NURIA (III): Nuria en la carretera
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En serio, Nuria, como no pares nos vamos a estrellar. - protestó Didier sin mucha convicción.
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¿No te gustaría morir con la polla dentro de la boca de una tía? - dije juguetona, dejando de chupar por un momento. - Como Tyrion Lannister.
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Si no recuerdo mal una de sus condiciones era morir con 80 años. - rió, sin apartar la vista de la carretera. - Además, si nos estrellamos seguramente me la arranques de un mordisco.
Sorprendentemente, aquello me convenció. Le intenté guardar la polla en los pantalones, sin ningún éxito, y me incorporé en el asiento del copiloto.
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Eres un aguafiestas. - me quejé de forma burlona. - Lo último que has dicho me ha dado ganas de vomitar.
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¿Estás segura de que mi polla en tu garganta no ha tenido nada que ver? - se mofó, aunque él también tenía algo de lo que quejarse. - Joder, ahora voy a tener que conducir con la polla dura y fuera del pantalón hasta la próxima gasolinera.
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¿Y me dejarás que te la chupe? - pregunté, aunque realmente lo que me había dado morbo era hacerlo mientras conducía.
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¿Chupármela? Te voy a meter en el asiento de atrás y verás lo que es bueno.
Didier cumplió con sus amenazas y, en la siguiente estación de servicio y después de repostar y comprar unos pocos aperitivos, lo cabalgué en el asiento de atrás de su coche. En ello estábamos, sin hacer daño a nadie, cuando escuché unos toquecitos en la ventanilla detrás de mí.
Cuando me giré vi a una Señora Indignada®, mirándonos con una cara de espanto como si estuviéramos invocando al demonio, cuando ni siquiera nos habíamos quitado la ropa. Bajé la ventanilla con resignación.
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A hacer guarradas a un hotel, hombre, que por aquí pasan niños. - dijo con una voz estridente que seguro que era más nociva para un niño que cualquier escena sexual.
Eché un vistazo detrás de ella y vi otro coche en el que había un hombre al volante, esperando a que su esposa volviera de su cruzada personal, y al menos una niña en la parte de atrás, aunque puede que hubiera algun crío más. Me pareció evidente que la señora se había bajado del vehículo de propio para increparnos. Y también me pareció evidente que la niña tendría que haber sido contorsionista para haber visto algo de lo que sucedía en el coche de Didier.
-
Con todo el respeto, señora. - respondí con mal disimulado desprecio. - Váyase a la mierda.
Mi improperio la pilló desprevenida, dejándola sin habla unos instantes, aunque yo creo que la expresión que buscaba debía ser algo por el estilo de “Habrase visto”. Finalmente, consiguó articular palabra:
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Marcháos ahora mismo o llamo a la policía. - amenazó, y yo me tuve que contener la risa.
-
Llame, señora, llame. Que vengan los GEOs. - me burlé.
Ella se fue entre aspavientos, pero no hacia su coche sino hacia el interior de la estación de servicio. Probablemente iba a quejarse al encargado.
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¿No crees que te has pasado un poco? - preguntó Didier, que por si no lo habéis notado es un poco mejor persona que yo.
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Ahora me voy a pasar. - le respondí con malicia, descabalgando su polla y colocándome bien el tanga. - ¡Oiga! ¡Caballero! ¿Puede venir un momento?
El marido de la Señora Indignada® tardó unos segundos en darse cuenta de que lo llamaba a él. Miró a su alrededor, dudando, le dijo algo a su hija y salió del coche en dirección al nuestro.
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¿Qué quieres? - preguntó con tono gruñón. Era un hombre calvo, gordo, con bigote. Y hoy era su día de suerte.
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¿Qué le pasa a su mujer? Está un poco amargada, ¿no? - dije sin dejar de sonreír. - ¿La tiene mal follada o qué?
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Oye, ¿qué coño dices, niñata? - se enfureció.
-
Tranquilo, señor, no es culpa suya. - ahora puse voz de niña buena. - ¿Cómo va usted a rendir en condiciones con semejante vejestorio?
Me miró con incredulidad, pero también con cierto interés. Seguí hablando.
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¿Por qué no me tocas un poco las tetas y te das una alegría? - sugerí con gesto seductor, asomándome por la ventanilla.
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¿Quieres... quieres que te toque las tetas? - abrió los ojos desmesuradamente.
