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Aburrida y sin cable

en Hetero: Infidelidad

ABURRIDA Y SIN CABLE

Era mayo y el calor me sofocaba, me había quedado sola de repente, mis hijos en campamento de fin de semana y mi marido en viaje de negocios. Este sábado planeaba ser muy aburrido.

Me sentía aún joven pero el paso de los años y la rutina me había afectado un poco el entusiasmo, de manera que pensaba que la vida era siempre igual, las obligaciones de la casa, de los hijos, atender a mi marido. En ese rubro la situación era buena, teníamos buen sexo pero a veces se hacía monótono. También pensaba que algo debía hacer para que mi cuerpo despertara a nuevas sensaciones, a sentir de nuevo caliente mi sangre, a temblar de emoción. Pero ese día caluroso de mayo, no había nada que hacer al respecto.

Me levanté tarde sin ganas de hacer de desayunar, encendí la televisión y para colmo solo veía bobadas. El calor me hacía pensar en darme un delicioso baño para refrescarme y dormir de nuevo.

Me bañé largamente, tenía todo el tiempo para mí solita, dejé que la regadera soltara agua fresca para que acariciara mi cuerpo, me enjaboné con un producto especial que me hidrata la piel y que tenía un olor muy rico.  El champú al cabello fue abundante y me lavé detenidamente todo mi cuerpo, que dicho sea de paso, se mantiene firme y en su lugar, no es por nada pero mis nalgas se ven hermosas, paraditas y redondas, admiradas por mi esposo y los demás hombres, tan es así que los atrevidos me lanzan piropos subidos de tono y las miradas me recorren insistentemente esa parte de mi cuerpo, desde hace algún tiempo mi prenda interior favorita es la tanga, la prefiero con encajes y transparencias, me siento sexy con ellas y se me marcan de manera provocativa en mis pantalones que hace que se acentúen las redondeces de mi trasero.

Pero en ese momento del baño, las toqué con lentitud y pasé un dedo por la vagina, la enjaboné perfectamente que sentí escalofríos, seguí tocándome y el olor del jabón me regaló un lindo aroma en mi sexo.

Me enredé una toalla y salí del baño, como no había nadie en casa no me preocupé de vestirme, me senté en mi cama y empecé a ponerme crema corporal en mis pies, subí a mis piernas y glúteos, después a la cintura y mis pechos que levantó mis pezones; la crema olía riquísimo y me extasiaba con el olor que despedía mi cuerpo. Me quité la toalla y me recosté en la cama. Encendí de nuevo la tele y sorpresa, se había ido la señal del cable.

La apagué y seguí recostada, esparciendo la crema en mi cuerpo y le puse atención a mi pubis, untando la crema en la parte interior de mis piernas y ligeramente tocando mis labios vaginales que de inmediato me hicieron sentir un cosquilleo delicioso. Me toqué mis pequeños pelitos del monte de Venus y seguí acariciándome.  Recordé que mi esposo me compró un consolador en forma de pene que pocas veces usábamos. Lo saqué de su estuche y lo encendí lo deslicé hacía mi vagina húmeda y sentí muy rico por su vibración y por la forma que tenía, grande, grueso y parecía tan real.. me toqué con él mis partes intimas sin llegar a introducirlo, me encantaba el masaje que me estaba dando… empecé a gemir ante la caricia y escapaba de mí suspiros de placer, cerré los ojos y me dediqué a disfrutarlo. Unas voces me sacaron de ese delicioso trance, unos muchachos trabajadores de la compañía de cable estaban sobre un poste justamente enfrente a mi ventana, estaban viendo todo… no sé desde cuándo pero ya tenían tremendas erecciones en sus pantalones y abrían los ojos para poder ver más de ese espectáculo que les yo estaba dando gratis y sin querer, reaccioné tapando con mis pequeñas manos mi desnudez absoluta, pero sabía que era en vano, así que respirando profundamente tomé valor y seguí  en mi masturbación. Sabía que varios pares de ojos me seguían observando y que no perdían detalle de mi cuerpo, de mis manos, mis piernas y del enorme consolador hurgando mi vagina, así que separé mis muslos y les dejé ver aún más, casi mi vagina entera. Eso me estaba excitando más y más, tanto que sabía que me iba a perder en un delicioso orgasmo… Me toqué el busto, me mojé un dedo y acaricié mis pezones erectos, si tenía espectadores más valía que vieran algo muy bueno.

