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El príncipe que se convirtió en verdugo

en Sadomaso

- ¡Vamos! ¡Esfuérzate más! ¡Me gusta cuando se resisten!

Esas fueron las palabras que escuché mientras forcejeaba a fin de evitar ser atada en aquella mesa. Estábamos en una especie de almacén, eso lo supe cuando llegamos.

Reconozco que llegué ahí por voluntad propia ¡No tenía razones para dudar de él! Lo conocí durante mis largas horas de trabajo, soy mesera en un Bar a donde asisten motociclistas en su mayoría, la paga es excelente, no entiendo porque la última chica renunció. Evidentemente  él también es motociclista, lo grita su vestuario a los cuatro vientos y eso me pone cachonda a morir.

 ¡Lo tenía todo! Moreno, barba cerrada, alto, siempre oliendo delicioso, muy pulcro, algo que no se ve en esos lugares de manera usual… Siempre me estaba defendiendo de los clientes que solían propasarse tocándome el culo y solicitando que les muestre las tetas, de las cuales, por cierto, me siento orgullosa, ya que son de buen tamaño, naturales, redondas y firmes…¡Son mi mejor arma cuando de conseguir jugosas propinas se trata! Las utilizo sabiamente y a mi favor cada vez.

Poco a poco terminé por sentirme especial y terminó convenciéndome…

- Salgamos de aquí, acompáñame a una noche de cena y  cine, olvídate de este ambiente. Te prometo que pasarás un día inolvidable - esa era su promesa. Me gustaba su actitud protectora y deslumbrante sonrisa, por su físico y forma de andar prometía bastante. ¡Y qué decir el bulto de su pantalón! Se me antojaba para que me dejara adolorida unos cuantos días...

Terminó convenciéndome una tarde donde parecía que todos se habían puesto de acuerdo y se encontraban propasando más de lo usual. Entonces apareció él, como un caballero negro a mi rescate, poniéndose de pie en medio de aquel lugar  y anunciando que yo era de él.

No sabía lo que aquello significaba, por lo que en su momento me alegré y di gracias de todo eso. Tras aquella bochornosa pero gratificante escena, me acerqué a él llevando su bebida favorita como agradecimiento acompañándola de mi mejor sonrisa y contoneo. Cuando me acerqué a él me tomó por la cintura apretandome contra su cuerpo, de inmediato mi me sentí caliente, tocó mi trasero y deslizó su juguetona mano por entre mi ropa hasta acceder a mi sexo mostrandome y demostrándome lo hábil que podía ser con aquellos grandes dedos, que eran callosos,largos y rudos ¡Como sacados de mi catálogo personal!

- ¿Por qué esperar a mañana? Termino mi turno en media hora… Puedes llevarme a tu casa y hacer lo que desees conmigo…

A ese punto me importaba poco si tomaba mi boca, coño o culo, lo que deseaba era que aquel macho me tomara ¡Inmediatamente!

El rió fuertemente y sus ojos se encendieron de placer.

- ¿Segura? - levantó una ceja y sonrió ampliamente.

Afirmé con una gran sonrisa al tiempo que cerraba mis ojos y me sostenía de su hombro para no caer durante el gran orgasmo  que me arrancó descaradamente Chupó sus dedos de manera obscena, ¡deliciosa e incitante!

- Encuéntrame en la parte trasera, no te demores o te castigaré, me dió una juguetona nalgada.

Sonreí imaginando unas nalgadas que me hicieron desear que se desnudara y me diera una cogida de infarto ¡Ahí mismo! Me sentí apenada de mis pensamientos. ¡Vaya puta que resulté ser!

En cuestión de nada llegamos a su casa, cerrando la puerta principal, que más bien era como un portón de almacén tras de nosotros, pensé simplemente que se estaba protegiendo, pues el barrio no era precisamente el más seguro de la ciudad, no le di mayor importancia, mi mente se centraba en mantener la cordura, pues el viaje en aquel animal de acero y su vibración me puso a mil yo estaba mojadísima y lista para ser penetrada.

