miprimita.com

Divina crisis (4): Atada por si se escapa.

en No Consentido

Continúan mis historias como portero de discoteca, toques de realidad con alguna pequeña ficción necesaria.

Lo había conseguido, el pibón del año había sido sodomizado por el nene hacia escasos días, en esos momentos me sentía el león de la manada. El macho Alfa de la noche y el rey de la discoteca.

Las niñas entraban todas las noches a la disco y yo las miraba como perdonándoles la vida. Creía que no me las follaba a todas porque pasaba, simplemente acechaba la presa perfecta. Estaba totalmente en la cresta de la ola, lo que puede hacer la mente.

La seguridad en mi mismo rallaba la paranoia cuando realmente me comía lo de costumbre... ni una rosca. Pero mi mente me dictaba lo contrario. No tenía prisa. Tenía claro que la ocasión se iba a repetir y sin prisas esperaba esa presa distraída y grácil que tarde o temprano iba a caer en mis garras, y sobre todo, la poca delicadeza y todo el morbo que iba a desatar en la misma.

Y como cuando algo se desea mucho, acaba por suceder, llegó la noche en que lo tanto esperado se hizo realidad:

-          Juan, te buscan.

Escuché pasos a mi espalda y me giré con la mirada baja. Lo que vi me dejó directamente en coma: Unas botas negras ajustadas a la altura de la rodilla, unas piernas firmes y cuidadas de gimnasio cuyos muslos terminaban en una minifalda que pedían a gritos recorrerlos y subir las manos hacia unas caderas que invitaban a ser apretadas con descaro y puro vicio.

No sabía donde terminaban las piernas y donde empezaba la provocativa minifalda, pues la vista se te iba directamente a una cinturita de Diosa bien marcada por la minifalda y el top negro que escondía dos firmes y redondos pechos, duros y perfectos como dos pelotas de tenis que luchaban por hacer explotar el apretado sujetador que se dibujaba bajo ese top.

Pero lo mejor sin duda de aquella visión era su barriguita y su ombligo. La diosa en cuestión no tenía ni un milígramo de grasa pero su barriguita hacía esa curva tan sexy que sólo con mirarla deseabas hacerle un pijama de saliva.

En el centro, un ombligo que te hacía babear pensando en recorrerle la lengua instantes antes de perderte más abajo entre sus muslos. Mi boca se hizo agua y mi erección fue inmediata.

Mi mente estaba entre pensar si llevaría o no bragas cuando mis manos subieran recorriendo sus muslos dirección la minifalda buscando su culo o pensar lo que sería chupar ese ombligo mientras pellizcaba aquellas tetas que debían ser de piedra esculpida.

Se la veía fuerte, vigorosa, sexy, lujuria y lascivia pura delante mío y mi mente ya se disparaba entre lo más perverso. Imaginé que si sus labios vaginales tenían la musculatura de esas piernas, iban a apretar mi ya en esos momentos excesiva dura polla como si fueran un aspirador de coche. Ese cuerpo era la Champion League, hecho para recorrer las más oscuras perversiones y deteniéndote en cada una como si no hubiera un mañana.

Pero claro, cuando llegué a mirarle a los ojos, ella me correspondió con una mirada tipo ... “bueno qué?, has dejado ya de babear? Has vuelto al planeta tierra?.”

Pero creo que estaba acostumbrada y me disparó un correcto:

⁃ Que tal buenas noches, soy Raquel, la camarera que viene a sustituir a Gemma.

Cierto, la esperaba, me lo habían comunicado. Y más cierto aún, me la quería empalar porque aquello era una máquina de sexo que el Universo me había puesto delante y claro, yo no era nadie para contradecir al Cosmos. Ahora solo debía de pensar... “como lo iba a conseguir?”

Toda la noche me la pasé entrando en la discoteca con alguna excusa. La miraba apoyarse sobre la barra y enseñar el canalillo, aquello era vicio, mucho vicio.

