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El príncipe que se convirtió en verdugo. Parte 2

en Sadomaso

Estuve en aquella posición durante mucho tiempo. Incluso pensé que se habría olvidado de mí. Las luces estaban apagadas con ello perdí la noción del tiempo. No sabía sí con certeza era de día o de noche.

Agucé el oído y pude escuchar sus pasos acercándose, le vi entonces completamente desnudo con una lata de cerveza en mano, se acercó a un aparato que tenía por ahí y comenzó a tocar música de AC / DC a un volumen considerable.

Tomó un gato de nueve colas de la pared que exhibía muchos de sus instrumentos, sosteniéndolo solo con una de sus manos mientras lo acariciaba lentamente con la otra, su mirada reflejaba el deseo firme por ejecutar aquello y su verga el placer que le proporcionaba.

- ¿Te encuentras cómoda? - Río fuertemente después de decir aquellas palabras.

Escupí entonces intentando llegar a su cara, pero no lo logré ante lo cual él realizó un movimiento afirmativo con la cabeza colocandose en posición para ejecutar el castigo.

Mi garganta soltó un grito desgarrador ante el primer golpe.

Segundo golpe llegó con aún mas fuerza y violencia.

Comencé a sentir que mi piel se desgarraba pues se concentró en la parte interior de los muslos, donde hacía algunas horas, mi piel había probado la fusta.

Mi sexo estaba completamente expuesto y él dedicó diez fuertes golpes directo al lugar. Supliqué por piedad ante su risa y cara de placer por mis gritos y lágrimas.

- ¿Tu valentía terminó? ¡Llora! ¡Suplica!

- Aghhhhh ¡Por favor! ¡Detente! ¡Piedad! Grité antes del décimo golpe.

Se acercó y con sus mano abierta comenzó a palmear mi sexo, aquello no era agradable, mi coño estaba muy dolorido, introdujo entonces varios dedos y posteriormente los introdujo en mi boca.

- ¿Puedes sentirlo Putita? ¡Todo esto te encanta! ¡Estas completamente húmeda! ¡LISTA!

Tomó mi cuello por la nuca y lentamente entonces, comenzó a juguetear con sus dedos, metiendo y sacando uno primero, dos... hasta que el puño intentaba entrar, empujó varias veces hasta que no encontró mas resistencia.

Mis ojos lagrimeaban y también se ponían en blanco por el delicioso placer que sentí...

- ¡Que puta eres!

Sacó de un solo golpe el puño, haciendo que me contrajera un poco. Me sentía agotada, por lo que cuando soltó mis piernas y me dejó en el suelo, quedé tirada como una muñeca mirando hacia el infinito.

Comencé a sentir que me elevaban, estaba atada por las muñecas, se detuvo a la altura justa donde apenas mis dedos tocaban el suelo, tomó un pequeño cinturón y lo colocó en mi cuello, impedía que pudiese pegar del todo la barbilla con el cuello.

Con una cuerda roja, realizó una atadura que cruzaba mi espalda y pasaba sobre mis senos, apretándolos con tal saña que sentí como la circulación fue interrumpida.

- Ahhhhhhhh ¡Por favor!

Finalizó con unas pinzas con peso en mis pezones. Me sentí al punto del desmayo.

- Veo que recuerdas la sensación, sonreía de manera depravada.

Se alejó unos pasos para jalar un poco mas la cuerda por la cual colgaba para dejarme suspendida totalmente, amarró mis pies y los ancló al suelo.

- Eres un poema - dijo al tiempo que se sostenía el abdomen para reír.

Se movió hacia un lado y regresó con una vela acercó peligrosamente la flama a mi piel, lo cual me llenó de verdadero pánico y comencé a gritar como posesa y sacudirme violentamente.

Dejó caer un buen chorro de cera en cada uno de mis senos, aquello ardió y dolió como caminar descalzo en el infierno. Sentí entonces como descendía con vela en mano y la colocó debajo de mis pies. Él se acercó una silla y subió el volumen de la música para disfrutar el espectáculo.

La flama no lamía mis plantas, pero quemaba igual. Sacó entonces su móvil e hizo varias fotos y acercamientos a mi rostro descompuesto por el terror y el dolor.

- Mis amigos te esperan pacientemente.... - dió un último trago a su cerveza y arrojó la lata directo a mi.

Observó durante un tiempo, disfrutando y deleitándose de mi angustia desesperada por quitarme el dolor quemante de mis pies, del palpitar de mis senos que poco a poco quedaban insensibles al tiempo que se tornaban rojos para dar paso aun morado preocupante, se pavoneaba observando los amarres realizados en mis muñecas y tobillos los cuales me estiraban para lados opuestos generando cierto grado de sofoco y asfixia.

Se puso de pie y retiró la vela, soltó de un solo movimiento el amarre de la soga que me sostenía colgada por las muñecas ocasionando que aterrizara como un costal de papas.

Estaba bañada en sudor, incapaz de moverme por la posición anterior y completamente dolorida, mi voluntad estaba quebrantada.

Soltó mis ataduras de pies y manos y se colocó frente a mi.

- Comienza a mamar pedazo de puta si no quieres que comencemos nuevamente....

Como pude me incorporé y comencé a mamar ávidamente, deslicé mi lengua por todo el tronco de aquel pedazo de carne, e introduje sus bolas en mi boca, introduje en su totalidad aquel pedazo de carne provocándome arcadas a mi misma.

Dos golpes fuertes cruzaron mi cara, pero continué con mi labor.

- ¡Puta guarra! ¡TÓCATE!

Comencé a frotar mi clítoris sin interrumpir aquella mamada, en cierto momento me tomó por el cabello y de un solo golpe introdujo toda su verga en mi boca hasta la garganta hasta que mi nariz tocó su pubis, dejó unos segundos y cuando se retiró en mi afán de llenar mis pulmones de aire, escupió directo a mi boca abierta.

Repitió la acción unas cuantas veces más.

Cogida del cabello me llevó entre mi torpe caminar a gatas y cuando no podía lograrlo, me arrastró hasta llegar a un banquillo, en el cual me recostó quedando boca abajo con el culo al aire.

Sabía que suplicar no me llevaría a nada, por lo que pasé directo a los gritos cuando comenzó a sodomizarme salvajemente.

Separó mis glúteos introduciendo uno y de inmediato dos dedos en mi culo.

Sentía que mis senos explotarían por mi propio peso. Colocó sus pulgares en la entrada de mi ano y estiró abriendo lo más que podía introduciendo al tiempo su verga aún con mi saliva, así hasta que sentí que la resistencia cedió dando paso al desgarre,

-Ahhhhhhhh Aghhhhhhhh

Con un empujón más logró introducir completamente su verga dejándola inmóvil por unos momentos.

Para cabalgarme brutalmente, introdujo tres dedos de una mano y tres de la otra en mi boca y así me jaló hacia atrás como si fuese yo una burda yegua, forzando a tener mi boca abierta mientras hacía fuerza para empujar.

Un gran placer embestida tras embestida me invadió, siendo mis gemidos de placer los que sustituyeron mis quejas. Con fuertes embestidas llegamos juntos al orgasmo.

Me presentó entonces su verga para que la limpiara mientras el sostenía mi cabeza agarrando mi cabello en un mechón. Limpié aquella verga a profundidad, después de todo me había dado inmenso placer.

Satisfecho, el caminó hacia la puerta. Abriéndole el paso a sus amigos.

- ¡Toda suya!

Lo último que supe fue que al menos diez de ellos entraron para reclamar su turno en cada uno de mis agujeros.

FIN