Cuando encendió las luces, pude ver todo con claridad y entonces mi sonrisa y cualquier pensamiento que hubiese tenido se esfumaron.

Aquél lugar tenía cámaras, cadenas, látigos, fustas e instrumentos que no reconocí, por unos momentos me sentí confundida, pero no tuve la oportunidad de aclarar mi mente o hacer preguntas ya que sentí de inmediato sus manos en mi cuello levantándome al vuelo sin darme tiempo de nada más, físicamente yo no presentaba resistencia para aquella mole humana.

- ¡Suéltame!  - le grité con dificultad, intentando con mis manos que lo hiciera, lo cual fue inútil, comencé a sentir como él me conducía hacia la mesa que estaba en el centro de aquel lugar.

Mi instinto me invitó a continuar peleando, aun cuando la batalla la tenía perdida.

- ¡Vamos! ¡Esfuérzate más! ¡Me gusta cuando se resisten! - su mirada había cambiado, continuaba siendo de deseo, pero ahora era de otro tipo de deseo. ¡Aquel cabrón disfrutaba de todo aquello y yo estaba ahí para ser su juguete!

Estiró una mano y tomó una picana que tenía sobre la mesa y con ella comenzó a ocasionar dolorosas descargas eléctricas en cualquier parte del cuerpo accesible para él, principalmente donde no tenía ropa, ocasionando gritos de mi parte. Me soltó sin ningún aviso por lo cual aterricé de bruces en el  suelo donde lo único que podía escuchar era su horrible risa, intenté recuperarme solo que él comenzó a arrancar mi ropa a jalones, mostrando así su dominio por medio de la fuerza.

No quería llorar, pero mi cuerpo me traicionaba, entre rabia e impotencia.

- ¿Por qué? – pregunté entre lágrimas.

- ¿Necesito una razón? ¡Eres una presa más! ¡Siéntete afortunada! Será hasta que me canse de ti, que te entregaré a mis amigos… ¡Todas se creen el teatro que construimos en el Bar! ¡No tienes nada de especial! ¡Eres simplemente una presa más! Y el Bar… el Bar es una trampa para atraer a deliciosas presas como tú…

Con los ojos transformados y su sonrisa diabólica, continuó dándome descargas en mi cuerpo, sobre todo en mis senos… intenté cubrirme y rodar hacia abajo a modo de protección, momento en el que aprovechó para inmovilizarme con una rodilla sobre mi espalda impidiendo que pudiese incorporarme o pelear, introdujo  sin más y desde ese ángulo un par de dedos en mi sexo.

- ¡Estas mojada! ¡Esto te gusta! ¡No me sorprende! ¡Tremenda puta masoquista que resultaste ser! 

- ¿Que? ¿Estas loco?

Aún con la rodilla sobre mi espalda, jaló mi cabello con una mano hasta casi tocar mi nuca con mi espalda, intenté soltarme, con la otra mano azotó mi culo con su mano abierta, sentía como mis nalgas ardían, el no se detenía y yo me estaba quedando sin aire así como sin fuerza.

- ¡Esta bien! ¡Haré lo que me pidas! ¡Detente por favor!

Mis súplicas no detuvieron su castigo del todo, se puso de pie para arrastrarme por el lugar.

-  Mira bien… -dijo él -  usaré todo esto en tu dulce y cálida piel, puede que arranque un poco… ¡Grita! ¡Grita! ¡Así! 

Pateé e intenté zafarme de su agarre. Todo resultó inutil.

Hábilmente me tomó del cuello para subirme a volandas a la mesa donde, aún en contra de mi voluntad me aprisionó con unos grilletes metálicos que tenía fijos a la mesa, sujetando firmemente mis muñecas cerca de mi cabeza, tobillos  con las piernas apenas separadas y cintura.

