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La boutique

en Confesiones

LA BOUTIQUE

Que calor y que aburrimiento, a esta hora ningún alma se asoma a la tienda y pensar que aún faltan varias horas para cerrar.

Soy dueña de una boutique, vendo sobre todo lencería, vestidos para fiesta, zapatos, perfumes y bolsos. Tengo con ella 5 años y me ha ido excelentemente bien. Al  principio pensé que no funcionaría pero con el paso del tiempo se ha convertido en una exclusiva tienda. He tenido varias empleadas en el transcurso de estos años pero hoy tenía que enfermarse una y ser el día de descanso de la otra, así que tuve una mañana muy acelerada pero no sé si a causa del fuerte calor que hace no he tenido ninguna clienta.

A pesar que manejo la línea femenina, mi clientela no solo se compone de mujeres, llegan esposos, novios, amigos, hijos y amantes en busca de regalos para sus mujeres. Estaba tan aburrida y distraída que no me di cuenta cuando un cliente entró a la tienda y estaba viéndome. Tengo que confesar que brinque del susto porque me sorprendió verlo parado ahí frente a mí y con una sonrisa encantadora me saludo.

– ¡Hola! Me dijo, mostrando sus dientes blanquísimos y su sonrisa franca y sincera. - ¡Hola! Le respondí toda nerviosa.  – Busco un coordinado para regalarle a una amiga. – Haz llegado al lugar indicado le respondí y lo guie hacia el área donde tengo los coordinados y le pregunté la talla y que tipo de coordinado le gustaría, que si ya tenía algo en mente, me respondió que no y enseguida comenzó a buscar entre la ropa.

Mientras tanto no pude dejar de admirar lo guapo que era, tenía un excelente perfil, su piel morena y tersa, su cuerpo esbelto pero trabajado que resaltaba a través de su camisa a rayas de manga corta, su pantalón de mezclilla y haciendo juego unos zapatos de gamuza. Todo en él estaba impecable. Ah! Y su perfume con un aroma delicioso, de pronto me sentí nerviosa y mi pulso se aceleró, no era posible que me afectara así su presencia.

En ese momento él se volvió hacia mí y me pregunto por la talla de mi sostén yo abriendo los ojos sorprendida volví mi rostro hacia el suyo y le dije: – ¿Mi talla? Si, respondió él, es que mi amiga y usted tienen un cuerpo similar y francamente yo no sé la talla pero usted puede ayudarme. Titubeando le respondí – 36B y tomando varios coordinados me preguntó – ¿Cuál de todos le agrada más? Aún sorprendida no supe que responder, no es la primera vez que me pedían ayuda de este tipo pero “algo” tenía este hombre que me ponía nerviosa y me hacía temblar.

Aparentando una tranquilidad que estaba muy lejos de sentir tome las prendas y pude darme cuenta del buen gusto que tiene, escogí una y le contesté esta. El me miró con sus grandes y hermosos ojos verdes que contrastaban con su piel morena y me comentó que había dos coordinados más que le gustaban pero que aún no estaba seguro y me pidió así de manera muy natural que si podía probármelos y él así podría tomar una mejor decisión.

No supe que contestar, ¡¡¡Era la primera vez que alguien me pedía algo así!!! Él al ver mi cara que me imagino era de sorpresa me suplicó que le hiciera ese gran favor, no sé qué tantos argumentos me dio que termine accediendo a su petición. 

Cerré la tienda y comencé con el desfile de prendas. Fueron cuatro los coordinados que eligió y cada que salía a mostrarle uno nuevo lo veía diferente como más emocionado, hasta  excitado diría yo y no solamente él yo ya tenía mucho más calor y no solo por el clima sino por su presencia, ya que como dije todo él me ponía nerviosa y me excitaba.

Al terminar con el último juego y aún puesto se me acercó y empezó a “ver” más de cerca la calidad de la prenda y como me quedaba, acomodó un tirante que estaba a medio caer, sus manos rozaban mi piel y mi cuerpo reaccionaba poniéndose mi piel chinita, estaba detrás de mí, su cuerpo tocaba mí espalda, sus labios susurraban en mis oídos que me veía hermosa con todos, sus manos sujetaban mis hombros impidiendo que me moviera.