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No realmente, pero me apetece vengarme un poco de esa bruja. - señalé con la cabeza en dirección a la estación de servicio, donde se podía ver a través de los cristales de la puerta a su mujer discutiendo acaloradamente con el hombre al otro lado del mostrador.
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No... no es una broma de cámara oculta, ¿verdad? - el hombre ya estaba sonriendo. ¿He dicho ya que los hombres son idiotas? - ¿A... a tu novio le parece bien?
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No es mi novio, me lo follo porque la tiene muy grande. - solté con indiferencia, sabiendo que aquello terminaría de excitar al marido.
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¿Con que sí, eh? - soltó una risita ridícula mientras empezaba a sobarme las tetas, cuidándose de mirar para asegurarse de que no volvía su mujer. A él no parecía importarle tanto lo que pudiera ver su hija. - Yo no la tengo de mal tamaño, ¿sabes?
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¿La tienes de 25 centímetros? - pregunté, casi retóricamente.
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N-no... - admitió. - Pero es que no soy negro.
Me hizo reír, aquello no me lo esperaba.
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No se preocupe y disfrute, anda, que no todos los días son fiesta. - le dije con una sonrisa, sacando las tetas por el escote para aumentar aún más su excitación.
Me había caído bien el tipo, pero no, no era muy listo. Acabó tan ensimismado con mis pechos que solo un estridente grito que decía “¿MANOLO, QUÉ ESTÁS HACIENDO?” le sacó de su estupor. En cuanto Manolo reaccionó y se enfrentó a la Señora Indignada®, el uno con todo el calentón encima y la otra al borde de un ataque de nervios, Didier y yo nos apresuramos a volver a los asientos delanteros y arrancar, dejando a la no tan feliz pareja con sus problemas.
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Últimamente vas a matrimonio destrozado a la semana. - comentó Didier cuando ya nos habíamos alejado, aunque su tono era casi más de admiración que de reproche.
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Un matrimonio destrozado son dos vidas arregladas, nunca lo olvides.
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No todos los matrimonios salen mal. - ahora sí estaba reprochándome. - Yo quiero casarme algún día.
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¿Y ese día dejarás de follarme? - le miré con una amplia sonrisa burlona, conociendo la respuesta.
-
Puede que sea un matrimonio abierto. - se encogió de hombros.
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Más abierto que el de mis padres lo dudo. Él se tiraba a la vecina, ella se tiraba a mi tío... Y aún tenían los santos cojones de tirarse los trastos a la cabeza delante de mí. - recordé con amargura.
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No todo el mundo es como tus padres. - opinó Didier, serio.
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No, algunos son peores. - repliqué. - Ya has visto a nuestro amigo Manolo, si es por él me hubiera follado delante de su hija.
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¿Puedes culparle con lo que tiene en casa?
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El Sr. Jiménez tenía una esposa maravillosa y la engañó repetidas veces. - señalé.
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Sí, contigo. - puntualizó Didier.
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Si una mujer es tan imbécil como para casarse con un tío se merece que le pongan los cuernos. - me encogí de hombros. - Los matrimonios entre lesbianas aún tienen un pase.
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¿Y entre gays? - preguntó, curioso.
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Ahí ya no me meto, no es mi territorio. - mi humor estaba volviendo a mejorar.
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¿Entonces el problema está en el matrimonio o en los hombres? - siguió interesándose por mi perspectiva.
-
El matrimonio es una estupidez y los hombres sois estúpidos. - concluí.
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¿Por lo que una mujer que se casa con un hombre es doblemente estúpida? - dedujo.
-
Efectivamente.
-
Entonces un hombre que se casa con otro hombre debería ser triplemente estúpido, ¿no?
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No lo tengo claro. Igual las dos estupideces masculinas se anulan mutuamente. - me burlé.
-
No, la estupidez tiende a ser acumulativa. - continuó la broma.
Seguimos debatiendo un rato sobre el tema, aunque la discusión ya había perdido toda la seriedad. Cuando ya estábamos llegando al campus pregunté:
-
Oye, tú no me has comentado nada de tu compañero de habitación. ¿Sabes quién es?
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Un tal Andrés, no hemos hablado casi nada. No parece muy interesante. - se encogió de hombros.
-
¿Vas a intentar follártelo?
-
Solo si se cree hetero y está soltero. - dijo entre risas.
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¿Por qué soltero? ¿De repente tienes reparos con la infidelidad? - enarqué una ceja.
