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Asistente por solidaridad 6: en una comic con

en Confesiones

Tras que me follaran los dos chicos frikis con los que estaba haciéndome el disfraz, y dejara a Javier, un chico muy gordo y con una polla muy pequeñita, sentado en el water, sujetándose la barriga y sin poderse correr porque nos tuvimos que ir del baño de minusválidos, nos fuimos a casa, quedando al día siguiente, pronto, en la puerta del recinto donde se celebraba la comic con. Os recomiendo que leáis mis anteriores confesiones.

Llegamos a la entrada, ellos con la mayor parte del disfraz puesto desde sus casas. Yo, sin embargo, no podía ir con el disfraz porque la verdad es que iba medio desnuda. Mi personaje era Tier Harribel, e iba con una chaquetilla blanca cortada enseñando la parte de abajo de mis pechos, por lo que no llevaba sujetador, y una especie de falda pantalón con dos aperturas en V a cada lado muy grandes y una pequeña cinta de cinturilla para que no se cayera. El resultado es que tampoco podía llevar bragas porque se verían y el personaje no llevaba bragas. El personaje era lo primero jiji.

Me cambié en los baños del recinto, antes de entrar, porque si ibas disfrazado la entrada era gratis, metí los pantaloncitos y mi pequeña camiseta en una mochilita y salí. Por las aperturas de los lados de mi pantalon, pensé que no se vería nada, pero en cuanto entramos y me acerqué al primer puesto, estaba claro que o bien se veia algo o al menos todos pensaron que podía haber la posibilidad de que así fuera, porque siempre me sentí muy rodeada y notaba como los chicos alargaban el cuello y entrecerraban los ojos para mirar por los laterales de mi falda pantalon. Era, pues, fácil saber qué puesto estaba viendo yo, pues era el más concurrido con diferencia.

Pero yo me había propuesto que solo iba a tener ojitos para Javier, el chico gordo al que le había dejado a medias al día anterior, así que me agarré de su brazo y fui paseando a su lado todo el rato. Él parecía más alto de lo estirado y orgulloso que iba, sobre todo porque de vez en cuando le daba algún piquito en los labios, delante de todos.

Por mi parte, sentirme deseada por todos esos chicos me estaba poniendo mala. Era de las pocas chicas que había por allí, y desde luego la que iba más provocativa, y en muchos de los puestos me iban regalando comics, dibujos y cosas asi, algunos con el número de teléfono del artista; no perdían oportunidad.

Llegada la hora de comer, había algún puesto de comida rápida pero muy pocas mesas, así que nos pedimos unas hamburguesas y nos sentamos en el suelo en una esquina. Yo me senté tipo Buda y el delgaducho se sentó a mi izquierda, Javi, el más gordo, a mi derecha, y el chico gordito, enfrente. Terminando de comer, y mientras ellos discutían sobre no se qué personaje, noté que una mano se introducía por el hueco de la falda/pantalón y viajaba hasta mi coño. Era Luis, el flaco, así que le corté en seco, preguntándole que qué estaba haciendo. Se quedó muy cortado, con una patata frita en la otra mano y retiró la derecha enseguida. Hoy le tocaba a Javi, y él era el único que podía meter la mano si quería. Al oir esto casi se atraganta, pero su mano izquierda entró torpemente por el hueco y llegó rápidamente a mi coño. Entre que era su mano mala y que era seguramente el primer coño que tocaba en su vida, empezó a manosearme sin ninguna delicadeza. Sus dedos se metían en mis labios, los abrían, buscaban la entrada de mi vagina con torpeza y movimientos bruscos que me hacían dar brinquitos y soltar algún gritito, más de impresión que de placer, la verdad. "Despacito, despacito", le dije, mientras le guiaba la mano más arriba. Sus dedos gordos empezaron a tocar mi clítoris y entonces sí empecé a sentir placer. Los dedos gordos eran una ventaja, y tuve que dejar de comer porque me llegó un orgasmo intenso, por la situación y porque llevaba caliente toda la mañana. 

