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La casa de campo

en Confesiones

LA CASA DE CAMPO

Que tarde es y no llega el arquitecto López, quien quedó puntualmente de estar hace 20 minuto y lo mejor s y lo peor es que no me contesta en su celular, me envía a buzón. Tengo otra cita y lo mejor será cancelarla, dada la impuntualidad y poco profesionalismo de esta persona.

Lo malo es que viene muy bien recomendado de mi jefa, si no cancelaba la cita y mejor buscaba otro arquitecto. Vaya, a lo lejos se ve un automóvil que viene velozmente, ¿Será él? Espero que sí.

Viene en un flamante auto deportivo azul eléctrico marca Audi, aparenta ser mucho más  joven de lo que yo pensé, sobre todo por la gran experiencia que dice Ángeles, mi jefa que tiene el en el campo de la construcción.

Tengo una casa de campo que requiere mantenimiento ya que algunas partes de la casa se están cayendo por el poco uso y la antigüedad de la misma. Esta casa perteneció a mis bisabuelos, es una preciosidad y no quisiera tirarla.

También quiero que la sala y la cocina sean más grandes y aprovechar para hacer otra recamara con un gran vestidor y baño.

Perdón por el retraso me dice descendiendo de su auto, se me ponchó una llanta – dice señalando un neumático – y no encontraba donde lo repararan. Extiende su mano a manera de saludo diciendo soy el arquitecto López, Marco, Marco López, a sus órdenes.

Extiendo la mano y le digo: - Gracias, Alexa, mucho gusto, pensé que ya no vendría, como no contestaba su celular. Extrañado, saca su móvil y dice, me quedé sin pila y no me di cuenta del tiempo, le pido de nuevo me perdone y me da un bellísimo ramo de flores que traía en la otra mano, como disculpa por la tardanza y que por mi disgusto no había visto.

Al tocar su mano, sentí una extraña corriente eléctrica recorrer mi cuerpo, aturdida aún, solté su mano y nos dirigimos hacia la casa de campo, él se detiene para inspeccionarla y me dice emocionado que es una joya arquitectónica, le comento que pertenecía a mis bisabuelos y al no haber más descendencia que yo, pues soy la feliz propietaria de esa grandiosa joya.

Le comento los planes que tengo con la casa y lo invito a pasar, al llegar a la puerta de la casa él se adelanta y abre la puerta caballerosamente para que entre, mis pies tropiezan entre si y caigo de pleno al suelo, frente a él, avergonzada me levanto con la ayuda de Marco, que preocupado, rápido me auxilia a levantarme.

Al levantarme vuelvo  sentir esa extraña corriente eléctrica y rápidamente me separo de él, asustada por las sensaciones que logra despertar en mí. No puedo dejar de admitir que es muy guapo, de unos 35 años aproximadamente, con unos grandes y bellísimos ojos color miel.

Recorremos juntos la casa, le digo que es lo que necesito que repare y las ampliaciones y mejoras para la misma. Al llegar a la cocina tomamos una bebida ya que es verano y el calor es realmente intenso, preparo unos sándwiches, comemos y en la plática le preguntó cómo es que siendo tan joven tiene una gran empresa y buena reputación. Me platica que al terminar su carrera tuvo la fortuna de trabajar con un gran arquitecto que le enseñó todo lo que sabe.

Al terminar de comer, retomamos el tema acerca de la casa, mientras tomamos una copa de vino, lo invito a la sala para seguir conversando y de pronto me pregunta porque no está mi novio o esposo presente, le comento que nunca me he casado y por el momento estoy soltera. Él incrédulo sonríe y me dice que no puede creerlo, que siendo tan guapa no puede ser posible.

¡Guapa! Me dijo guapa, no puedo más que ruborizarme y le pregunto lo mismo acerca de su situación sentimental y me dice que por su trabajo, ya que viaja mucho, no ha podido encontrar a la mujer indicada – Bueno, eso era hasta la mañana de hoy – y me mira fijamente con sus hermosos ojos. ¡Dios qué bello es y que nerviosa me pone!

Abro otra botella y seguimos tomando y platicando, voy a la cocina por un postre y él se levanta atento a acompañarme, siento su presencia tras de mí y eso me emociona y me pone nerviosa al mismo tiempo. ¿Será el vino que ya empieza a hacer efecto? Pero como deseo que me abrace y me bese.

