde lo más profundo.

- Aaahh tía… Allí, allí… Lámeme – jadeaba empujándole el rostro con las manos contra mi entrepierna en tanto pequeños temblores me sacudían el cuerpo y sus manos me manoseaban sádicamente el trasero.

- Aquí no perro pendejo… - Dijo separándose un poco y dándome vuelta para que el culo quedara frente al perro – Aquí, el culito es lo tuyo – agrego, dándome unas palmadas nuevamente, entonces como si se adelantara a lo que pensaba el perro, se escupió las manos y me embadurno el culo con su saliva. Fue entonces cuando sentí su primer lengüetazo en las nalgas - ¡Aaaaaahhg! ¡Tía, tía…! Oh dios… - Gemí mientras un escalofrió me recorrió entera. La veo a los ojos y me sonríe relamiéndose los labios con perversa lascivia antes de enfrascarse en mi coño continuar su faena.

La vista se me nubla al sentir de nuevo su boca devorando mi coño y la lengua del perro cada vez más cerca de lamerme el ano, siento las piernas flaquear y monto una sobre uno de sus hombros en el mismo instante que la legua del perro me lame parte de la raja, el ano y toda la raya del trasero, una, otra, otra y otra vez « ¡Mierda, que bien se siente eso! », que me deje llevar por el placer, era la sensación más inusual que hubiese imaginado.

- ¡Mmmmhhg! Odín… Perro cochino… aaaahhg ¿De verdad…? ¿Te gusta lamer eso?  Oooh sí… ¡Mmmmh! lame mi culo – jadeo y gimo, temblando ante aquella áspera y divina sensación, disfrutando del placer que me producía (Que Rafa me lama el ano hasta dilatarlo me enloquece, entonces, es cuando le ruego porque me empale con su verga y me joda hasta rellenarlo con su leche condensada). Entre la lengua del perro por detrás y la de mi tía por delante empiece a estremecerme sintiendo los indicios de pequeños orgasmos. Me arqueo sacando el pecho en tanto refuerzo mi equilibrio aferrándome a su cabeza y depositando parte de mi peso sobre su hombro. El corazón se me acelera y emito sensuales gemidos - ¡Me encanta! ¡Me encanta! ¡AAAAAAHHG…! INCREIBLE… MI CULO… ¡UUUUMMGH! ¡QUE DIVINOOOOO!

Empujo su cabeza contra mi concha (halándole de los cabellos) la cual balanceo buscando el contacto de su lengua con mí clítoris. - ¡Oooohh! Tíaa… ¡Muérdeme el clítoris! ¡Muérdelo, muérdelo! ¡Aaaaaahhhg! ¡Sí, así…! ¡Mmmmhg…! ¡Mi clítoris! -  Jadié, cuando de pronto comenzó a morderlo, chuparlo y lamerlo con una firmeza controlada… Mientras más me lamian más me retorcía de placer. El ano se me contraía y dilataba con ansia cada vez que Odín lo mimaba de abajo arriba una y otra vez. O, cada vez que mi tía jugueteaba con el clítoris; sacudiéndolo, lamiéndolo, chupándolo y mordiéndolo. Estaba más que demente de la excitación; gimiendo, jadeando y bufando palabras inentendibles; arqueando y moviendo mis caderas en tanto las manos de mi tía me separaban con fuerza las nalgas.

Abrí los ojos como dos platos y le halé con mayor fuerza de los cabellos - Aaahh tía… No lo resisto más… ¡ME VENGO, ME VENGO! grite, disfrutando de la sensación que ambas lenguas me estaban dando, me estaban volviendo loca tanto la una como la otra. El corazón me retumbaba; PUM, PUM, PUM, a la vez entre convulsiones me vine con un intenso orgasmo - AAAHH TÍA… NO PUEDO, NO PUEDO, NO PUEDO… MÁÁÁÁS… ¡MMMMHHG!  - jadeaba empujándole de los cabellos en tanto me contorneaba.

De repente sentí que me empotraba un terceto de dedos dentro de la vagina; metiéndolos lo más hondo que podía, estaba tan lubricada, que se deslizaban libremente y sin resistencia alguna en tanto iba aumentando el ritmo, no importaba cuanto contrajera las paredes, no lograba retenerlos ni un poco.