Cerré mis ojos cuando un orgasmo llegó de repente, delicioso, que llenó de electricidad mis piernas, grité como loca y me clavé el pene de plástico hasta el fondo. Me imaginaba las caras sonrojadas de esos jóvenes excitados y con erecciones enormes y ya dolorosas. Levanté la mirada y solo ví a uno de ellos arriba en el poste, excitadísimo tallándose la entrepierna, masturbándose como queriendo aliviar ese dolor de huevos que debe haber sentido, me gustó pero me decepcioné un poco porque esperé ver a los tres que estaban al principio.

En eso escuché que tocaban la puerta, me enredé la toalla de nuevo y salí a abrir, cuál sería mi sorpresa cuando descubrí a los otros dos allí parados esperando que les abriera, no se requiere ser adivina para conocer sus intenciones, así que la decisión era mía, les abría y gozaba de dos machos o los evitaba y seguía con mi monotonía.

Estaba tan caliente que no lo pensé dos veces, les abrí la puerta y sin mediar palabras entraron a la casa, me miraron y se acercaron a mí totalmente decididos, me quitaron la toalla dejándome desnuda y a su merced. Pensé que me iban a violar y me asusté un poco pero al empezar a besarme uno de ellos comprendí que solo era sexo lo que buscaban al igual que yo. El otro empezó a acariciarme de manera muy tosca mis nalgas introduciendo uno de sus dedos de manera violenta a mi entrepierna, con una mano lo guié lentamente por esos sensibles lugares enseñándole como me gustaba que me tocara, rápido aprendió porque empezó a tocarme de una manera deliciosa. El otro seguía besándome y acariciándome el busto y los pezones, sentía las caricias de ambos desconocidos de manera tosca como ellos, que olían a sudor y tierra, pero a hombre al fin. Los invité a que se pusieran más cómodos, es decir que se encueraran, ya quería ver desnudos esos ejemplares de hombres musculosos y mirar sus penes erectos y babeantes. Se quitaron rápido la camisa caqui de la compañía de cable, tenían los cuerpos musculosos y delgados por el trabajo. Dejaron sus herramientas en el piso y se soltaron el pantalón, de repente emergieron las enormes vergas hinchadas de la excitación que traían desde que me vieron desnuda manoseándome sola. No pude resistir, se me doblaron las piernas y caí rendida ante esos hermosos trozos de carne dispuestos para mí. Me arrodillé y les empecé a besar sus penes en turnos, con ambas manos les masajeaba los huevos llenos de semen que sentía a punto de salir. Les tocaba su mejor herramienta que brincaba al contacto con mi boca. Sus penes olían a sudor y trabajo pero me encantaban. Me los seguí metiendo en la boca y sacaba la lengua para recorrerlos mientras mis manos les hacían pararse aún más.

Uno de ellos me levantó en vilo y me llevó a la cama, me aventó en medio de ella boca arriba y se abalanzó hacía mí, me abrió las piernas y empezó a besarme el cuello lo que me erizó la piel, ni decir cómo me sentí cuando sentí su aliento en mis oídos y más abajo en mis carnosos pechos, mordisqueaba mis pezones lo que me pone como loca y con la piel chinita. No se detuvo, me besó mi vientre y me dieron cosquillitas, pero estaba erizada de excitación. Me besó y lamió la parte del ombligo… y lo que me esperaba… empecé a sentir el calor de su boca cerca de mi vello púbico…y su lengua empezó a tocarlo, en círculos lamía mis pelos rizados y rápido lo sentí en mi vagina, ahhh! Grité! Empecé a sentir como su barba me raspaba la delicada piel de mi entrepierna y me encantaba! Su lengua se movía mojándome toda la vagina y mis gemidos subían de tono, me hizo sentir que explotaba! Se sentía tan rico sentir esa pequeña víbora moviéndose por lo más íntimo de mi cuerpo que tuve un grandioso orgasmo en su boca.