Por unos instantes no escuché nada salvo mi respiración agitada, mi visión estaba nublada y no podía concentrarme en nada en absoluto, quizás estaba en shock, fue hasta que escuché un clic metálico a la distancia que levanté un poco la cabeza.

- ¿Lista para comenzar?

Mis ojos se abrieron ampliamente pues él abría y cerraba aquellas pinzas dentadas frente a mí. Se inclinó para chupar y succionar mis pezones, al inicio lo hizo suave alternando cada uno de ellos, comencé a jadear ante la estimulación, aquello incluso se sentía agradable... hasta que aprisionó uno de ellos entre su mano para sustituir mis gemidos por quejas de dolor.

Tomó mi pezón entre sus dedos para jalar lentamente hasta que tuvo que aprisionarlo fuertemente para que éste no se le escapara de entre los dedos, hizo lo mismo con el otro y comenzó entonces a sacudirlos como si se trataran de unos trapos, de lado a lado viendo como mi piel quedaba tirante y probando la resistencia de la misma.

- ¡Detente cabrón! ¡Me vas a arrancar los pezones! Aghhhhhhhh

- Me gusta cómo te retuerces… - sus ojos destellaban. Quiero tus pezones sensibles, así las sensaciones se intensificarán… Tras sus palabras sentí un fuerte pinchazo, primero en mi seno derecho.

- Auuuuuuuuu – Eché la cabeza para atrás golpeando un poco sobre la mesa. Lloré de manera involuntaria y rogué porque lo retirara gritando con toda la potencia de mi voz, moviendo mi cabeza de lado a lado y con lágrimas en los ojos.

- ¡Nadie puede escucharte! ¡Grita para mí!

De inmediato sentí el mordisco en mi otro pezón. Cerré fuertemente los ojos. Entonces se colocó frente a mi cabeza, sus manos me jalaron por los hombros hasta dejar mi cabeza colgando por el borde de la mesa. No me di cuenta del momento en el que se desnudó. Ahora su miembro estaba frente a mi, muy grande y grueso como lo había anticipado, venoso y durísimo. 

Estaba segura que con aquel pedazo de carne me iba a poseer. Por unos instantes incluso hasta lo desee pero no en aquellas circunstancias.

Sentí golpes en mis senos, golpes certeros, observé el instrumento que ahora utilizaba: una vara que golpea directo en mis senos, golpeaba y dejaba ahí la vara por unos segundos más para así intensificar la fuente de dolor. Era hábil.

- ¡Ahhhhhhhh! - Exclamé

En ese instante introdujo completamente su miembro en mi boca hasta mi garganta, provocando arcadas, mientras con su mano rodeaba mi cuello, apretando lentamente mientras me miraba hacía abajo, deleitándose  y excitándose.

- ¡Oh! ¡Que delicia! - dejó su verga insertada empujando más y más.

Sacó su miembro y tosí en busca de aire, pero no obtuve alivio pues en unos  instantes tenía nuevamente mi boca llena de aquel gran trozo de carne, alternaba sus profundas embestidas con estrangulamiento cada vez era más intenso ahora con ambas manos, al punto que pensé que me desmayaria por la falta de aire, sentía la saliva recorrer mi rostro, sus pulgares comenzar a apretar fuertemente cuando  mi boca finalmente se inundó de su semen, viscoso y caliente.

- ¡Traga! - ordenó. Sentí que comenzaba a desvanecerme, en ese momento desocupó mi boca.

Sentí una serie  de golpes en el rostro, los cuales ejecutó con su mano abierta, le escuché alejarse por  unos instantes. Mi cuerpo estaba inundado de terror, confusión y con la necesidad de sobrevivir, me había dejado inmovilizada en aquella habitación, apenas comprendiendo lo que estaba sucediendo.