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¿Reparos? - me miró como si estuviera loca. - Si no está soltero prefiero follarme a su novia.
Definitivamente, Didier solo era un poco mejor persona que yo.
BEA (III): Nuevos amigos
-
¡Dios! ¡Qué pollón tienes! - gemí, cabalgando con cierta dificultad aquella arma de destrucción masiva. - ¡Fóllame! ¡Joder, es mucho más grande que la de mi novio!
El orgasmo fue bestial. Una vez se me pasó el calentón, eso sí, me sentí un poco ridícula por haberle hablado a un dildo como si fuera una persona, y un poco culpable por haber fantaseado con ponerle los cuernos a Lucas. Por lo menos había conseguido no pensar en Aníbal...
Lo cierto es que cuando llegué a la residencia y entré en mi nuevo dormitorio pensaba dejar el equipaje y salir a dar una vuelta por el campus, pero no esperaba que el paquete que había encargado al sex-shop estuviera ahí ya esperándome. Nuria, la que iba a ser mi compañera de habitación, me había dicho que no llegaría hasta tarde, así que no pude frenar mi curiosidad y tuve mi primera sesión masturbatoria con mi nuevo amigo de plástico.
Al principio me costó adaptarme, tanto al tamaño como al hecho de que no hubiera una persona pegada a aquel falo, pero al final la experiencia resultó ser de lo más gratificante. No había sido tan bueno como el sexo con mi novio, aunque en mis fantasías yo dijera lo contrario, pero había sido mejor que cualquier dedo que me hubiera hecho en el pasado.
Me duché (en unas duchas compartidas que agradecí que estuvieran vacías, no me apetecía que mi primera imagen de mis compañeras de residencia fuera la de sus cuerpos desnudos, y menos aún que la suya de mí fuera el mío), me vestí y fui a dar una vuelta por el campus, aunque como había sido de las primeras personas en llegar apenas me encontré con nadie. Aún así, un par de chicos me sonrieron y otro se acercó a darme conversación. Ninguno me generó el más mínimo interés, pero sí me hicieron pensar que esto solo era el comienzo de un curso que podía ser más complicado de lo que esperaba en lo que a lidiar con tíos se refiere.
De momento la única persona con la que tenía ganas de lidiar era Nuria, y finalmente la conocí en persona cuando llegó a la habitación a eso de las siete de la tarde. La acompañaba un chico negro, que técnicamente no debería haber podido entrar hasta allí, pero no me imaginaba a ninguna mujer protestando por la presencia de un hombre como él. Tras presentarse con un abrazo más efusivo de lo que esperaba, Nuria me presentó a su amigo.
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Este es Didier, un amigo. Es posible que alguna noche te lo encuentres por aquí, así que espero que os llevéis bien.
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Encantado. - dijo él, agarrándome la mano y besándome el dorso, como si fuera un caballero y yo una damisela.
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Perdónale, le gusta hacerse el Casanova, pero en el fondo es un degenerado. - bromeó Nuria, y yo intenté reír para que no se me notara la vergüenza.
-
Pero... no pueden entrar chicos en la residencia, ¿no? - pregunté con una sonrisa, para no dar a entender que me molestaba la presencia de Didier.
Nuria y Didier se miraron y se sonrieron, haciéndome sentir un poco desplazada.
-
Te dije que era súper mona. - dijo Nuria, provocando que me sonrojara si es que no lo estaba ya de antes.
-
Sí que lo es. - dijo él, mirándome con una expresión que me dio escalofríos, pero no de los malos.
-
Bea, cielo, lo de que los chicos no pueden entrar es básicamente para que no vengan a incordiarnos en grupo o intenten colarse hasta las duchas. - me explicó Nuria como si yo fuera tonta, aunque su tono intentaba ser amable. - Nadie te va a decir nada por traer un chico a pasar la noche.
-
O el día. - añadió Didier juguetonamente, agarrando suavemente la cintura de Nuria.
Me estaban poniendo un poco nerviosa, pero no podía decir que no me estuvieran cayendo bien. Parecían gente divertida.
-
Bueno, yo ya sabes que no traeré a ningún chico. - sonreí, intentando integrarme en la conversación otra vez.
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¿Por qué no? - inquirió Didier. - Seguro que muchos se ofrecerían voluntarios.