Luego, saco los dedos de mi concha y bajando mi perna de su hombro se acomodo un poco y dejo que el perro le lamiera los dedos. Cuando creí que no iba a seguir masturbándome, me sorprendió metiéndome la mano entera, las piernas me flaquearon y de mi boca brotaron gritos de miedo y dolor - ¡AAUUUGH! ¡NO! NO… TÍA ¡AAUUUGH! ME DUELE…- al mismo tiempo que mis manos se apresuraron a detener su avance en mi cueva – ¡Shhhhh! Suelta… Respira profundo y tranquilízate… Aguanta un poco más – decía mientras pugnaba por seguir avanzando.

- ¡AAUUUGH! AUUUGGH.... NO TÍA… ¡UUUUMMGH...! ME ESTAS LASTIMANDO – decía asustada, temblando de dolor en medio de aquella excitación.

- ¿Te duele mucho? ¿no puede ser cierto? – pregunto preocupada.

- Me… Me lastimas, por favor… ¡AAAAUUW! – nunca había sentido nada igual, o eso creía.

¿Vamos Claudia…? Esto es menor al nudo del perro… ¿De verdad, quieres que la saque?

¡No! sigue… Yo aguanto… Suave… Por fa ¡AAAAAHHG! – termine gritando en tanto me metía la mano con fuerza

- ¿Quieres que te coja el perro? ¿No? ¿Lo quieres, quiere te folle duro…? Entonces ¡AGUANTA PERRA!

- ¡AAUUUGH! ¡AAAAAHHG! TÍA, TÍA, TÍA… ASÍ NOOOOHH…– grite más alto todavía «Me va a romper, me va a romper ¡Oh Dios…! por favor, me va a desgarrar» - POR FAVOR, POR FAVOR… MÁS SUAVE

-  Tonterías… Crees que él sabe de delicadeza y suavidad ¡NO! No sabe de eso – argumentaba mientras movía su mano cual si fuera una verga dentro del mi coño - ¿quieres que te coja sí o no?

- Si, ¡si quiero tirar con el perro!

Con su mano entrando y saliendo de mi concha pude ver el rosado clítoris asomado fuera del capuchón, el cual, sentía palpitar a la vez que un vaho ferroso y salino flotaba como una nube de dióxido de carbono en toda la instancia, amplificada por el calor o efecto invernadero que otorgaba la chimenea a nuestros sudorosos cuerpos; un aroma sexual insoportable; una droga mental, que me trasladaba a nuevas emociones. Su mano entro una última vez y salió repleta en de miel.

Buscando el contacto con mis ojos, alzo la mano y la llevo a mis labios para que saborease los flujos agridulces que se fermentaban en mi interior. Uno a uno lamí y relamí aquellos dedos que tenían un sabor narcótico que no podía dejar de chupar afanosamente hasta dejarlos sin sabores. Tomo su mano y lamo también su palma, cubriéndola luego con muchos besos. Entonces, sonriéndome, se sujeta de mis senos y me hala duro de los pezones, y por un momento, que pareció muy largo, todo se detuvo en una angustiante calma.

Se levanta del suelo en tanto el perro entusiasmado lame nuestros cuerpos, olfateando los lugares con mayores residuos sexuales, arrancándonos jadeos, gemidos y risas con su lengua. Me abraza por el cuello mientras yo le abrazo por la cintura y sin cerrar los ojos acercamos nuestras bocas y nos entregamos en un profundo y apasionado beso, un beso de esos que te roban el aliento y te dejan sin respiración. En cada bocanada de aliento; nuestras manos surcaban nuestras pieles y nuestros erguidos pezones chocaban los unos con los otros.

- Espera Claudia… Espera, no te impacientes – dijo separándome de los hombros – ¡Odín! ¡Perro morboso! ¿No te da pena…? Andar con ese instrumento afuera… - dijo mi tía con voz risueña, con el perro brincando alegre de aquí para allá y ladrando agudamente emocionado. - Lo mejor viene ahora, así te resistas, te vas a mojar toda.

- Ya estoy muy mojada, pero quiero otra cosa de momento…

- Ajaah… Y eso sería ¿cómo qué...?

- ¿Cómo hacer que libere algo de tensión? – agregue, haciendo la señal de masturbación con un puño cerca de la boca y chupando la punta del puño de la manera más lasciva posible.