Cuando se agachaba para coger alguna bebida a las neveras, el culo se le salía respingón y la minifalda se le levantaba. Yo me imaginaba bombeándola por detrás mientras seguía sonriendo y sirviendo bebidas. La verdad es que nunca había estado tan desatado, la chica estaba excesivamente buena y además era todo lo contrario al resto de camareras. Estas solían ser muy chonis, totalmente pintadas, con muchas curvas pero sin ninguna clase.

Raquel debía tener unos 25 años y era una jaca que pedía sexo a gritos. O era el perfume, su manera de andar, su descaro, su cuerpo o mis feromonas pero el mensaje que me trasmitía era claro. “Chaval quiero una buena polla pero ya”.

Y no se me quitaba de la mente, aquello me enloquecía. Me miraba extrañada y se ponía a trabajar más rápido, debería creer que la controlaba por su primer día. Yo me la follaba con la mirada, tal cual. Cada uno estaba a lo suyo, yo a empotrarla y ella a crearme una buena impresión en su primer día.

Al segundo día le di conversación pero rápidamente me di cuenta de que me trataba como si fuera el encargado. Era el más respetado al ser el seguridad de más edad, y a diferencia del resto el único español. Así que debería creer que era algún tipo de jefe, de hecho muchos me llamaban cariñosamente “jefe”.

Aunque también era verdad que el dueño rara vez aparecía y normalmente para temas de personal me encargaba cosas que yo realizaba sin mucho entusiasmo. Allí cada uno enseñaba al nuevo y el trabajo era fácil. Cobrar entrada y vender bebidas!!. La gente era joven y aunque alguno bebía más de la cuenta, nadie daba problemas.

Bueno, problemas me estaba dando aquel cuerpo que me tenía totalmente loquito. El que rápido se llevó el gato al agua fue el maldito Didier. No comprendo que tenía ese ruso-francés que las embelesaba. Bueno, sí lo sabía, su mirada penetrante, su rostro varonil y ese pelo rubio que parecía Brad Pitt en Leyendas de Pasión. Todas estaban locas por Didier, babeaban sin reparo al entrar en la disco haciendo Ro-Ro como gatitas en celo. Pero Didier no les hacía puto caso, incluso llegué a pensar que o tenía una pareja rusa de escándalo o perdía aceite!!.

Y como no podía ser de otra manera, Raquel le daba conversación y él la ninguneaba. Durante la semana, Gemma comunicó que no podría seguir de camarera y el dueño me preguntó si veía a la nueva para el puesto. Yo no sólo la veía para el puesto, sino que la veía constantemente en mis sueños, me ponía loco al pensar en darle la noticia y en como ella me sonreiría agradecida. Estaba deseando que empezara su turno para contárselo cuando me abordó Didier:

⁃ Será Raquel quien sustituya a Gemma?

⁃ Si, me lo ha dicho Andrés (el dueño de la disco).

⁃ No se lo digas aún hasta el fin de semana que viene. Recuerda que me debes una.

Yo pensé que posiblemente querría meter de camarera a alguna amiga suya, y aunque iba a respetar aguantar de decirle a Raquel que entraba en plantilla esa semana, mucho tendría que convencerme para que aceptara a su amiga en vez de la Diosa morena.

El fin de semana transcurrió normal, con una Raquel cada día más buena detrás de la barra. Incluso la vi algunas veces hablar con Didier y yo pensaba “si, si, mucha cobita pero el ruso te quiere joder el puesto para dárselo a otra”.

El caso es que al terminar el turno Didier me pasa una dirección al Whatsapp y me dice:

⁃ Si quieres ver cómo se folla de verdad pásate por aquí el martes a las 21:45.

Los martes no se trabajaba y yo como siempre, flipando con ese tío pero tuve una cosa clara. “No me lo iba a perder por nada del mundo”.

Desde que me lo dijo estuve muy nervioso. El rubiales era el rey de hablar lo justo pero decir mucho. Claro que esta vez se trataba de ver? Yo no iba a follar? Pues vaya!!

Pero sí, finalmente, y puntual como un clavo ahí estaba. Didier sonrió al verme y me dijo:

⁃ Jefe ponte detrás del store que lo que vas a ver te va a gustar.