Ramón, el gordito que estaba enfrente, de espaldas a la feria, se había sacado la polla y se estaba pajeando con una mano mientras sostenía la hamburguesa con la otra y me miraba de arriba a abajo. Me terminé la comida y me levanté la chaquetilla enseñándole mis tetas a la vez que le decía que terminara para poder seguir viendo la feria. Dicho y eso, fue vérmelas y soltar un chorro de leche que me manchó los pantalones. El flaquito estaba intentando también sacársela, pero su disfraz era más complicado y no podía, se le notaba que estaba muy excitado, pero no podía hacer nada.

Nos levantamos y dimos una vuelta, pero ya habíamos visto todo, asi que decidimos irnos. Los tres vivían más o menos cerca y yo vivía en la otra punta, así que le pedí a javi que me acompañara a casa. Los otros dos se quedaron un poco cortados, pero hoy era el día de Javi. Me metí en el baño otra vez, me cambié, Javi se quedó con una especie de mallas y una camiseta ancha y nos fuimos. Le dije que tenía dos deudas con él y que cómo las iba a saldar, que si tenía un sitio o podía pagar una habitación. Con los ojos fuera de sus órbitas me dijo que no, que no tenía dinero, ni coche, pero que no le debía nada que él me debía a mí... en fin, me dio mucha lástima, pero ya sabía lo difícil que era simplemente verle la polla, así que no sabía qué hacer con él o dónde ir. Al flaquito se la habría podido chupar en el mismo autobús, pero a este, tenía que estar tumbado para echar la barriga hacia arriba y que yo pudiera hacer algo. 

Y se me iluminó una luz.

Justo pasábamos cerca de la casa de Carlos, el chico feo de la ong con el que estuve viendo vagabundos y enseñándoles las bragas, y con el que acabamos masturbándonos mutuamente en un baño. Nos bajamos del autobús y llamé a su piso, sabía que vivía solo, y tuvimos la suerte de que estuviera en casa. Se sorprendió al vernos, pues desde el susto con los chavales aquellos no habíamos vuelto a hablar. Le expliqué el caso sin muchos rodeos y aceptó cedernos su habitación a cambio de estar él presente. A Javi no le hizo mucha gracia, pero ante la posibilidad de estar conmigo, enseguida aceptó. Así que nos desnudamos, Javi se tumbó en la cama, dejando su pollita al descubierto y yo me la metí en la boca sin miramientos. Era pequeña incluso estando en erección, y sabía a sudor, pero sus gemidos de inmenso placer me hicieron seguir. ¿Te gusta?, le pregunté, y él me contestó con un gruñido que yo interpreté por un sí, pero lo sorprendente es que al ratito empezó a moverse un poco y empezó a insultarme, a llamarme puta, zorra, cómeme el rabo y cosas así, lo que hizo que chupara y sorbiera su capullo como si fuera un caramelito, un caramelo de esos rellenos que de repente se rompen y el contenido líquido del interior te llena la boca, pues asi noté de repente su corrida, espesa, con un sabor intenso. 

Me tumbé encima de él, era como abrazar un inmenso peluche. Cuando se recuperó me pidió perdón por llamarme eso, ¡qué mono!, yo le dije que no se preocupara. Estaba desnuda encima de él, también desnudo, mientras Carlos nos miraba.Tras cinco minutos me levanté y vi que su pollita volvía a estar en erección, dentro de sus posibilidades. Le pregunté y se disculpó, pero que claro, sentir mis tetas encima suyo... Así que volví a agacharme y se la volví a chupar, ahora sabía a semen. Me tuve que esforzar un poco más y de paso me masturbé un poco porque estaba muy caliente, hasta que se corrió de nuevo mientras volvía a decirme que era la más puta de las mujeres y alguna lindeza parecida.

Esta vez me tumbé un rato a su lado para descansar y le dije que era hora de volver a casa. Nos vestimos, y mientras él iba a la baño, Carlos me preguntó si podía llamarme algún día. tenía que decirle que sí, claro. Se le notaba con la polla muy dura pero había sido respetuoso y ni siquiera se la había sacado para masturbarse.

Salimos y volví a casa bastante caliente por el día que había tenido y porque por la tarde no me había llegado a correr. En casa me masturbé en la cama y dormí como una bendita, esta vez con la conciencia muy tranquila.