- Mmmhg… Siendo así – dijo, sonriendo y arqueando las cejas un par de veces - Ven Odín… Te toca lamer toda la cremita que mami preparo con Claudia…  – continúo, mientras se recostaba al borde del sofá con las piernas abiertas

- No dejes que su mueva… Quiero saborear su barra un rato…– dije acomodándome de rodillas a un lado de él. Entonces, antes de que interviniera. Él arrancó enseguida a lamer con fervor su coño, haciendo que se retorciera de placer y gritara con cada lametazo - ¡AAAAAAHHG! ¡MMMMMHHG! ¡QUE RICO BEBÉ! ¡ASÍ… UUUY! ¡SIGUE AMOR! ¡SIGUE ASÍ...! ¡LAME, LAME, LAMEEEEHH….! –. Yo estaba tan excitada, que aquello acentuó más mis intenciones. Me recosté en la alfombra acomodándome con su falo a escasos centímetros de mi boca, en tanto que las piernas de mi tía se estremecían temblando y se estiraban de puntilla con los dedos engurruñados flotando tímidamente sobre alfombra.

- Mira como lo tienes… (Dije observando la parte del miembro que sobresalía; más largo que mi dedo índice, rojiza, brillante y dos veces más gruesa que un lápiz labial) eres un perro quesuo – agregue tomándole la verga y frotándola suave dos veces adelante y atrás «Voy a vaciarte esas bolas…» Pensé, mientras iba engullendo aquella barra dentro de mi boca, saboreándola despacito, mientras escuchaba los sádicos lengüetazos que el perro le daba a mí tía, arrancándole uno y otro orgasmo consecutivo.

– Mmmmhg… Es la segunda vez… Que te chupo… El guevo… ¡Uuuuummg! Me encanta… Su forma… Su textura…. ¡Uuuuummg! Que divina esta…- iba jadeando cada vez que sacaba su barra de mi boca.

Decidí hacer uso de todas mis facultades. Metiéndome el pene hasta el fondo, succionándolo contra el paladar, chupándolo como si de un grueso bastón navideño se tratara, metiéndolo y sacándolo rítmicamente; una, dos, tres, cuatro, cinco veces. Lamiendo la punta; haciendo círculos, arriba abajo y de izquierda a derecha; lamiendo toda su extensión por fuera de lado y lado mientras con una de las manos frotaba su prepucio adelante, atrás, adelante, atrás, mientras repetía la faena bucal; una, otra, otra y otra vez, encerrandolo y moviendo la lengua dentro de lado a lado «Vamos… Córrete dentro de mi boca Odín», creo que nunca había sentido crecer tanto una verga en mi boca, era sensacional, cada vez que entraba y salía era más grande y más gruesa

- ¿Qué tal Claudia…? Uuuummg… ¿te gusta…? ¡Oooh sí Odín!

- Mmmmhh… ¡Sí, me encanta! Mmmmhh… Es un tanto amargo - respondí analizando con cabeza fría un instante «Quizás… de verdad, ni sabe bien. Y el espectáculo debe ser asqueroso. Pero ¡QUE MORBO! ¡ES TAN MORBOSO, QUE ME VUELVE LOCA!» pensé en tanto seguía mamándole el guevo. Todo en él era intenso; su sabor, su dimensión, su textura, su dureza, su calor. Gozaba sintiendo como se dilataba dentro de mi boca mientras un hormigueo me bajaba desde las tetas hasta el coño; el cual burbujeaba ardientemente en tanto me lo frotaba arriba y abajo con furia entre involuntarias contracciones «¡Dios…! ¡Todavía no me la mete y ya estoy al borde de nuevo!» pensé, en tanto metía tres dedos en ella y sentía como las viscosas paredes los rodeaban, no recordaba haber estado nunca tan empapada.

Seguí chupando; moviendo la cabeza adelante y atrás; metiendo y sacando aquel enorme pene que me llegaba a la campanilla de la garganta e incluso así le quedaba un trozo fuera. Cada vez más rápido, disfrutando de su sabor con cada papila gustativa - ¡Mmmmmhh! Que rico… Que divino… mmmmhh… - gemía, al tiempo que con la otra mano meneaba suavemente su miembro chupándolo más despacio, la sensación de rodearlo con la mano era de un erotismo tal, que la sentía palpitar entre mis dedos, estaba a punto de venirse.

Logre sacarla de mi boca justo cuando empezaba a corcovear, lanzando; uno, dos, tres y cuatro chorros de su acuoso semen.  El primer chorro entro directo en mi boca, el segundo me dio en una mejilla y fosas nasales, el tercero y el cuarto cayeron dispersos en el rostro y el cabello.  – Mmmmhh… Que divino Odín, que lechita tan rica y caliente tienes amor… Que abundante ¡Mmmmmhh! Me encanta… - terminé de decir, recogiendo la leche con un dedo y llevándola a mi boca. Observando de cerca, muy cerca… La grande y rojiza verga canina que había estado mamando.