Entre mi confusión escuché silencio y después... un chorro de agua helada impactó directamente y a continuación mi cuerpo, el impacto del agua en mi cuerpo en era muy doloroso y la sensación de la temperatura del agua creaba un shock adicional, agradecí cuando ésto cesó entre gritos y agua que era arrojada por mi boca. Apagó las luces no sin antes colocar un gran ventilador a mis pies, el cual encendió y me hizo temblar hasta los huesos, la combinación de aire y agua helada… quizás su intención era matarme después de todo.

Después de lo que fué una eternidad para mí, entró nuevamente riendo por cómo temblaba, me sentía totalmente acartonada e incapaz de moverme.

Me mostró una botella del tipo con las que alimentan a los bebés. Sabía de antemano que aquello contendría algún estimulante, alguna droga o algo, ya que él no albergaba buena voluntad en su corazón.

- Tienes dos opciones, te lo tomas por tu voluntad o…

Sin dejarle terminar abrí la boca intentando no castañear los dientes con el objeto de tomarlo. El sonrió. Tuve la vaga esperanza de que si cooperaba, ésto terminaría simplemente en una violación y no en la tortura a la que estaba siendo sometida.

- Comienzas a entender putita…

Mis tobillos tenían unos grilletes ya colocados, con ayuda de estos elevó mis piernas hasta que quedaron en forma de “V”, entonces separó mis piernas lo más que le fué posible e incluso más.

Grité de dolor, suplicando por piedad.

- Te sorprenderás de lo flexible que es el cuerpo humano - dijo él. Entonces abrió un poco más ocasionando un gran dolor en mi cadera.

- ¿Ves? Aún podías abrir más. Cuando termine contigo, podrás hacerlo fácilmente nuevamente o terminaré de romperte.

- P - por favor… mis dientes castañeaban de frío y miedo.

Sentí su dedos  separar mis labios toscamente y con su lengua recorrer mi sexo ¡Nuevamente mi cuerpo me estaba traicionando! Aquello se sentía bien y comenzaba a relajarme, su habilidad con la lengua era digna de reconocerse, lentamente comencé a sentir más y más placer, succionaba mi clítoris deslizando ambos pulgares por toda mi abertura… Aquello era delicioso, por unos instantes me olvidé del dolor que sentía al tener las piernas tan ampliamente abiertas.

Una punzada de dolor me atravesó cuando colocó unas pinzas dentadas en mi clítoris, al tiempo que lo jalaba y lo movía sin ninguna piedad.

- ¡Para por favor! ¡Noooo!

Elevé mis caderas, me moví intentando obtener algún alivio, pero en aquella posición nada podía hacer, podía oír sin embargo el ruido metálico de mis ataduras.

Camino al rededor mío mostrandome una fusta y sonriendo, se detuvo frente a mi sexo para comenzar a azotarme directamente en los muslos y mi sexo.

Mis gritos de dolor rebotaban por las paredes. Sin embargo podía sentir mi propia humedad, no quería aquello pero mi cuerpo…

¿Era yo realmente una puta masoquista?

Levanté la mirada para descubrir horrorizada los tonos que mi piel ahora tenía junto a su sonrisa de satisfacción.

Tomó mis piernas a la altura de los muslos colocando la cabeza de su gran trozo de carne para penetrarme entonces en un solo movimiento,  estaba siendo fuertemente embestida por él violentamente y profundamente. Podía sentir lo duro que estaba y lo mucho que me gustaba sentirme llena e invadida por él, y me encontré deseando más y más.

Retiró al mismo tiempo las pinzas de mis pezones arrancando un alarido de mi parte y justo cuando pensé que no podía tolerarlo más, con una última embestida y retirando el castigo de mi clítoris, alcancé un ruidoso y excelente orgasmo.

- ¡Vaya ejemplar de Puta que me he encontrado! ¡Te gustaron todas las guarradas que acabo de hacerte!

- ¡No! - exclamé deseando no estar ahí...

- Ahora… 

Introdujo uno de sus dedos por mi puerta trasera… 

-Disfrutaré destrozando a tu ¿Pequeño? amiguito…

CONTINUARÁ...