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Mi jefe

en Confesiones

MI JEFE

Era secretaria desde hace varios años de esa empresa, tenía un trabajo estable y siempre fui responsable de mis deberes, había recién ascendido a secretaria del director. Él era un señor mayor, ya muy grande que tenía fama de gruñón. Pero desde el principio traté de ganarme su confianza. Hacía mi trabajo lo mejor posible y me vestía elegantemente. Como secretaria del director, recibía a sus importantes visitas y les atendía con prontitud y cortesía. Entraba y salía de su oficina con papeles y recados todo el tiempo. Me gustaba que poco a poco me iba ganando su simpatía pero no pasaba desapercibido que sus miradas me seguían a todos lados. Traté de vestirme de manera más llamativa para atraer más sus miradas y su confianza. Sentía el impacto que tenían mis minifaldas y mis tacones altos en su trato, ya que él me llamaba más seguido y hacía lo que fuera para que me quedara más tiempo en su oficina sentada en mi silla de visitas de su gran escritorio. Una tarde de mucho trabajo y que nos quedamos prácticamente solos me ofreció una copa de whisky para entablar plática de cosas personales, acepté ya que era parte de mi estrategia para ganármelo.

Pero notaba que se ponía nervioso cuando cruzaba mis piernas desnudas ya que se me subía la pequeña falda ligera que llevaba. Poco a poco hablamos de cosas triviales y de pronto me ofreció subirme el sueldo. Me sorprendió eso ya que casi acababa de llegar a trabajar en su oficina. Me dio mucho gusto ya que necesitaba ese dinero extra. Pero no paró ahí el asunto, ya que se me acercaba de más y se ponía nervioso en cada acercamiento que tenía.

