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Divina crisis 3:Rompiendo el culo a las relaciones

en No Consentido

Sigo narrándoles las historias que me ocurrieron cuando al perder mi trabajo durante la crisis tuve que ganarme la vida como portero de discoteca en la costa.

 

Llevaba ya un mes a pan y agua, debido a que después del encuentro con las teens ya quedar con chicas de mi edad no me satisfacía en absoluto (para entonces yo tenía alrededor de los 40). Si no era un defecto era otro. O les veía las tetas caídas, o su cuerpo no era lo firme que deseaba, o les veía arrugas que antes ni me hubiera percatado.

 

Claramente me había hecho adicto a las jovencitas y lo estaba pasando realmente mal.

En la entrada de la discoteca intentaba ganarme la simpatía de las chicas, pero sin ningún resultado en absoluto. Incluso a veces me ponía duro con las que parecían más busconas y no las dejaba entrar, a ver si colaba y alguna me proponía algo. Pero totalmente al contrario, me veían como el portero “pureta” que debía de estar amargado por no follar (y es que realmente lo estaba).

 

Y así transcurrían los días, y yo cada vez más quemado y babeando al ver la ropa y los cuerpos de las niñas que cada noche desfilaban delante mío.

Una de las que más me ponía era Romina, era lo que nosotros llamábamos “una relaciones”.

Las “relaciones” eran chicas que se sacaban un dinerillo durante el verano paseando por la avenida y locales de gente joven y regalando invitaciones con descuento, o bien creando grupos de amigos en las redes sociales donde hacían una “lista” para entrar con descuento a la discoteca.

Así, cuanta más gente accedía a la discoteca enviadas por esas relaciones, más dinero percibían al final del fin de semana la relaciones en cuestión.

Y por supuesto, Romina era de las que más dinero sacaba de todo eso, y pronto comprobarán porqué.

Romina era una chica de Rumanía, pelo largo y ojos azules que nada más verla te recordaba a las fotos de pibones en ropa interior que los amigos salidos te mandaban por Whatsapp, Romina era todo curvas y vicio.

Siempre iba increíblemente pintada, con un top negro de encaje que apenas disimulaba sus pequeñas pero firmes tetas y unos tejanos rotos donde desearías meter la mano en cada uno de sus agujeros. Lo que más resaltaba de Romina era el culazo que gastaba, ya que al ir siempre en tacones de auténtico zorrón, siempre lo presentaba duro y empinado. El culo en sí era para caerte para atrás, pero con los tejanos que solía llevar y los tacones, ya era para mirarla y hacerte varias noches seguidas varias pajas a su salud.

Yo literalmente babeaba cuando se acercaba a los listados a ver cuanta gente había entrado con su lista o entradas y hacía sus calculitos para ver el dinero que se iba a llevar con tan sólo mover el culo, sonreír, y convencer a grupos enteros de chicos que tenían que ir a la discoteca.

Y lo mejor, ella ni entraba en la discoteca, aunque les prometía que la verían dentro. Ella se limitaba a hacer clientes que esperaban después verla dentro y pasarse sólo por la disco a la entrada a ver cómo le había ido la noche.

Yo, medio balbuceando me atreví una noche a invitarle a una copa... y ella ni se dignó en contestarme, básicamente como si oyera llover.

La verdad es que esa preciosidad sólo iba a tener un defecto ese verano, y es que el que apuntaba sus clientes al listado … era yo.

Así que empecé a apuntarle menos a Romina, y a apuntarle más a Natalia (Natalia era otra relaciones, una chica rubia de pelo largo tonta no, lo siguiente. Y con una boca muy grande que parecía que te iba a comer al hablarte).

Y los resultados fueron espectaculares, no sólo Romina empezó a caer en picado en el ranking particular que las relaciones llevaban entre ellas (cosa que hirió bastante su orgullo), sino que la más tonta y odiada Natalia se ponía como la más popular del grupo y con su boca de buzón no paraba de pavonearse y decir que ella había empezado a currárselo de forma cojonuda, y que ya tenía cogido el ojo a eso de enviar gente a la discoteca (una bocazas, ya que era yo el que pasaba la mayoría de clientes de Romina a apuntarlos en la cuenta de Natalia).