A las 22:00 en punto sonó el timbre y lo que vi entrar no pude ni creérmelo; tuve que tragar saliva varias veces y ni así me lo creía. Las botas, minifalda amarilla de una tela suave y uno de sus ajustados tops marcando pezoncitos. No llevaba sujetador y mostraba su barriguita en todo su esplendor. El pelo recogido en un moño y pintada como que parecía la mismísima Lara Craft. No podía cerrar la boca de lo flipado que estaba, aquella era Raquel y no daba crédito de la envidia y asquito que le estaba cogiendo al Didier. Didier no estaba ni mucho menos a la zaga. Salía del baño con sólo una toalla sobre su cintura, marcando abdominales y pelazo rubio. Era un completo adonis con un cuerpo atlético y ahora entendía que se las llevara a todas de calle. Pero lo que vi en esos momentos me descoloco bastante. Didier de acerco a la diosa morena (yo tal y como ella iba vestida, con las tetas apuntando hacia delante y esas botas de lujuria, ni hubiera dado dos pasos, me hubiera mareado y hubiera caído redondo).

Pero él se acercó y cogiéndola fuerte del moño se la pegó a su cara y le dijo:

⁃ Muy bien zorrita, me gusta como vistes y que hayas aceptado mi propuesta y tengo claro que entendiste lo que te iba a pedir.

Y dicho esto empezó a devorarle la boca mandando su perfecto maquillaje así de primeras a paseo. Mientras, fue ascendiendo una mano por sus piernas y empezó a jugar con sus labios vaginales. El cabrón tenía pericia, pues la morenaza mal no lo estaba pasando. Agarrada por el moño le comía la boca, la arrastraba y le chupaba el cuello, le tiraba más del moño y le comía una oreja.

Y mientras su mano no dejaba de trabajársela. Pronto dos dedos estaban introducidos hasta el fondo y salían y entraban con brusquedad haciendo que la camarera se retorciera de placer. Raquel jadeaba y le costaba seguir el ritmo de los besos. El cabrón ese la estaba haciendo llegar al orgasmo en tiempo récord y no la dejaba gemir metiéndole la lengua hasta la campanilla. Finalmente el pibón no pudo resistir más, y aguantando el equilibrio en sus botas empezó a gemir y gritar en un orgasmo brutal que hizo que mi polla se asomará de golpe a ver qué ocurría.

Puta máquina el ruso!!.

No perdió el tiempo y la tumbó sobre un sofá que tenía y comprobé que al lado asomaba una argolla. Con una agilidad sacada de la experiencia elevó los brazos de la chica y le colocó unas esposas en las muñecas atándolas a la argolla.

La morena quedó jadeante y con los brazos elevados tumbada boca arriba en el sillón. Didier subió poco a poco el top negro de la chica disfrutando de cada centímetro, relamiéndose viendo como los pezones pugnaban por saltar libres conforme subía el top. Y finalmente, dos pechos duros, redondos y terriblemente apetecibles aparecieron en escena.

Mi boca se hacía agua, pero no ocurrió lo mismo con la del ruso porque lo que hizo fue soltar una descarada bofetada al primer pecho que se asomó.

⁃ Te gusta duro, calientapollas? Pues va a ser duro.

Y rápidamente pellizcó un pezón retorciéndolo soltando la chica un sonoro quejido.

 ⁃ Ssssshhhh, siseó Didier con los dedos en los labios de la chica. Te dije que iba a ser duro y no voy a decepcionarte.

Con la otra mano pellizco el otro pezón e intentaba elevar a la chica, que empezaba a poner cara de susto por el tratamiento y la posición. Estaba totalmente a merced de aquel tipo que parecía ser igual de hábil que de sádico en sus maneras.

Se descolgó la toalla y apareció una polla dos veces la mía. Yo la miraba y me asustaba, la iba a partir en dos, nunca había visto nada tan grande y por la apariencia tan duro.

Raquel no llevaba bragas, a estas alturas ya era consciente que de alguna manera iba vestida, pintada y sin bragas tal y como Didier le había ordenado por algún motivo, y allí estaba ella para satisfacer todo lo que se le ocurriera a mi callado compañero de trabajo.