El segundo tipo que estaba también desnudo, se puso a horcajadas sobre mi cara, me puso su aparato genital a la altura de mi boca, le lamí los testículos y le tomé con mis dos manos su miembro venoso y duro, le lamí lo que alcanzaba y lo jalé para tenerlo más cerca… no olía bien pero no me importaba, lo besé y acaricié como algo deseado. Mientras yo besaba su miembro, el otro chico me hacía volar lamiéndome la vagina.      

El muchacho que me lamía mi intimidad, no aguantó más, se levantó  y me dejó ir su pedazo de carne caliente, era enorme… más grande que la verga de mi esposo así que moví mis nalgas para poder recibirlo hasta el fondo, de una embestida sentí que me llegaba hasta el final de mi vagina, que sentí llena de ese precioso instrumento. El muchacho empezó a moverse con frenesí, como si quisiera taladrarme las entrañas mientras me besaba y sujetaba mis grandes nalgas con sus toscas y rasposas manos. Yo le acariciaba el pecho y le besaba sus musculosos brazos, me sentía llena de deseos y estaba disfrutando al máximo, el otro sujeto también pedía atención a sus partes erógenas por lo que seguí tocándole  el pene y los testículos, le acariciaba el glande con mis dedos y rascaba su escroto con mis uñas, notaba que le causaba eso gran placer. Le pedí que me acercara su miembro a mi boca para darle una rica mamada y así lo hizo, me llené de su carne caliente y maciza entre mis labios y lo besaba con pasión.

Cambiaron de posición y me temía que me iban a dar verga hasta por los ojos, cosa que casi se me cumple, ya que me senté a cabalgar el pene de uno de ellos mientras en otro se acomodaba para perforarme el ano. Era una sensación de dolor y excitación al mil por ciento, no sabía si llorar, gemir, suspirar, pujar o qué, pero sentía que esas sensaciones me elevaban fuera de este mundo.

Así estuvimos un tiempo hasta que los gritos de esos machos me indicaron que estaban a punto de soltar su semen en mis orificios dilatados al máximo, yo había sentido cientos de pequeños orgasmos y sentía que venía uno poderoso, más grande y explosivo  que al mayor que había sentido en mi vida.

Por fin, se liberó toda esa fuerza sexual de nuestros cuerpos y de un grito escalofriante los tres terminamos casi al unísono, derramando nuestros jugos de placer a borbotones. Yo seguí moviendo mi pelvis para ordeñar a esos sementales, sintiendo sus tremendas arremetidas en lo más profundo de mi cuerpo acción que me ayudó a terminar fantásticamente con un orgasmo pleno.

Por fin se salieron de mí sus penes flácidos y llenos de semen, estuvieron al alcance de mis manos, los tomé y los acaricié, me agaché a besarlos y agradecerles la tarde más feliz de mi vida.

Se levantaron ambos chicos y salieron de mi casa sin lavarse siquiera las manos, tal vez querían conservar el olor de mi sexo como premio ante sus compañeros.

Yo quedé recostada con las piernas abiertas, adolorida de mi vagina y ano pero feliz. Me di un baño de nuevo tratando de aliviar lo rojo e irritado de mi intimidad, salí de nuevo del baño y me quedé dormida.

Escuché el teléfono celular, era mi marido que me preguntaba cómo estaba, le contesté que un poco aburrida porque no había cable, pero que los chicos de la compañía ya estaban encargándose de eso.