Romina empezó a sospechar, porque me comentaba (ahora sí que me hablaba, lo que tiene el interés) que era extraño que había mandado grupos enteros de chicos, como 20 o 30, que los había visto entrar y que sin embargo aparecían en su cuenta sólo apuntadas 6 o 7 personas.

Yo disfrutando le decía que tenía mucho trabajo, y que me limitaba a apuntar según los flyers, y que dejara de molestar que interrumpía la cola. (Cuando lo que realmente hacía es que al verla allí grupos de tíos se pararan y entraran disparados en la disco).

Así pasaron varios días, Romina cambió su sonrisa eterna por una mirada cabizbaja, no le cuadraban los números y decidió dirigirse a Didier (un portero medio ruso, medio francés, muy ligón con el que ella tenía confianza), a preguntarle qué pasaba.

Didier, que era un tipo bastante callado (a la vez que apuesto, ya que tenía al contrario que yo a todas las niñas locas), vino a preguntarme por el tema.

- Que tal Jefe (todos me llamaban Jefe, supongo que por la edad porque allí todos éramos iguales), la niña esa rumana me dice que le estás apuntando menos flyers, ¿es verdad?

Yo dudaba de contarle o no mi acción, pero el Didier callado resultó ser un zorro viejo y al instante me dijo:

- A mi me la trae floja lo que hagas, pero hazlo bien que no nos perjudique, esa niña nos trae muchos clientes y de los que más consumen. Te he visto como la miras, tú lo que quieres es crujírtela.

Me desarmó con una frase, y pareciendo yo el jovencito y él el pureta, le dije:

- Sí, Didier, voy loco. La niña está tremenda, yo me la follaba cada vez que la veo. Y como no puedo, pues la jodo pero de otra manera.

Se quedó pensativo sonriendo, era imposible saber lo que ese ruso-francés con cara de Adonis se le pasaba por la cabeza y me dijo...

- Déjamelo a mí, mañana te la revientas en el guardarropa. Y se puso al trabajo como si nada.

Yo esa noche ni pude trabajar, me temblaban las piernas. Y luego ni pude dormir, y me hice dos pajas de lo desvelado que estaba, no me creía que aquel tío fuera a hacer posible que le diera carne en barra a la diosa rumana.

Ahora les traslado lo que Didier más adelante me contó que hizo, y como en un breve intercambio de frases (con el tiempo me di cuenta de que Didier era así, directo y te controlaba con sus ojos claros), cerró el trato con Romina.

Didier, nada más ver esa tarde a Romina, la apartó para él y le dijo lo siguiente:

- Romina, ven para acá que te quiero comentar una cosa.

- Sí, claro Didi, dime.

- He descubierto que Juan te pone muchos menos clientes y se los pasa a Natalia.

- Qué hijo de puta, ya me lo estaba pensando, ¿qué hacemos?

- Hacemos nada, haces tú. Yo no me juego el puesto ni el físico, ese me da dos ostias y me mata. Sé que lo hace porque Natalia una vez se lo folló.

- La muy puta, y va de lista que sólo hace clientes para la disco, y le apuntan los míos. qué fuerte. ¿Qué puedo hacer?

- Ya sabes cómo va esto, no eres una cría, te lo follas tú que estás más buena, y te apunta durante un tiempo los de Natalia y vuelve todo a ser como antes.

- Qué fuerte Didier, pero tío, yo soy virgen. Yo eso no voy a hacerlo.

- Pues niña, pon el culo ese que gastas que pareces tonta, total ese salido se corre en dos minutos, tú verás. Y no molestes más, si aceptas me lo dices que lo cuadro, y sino aire, que estoy perdiendo el tiempo.

Y claro, yo todo eso no sabía que estaba ocurriendo, y claro, Romina después de pensar sus opciones y pensando que con cinco minutos salvaba el culo (bueno, no lo salvaba, más bien lo ponía para salvar la situación), le dijo que sí a Didier y él nada más verme, se me acerca y me dice:

- Oye que la rumana acepta, pero es virgen. Si quieres romperle el culo hay trato, y toma esto que me la vas a matar. (Y me pasó un bote de lubricante líquido).