No me di cuenta de sus intenciones ni siquiera cuando puso sus arrugadas manos en mis hombros. Él era un señor serio y ya muy grande y pensé que no corría riesgo ya que pensé que se trataba de un gesto de cariño “paternal”. Pero creo que me equivoqué, ya que me percaté que me miraba de una manera que me desnudaba en cada recorrido visual que me hacía. En fin, el whisky empezó a hacer su trabajo en mi cuerpo y me sentí cada vez más confiada y alegre. Le platiqué que estaba sin pareja estable en ese momento y eso le alegró, creo que él se sentía igual de relajado que yo, ya que me pidió que nos sentáramos en un gran sillón de piel que estaba en su oficina. No sabía qué hacer, pensé que solo quería platicar mejor y más cómodo. Nos sentamos y mi falda se fue hacia arriba mostrando mis piernas hermosas con mis zapatillas altas, como no queriendo puso una de sus manos en mi muslo mientras platicaba de sus viajes por el mundo, yo le permití que la dejara un poco allí y me interesé en su conversación. Otra copa de whisky y ya movía su mano a lo largo de mi muslo desnudo, la falda casi no tapaba nada y lo hacía de manera disimulada, ya entrados en la plática me empezó a tocar con mas confianza y se engolosinaba tocando la piel de mis extremidades. Me dijo que le gustaba mucho y era esa la razón de que era su secretaria, me miraba de arriba abajo y se le salían los ojos en mi escote. Pronto me abrazó y me jaló muy cerca de él, se quitó la corbata y la aventó a la alfombra, yo estaba dispuesta a conseguir más sueldo y me convencí que esa era la manera más rápida de hacerlo. Así que le toqué sus piernas a través de su fino pantalón, me atreví aún más y noté que aún no tenía erección, seguí masajeando su entrepierna y noté que su “amiguito” no respondía a mis caricias. Él me toco mis senos a través de la suave blusa que llevaba y empezó a meter su otra mano dentro de mi falda, me tocaba la tanga negra que traía y me acariciaba mi vagina en todas sus partes. Me fui excitando cada vez mas ya que hacía varios meses que no tenía sexo. Me quité la blusa de un tirón y me quedé en brassiere que era negro y totalmente transparente y dejaba ver mis grandes pechos de pezones oscuros y paraditos. Él se abalanzó sobre ellos besándolos y de un jalón me quitó la prenda que medio los cubría; los besaba y mordía suavemente y me puso muy caliente. Los tomaba con ambas manos y los besaba con emoción, me acerqué aún más para facilitarle esa caricia que me encantaba, mi piel estaba erizada por su lengua en mis pezones. Yo seguía acariciando su entrepierna que no respondía a mis manos, cosa que era rara para mí, ya que era muy buena en esos menesteres, lo sabía por mis otros amantes que lo decían sin cesar. Le quité el cinturón y le bajé el pantalón, metí la mano por la abertura de sus calzones para sopesar su trozo de carne viril. Me sorprendí que estaba grande y pesado pero totalmente caído, le toqué los huevos que eran enormes y redondos! Más grandes que muchos que había visto y tocado, me imaginé cómo sería todo ese paquete en su plenitud y me pareció un reto revivir al muerto que tenía en mis manos.  He visto que para revivir muertos se les da respiración de boca a boca y decidí hacerlo, me puse de rodillas en la alfombra y le quité el pantalón y el calzón, en realidad tenía un bello miembro y unos testículos formidablemente enormes recargados de lado en su pierna y vi que necesitaban de toda mi atención, lo tomé con delicadeza en mis manos y le dí un masaje a toda su longitud, lo besé y saqué la lengua para recorrerlo desde la punta del glande hasta los grandes huevos, mmm sabía a limpio y me encantaba sentirlo en mi boca, lo besé con mas fuerza y lo chupé con toda mi boca, sentí algunos brinquitos y sabía que iba bien. Me levanté y me quité la falda que estaba ya enrollada en mi vientre, me quedé en tanga y le mostré toda mi anatomía, él balbuceaba piropos y me tocaba las piernas y abrazándome me tocaba desesperadamente las nalgas, me metía sus manos entre ellas y le abrí las piernas para que sus dedos me tocaran mi vagina húmeda.  Me agaché de nuevo a mamarle el pene para que se levantara y poco a poco se notaba una erección. Le acariciaba con mis dos manos sus huevos que llenaban toda la palma de ellas y con la lengua le recorría la verga que se veía grande y se notaban sus venas, estaba excitadísima y esperaba que mi jefe se pusiera igual, lo tumbé en el sillón y me puse en cuatro patas como para hacer el rico 69, le puse mi vagina en su boca, sacó la lengua y me empezó a lamer los pelillos que escapaban de la tanga, la hizo a un lado y su lengua llegó hasta mi intimidad que me hizo brincar de placer, le acerqué más mi vagina para que me lamiera toda. Yo seguía trabajando en el “muertito”, que empezaba a despertar. Creo que el gran espectáculo que le daba con mi vagina, nalgas y ano le despertó la líbido, porque desperté al monstruo! Su pene empezó a levantarse en toda su magnitud y ya podía metérmelo en la boca, le daba una deliciosa mamada y respondía cada vez más! Él seguía lamiendo mi vagina y me metía los dedos en ella, me daba de nalgadas y me acariciaba todo lo que podía! Me quitó la tanga y me acarició el ano con su lengua… mmmm eso me encanta! La verga ya estaba dura y no quise desaprovechar la oportunidad! Me voltee y me la metí de un solo golpe, empecé a moverme de arriba abajo apretando las caderas, empecé a acariciarme los pechos y pellizcarme los pezones, mi jefe me gritaba obscenidades, me decía que me quería romper en dos a vergazos, que me la metiera hasta el fondo, que me moviera más! Yo le decía que tenía una verga deliciosa, que me la metiera hasta lo huevos!! Yo lo cabalgaba y sentía su carne internándose en mi intimidad, me llenaba toda y apretaba mis músculos para apretarlo más. De un grito terminó en mi vagina llenándome de su esperma hasta dentro de mí! Me seguí moviendo para sacarle toda su leche y su pene brincaba de gusto! Le toqué los huevos apretándolos un poco para vaciarlos totalmente. Sentí un orgasmo potente, me sentía llena aún de su enorme pito dentro de mi! Me seguí moviendo hasta que quedé exhausta, me tiré sobre mi jefe que me abrazó y me besó.

Nos levantamos del sillón, se vistió y me dejó varios billetes grandes en mi ropa. Me dijo que era una gratificación ya que tenía mucho tiempo que no se le paraba el pene.

Me aseguró que tenía una larga carrera por delante a su lado y que me subiría el sueldo.

Yo me quedé un rato más tirada en el sillón totalmente desnuda y tocando mi vagina que aún rebosaba del semen de mi jefe.

Había hecho un buen trabajo en la oficina y era hora de ir a casa.