- Parece que te gusto su lechita ¿no? - quiso saber mí tía, aunque la respuesta era más que obvia

- Oh dios tía… Sí, sí me gusto, Mmmmmhh… Me encanto su sabor - respondí, en tanto seguía recogiendo algunos rastros con un dedo y me relamía los labios

- ¡HEY! ¡NO ODÍN! ¡DEJAME, DEJAME! – grito mi tía al sentir que el perro trataba de montarla en un abrir y cerrar de ojos - ¡BASTA ODÍN! ¡NOOO! ¡YA! ¡QUIETO! – continúo, colocándose de pies y empujándolo con una pantorrilla a un lado - Claudia… ¿Quieres hacer un misionero con él? está intenso, no nos dejara en paz hasta montar a una de nosotras.

- ¿Un misionero…? ¿Se puede hacer así?

- Sí, claro, siempre lo hacemos, creo que le gusta más que en cuatro

- ¿No me va a lastimar en esa pose…?

- Para nada, te va a encantar. Ven, recuéstate boca arriba en el sofá, saca un poco las caderas y abre las piernas – dijo, ayudándome a levantarme y colocarme en el sofá. Entonces me di cuenta de algo... Aquel miembro rojizo que había estado mamando era algo más ancho que el de Mozart, o al menos así lo apreciaba – Rápido Claudia… Que está muy inquieto.

A diferencia de la primera vez que no sabía qué esperar, esta vez, estaba mucho más preparada y anhelaba disfrutarlo al máximo… Así que me recosté boca arriba, expectante por hacerlo en esta nueva posición, coloque mis caderas fuera del borde del cojín, separe las piernas y le ofrecí la concha; mostrándole la rosada raja; húmeda y entreabierta, estaba tan cachonda que me sorprendí a mí misma gritando – ¡guau, guau, guau!

Odín se acercó y paso su extraordinario órgano bucal a través de toda mi raja y el clítoris; regalándome una serie de lengüetazos que me corto la respiración y provoco que el cuerpo se me arqueara tremendamente. Estaba disfrutando tanto la sensación de su lengua abriéndose paso entre los labios, que de inmediato empecé a temblar – ¡Ooh sí… Lame, ¡lame más…! Aaaah que divino ¡Así…! - jadeando locamente, hasta el punto que, separe los pliegues inferiores con ambas manos y expuse a su alcance las rosadas y húmedas carnes para que lamiera más adentro - ¡Aaaaaggh! ¡Sí Odín! lame aquí dentro, aaaaahh… ¡mi vagina! ¡Uuuuummgh…! – gemía, en tanto sentía su áspero órgano bucal lamerla entera de abajo a arriba, hasta subir al clítoris y arrastrarlo deliciosamente, arrancándome; risas, jadeos, gemidos, gritos y suspiros. Atándome… ¡No! ¡encadenándome! a una ruleta de orgasmos consecutivos, todo aquello no solo resultaba divertido, era en extremo; delirante, obsceno y delicioso.

La lengua de Odín se sentía de lo lindo y la pasaba por cada milímetro de mi concha. No podía creer lo adicta que me estaba volviendo a tener relaciones con un perro… Podían hacer cosas que ningún hombre podría hacer jamás.  No lo soportaba más, necesitaba con premura que me pringasen de leche el vientre – Ven Odín, sube, sube aquí… - dije dándome palmadas por debajo de los senos – Ven a coger con Claudia… Cógeme duro bebé.

En instantes me preparé para recibirlo; se alzo sobre mí con sus patas delanteras sujetándome por delante de la cintura, la cabeza entre mis pechos y sus caderas ondulando instintivamente, blandiendo con entusiasmo su rojizo y brillante pene que me rozaba el clítoris o golpeaba el ano. Por lo cual empecé a mover las caderas, ajustando mi posición con la de él, cuando de repente asesto mi entrada y me penetro de un solo golpe - ¡AAUUUUGH! ¡AAAUUUUUGH…! ¡ME DUELE! ¡UUUUMMG...! – Grite, cuando me atravesó todo el canal vaginal de un solo golpe hasta chocar con mí cérvix. Incluso estando preparada me dolió tremendamente, pero se sintió tan bien… Su verga me llego al cerebro antes que las neuronas, era fuera de este mundo. - ¡AAUUUGH…! ¡AAAAHHG...! ¡NO SEAS TAN BRUSCO! ¡UUUGGH...! ¡UUUUMMG...! – Gritaba en auténtico furor de dolor y placer, todo fue tan rápido, para mí… Fue maravillo que me empalara de aquella forma.

