Nunca he visto antes a esa mujer y es ahora, en este sublime momento, que aparece por una puerta, sonriendo nerviosa, baja la vista al suelo, avergonzada. Es aún más hermosa de lo que había imaginado. Luce (des)vestida con unas medias negras y una especie de body algo transparente.
Antes de empujar la puerta, la sumisa respira hondo. ¿Y si se está equivocando? Han hablado y mucho y sabe lo que va a suceder, pero desconoce quién va a hacer que suceda. ¿Y si dentro hay media docena de hombres dispuestos a violarla?
Ella era una bailarina, yo soy escritor. Nos encontramos aunque la casualidad tuvo poco que ver con eso. Después lo supe aunque ya era demasiado tarde.
Paulatinamente comenzó a darle ordenes, primero como un juego, ordenes casi infantiles que ella debía cumplir en su día a día, hasta que un día el la ordenó que llamase a cualquier teléfono al azar y dijese que era una sumisa, una esclava, que lo dijese en voz alta.
Cerré los ojos e intenté pensar en cualquier otra cosa, era tan solo un pene dentro de mi culo, lo habían hecho otras veces (siempre con mi consentimiento) así que simplemente me propuse ver sus actos como algo físico, intentando separar mi mente de mi cuerpo.
Arrebatarle una sumisa a otro amo no es algo que me llene de orgullo, pero aquella mujer merecía algún tipo de sacrificio. Incluso hacerla creer que a mí me gustaban los castillos, mazmorras, oscuridad, cuero, potros o látigos. Cuando no es así.
Imagino que cualquier viernes por la noche vendrás a mi casa. ¿Qué importa lo que podría hacer? Porque voy a hacerlo todo y tu no vas a resistirte.
Conocí a Sandra en Tinder, esa maldita y endiablada aplicación para teléfonos móviles donde, de repente, te aparece la foto de una persona desconocida que sonríe, o escala una montaña, o se fotografía delante de un espejo.
Mientras seguían al coche, Lorena no podía dejar de imaginar aquellas manos por encima de sus pechos, pellizcando sus pezones.
La auténtica hazaña consiste en descubrir que necesita la otra persona aunque no lo sepa ni ella misma.
Me encontré con M, mi nueva sumisa, en una cockteleria cerca de mi casa. Le dije que se vistiese con una falda, sin medias, el resto lo dejé a su elección. Apareció y esta es la historia de todo cuanto sucedió.
¿Una violación no es realmente una violación si es consentida?
En los últimos dos años he engordado más de diez kilos gracias a que mañana y tarde estoy siempre en el café del barrio para que Ruth me sirva un bocadillo y una cerveza. Quiero dominarla ¿pero cómo conseguirlo?
Dora era tan joven nunca supe su edad debidamente, quizás fuese demasiado joven pero cuando tropiezas con una mujer tan atractiva como ella, cualquier razonamiento se pierde en una bruma de deseo.
Durante toda su vida Lorena creía que sabía lo que quería pero en el fondo, en su discurrir tortuoso, como el de un meandro a punto de quedarse sin caudal,
Sucedió una noche de invierno, también podría haber sucedido una noche de verano, o una tarde de primavera.
Ella había leído relatos, había visto alguna película sobre el tema, incluso había leído esa saga de libros de los que todo el mundo hablaba. Cada vez que leía, escuchaba, miraba toda esa ficción ajena, el alma se le encogía un poco más dentro de su pequeño pecho.
Mi pequeña lolita comenzó a desabotonarse el jersey, lentamente, después lo dejó caer. Su cuerpo era fantástico, generoso y hermoso.
Desvié la vista y pude ver que la erección continuaba, aun más que antes, la toalla estaba levantada y podía ver su vello púbico, moreno y poblado, incluso la base de su pene. Cerré los ojos y volví a besarle en la frente.
Los azotes caían por todas partes de mi cuerpo, las puntas del látigo, con pequeños nudos en su extremo, estremecían todo mi cuerpo, sobretodo cuando caían en parte sensibles, me retorcía de dolor, de placer, de orgullo.
¿Por qué diablos me resisto? No tiene sentido, he venido hasta aquí y ahora me resisto a correrme. Sigo sintiéndome culpable.
Mi mano se deslizó por el interior de su braguita, con sumo cuidado aunque sin poder evitar enredarme por unos breves instantes en su vello púbico hasta que uno de mis dedos alcanzó la humedad de su sexo. Estaba completamente mojado.
Una primera oleada de semen rebotó contra su paladar mientras ella hundía mi pene todo lo posible en su boca y la segunda oleada entraba directa a su garganta. Hacia tanto que deseaba eso y había esperado tanto que creo que tuve la corrida mas abundante de mi vida.
Dos mas dos son cuatro, eso acostumbra a suceder siempre en el mundo de la matemática más simple. En ese mundo también uno mas uno son dos. Todos sabemos sumar y esta ultima, es la más sencilla de las sumas. No hay lugar para el error.
Qué es el amor? ¿Qué es el sexo? Amor seria acercar mis labios a tu oreja y decirte te quiero. Sexo seria acercar mis labios a tu sexo y no decir nada, limitarme a comerte haciendo que las manecillas del reloj se detuviesen hasta que tu explotases en un orgasmo que despertase de la siesta al vecino del piso de arriba.