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Bea está enamorada, Di, no tiene remedio. - suspiró Nuria, no sabría decir hasta qué punto en broma y hasta qué punto en serio, y entonces volvió a dirigirse a mí. - Pero tu chico puede venir a verte alguna vez, ¿no?
-
Sí, supongo... Aunque imagino que preferiremos ir a algún lugar más... privado. - solté una risita.
-
Por mí no os preocupéis, tú me das un toque y yo te dejo la habitación libre cuando lo necesites. - se ofreció Nuria.
-
O me invitáis y nos montamos una fiesta a cuatro. - bromeó Didier.
-
No digas esas cosas, que vas a asustar a la pobre chica. - continuó la broma ella.
En ese momento algo hizo clic en mi cabeza y me cansé de que me trataran como a una niña pequeña.
-
Y si Didier no está disponible tengo un amigo con el que también te los podrías montar. - me atreví a decir, no sé ni cómo.
Los dos se quedaron bastante perplejos, pero antes de que ninguno dijera nada saqué a mi compañero de 23 cm de debajo de la cama, entre risas algo forzadas. Las de ellos parecieron sinceras.
-
Joder, Bea, eres una caja de sorpresas. - exclamó Nuria.
-
Veo que te gustan pequeñas. - se burló Didier, poniéndome, ahora sí, completamente colorada.
-
Bueno, todas las que vendían eran por el estilo... - me excusé.
-
Bueno, gracias por el ofrecimiento pero creo que me quedo con Didier. - rió Nuria, y luego añadió con un susurro: - Es que la tiene más grande.
Asumí que bromeaba, aunque una fugaz imagen del dildo de 30 cm del catálogo pasó por mi cabeza.
-
En fin, chicas, os dejo que aún no me he pasado por mi residencia y mi compañero de cuarto debe estar pensando que me he perdido o algo. - se despidió Didier. - Ya nos veremos, Bea.
Me guiñó un ojo y salió, cerrando la puerta tras él. Entonces Nuria me miró con una sonrisa y me dijo:
-
¿Sabes? En realidad sí que te pediré algún día ese dildo.
Nos reímos juntas, y empecé a sentir que podríamos llegar a ser grandes amigas.
DIDIER (BONUS)
-
Andrés, ¿verdad? - saludé a mi compañero de habitación nada más llegar.
Él ya estaba en pijama y tumbado en la cama, con el móvil. Era un chico muy del montón, algo rellenito pero mono de cara. Si era gay o bi dudaba que fuera a interesarme sexualmente, pero si era hetero (o mejor dicho, si se consideraba hetero) podría ser una buena forma de tachar uno de mis 5 objetivos sexuales del curso. Sabía que Nuria los cumpliría todos, así que yo iba a tener que aplicarme a fondo.
-
Sí. - dijo levantándose de forma algo perezosa. - Y tú eres Didier, me acuerdo por Drogba.
-
No me lo habían dicho nunca. - repuse sarcásticamente.
No me gustaba el fútbol, pero gracias a mi nombre y a mi color de piel conocía a la estrella de Costa de Marfil tanto como a Messi y Cristiano Ronaldo.
-
Bueno, yo ya me he pillado cama y he situado un poco mis cosas, espero que no te importe. - dijo con una sonrisa algo forzada pero lo suficientemente amigable.
-
Tranquilo, culpa mía por llegar tan tarde.
-
Guay. - asintió y se dispuso a volver a tumbarse.
-
Oye, ya que vamos a vivir juntos quiero dejar claras algunas cosas, para que no haya problemas. - ahora yo forcé la sonrisa.
-
Claro, dime. - se había puesto algo nervioso.
-
Voy a traer chicas a menudo, ¿te supone un problema?
-
¿Problema? No, para nada... ¿Está permitido traer chicas?
-
¿Acaso importa? - mi sonrisa se amplió, esta vez sin esfuerzo.
-
Supongo que no. - se encogió de hombros, con una expresión en la cara que sugería que él no contaba con traerse muchas chicas precisamente.
-
También es probable que de vez en cuando me traiga algún chico. ¿Te supone un problema? - repetí la pregunta.
-
¿Un chico? - estaba visiblemente sorprendido. - No, no, para nada. Yo apoyo mucho a los gays y tal.
-
Tío, que te acabo de decir que voy a traerme tías, ¿cómo voy a ser gay? - me burlé.
-
Bueno, a los LGTB, a todos, ya me entiendes. - volvió a sonreír, estaba aún más nervioso.