Yo cogí el bote y dudaba si era el día de los inocentes, no me lo creía.

- ¿Cómo has quedado con ella?

- Viene a las 3:00 que la gente ya va pedo y os metéis en el guardarropa, habla con Susana (la chica del guardarropa) que no haya problemas. Me debes una y me la pienso cobrar. Hasta entonces, le he dicho que hagáis los dos como si no fuera a pasar nada. Que es un pacto de negocios y que hay que cumplir como gente mayorcita. Y Juan... tú y yo sabemos que te vas a poner morado con ese pibón de niña.

Yo no articulaba palabra, diciendo esto se fue a lo suyo y el resto de la noche pasó de mi. Me quedé allí plantado y miré el reloj, las 22:00, en cinco horas lo rompía el culo a la tía más buena que hubiera visto en mi vida. Era consciente que algo malo iba a pasar, porque aquello no podía ser realidad.

Alrededor de las 23:15 vi a Romina, estaba convenciendo a un grupo de chicos cerca de la disco a que pasaran con sus entradas. Estaba ligeramente inclinada hacia el que parecía el líder y con carita de no haber roto un plato en su vida les intentaba (con éxito 100) convencer:

- Sí, tíos, entrad que está lleno de chicas. Os lo vais a pasar teta.

Y efectivamente el que parecía el líder del grupo en vez de mirarle a la cara (y mira que era guapa) le miraba el canalillo de las tetas al estar Romina inclinada.

- Joder tía, si están todas como tú, entramos ya.

El resto, la rodeaba y sin ningún miramiento le miraban fascinados el culo mientras comentaban.

- Maaadre mía que buena está, yo quiero una novia como esta.

- Que culo tiene por Dios, me va a dar un infarto.

Y así, embelesados, pillaron los flyers y para adentro de la discoteca todavía babeando.

Yo la miraba y no me lo creía, en breve la iba a tener en esa posición, pero yo detrás y dándole polla con cariño (que ya para entonces estaba dura como el mármol). Me relamía y tocaba el bote de lubricante, sin llegar a creerme que fuera verdad lo que me había dicho Didier que ocurriría a las 3:00.

Con esos tacones de putón finitos, debería ser igual de alta que yo. Pero eso sí, mi espalda hacía cuatro de la de ella, uno al lado del otro pareceríamos el tigre y el cervatillo. Yo lo pensaba y no daba crédito, sólo debía esperar y ver qué pasaba.

El tiempo pasó lentamente, volví a verla un par de veces y ella ni dirigió la mirada hacia donde estábamos, empecé a creer que todo era una broma de Didier, y que en ese momento estaría riéndose de lo inocente que era pero sin darme cuenta se hicieron las tres y Didier, que en toda la noche no había hecho mención al tema se me acercó y me dijo:

- Ahí la tienes, ponla fina.

Ella se me acercó y como quien viene a la consulta del dentista me dijo:

- Hola que tal, donde vamos. Tengo prisa.

El símil con la consulta del dentista era perfecto, pues aunque hacía esfuerzos por que se le viera indiferente, la niña estaba bastante nerviosa y cuando normalmente sonreía y llevaba ella la situación, ahora miraba tímidamente hacía abajo y hablaba con voz entre bajita y cortada. Yo creo que estaba lo que se dice muerta de miedo.

- Sígueme. (le dije como el que ni se ha percatado de quién es, lo buena que está, y para lo que había venido).

Ella me seguía de cerca, me imaginé que estaría mirando mi espalda de gimnasio e imaginándose que iban a ser cinco minutos bastante largos y posiblemente dolorosos pues el trato que había aceptado es que le iba a taladrar el culo sin miramientos hasta correrme dentro de él.

Nos metimos en el cuarto de detrás del guardarropa, donde estaba alguna chaqueta fina dejada allí por los más frioleros, que al salir tarde y sudados, no querrían acatarrarse, y con un guiño y poniéndome los dedos en la mano en señal de silencio le indiqué a la chica del guardarropa que iba a tener que estar calladita.

