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Esclava madura para Amo joven (lunes temprano)

en Dominación

Continuación de https://www.todorelatos.com/relato/151744/

Mi cerebro no me permitía pensar. Pasaba de un extremo a otro. O estaba con la carga de adrenalina de la excitación, o estaba profundamente cansada y con sueño, no había un estado intermedio, no entendía qué es lo que pretendía mi Amo teniéndome así.

El lunes muy temprano mi Amo me levantó, creo que eran las 5 o 6 de la mañana, nos duchamos, y me dijo que tenía que ir a la universidad, a hacer entregas y presentaciones de su maestría, pero que volvería pronto a casa a ocuparse de mí. Me dejó atada a la cama, ya me estaba a acostumbrando a esa rutina, y no tenía fuerzas para oponerme, en X, con los aparatos puestos: tres vibradores, uno para la concha, otro para el culo, otro para el clit. Y pinzas para pezones con vibración. Todo conectado a un temporizador que se encendía y apagaba por intervalos de 15 minutos.

Me dijo que dejaría una cam encendida para estar pendiente de mí, que transmitiría a su celular, y que había dejado instrucciones a su madre que me soltara en dos horas, me diera algo de comer y me permitiera descansar un poco, y que él llegaría hacia mediodía.

Estaba demasiado agotada, apenas cabeceaba para dormir un poco, se encendían los malditos aparatos y mi cuerpo reaccionaba automáticamente, me excitaba de nuevo, me llegaban 1 o 2 orgasmos más. Intenté contar los intervalos, para saber cuánto me faltaba, pero lo olvidaba cada vez, me sentía como drogada, mareada, sin poder pensar. Al cabo de un tiempo, escuché que la puerta de la casa se abría, y la voz de la mamá de mi Amo me saludaba, al entrar al cuarto.

- "Cómo está hoy la putita de mi hijo?" - fue su saludo, mientras caminaba alrededor de la cama, examinando todo.

Yo estaba en medio de uno de los intervalos con los aparatos prendidos, así que estaba excitada, retorciéndome, agitada, jadeando. Apenas pude responder. - "Bien, se..ño..ra... , gracias". - Al fin terminó la tortura e intenté calmarme de nuevo. Me di cuenta que el tiempo había terminado porque la Señora desconectó el temporizador que controlaba todo. Di un largo suspiro.

- "Bueno, aprovecharé que mi hijo te dejó a mi cargo para conocer un poco más de su esclava. Te ha gustado cómo te ha tenido hasta ahora?".

La verdad, no era tan malo. No tenía responsabilidades, no tenía que preocuparme por nada, sólo debía ser obediente, y jamás había estado tan excitada ni había sentido tanto placer. Además, de alguna manera, sentía que "encajaba" como su esclava. Así que fui sincera al responder:

- "Sí, Señora, me siento bien con mi Amo".

Mientras tanto, me retiró los vibradores empapados y las pinzas de los pezones, lo que dolió un poco, al regresar la sangre a los puntos en que me apretaba. Pero no me soltó de los amarres, seguía inmovilizada en X sobre la cama.

- "Y esto te gusta? Estas pinzas? Que te aprieten los pezones?" - me preguntó.

Estaba un poco avergonzada de la situación, así que sólo asentí con la cabeza, sin mirarla. En ese momento ella bajó sus manos hacia mis pezones y empezó a jugar con ellos. Pasaba la yema de los dedos por encima, suave, y a veces apretaba un poco más fuerte. Yo estaba inmovilizada, no podía resistirme, y ella lo sabía. Así que optó por llevar su boca a mis tetas, y una mano a mi clit. Yo... no entendía qué pasaba, a mí no me gustan las mujeres, y yo estaba ahí sólo por mi Amo, y sin embargo me estaba excitando su contacto y estar ahí, vulnerable, no poder defenderme. Intenté disuadirla diciendo:

- "Señora, por favor... no puede tocarme... sólo mi Amo..."- pero mi voz quebrada y mis jadeos y mi clit hinchado mostraban claramente que lo estaba disfrutando.

- "Que yo sepa, una esclava no protesta. Mi hijo te dejó a mi cargo, y haré lo que se me antoje. Si sigues protestando, tendré que decirle que te castigue y te eduque, no creo que le guste tener una esclava rebelde" - fue su respuesta, y luego siguió excitándome.

Después de un rato, me dijo que soltaría mis piernas y las acomodaría distinto, y que más me valía ser dócil o le diría a mi Amo que había intentado darle patadas. Así que no protesté cuando me soltó y las amarró para que yo quedara con las piernas en V, muy abiertas y levantadas, dejando expuestos mi concha, nalgas y ano. Así se entretuvo un rato azotándome con uno de sus zapatos, por desobediente, por contestona, y yo le rogaba que parara, y me decía que no, que debía dejarme hacer, que encima de estar disfrutando me ponía a protestar. Yo sólo pedía perdón y juraba no hacerlo nunca de nuevo. Ya me tenía sollozando y con las nalgas calientes y ardidas. Y entonces, de repente, sentí que metía su cara en mi concha, y empezaba a lamer, al tiempo que jugaba con sus dedos en mi concha y mi culo.

No sé cómo podía pasar de semejante dolor a este placer, pero me excité de nuevo y ya no pensaba ni me resistía ni me importaba que fuera una mujer. El placer me rebotaba en todo el cuerpo y los orgasmos no demoraron ni pararon. Sentía su lengua moverse de un lado a otro, chupaba, soplaba, lamía, y exploraba mis egujeros con sus dedos. Exploté y me vine en su cara y sus dedos, no sé cuántas veces. Se levantó y me dijo que tendría que pagar ese placer. Por un momento pensé que me azotaría de nuevo, y que yo ya no aguantaría, porque agarró una fusta, pero lo que hizo fue soltar mis piernas, meter un vibrador en mi concha y sentarse sobre mi cara, para que yo la lamiera.

Al principio no sabía qué hacer, pero la señora me daba órdenes y me pegaba con la fusta en los muslos si no obedecía de inmediato, así que, por mi bien, saqué la lengua y empecé a lamer y a mover la cara como pensaba que le daría más placer. Cuando lo hacía bien, dejaba la fusta y encendía el vibrador con un control remoto. Nunca me imaginé estar así, atada y a disposición de una mujer, la mamá de mi Amo, que me "enseñaba" cómo comerle la concha con premios y castigos. No sé cuánto tiempo más duré ahí, ni cuántas veces se corrió en mi cara, pero al fin dejé de recibir azotes y detuvo el vibrador y se paró de mi cara.

Me soltó los brazos, me puso la cadena en el cuello y me hizo seguirla a la casa grande, a la que supuse sería su alcoba. Me dijo que alguien como yo no debería tener el derecho a estar con ella en su cama, pero que lo había hecho bien al final, así que me puso a su lado, me acariciaba y me daba de comer en la boca. Sin darme cuenta, me quedé dormida.