-
Por supuesto, si tú algún día quieres traerte a alguien yo me iré a dar una vuelta y os dejaré tranquilos, también sin problema.
-
Vale, guay. - dijo sin mucho entusiasmo. - Lo tendré en cuenta.
Finalmente volvió a tumbarse en la cama, y yo procedí a organizar mis cosas.
Estaba meridianamente claro que Andrés era soltero, con poca experiencia con el sexo en general y con ninguna experiencia ni ninguna intención de experimentar con el sexo homosexual. De momento.
LUCAS (III): Carlota Clavel
“¿Te acuerdas de Carlota Clavel?”, rezaba el WhatsApp que me había enviado Aníbal a mitad de la tarde.
Yo estaba jugando a la Play en casa de Íñigo, el hijo de Mamen, agradeciendo a todos los dioses de todos los panteones que ninguno de sus padres estuviera en casa porque ya me costaba bastante mirarlo a la cara a él ahora que sabía lo que sabía.
Claro que me acordaba de Carlota Clavel. Era una chica de mi edad que había ido a mi clase hasta que ella y su familia se mudaron cuando íbamos a 2º de la ESO. Había sido muy amiga mía, invitada frecuente en mi casa y la receptora de mi primer beso, un par de años antes de que yo empezara a salir con Bea. Nunca llegamos a más que besarnos, de hecho apenas lo repetimos un par de veces más y siempre de forma muy tímida, pero la recordaba con mucho cariño. Ver su musical nombre escrito por mi hermano, tantos años después, me produjo un escalofrío.
“Sí, ¿por?”, respondí casi con miedo, aprovechando una pausa en la partida.
Lo siguiente que recibí fue una foto de lo que debía ser el aspecto actual de Carlota, en bikini en una playa, absolutamente despampanante. Ya era guapa de niña, pero se había convertido en un bellezón de cabello castaño, ojos verdes y curvas generosas. Poco después, Aníbal acompañó la imagen con un mensaje.
“Es de su Facebook, la estuve buscando anoche. Impresionante, ¿no?”, decía el texto, aunque con una ortografía mucho peor de la aquí reflejada.
-
Íñigo, ¿me disculpas un momento? Tengo que hacer una llamada. - me excusé con mi amigo y me apresuré a meterme en el baño.
Llamé a Aníbal de inmediato.
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¿Qué, hermanito? ¿Está buenísima o no? - fue su contestación en cuanto descolgó el teléfono.
-
¿Qué coño haces, Aníbal? - solo lo llamaba por su nombre completo cuando estaba cabreado con él.
-
No has contestado a mi pregunta. - dijo con tono burlón.
-
Sí que está buena, joder, pero ¿a santo de qué sacas a Carlota a colación ahora? - intenté no levantar la voz para que Íñigo no me oyera.
-
¿Te la quieres follar?
Hablar con mi hermano podía ser realmente frustrante.
-
Para empezar, te recuerdo que estoy saliendo con Bea. - insistí, sin muchas esperanzas de que la idea se le quedara en la cabeza. - Y para seguir, hace años que no sabemos nada de Carlota. ¿Cómo esperas que me la folle?
-
Me la llevo camelando toda la mañana, por eso no te había dicho nada hasta ahora.
-
¿Camelando? - me senté en la taza del váter, sin estar seguro de querer oír lo que iba a venir a continuación.
-
La saludé por Facebook, hemos estado hablando de los viejos tiempos y la he convencido para que venga a vernos este fin de semana. Le he dicho que sería una sorpresa para ti, así que hazte el sorprendido cuando la veas. - su tono era serio, pero tenía que estar de broma.
-
A ver si lo he entendido bien... ¿Carlota Clavel viene a vernos este fin de semana?
-
Sip.
-
¿Y quieres que yo me la folle?
-
Quiero follármela yo, pero como soy buen hermano te voy a dejar a ti primero.
-
¿PRIMERO? - ahora sí que tenía que haberme oído Íñigo, pero me daba igual.
-
Coño, Lucas, yo no dejo escapar a una tía así como si tal cosa, ya lo sabes.
-
¿O sea que pretendes que me la folle yo y luego follártela tú?
-
Sería un buen plan, sí.
-
¿Y crees que ella va a querer?
-
De pequeña estaba coladita por ti, y por lo que he visto en su Facebook está soltera, así que tienes muchas posibilidades. - opinó alegremente.