Susana, la empleada del guardarropa, no iba a ser problema. Sabíamos perfectamente los de la puerta que estaría callada como una tumba. Me habían comentado que alguna vez le habían pillado con algún chico dentro dándose el lote, y aunque desconocíamos si les cobraba o no pues estaba bastante buena, no nos importaba lo más mínimo. Ella nos dejaba descansar a escondidas allí, e incluso fumar un pitillo por una salida trasera que tenía el guardarropas, y nosotros no nos entrometíamos en sus asuntos, fueran cuales fueran.

Llegamos por lo tanto a la pequeña habitación donde había perchas, chaquetas finas colgadas y una pequeña mesa con algunas cosas varias que aparté hacia la esquina.

- Bueno, te llamabas Romina, no? (como si no lo supiera de sobras y no me hubiera hecho más de 50 pajas a su salud).

- Sí, Romina, dijo tajante. (Claramente no quería conversación, quería "fichar" e irse.

- ¿Qué edad tienes?

- Cumplí 18 en mayo, ¿es que quieres el DNI para no tener problemas?

- No, yo te creo. ¿Te ha dicho Didier mis condiciones?

- Sí, no te preocupes, yo pongo el culo y tú me apuntas mis clientes y los de Natalia.

- Exacto, me sabe mal haber tenido que putearte pero es que ibas muy de sobradita. Quiero que salgas beneficiada (y bien enculada) de ésta, así que el trato nos debe interesar a los dos, tú decides.

- Venga menos rollo cabrón, ¿cómo me pongo?

- Arrodíllate sobre tus tacones de zorra y empieza a mamar polla, que la tengo a estallar (no era cuestión de ponerse romántico, ahora era cuestión de tratarla a mi antojo).

- Lo siento pero no, nunca lo he hecho y paso, el trato era que me dabas por culo.

- Joder con la niña, ¿y eso?. Me la ensalivas un poco y todos ganamos.

- Te he dicho que no, no sé hacerlo.

Yo me relamía pensando en ahogarla con mi polla pero se la veía muy decidida a no chupar, no iba a permitirme salirme un ápice de lo pactado así que yo debía hacer lo mismo, no permitirle salirse un ápice de su compromiso.

- Bueno, bueno, ni la chupas ni follas, sólo por el culo, ¿es lo que te pone?

- ¿Qué me va a poner? ¿Estás chalado?. Soy virgen y nunca me he liado con un tío, paso de momento de ellos. ¿Me imagino que por el culo no pasará nada, no?

- Bien, bien, un trato es un trato. Tienes razón, no te va a pasar nada. (Salvo que te voy a romper enterita cuando te la meta, de eso estoy totalmente seguro, pensé al imaginar que ninguna polla había penetrado en tremendo culo).

- Pues nada, sin prisas bájate los tejanos, te apoyas con los codos en la mesa y te rompo el culo a conciencia. Mientras lo hago puedes entretenerte repitiendo mi nombre tipo "Así, Juan, rómpeme enterita por niña mala", sería todo un detalle.

- Sí, hombre (dijo ella), y rápidamente (de sin prisas nada), se bajó los pantalones hasta los tobillos y me dio la espalda.

Yo no estaba en mí, los tejanos a duras penas bajaron de lo ceñidos que estaban a aquel culo. Le costó dos o tres tirones fuertes bajarlos y aparecieron unas tangas negras que también se bajó. Aquel movimiento parecía como si fuera a mear al baño y me puse cachondo total. En vez de agacharse a mear en un lavabo, se me ponía de espaldas y me daba el culo para que comenzara mi perversión. Además con los tacones el culo se empinaba como diciéndome… te espero, saca la polla y me revientas. Como ven… Nivel divino.

Inmediatamente empecé a manosear los cachetes y meterle la lengua en todo el agujero, su culo era tal y como me lo imaginaba. PERFECTO. Dos cachetes iguales en forma de manzanita, muy duros y con dos agujeritos marcados en su cadera, una cinturita muy muy estrecha y visto su culo desde arriba, como un final de corazón perfectamente contorneado. Y ya ver mi pollón, entrando y saliendo, iba a ser una imagen para inmortalizar.