Me rodeo la cintura con sus brazos y me apretó contra sí, sentí su virilidad en toda su plenitud, yo ya no tuve fuerzas para alejarlo de mí, mi cuerpo también clamaba, exigía me entregara por completo a mis emociones y a él.

Me volteo frente a él, cara a cara, sentía su aliento caliente, como ardía por mí, me beso, Ah!!! Que delicia de beso, me elevó al cielo y al mismo tiempo al infierno ya que sentí ternura pero al mismo tiempo una gran pasión recorrió y electrificó mi cuerpo, todo mi ser. Recorrió con sus labios cada centímetro de mi piel, cual si fuera un lienzo y sus labios el pincel con el cual dibujaba con precisión el contorno de mi cuerpo, beso mi cuello, mi espalda, mis brazos, mi pecho todo esto aún sin quitarme ninguna prenda.

Yo ansiaba que me desnudara, que me hiciera el amor de manera loca y desenfrenada, pero él se tomaba su tiempo y prolongaba el momento. Me cargó con sus fuertes y vigorosos brazos y me llevó a un sillón amplio y cómodo que tengo para que los clientes esperen por sus acompañantes en lo que se miden las prendas.

Me recostó con suavidad y se quitó el pantalón, me senté y le ayudé a desabotonarse los botones de la camisa quedando solo en un pequeño y coqueto bóxer que le ajustaba a la perfección pero en ese momento apretaba su pene, el cual como caballo desbocado quería salir, de nuevo me recostó suavemente y siguió besando mi cuerpo, yo ya estaba más que ardiente y dispuesta para una gran sesión de sexo y amor, me quitó el sostén y admiró el lunar que tengo en mi seno izquierdo, lo beso, besó mis pezones, nuestros cuerpos ardientes gritaban, se tocaban, me levanté y me quite la tanga quedando totalmente desnuda para él.

Él también se levantó, se desnudó y admiramos nuestros cuerpos, se sentó y me sentó arriba de él, sentí como me penetraba, los dos estábamos muy excitados, mojados, muy, muy mojados, el sillón de piel escurría nuestros jugos, así que al penetrarme no hubo dolor sino placer, mucho, mucho placer, sentíamos como entraba y salía su pene de mi vagina, me volteo y penetró mi ano.

¡Aaahh que delicia! Después le mame su verga, estaba toda roja, hinchada, se le veían las venas, le dolían los huevos de tanto lamerlos pero no queríamos terminar, seguimos… él chupando mi puchita y yo mamándoselo en un perfecto 69, gritábamos, nadie nos oía, la plaza donde se encuentra mi tienda ya había cerrado, teníamos todo el tiempo para nosotros, no hablábamos ya que no queríamos perder el tiempo en pláticas, posiblemente después habría tiempo, mientras nos disfrutábamos.

Me cargó de nuevo y me acostó en mi escritorio, me levantó y abrió las piernas y me metió su verga de una sola estocada, Aahh, que delicia, nunca había experimentado tanto placer, grité, grité, los dos gritamos de emoción, me sentó aún con su verga dentro de mí y seguimos, él de pie y yo sentada en el escritorio.

Después me cargo de nuevo con su pene clavado dentro de mí y me hizo el amor contra la pared, mis piernas abrazadas a su cuerpo y el sosteniéndome por las nalgas, con mis pechos frente a él que los besaba, los mordía, los chupaba. Cuanta fuerza tiene, pensé y nuevamente me abandoné al placer que sentía.

No aguantamos más y terminamos ahí, él cargándome, contra la pared y yo abrazada con mis piernas a su cuerpo. Nos recostamos en el suelo, abrazados, terminando de amarnos, de sentirnos… Nunca supe su nombre, ni él el mío, para que ¿Acaso importaba?

Después de un rato se fue, no se llevó ninguna prenda, solo mi aroma impregnado en su cuerpo quedando el suyo en el mío… Tengo la seguridad de que regresará por sus prendas y algo más…