-
Yo no estoy soltero. - insistí, casi rechinando los dientes.
-
Carlota está mucho más buena que Bea, y lo que es más importante, va a estar aquí este fin de semana y Bea no.
No quería. Ponerle los cuernos a Bea me parecía lo más bajo que podía hacer, y cualquier idea salida de la perversa mente de mi hermano tenía que ser mala por definición. Pero me hervía la sangre de pensar que él pudiera follarse a Carlota y yo no. Y era verdad, Carlota estaba buenísima.
-
Me lo pensaré. - dije finalmente, rendido.
-
Ese es mi hermanito. - rió Aníbal al otro lado de la línea. - Bueno, ya vamos hablando. ¡Saluda a Mamen de mi parte!
Colgó antes de que pudiera insultarle. Yo no pude evitarlo y enseguida volví a abrir la foto de Carlota. Estaba preciosa y terriblemente sexy. Solo de pensar en que a lo mejor me la follaba ese fin de semana se me puso dura. Pero no era capaz de hacerme una paja en baño ajeno.
Me levanté para marcharme (tampoco es que mi erección se fuera a notar) pero entonces lo vi. El cesto de la ropa sucia estaba a rebosar y, arriba del todo, había un conjunto de sujetador y bragas que solo podía ser de Mamen. Aún no sé qué impulso me llevó a cogerlo, examinarlo, olerlo y, finalmente, hacerme una paja en baño ajeno.
ANÍBAL (III): La verdad
ANÍBAL
ha dicho k si
CARLOTA
¿En serio va a ponerle los cuernos a su novia por mí?
ANÍBAL
fuiste su 1er amor eso pga muy fuerte jaja
ANÍBAL
y stas mas buena que su novia
CARLOTA
Ya, pero no pensaba que Lucas fuera tan capullo.
ANÍBAL
no t importa k yo sea un capullo no?
CARLOTA
Tú sirves para lo que sirves y punto.
ANÍBAL
me vas a hacer llorar
CARLOTA
¿Se ha tragado lo del Facebook?
ANÍBAL
si pro no se xk no le decimos la verdad
CARLOTA
¿Cuál de todas? ¿Que de pequeños iba siempre con él porque estaba pillada por ti? ¿Que cuando me mudé seguí en contacto contigo y no con él? ¿O que cada verano vuelvo a la ciudad y nunca le he dicho nada porque estaba muy ocupada quedando contigo para enrollarnos?
ANÍBAL
dicho asi suena muy feo
CARLOTA
Es muy feo, jugué con sus sentimientos para acercarme a ti. Se cree que mi primer beso fue con él.
ANÍBAL
jaja es verdad k me dijiste k besaba de pena no?
CARLOTA
Y qué quieres, era un crío de 12 años.
ANÍBAL
yo era un crio de 14 y buenos morreos nos pegabamos
CARLOTA
Ya...
ANÍBAL
bueno pro te lo vas a follar no?
CARLOTA
Sí, pero más te vale que valga la pena.
ANÍBAL
el polvo con el lo dudo pero el k te echare yo despues veras como si ;)
CARLOTA
Pero solo me lo tiraré una vez, ¿eh?
ANÍBAL
si si tranki tu eres el cebo para k empiece a ponerle los cuernos a bea luego ya le presentare a tias mas d su nivel
CARLOTA
Me da mucho asco cómo hablas de las mujeres, ¿sabes?
ANÍBAL
sta no t da tanto asco
ANÍBAL
(foto de su polla, completamente erecta)
CARLOTA
Joder, cómo la echo de menos.
ANÍBAL
jaja es k un año a base de micropenes es lo k tiene
CARLOTA
Que mis amigos no tengan pollones de 20 cm no significa que tengan micropenes.
ANÍBAL
23
ANÍBAL
Y k la media este en 15 cm no significa que no sea un tamaño de mierda
CARLOTA
De 17 cm no bajan, chato. ;)
ANÍBAL
tamaño de mierda :)
ANÍBAL
pro ahora en serio no te van pekeñas o k?
CARLOTA
Una vez me acosté con uno que la tenía como de 14 cm y apenas disfruté.
CARLOTA
Es lo que tiene perder la virginidad con una bestia parda como tú.
ANÍBAL
jaja
ANÍBAL
pues m vas a odiar
ANÍBAL
:)