Tú te muerdes el labio inferior pero no protestas. Encamino mi polla hacia tu coño y te penetro de un solo golpe. Me la has puesto dura con solo mirarme a la cara.
Entonces de repente le solté una bofetada, la cerveza se le cayó al suelo y me miró con rabia, la cogí del pelo y la tiré al suelo. Ella cayó de manera torpe y se golpeó en un codo.
Me levanté dejándola sudada y temblorosa en la cama, tenía una erección de caballo y no podía alejar de mi cabeza la idea de atarla a la cama así que fui a buscar una cuerdas, cuando volvía ella las vio y asintió con la cabeza.
No tengas miedo, claro que va a dolerte. Ya lo se, pero lo que también sabemos ambos es que es necesario.
No me mires a los ojos a no ser que yo te lo ordene, yo te iré educando poco a poco para que cada vez lo hagas mejor.
Durante largos meses estuve barajando la fascinante posibilidad de que algún lejano día en el tiempo consiguiese hacer el amor con Alma, y cuales serían los motivos que nos conducirían a ello.
Se que comenzar con la palabra esclava te parecerá extraño pero deberás comenzar a acostumbrarte, tanto a la palabra como a las reacciones que esa palabra te suponen.
En una negociación nada es lo que parece... todos quieren ganar. Incluso los que no tienen nada para negociar.
La primera persona que respire será la primera persona que grite. La primera persona que grite será la última persona que respire. Ella no había gritado, tampoco había respirado, se había limitado a obedecer, sin demasiado apasionamiento pero tampoco sin demasiada falta de voluntad.
Ella me siguió, en silencio, con la mirada clavada en el suelo. Caminamos así durante mucho rato, quería saber cuanto podía soportar una situación tan simple aunque insostenible.
Le gustaba jugar, con sus propias normas. Jugar aprovechandose de mis juegos.
He conocido gente de toda raza y condición. La mayoría de esas personas vinieron a mi, o quizás yo fuese a ellas, ahora no soy capaz de recordarlo.
Dicen que los hombres y las mujeres somos diferentes. Yo conozco a muchos hombres y no se parecen en nada entre ellos, también conozco a muchas mujeres que no tienen nada en común entre ellas. Hombres y mujeres somos diferentes tanto en género como generalmente.
Ella debía obedecerme y aunque entonces no era su deseo, era mi deber el que obedecerme se convirtiese en su única ambición.
Al salir del trabajo, venias a mi piso, simplemente te arrodillabas (sin quitarte ni una sola prenda de ropa), abrías tu boca y recibías una descarga de semen por tu rostro y tu lengua.
La estancia es de color azul, un azul pálido y mohoso. Diriase que verde. Son cuatro paredes. Un techo. Un suelo.
Salimos del bar lácteo Korova a eso de la medianoche. Íbamos tan colocados y desorientados que estuvimos alejándonos de las luces azules por espacio de mas de media hora sin conseguirlo.
Soy tu dolor. No soy tu primer dolor pero si seré tu próximo dolor.
Su estomago era plano, tan plano como una tabla (ya sea de surf o de planchar) y al estar tumbada de lado, la parte inferior del bikini se había deslizado un poco hacia abajo y me permitía ver un trozo de carne blanca justo encima del pubis.
Hace tres años que te conocí, hace tres años que mi vida ha comenzado de nuevo. Hace tres años que comenzaste a sodomizarme en el lavabo de aquel hotel y fue entonces cuando me di cuenta de que había escogido el camino equivocado, es decir: mi camino.
Marta estaba apoyada en la barandilla de madera, vestida con un pareo y un liviano jersey de color crema y escote marinero.
Ella quería una violación en toda regla y a fe mía que se la iba a proporcionar. Iba a ser violada sin compasión por cuatro desconocidos. Tres personas y yo mismo.
Ahora me siento puta. La más puta. Hace tan solo tres años era una ama de casa, idealmente casada, con una hija de tres años y trabajando en un oficina bancaria. Hasta el día que llegaste a la oficina, con tu traje italiano cruzado, caminando lentamente, sin haberte despojado de tus gafas de sol.
Mírame a los ojos. Abandona esa expresión de superioridad. Abandona toda esperanza.
Ella tenia culo simplemente perfecto. Ni grande ni pequeño, ni caído ni levantado, ni ancho ni estrecho. Cualquier pantalón que se pusiese era como un guante de látex en las manos de un cirujano. Perfecto. Maravilloso.