Le sirvo una rebanada de pay y retiene mi mano entre las suyas, me acerca a él, rodea mi cintura y me besa, ¡Wow! Que beso tan delicioso y que calor siento también, Ah! Como deseo a ese hombre, como quisiera hacer el amor con él.

Parece que lee mis pensamientos porque me dice – ¡Ale, quiero hacerte el amor, quiero que seas mía! ¡Madre mía! Que nervios y que emoción, me quedo paralizada sin saber qué hacer.

Se acerca a mí despacio, está muy seguro de sí mismo, muy sexy y le brillan los ojos, el corazón se me dispara y la sangre me bombea por todo el cuerpo. El deseo, un deseo, caliente, intenso, me invade el vientre. – Vamos a quitarte la chamarra, ¿Tienes idea de lo mucho que te deseo?

Me desabrocha la blusa y muy lentamente la deja caer al suelo, me aparta y me observa, llevo puesto un brassiere color azul, se acerca y besa mis labios nuevamente mientras una mano recorre mi columna hasta la cintura y sigue avanzando, sigue la curva de mi trasero y me empuja suavemente contra sus caderas, siento su erección que empuja contra mi cuerpo.

Gimo sin apartar los labios de su boca. Apenas puedo controlar las desenfrenadas sensaciones que me recorren el cuerpo. No puede ser, lo deseo con locura, lo tomo por los brazos y siento sus bíceps, es sorprendentemente fuerte, subo las manos hacia su cara y su pelo suave y alborotado, mientras lo acaricio, me conduce suavemente hasta la recamara, hasta la cama, creo que va a empujarme cuando de repente se pone de rodillas y desliza su lengua por mi ombligo con dirección al sur.

No esperaba verlo de rodillas ni mucho menos sentir su lengua recorrer mi piel, sube sus manos y me desabrocha lentamente la falda, la cual cae, él se inclina hacia adelante y con su nariz juega en mi entrepierna, junto a mi sexo.

Se levanta y me empuja suavemente a la cama, se vuelve a inclinar, me toma un pie y empieza a besarlo, sigue por la pantorrilla, la pierna y empieza con la otra el mismo procedimiento.

Eres muy hermosa Alexa, muero por estar dentro de ti. Empieza a morderme suavemente las piernas hasta llegar a mis calzones de encaje, me arde la piel, tengo mucho calor, sus manos tocan mis pechos cubiertos aún por el sostén, después introduce un dedo por mi calzón y me toca, siente lo húmeda y ansiosa que estoy.

Me frota el clítoris con la palma de su mano y grito, sigue introduciendo su dedo cada vez con más fuerza y yo gimo.

De repente se sienta y me quita los calzones y los tira al suelo, se quita también su pantalón y calzoncillos liberando su erección ¡Madre mía, que enorme está! Pongo mis manos en su miembro y empiezo a acariciarlo, siento y veo como también esta húmedo y caliente, lo aprisiono entre mis manos y subo y bajo mi mano mientras con la otra hago pequeños círculos en la cabeza de su pene.

Él disfruta mis caricias, se recuesta y cierra sus ojos, mientras yo me introduzco ese gran pedazo de carne en mi boca, lo chupo, que delicioso sabe, Ah! Que placer sentirlo en mi boca, tocarlo con mi lengua, lamer sus bolas, acariciarlas, chuparle, morderle más debajo de sus huevos mientras él brinca de placer.

Se gira para darme placer en lo que yo le doy  a él, siento como recorre su lengua mi vagina, es verdaderamente placentero, se aparta de mi para besar mis nalgas, darles nalgadas hasta ponerlas rojas, besa mi culo y sin decir agua va, penetra mi vagina por atrás de una estocada que me deja sin aire, me dice – que apretada estas mi amor – y sigue moviéndose, entrando y saliendo.

Se retira de mí y me quita el sostén, muerde mis pezones que se ponen firmes ante él, besa mi cuello, muerde mis orejas, mis labios hasta que finalmente se acuesta y yo como una gran alazana, lo monto y empiezo a brincar, a sentir como entra y sale de mí, ya casi para terminar me pide que me levante ya que quiere terminar dentro de mí boca.

Me levanto y ahora la que se arrodilla soy yo para introducir de nuevo ese rico manjar entre mi boca terminando entre gemidos, brincos y viniéndome junto con Marco. Se recuesta en la cama mientras sigo lamiendo y limpiando con mi lengua toda su lechita.