Con ambas manos separo las piernas elevándolas y le introdujo el pollón hasta el final. Raquel boqueaba, miraba hacia abajo siendo consciente de la polla que le estaba rompiendo por la mitad, ni dando crédito ni al tamaño ni a que entrara. Pero vaya si entraba!!! Al instante, agarrando a la chica por las botas de los tobillos, empezó a bombearla con su potente cuerpo en un mete-saca brutal. En toda la habitación soñaba un perfecto PAM PAM PAM PAM fruto de los vaivenes del ruso.

Raquel por su parte cerraba los ojos y su cabeza era chafada brutalmente contra el sofá. El ruso soltó las piernas y volvió a centrarse en las tetas, las apretaba con rabia, igual las abofeteaba que las estrujaba, tiraba de los pezones mientras los pellizcaba. Aquello ponía al ruso totalmente fuera de sí, se le veía el vicio en la cara perfectamente.

La escena parecía una peli porno pero de sexo duro. Una polla que más parecía una barra de hierro entrando hasta el fondo de un coñito perfecto mientras que un atlético chico con pinta de mafioso ruso apretaba y torturaba unos pechos duros que ya estaban bastante más rojos que el resto del cuerpo.

Por su parte, Raquel lucia aún las botas, teniendo la minifalda apretujada contra la barriga y el top apretujado a su cuello. Y el moño se iba desmarañando dejando el pelo medio suelto sobre su cara revoloteando a cada embestida del salvaje Didier.

Y todo ello... atasca brazos arriba a la puñetera argolla.

Yo no pude más y me saque la polla para empezar a machacármela sin piedad, aquello daba mucho morbo y ya que no estaba en la posición de Didier, íbamos a aprovechar el espectáculo.

La cara de Raquel era entre miedo, emboscada, sorpresa y placer, porque al rato de ser taladrada de aquella forma tan brutal, de ser apaleadas sus tetas como si fueran dos balones de goma y con todo su rímel corrido sobre la cara y el pelo desmadejado comenzó a chillar en otro orgasmo brutal. Cuánto más chillaba, el otro más profundo y fuerte se la metía y más fuerte le apretaba las tetas mientras le decía pegado a su cara.

-          Disfruta perra, que esto no ha hecho más que empezar.

Yo ya me sentía totalmente un pelele. El capullo aquel se estaba crujiendo a mi Diosa y ya le había sacado dos orgasmos tremendos. Y todo aquello con un descaro y brutalidad de película porno de sexo duro pero duro.

No sabía si era mi ídolo o quería matarlo allí mismo... y encima se atrevía a decir, “esto acaba de empezar””!!!.

La desató de la argolla, Raquel parecía una muñeca agotada de tanto ser penetrada, y le ató con las esposas a la espalda.

⁃ Ahora te toca a ti putita, no te vas a ganar el puesto tan fácil. Introdúcete la polla en ese coñito tan estrecho que tienes y ponle ganas, que me tienes a medio gas.

Bueno, a medio gas no estaba, porque Didier lucia una polla que sólo el capullo parecía una ciruela pero de las gordas. Color y tamaño!! Asustaba allí sentado polla en firmes y diciéndole a la pobre Raquel que atada d espaldas empezara a cabalgarle.

Mi diosa era una máquina, obediente y moviendo sus rodillas se empaló completamente.

No tenía manos para agarrarse así que la polla se le introdujo de una estocada, con grito no sé si de dolor o de sorpresa incluido. Y el otro no perdió comba y agarrándola de la cintura la subía y bajaba mientras que por su parte también pistoneaba polla.

Yo veía perfectamente aquel culazo subir y bajar de una polla que debía estar rellenándole completamente el coño, y me la meneaba a base de bien.

Me di cuenta que Didier no sólo agarraba la cintura de Raquel sino que le apretaba descaradamente la barriguita, parecía que quería hacer más profunda la penetración, si esto era posible!!.

En un instante, noté cómo apretaba con los pulgares su ombligo y le decía:

⁃ Sientes mi polla dentro? Yo la toco con mis dedos.