Yo aproveché para sacar el móvil y hacer algunas fotos, aquello debía ser mi opera prima, menudo homenaje me iba a pegar con la relaciones. Ni en el mejor de mis sueños húmedos.

El culo era demasiado estrecho, allí no iba a caber la polla ni de broma, por mucho lameteo y saliva que pusiera. En esos momentos la punta del capullo de mi polla sería unas diez veces su agujerito del culo y con pinta de ganar cada vez más grosor mi polla y menos su agujero.

Saqué el lubricante y solté un buen chorro en su culo, que resbaló hacia abajo mojándole tanga y tejanos. Ella estaba quieta, ajena a todo y me imagino que esperando que pasara el tiempo y yo me corriera. Parecía que le era igual tener la ropa empapada de lo que debería ser lubricante y total, sabía que se iba para casa con el culo lleno de leche, así que formaba parte del pack “putita enculada” el lubricante que en aquellos momentos resbalaba piernas abajo y ponía su culo reluciente reluciente y pegajoso.

Le introduje un dedo y empecé a hacer movimientos circulares. Había de reconocer que solo en otras dos ocasiones me había follado a un tía por el culo y la cosa había sido bastante más fácil al ser culos más dados a la perforación, jeje.

Al introducirlo, al instante gimió y protestó:

-          Tío, que grande la tienes, que daño.

Yo flipé y fui sincero.

-          Putita mía, es sólo un dedo. Como bien dijiste antes un trato es un trato, y no voy a meterte un dedo, voy a romperte por la mitad pero con la polla, que es más que un dedo, ya te aviso. Y dicho esto empecé a juntar un segundo dedo al ya introducido y separarlos poco a poco para ensanchar un agujero que se resistía terriblemente a darse de sí.

Rominita jadeaba, resoplaba, se quejaba, y decía permanentes…

-          Ayyyyyyy, me dueleeeee. Tío esto duele, métemela ya y acaba. Madre mía que daño, ¿me estás abriendo el culo para meterme un camión o qué?.

-          Yo no lo veo, zorrita. Pero si quieres que te la meta allá voy. Total si no entra empujo que lubricado ya está. Comienza el espectáculo, relájate y disfruta pibón de 18 añitos.

Ya tocaba, el culo en forma de manzanita era el reflejo de medio bote ya de lubricante, dos dedos habían entrado, y ahora tocó echar más lubricante en mi polla. Total no había que escatimar en lubricante, sino asegurar la enculada.

Puse el capullo rojo a punto de reventar de la sangre que le llegaba apuntando su culo y empujé. Con tanta lubricación el capullo más o menos blandito entró, pero el tronco de la polla que parecía la porra de un policía de duro que estaba, entrar entraba pero le debía de estar haciendo un daño terrible, pues parecía que la atravesaba en dos y en cualquier momento la partía por la mitad.

-          Agggggghhhh, decía Romina, duele mucho sácala. No cabe, de verdad que no cabe, me voy a desmayar de dolor. Duele mucho.

-          Es que no te relajas, quieres que te rompan el culo y luego todo son quejas. Haber empezad chupando que es como se hace. Repite eso de “un trato es un trato” y saca culito que te viene entera, aún falta un buen trozo.

Pegó la cara contra la mesa y su rostro era un poema de sufrimiento, aguantaba el dolor como una campeona mientras era empotrada contra la mesa con una polla que en comparación con su culo parecía la de un elefante. Además, su posición era perfecta para darme placer, al no haberse quitado los tacones, su culo permanecía elevado y encarado para que yo le taladrara bien con mi rabo. Y como al no quitarse los pantalones tenía las piernas juntas, la estrechez del culo y la presión sobre mi polla era máxima. Eso sí… a ella aquello iba a dolerle un poquito.

Cuando finalmente entró, y vi que resoplaba pero admitía la enculada, comencé el mete saca viendo como una polla talla XL taladraba a un culito duro talla XS.

En uno de los envites de polla, escupió un chicle que debía estar mascando. Desconozco si lo escupió para no tragárselo con las estocadas, o se le salió de los viajes que le daba.