Estaba siendo atravesada una vez más por un perro; soportando el caliente y delicioso escozor de su miembro frotando salvajemente mis paredes, a la vez que estas se ceñían apretándolo; soportando como golpeaba con fuerza mi cérvix; una, otra, otra, otra, otra, otra, otra y otra vez, como si del pistón de un motor se tratase. Pronto una sensación de éxtasis embriago todo mi cuerpo, se me puso la piel de gallina y se me estremeció hasta la pepa del culo notando una mezcla de; hormigueos, burbujeos y mariposas que me llenaron de emoción y de mi boca empezaron a brotar auténticos gemidos de placer delirante, gritando como una puta, no, ¡COMO UNA PERRA! - ¡AUUGH! ¡AUUGH! AAAUUUUGH… OH CIELOS ¡SÍ! ¡JUSTO ASÍ… ODÍN! ¡DAME RICO! UUUUMMG... ¡TÚ VERGA ES INCREIBLE! SÍÍÍ… AASIIIHH… ¡CÓGEME! ¡DAME DURO AMOOOOR...!

En esa posición, Odín me follaba de lo más rico en cada embestida, penetrando cada vez más fuerte y profundo en mi coño; quemando y estirando las paredes a medida que su miembro parecía crecer y ensanchase en mi interior; besándome el cérvix en una tanda de movimientos endemoniados - ¡AAAAAAHHG…! ¡SÍ…! ¡CÓGEME! ¡CÓGEME! ASÍ ODÍN ¡QUIERO TU SEMEN! UUUUUMMHG… HAZME TUYA… OOH DIOS ¡ESTAS LLEGANDO MUY ADENTRO! ¡UUUUMMG…! - gritaba, sintiendo el placer de cada estocada al mismo tiempo que hacía suaves círculos y vaivenes con las caderas… Me fornicaba a una velocidad inmensurable que ningún hombre podría siquiera igualar, los orgasmos que me venían eran increíbles (la maldita cuenta paso a la historia), el cuerpo se me estremeció en una sucesión de convulsiones simultáneas y me vine en fuertes orgasmos que no podría haber resistido, aunque lo hubiese intentado «AAAAAHHHG ¡ESTÁ ESTIRANDO MI VAGINA! ¡ES… ES FANTÁSTICA! ¡AAAAHHHHG! ¡ESTA MUY DENTRO DE MÍ!» gemí mentalmente con la respiración cortada y el corazón palpitándome a mil por hora, mientras chorros de oriné entrecortados salían acompañando sus embestidas. Me vine como nunca en mi puta vida me había venido, temblando, asustada de que las piernas me flaquearan y perdiésemos la posición, no quería que dejara de cogerme como lo estaba haciendo.     

Con cierto temor moví un poco mis caderas, ajustando la posición y estire los brazos abrazándole por la cruz, y arqueando un poco la cabeza hacia adelante busque lamer su lengua con la mía… «¡BESAME! ¡BESAME! QUIERO SENTIR TU LENGUA EN MI BOCA» resonaba en mi mente a medida alcanzaba su lengua y compartíamos apasionados lengüetazos, en tanto los “Chop, chop, chop, chop” habituales de sus impetuosas embestidas resonaban en la estancia chasqueando junto con los flujos que brotaban a tropeles por los fanáticos orgasmos que me acontecían - ¡AAAAAAHHG! ¿ME VAS A PREÑAR? ¿ME VAS A PREÑAR…? – Grite acariciando su cuello mientras nos besábamos - ¡ASÍÍÍ! ¡PREÑAME! ¡DEJAME EMBARAZADAAAA…! AAAAAHHG... ¡LLÉNAME CON TUS PERRITOS! – grite delirante, mientras temblaba con otros orgasmos ¡más potentes! que se iban encadenando a los anteriores «OH DIOS, ESTOY TIRANDO CON UN PERRO… NO PUEDO CREER QUE ESTO ME GUSTE TANTO» pensé, entonces lo sentí ¡empujar muy fuerte! inyectándome un poderoso e impresionante chorro de líquido caliente; semen, licor, leche, ¡ELIXIR DIVINO! que me traspaso el cérvix y cuello uterino - ¡AAAAAAHHG… ODÍN! ¡TU PENE…! ¡MI UTEROOO…! UUUMHG… ¡SÍ…! ¡DAME TU SEMEEEEN! – grité temblando toda.