Aquello tenía que buscarlo yo en un diccionario erótico!. Realmente notaba su polla empalada apretándole con los dedos el ombligo? Raquel se arqueaba y no paraba de jadear, le estaba cabalgando dejando caer todo su cuerpo sobre aquella polla monstruosa, la penetración debía de ser profundísima y tras varios minutos de contorsionismo, porque verla atada las manos a la espalda, doblándose sobre sí misma cuando le apretaban fuerte el ombligo y subiendo y bajando como si le fuera la vida en ello empezó a gritar como si la estuvieran abriendo en canal (de hecho yo creo que la estaban abriendo en canal).

Nuevo orgasmo? Didier for President. Y encima el capullo la agarraba bien fuerte del cuello mientras ella gemía como una loca en un nuevo orgasmo.

Agarrándola del pelo la acercó a una mesa y la tumbó boca abajo, todavía esposada y le colocó un antifaz. Yo me hubiera corrido ya cuatro veces (de hecho estaba a punto de correrme tanto machacármela) y él empezó a comerle el culo.

Raquel lucía con la cara pegada a la mesa totalmente agotada, con un antifaz que le impedía ver, el pelo enmarañado y el maquillaje corrido, pero con una cara de completa felicidad mientras la hábil lengua de Didier le recorría el culo como el que come una piruleta con ganas.

Lo mejor, cuando Didier creyó que el culo estaba preparado y acercándoseme me dice:

-          Jefe, a romperle el culo que sé que te gusta.

Me venía grande, reconozco que en ese momento aquello me venía grande, pero con la polla a punto de reventar qué mejor sitio para soltar mi lechazo que aquel culo empinado aún por unas botas que eran negro lujuria.

Al acercarme, temblando, vi que del coñito caía semen al suelo, el ruso no había desaprovechado de rellenárselo bien, y ahora me tocaba a mi ponerle punto final al pastelito pero en el culo.

No estaba para muchos preámbulos, así que la agarré de forma sádica por las muñecas esposadas y se la metí de golpe.

-          Aggggghhhh, mmmmmmhhhh. Fue la respuesta de Raquel, así que lo tomé por un “me la has metido por el culo cabrón pero me gusta”.

Y empecé a dejar resbalar mi capullo por la saliva que el ruso había lubricado perfectamente en el culo de mi camarera preferida.

Por mi cabeza pasaban mil frases … “que ganas tenía de clavártela”, “estás todavía más buena de lo que me imaginaba”, “vaya culo que gastas zorra” … pero me tenía que conformar con bombear y estar calladito.

No era mi polvo soñado, pero tenía su punto sado, eso de agarrarle las esposas, tenerla tumbada a mi merced, y que no supiera quien la estaba empalando. (supongo que pensaría que seguía siendo Didier).

No tardé absolutamente nada en empezar a soltar leche por mi polla, de hecho la saqué y seguí escupiendo semen, para recuerdo de su minúscula minifalda enrollada a la cintura.

Hubiera realizado un grito de satisfacción per tenía que estar calladito, que putada.

Didier me señaló mi escondite y yo aún chorreando semen para allí que me fui.

Didier se acercó a una maltrecha o satisfecha Raquel y le dijo:

-          Bueno Raquel, el puesto de camarera es tuyo, tal y como te dije. Veo que te lo has pasado mejor de lo que esperaba, te cedo mi ducha antes de que me anime y te la meta también por la campanilla.

Raquel, aún con el antifaz, respondió al instante:

-          Como te has puesto rusito, pero no ha estado nada mal. Me voy y dile al cabrón que me ha dado por culo que no ha durado una mierda.

Se levantó, se quitó el antifaz, le dedicó un beso, se recompuso la ropa y salió de allí con el sonido de sus botas perdiéndose en el rellano.

En cuanto estuvo lejos Didier y yo rompimos en risas, la chica nos había dado una lección de sexo y Didier me lo contó todo.

Había propuesto a Raquel sexo duro en su casa a cambio de conseguirle el puesto de camarera, a lo que ella aceptó después de pensárselo (mucho? poco?).

El caso es que sería la nueva camarera y yo iba a tener muchas noches de sueños eróticos por delante.

Didier me dijo que le encantaba el sexo duro, sobretodo tríos, y que nos íbamos a llevar muy bien.

Yo… no lo dudé en ningún momento.