La agarraba fuerte de ambos cachetes con las dos manos y me relamía viendo mi rabo entrar y salir de su culo. Y cuando veía asomar el capullo, de nuevo para adentro hasta que el culo engullía mi polla hasta los huevos. La niña cuando se la metía profundo apretaba el culo de dolor y mi placer era mayor aún. Si el culo era estrechito, cuando lo apretaba era como si una aspiradora estrujara mi polla para no dejarla salir.

Afortunadamente la lubricación era perfecta, y yo dejaba caer saliva que desprendía de lo que estaba babeando con el espectáculo o bien estrujaba el bote de lubricante para que aquello resbalara perfecto.

Así, apretándole el culo con ambas manos y dándole duro hasta el fondo, si no me hubiera hecho dos pajas el día anterior, ya me hubiera corrido, así que estaba contento con mi suerte.

Pese a que hubiera continuado así hasta dejarle el lechazo en el culo, manos apretando los cachetes, y viaje va viaje viene contra la mesa. Me di cuenta de que no le veía bien el culo pues cada una de mis manazas era más grande que sus cachetes, así que pasé a recorrerle la cintura con las manos y seguir dándole.

La visión ahora era perfecta, su cintura era más pequeña que el arco de mis manos, donde me tocaba perfectamente los pulgares y los índices al tenerla así agarradita. Y tenerla cogida por la cintura me permitió apartarla un poco de la mesa y darle más duro aún. La apartaba ligeramente de la mesa alzándola en peso por la cintura y le sacaba la polla, y luego la ensartaba con fuerza hasta el fondo del culo chocándola bruscamente contra la mesa. Visto desde fuera parecería yo un gorila enculando un cervatillo, aquello era vicio en estado puro. Y fue visto desde fuera, porque en un momento vi la cabeza de la chica del guardarropa cogiendo alguna chaqueta y poniéndome cara rara abriendo mucho los ojos como pensando… tío la vas a matar.

Y así estábamos, los embites lanzaban un continuo PAM PAM PAM, y la niña unos continuos AHHHH AHHHH AHHHH, pero como sonaba la música máquina de la discoteca, parecía que íbamos a coro. De hecho, durante unos minutos estuve dándole al ritmo de la música, haciendo sus pausas y su rápidos mientras le cantaba a la oreja.

-          Nooo pares sigue, sigue, nooo pares sigue sigue. Que esta fiesta no termine!!!.

La chica ya gritaba como una histérica, en un continuo Aaaahhhhhh y vi inteligente acercarle una chaqueta para que la mordiera, cosa que hizo inmediatamente. Ahora daba todavía más morbo, la música a toda ostia, yo dejando caer todo mi peso en cada clavada por el culo, y la niña soltando ahora un continuo MMMMmmmmm.

Mi polla iba a estallar dentro de su culo, aquello no podía estar más estrecho, placentero y lubricado. Era un mete saca terrible y constante, sin piedad. El placer recorría cada centímetro de mi capullo, y el culo de la rumana estaba siendo penetrado a antojo.

En ese momento la saqué para mirarle el culo, lo veía rojo pese a la penumbra y bastante más abierto, y aproveché para lanzarle un buen escupitajo dentro.

-          ¿Ya te has corrido? (dijo Romina casi sin respiración, al notar lo mojado del salivazo).

-          No, pequeña, ahora viene lo mejor, viene el capítulo final y verás cómo te relleno el culo de crema como si fuera un pastelito.

-          Jo, tío, acaba ya. No siento ni las piernas ni el culo, me duele todo.

Y antes de dejarle acabar la frase, ya se la había metido de nuevo con chillido incluido que la chica del guardarropa debió escuchar porque asomó la cabeza supongo que para ver si la había matado.

Yo le guiñé el ojo y le hice ok con ambas manos indicándole que me lo estaba pasando cañón y que ella siguiera a lo suyo. Ella con cara de… tú sabrás, volvió a correr las chaquetas e irse para su mostrador.

Ya en cada embestida, mi capullo amenazaba con correrse, así que tenía que distraerme y empecé a darle conversación acorde a la fantástica enculada que le estaba dando.

-          ¿Qué princesita? ¿Contenta del trato? Desde aquí tengo una visión perfecta de como mi polla te parte por la mitad.

