Hoy cuento cómo me aproveché de mi cuerpo para mi propio beneficio en lugar de para el beneficio de otros.
Uno de mis primeros trabajos como trabajadora social es en casa de personas mayores. Una mujer destaca sobre todas y no sé cómo acabó haciéndole un favor. A ver cómo me quito yo la calentura después.
Hoy me salto un poco el orden de mis confesiones para hablar de las pajas. Masturbar a los chicos es algo que he hecho muchas veces, y me gusta.
Sigo ayudando al chico gordo con la pollita pequeña, y el día de mi cumpleaños, los tres chicos frikis me invitan a cenar.
Vamos a la comic con y soy la reina del lugar, pero yo tengo un trabajo pendiente con el gordito de la polla pequeña.
Tras el susto con el grupo de chicos, me decido a dar un paso adelante y coger las riendas. Me apunto a un club de frikis para alegrarles la vida e ir hasta el final.
Intento dejar de hacer locuras pero mi excitación me hace volver a exhibirme delante de ancianos, pero la cosa se me irá de las manos
Semanas después, Carlos me invita a colaborar con una ONG para invitar a personas sin techo a un albergue. Carlos me pedirá que utilice mis encantos para conseguir los objetivos.
Por un tiempo se me olvida mi predilección por hacer favores sexuales a chicos sin posibilidades de estar con una chica como yo, pero todo vuelve a surgir estando de monitora en un campamento para una ONG.
Me llamo Patricia y siempre me ha gustado ayudar a los demás. Ahora soy asistente social, pero de jovencita descubrí el placer de regalar sexo a aquellos compañeros menos agraciados. Ahora me decido a contar mi historia.