Estaba descargando todo su semen dentro en mí «Oh Dios, que divino… Me va a dejar preñada el muy hijo de puta» pensé en tanto se me perdía la vista al techo. Empujando mientras inyectaba cada vez más semen dentro del útero; que se sintió repleto y burbujeante al recibir sus descargas.... - ¡SÍ ODÍN! AAAAAHH... LLENAME, LLENAME ¡LLENAME CON TU LECHEEE…! UUUUMMG – seguí gritando (¡Fue una sensación extraordinaria! Podía sentir como su leche; caliente, delgada y acuosa se acumulaba más y más en mi útero. Eran billones, ¡NO!, eran trillones de perritos microscópicos correteando frenéticos dentro de mis paredes uterinas, los cuales incluso escuchaba ladrar en mi cabeza…), todo era ¡Kawaii! En tanto los temblores se iban distanciando.

Tras eyacular aquella tanda de leche, continúo bombeándome despacio, pero con mayor fuerza contra mis caderas - ¡AAUUUGH! OUWW… CUIDADO ¡QUIETO…! UUUUUMHG – grite más fuerte si cabe decirlo, en tanto sentía como su nudo entraba en mi coño, dejándome abotonada. Tomo una breve pausa justo en medio de la acción y entonces se dio la vuelta dándome la espalda - ¡AAUUUUGH! AAAUUUGH… NO, QUIETO… NOOOUUUUGH ¡ME DUUELEEE! - grite sintiéndome impotente, mientras su verga seguía insertada y unida a mi vagina. Fue un momento peligroso. Realmente estaba anudada a él mientras tiraba de mis entrañas en ese movimiento, la estimulación fue tan intensa que tuve la certeza de que el pene se le hinchaba y palpitaba dentro de mi vagina, o quizás éramos ambos, era una sensación tan extraña (dolor, placer, ardor y cosquillas), su duro pene se dilataba y mis suaves paredes se contraían, incrementando así la sensación de abotonamiento, apresando su barra. Me sentía flotar como si estuviera montada sobre una nube.

Fue tanta su corrida que mí vientre se reboso por el volumen, provocando que parte de su semen se filtrara junto con mis flujos por los bordes vaginales, derramándose como leche condensada sobre la alfombra. Me preguntaba si ya todo habría terminado, ya que sentía el útero lleno de su leche… Cuando volví en mí, observé a mí tía a cierta distancia con un celular en mano sacando fotos a diestra y siniestra.

- Tranquila, este es tú celular, son para que las tengas de recuerdo

Yo no dije nada, o más bien, me importaba un carajo las fotos… Había llegado al clímax máximo una y otra vez, estaba realmente exhausta con la mirada perdida, sudorosa y el pecho subiendo y bajando agitado. No sé bien cuantos minutos habían ya pasado, quizás cinco, diez o quince minutos. Lo cierto es que de repente lo sentí de nuevo - ¡AAAAAAHHG…! UUUUUMHG… YAAA… UUUUUMHG ¡NOOO! ¡SACALO, SACALO…! BASTA ODÍN ¡AAAAAAHHG…! – grité, sintiendo otra descarga tan fuerte y caliente que pensé que se orinaba dentro de mí en tres prolongados chorros, estaba vaciando sus bolas dentro de mi y nuevamente me estremecí arqueándome del ardor de su semen cuando entonces tiro con fuerza de mi y se desacoplo de mi cuerpo, haciendo que los excesos de semen se derramasen fuera de mi coño. Las piernas me flaquearon y mi cuerpo se derrumbó solo del sofá a la alfombra, recuerdo que la chimenea… La chimenea. (Me desmaye).

Cuando desperté, lo primero que percibí fue un fuerte olor a cigarrillo en toda la sala. Estaba acostada sobre el sofá con una cobija encima y un paño frio en la frente. Mientras de los ojos de mi tía rodaban un par de lágrimas.

- Gracias a dios, gracias a dios Claudia… Bendito sea el señor, los siento tanto… Perdóname.

 No sabía bien que había pasado, ni qué hora era… Pero hacía mucho frio y las luces internas estaban ya encendidas.

P.D. Upsss u,u? no logre hacerlo más corto... Gracias por leer el relato @,@/ no olvides valorar y comentar.