-          En vez de “hola quereis pasar a la disco, os lo vais a pasar cañón”, a mi me deberías decir “¿hola, quieres perforarme el culo que tengo?, se te va a caer la baba”. Que ya te digo que se me cae.

La otra seguía mordiendo una chaqueta y no pasaba del :

-          Mmmmmmmmmm, Ahhhhhhhhhh.

-          Yo creo que al levantarte te va a costar andar, me estoy poniendo morado. Quien me iba a decir que tenías un culo tan cerradito y que ibas a ser tan buena tragando polla por él.

-          Tío, me rompes, acaba ya. (dijo dejando de morder la chaqueta).

-          Ya, pero es que si no me sigues el rollo me desconcentro. Estoy en modo pervertido y si no me das conversación me enfrío (divinas dos pajas que me había hecho la noche anterior y que me permitían mantener el constate mete saca brutal sin correrme).

La enganché del pelo con una mano mientras con la otra le abría con dos dedos la rajita del culo para ver mejor la sodomización y empecé un ritmo más rápido de mete-saca, o más bien de rompe culo-rompe culo.

-          Hola cielo, ¿qué tal se siente siendo atravesada por tu portero favorito?  Te va a saber a gloria cada flyer que te pase.

Romina, que debió pensar que seguirme el rollo era la mejor manera de que me corriera de una vez, entró al trapo y no sin esfuerzos, empezó a contestarme.

-          Cabrón, que daño. Córrete ya.

-          ¿Quién es tu papi preferido? ¿Te gusta que te taladren el culo?

-          Siiiiii, me encanta, Tú eres mi papi preferido, cabronazo.

-          ¿Pero cómo se pide putita? Por favor, señor portero de la discoteca, relléname de leche ya.

-          Rellename de leche yaaaaaaaaahhhhh, gritaba de dolor.

Yo tiraba del pelo y empujaba con la polla, que debería entrarle hasta media espalda, y empecé sin querer a soltar leche como si fuera una manguera a presión.

-          Así, guarrilla, que rico ese culazo y que ganas de rompértelo que tenía.

-          Rellenita de leche para casa, que no se diga que no te cuidamos en esta discoteca, todo amor y atenciones.

Me aparté resoplando y vi como del agujero del culo resbalaba leche hacia abajo, que se juntaba con el lubricante. La verdad que iba a estar un poco pegajosa de camino a casa.

Romina seguía contra la mesa, agotada y dolorida. Yo le hubiera echado otro polvo, pero estaba exhausto y posiblemente no iba a permitírmelo, así que me subí los pantalones y me fui a mi puesto no me echaran más en falta.

Unos minutos más tarde, Romina salió del guardarropa con los pantalones subidos y andaba raro, como cojeando, así como si le hubieran roto mucho el culo (lo parecía, que coincidencia) y miré a Didier, por si ponía cara de reproche.

Pero vi una sonrisa de oreja a oreja y me dijo:

-          Te has portado como un campeón (había muchas cosas creo yo que desconocía del ruso-francés).

Al pasar por nuestro lado, dijo:

-          Romina, hoy te has salido, la que más gente ha pasado, te vas a llevar una pasta, estamos muy contentos contigo.

A dudas penas avanzaba, y apretaba los dientes como diciendo “cabrón, me has roto enterita”. Pero un trato era un trato, y lo han de cumplir ambas partes, así habíamos quedado y así fue.

Lo mejor, cuando acabó el turno Susana, la chica del guardarropas, y me dice con una amplia sonrisa:

-          Como he disfrutado oyéndola gritar, menuda tipa altiva y mala gente que era. Si me llamas la hubiera cacheteado yo sin problemas, o metido una percha por el culo, que asquito le tengo. (claramente eso se avisa antes, pensé yo).

Romina siguió consiguiendo clientes para la discoteca, además le poníamos la mayoría de los de Natalia, que no se enteraba de nada y decía que ahora tenía menos porque pasaba de emplearse a fondo (tonta, tonta la pobre), y a mí me apeteció pasar un rato similar (vamos, volver a romperle el culo a la chiquilla aquella), pero no quería pasarme y el trato era el trato, no había que excederse.

Pero había conocido el lado oculto de Didier, y había que indagar más.